jueves, 24 de diciembre de 2009

MI PAÍS!

MI PAÍS


(Memorias de un preadolescente ya fallecido)



Me entregan un país al que yo debo gobernar, un país de luchas de clases, de conmoción, de injusticias y verdades ocultas en el temor, una clase política arraigada a su subsistencia y a su yo personal, unos habitantes eslabonados y desigualdades tan miserables que de solo pensarlo me duele el corazón.

Como ciudadano estoy cansado de vivir en una casa modesta, cansado de no tener trabajo, me da lástima el hecho de frustrarme en medio de tantos sueños y anhelos, de ver a mis amigos caer, a mi gente llorar, a no tener libertad dignificada, me cansa el estar amenazado por fuerzas opresoras y deprime mi alma el no poder hace algo por mi país.

Quiero estudiar y no puedo, quiero ser grande, triunfar y donde estoy todo es más complicado; recorro la vida y el mundo y no sé si envidiar o guardar rencor por aquellos que tienen y no se cansan de tener, despojando a seres humanos que de rato han perdido su valor como personas.

Me parece el colmo que el valor de una persona este en unos papeles que se queman con el fuego; las necesidades que se ha inventado el hombre se han vuelto tan imperiosas que encajonadas dentro de un sistema tan personal, damos y hacemos con tal de no estar por debajo de los demás; vemos las inclemencias de la vida ocasionadas por el hombre, vemos buenos corazones y alegres sonrisas que se contentan con el pan y abrigo de cada día, sin aspirar a más, porque la envidia, el egoísmo y sectarismo mata de raíz todo ilusión y frustra al hombre haciéndolo vivir para sí mismo y no para su país.

Matamos por comida, aullamos de sed y gemimos de dolor y desesperanza porque nos duele el hecho de ser tan dañinos y tan señalados; pienso en la cantidad de talentos que mueren cada día en el mundo, pienso en la negación que muchas personas le hacen a una vida, pienso en la soledad y el dolor continuo que sentimos por no tener dinero, ¡cosa tan absurda, que valga más que un ser que piensa y razona!

Muchas veces preferí no haber nacido, para no tener que vivir tantas penurias, pero aquí estoy, tratando de buscar caminos que permitan que lo que se ha hablado por generaciones sea una realidad hoy en el siglo XXI, y lo digo con risa, risa del corazón.

Ahora bien, habito un país maravilloso, un país que a pesar de lo que tiene, clama a gritos el nacimiento de nuevos líderes, renovados en su pensamiento y actitud frente a la vida política y administrativa.

Éste país, del cual me siento orgulloso, se caracteriza por ser polifacético, sus climas y variedades, así como su gastronomía lo convierten en un país único que brilla con luz propia en los intelectos de sus habitantes.

Muchos departamentos conforman este país, todos ellos con dialectos y formas de pensar diferentes, todos ellos pujantes y de vigor envidiado. Yo pertenezco a uno de esos tantos, Departamento abrazador de lo bueno, con gente cálida y dulce que guarda gran afecto y compasión por los demás, tierra de cultura, de sonrisas, de ánimo y de tamboras, tierra alegre por la simpatía de sus habitantes.

Este Departamento, tiene como capital, una ciudad calurosa, con características muy particulares y necesarias, poblada por gente tranquila y débil de toda máscara de maldad, pero asumida dentro de esa conmoción de dolor desesperante que se soporta en la paciencia de sus gentes.

Sé que lo que he mencionado, no alcanza a describir la mitad de lo que es en verdad mi país, ya que tanta belleza enclaustrada en la agonía de su pueblo, hacen que nos falten las palabras para describir lo que en verdad somos: ¡COLOMBIA CON EL ALMA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario