lunes, 8 de agosto de 2011

ELENA


                                                                      ELENA




Ella, era una mujer hermosa, considerada una estrella por donde pasaba, no tenía comparación alguna con mujer que hubiera pisado la tierra con anterioridad. Sólo ella.

Ella, era siempre feliz, nunca reprochó los acontecimientos de su vida, porque en el peor de los momentos siempre tuvo luz y se sintió feliz. Era ella.

Ella, amó desde su juventud, fue la mujer más exitosa del mundo; era adinerada, tenía todo cuanto una mujer pueda desear en la vida. Sus amigas la envidiaban, la hipocresía la rodeaba. Ella seguía.

En uno de los grandes eventos que lideraba; conoció un hombre que la cautivó con su mirada, porte y elegancia. El encanto fue muy mutuo. Él era un hombre mayor pero eso no fue impedimento para que lograran una amistad y más adelante un romance prohibido. Ella lo quiso.

Él, se separó de su mujer, dejó abandonada su familia por ella. Ella fue aún más feliz consigo pero no sabía que había ganado una rival muy poderosa y excesivamente perversa.

La rival, juró por si misma hacerles la vida imposible y no permitirles alcanzar felicidad durante su vida.

Seis meses después; Elena comenzó a engordar y su belleza joven, se fue convirtiendo en algo muy desagradable. Su aspecto fue tomando la forma de una mujer sin figura y en su rostro se comenzaron a visualizar las características de un sapo.

Ella, en un momento se desespero, sintió que su gloria había terminado. No cesaron las críticas y palabrerías en su contra. Ella no entendía el porqué de sus cambios. Su relación empezó a cambiar. Ya no recibía las mismas atenciones que de un comienzo recibía de su conyugue, pero había un lazo entre ellos y era Amor. Todo cambió en su vida.

De ser una mujer de veinte años pasó a vivir la vida de una mujer de cincuenta. Ella se resignó. En silenció sufría, lloraba mucho. Luego se dio cuenta que estaba embarazada. Tuvo un hijo idéntico a su padre. Se refugió en él y siguió adelante.

La mujer había pasado de ser un icono de belleza a ser menospreciada por su apariencia física. Las revistas la atormentaban argumentando que de bella había pasado a ser un monstro. Ella sufría.

Un día, mientras estaba de compras. Una anciana con aspecto de bruja, le dijo: - A usted le hicieron brujería para desfigurarla porque le tienen mucha envidia. Ella no sabía que pensar.

Ella desconcertada, empezó a analizar su situación y se involucró en el mundo de la brujería donde conoció actos completamente extremos e increíbles. Los mismos brujos le dijeron el nombre de la persona que le había hecho ese mal. Ella se llenó de ira.

Mientras la liberaban de su brujería, su cuerpo se inflaba como un globo, y luego se comprimía al punto de permitir ver su bella y muy envidiada escultura. Pasaron muchas sesiones, hasta que de su boca expulsó un líquido negro, con un sapo demasiado furioso, que brincaba por todo el salón. Sus ojos rojos y en extremo soplados distrajeron a los brujos mientras Elena moría, porque ese mal la había dejado sin vida.

La bella mujer yacía en el suelo tendida. Todos la miraban con atención, incluso la mirada perversa del sapo no dejaba de perseguirla. Todos vieron como su alma se desprendía de su cuerpo. Con urgencia la llevaron a un hospital donde nada se pudo hacer. Cuando la tenían en la morgue, volvió en sí y despertó.

Despertó bella y admirable, enviada y codiciable. Ella se elevó nuevamente. Su acérrima enemiga no podía creer que toda la inversión que había hecho en la brujería hubiera durado tan poco tiempo. Con más furia, como la de una osa a la que han robado sus cachorros intentó otra brujería peor. Elena de fea paso a ser horrible. Le pusieron el cabello quemado de un león; chuto, no tenía arreglo. Le pusieron un simio inmenso para que agrandara sus espaldas. Un sapo enorme para que inflara su abdomen. Le pusieron peleadores de sumo para que de su figura no quedara ni el recuerdo. La dejaron mal, muy mal. Encima de todo se metieron con su destino, e incluso ataron a su hijo con un hechizo para que perdiera la cordura. Ella decidió olvidar todo.

Paso mucho tiempo en el cual ella se acostumbró a su nueva vida. Ya había desechado por completo a los brujos y brujas que la habían asechado con el ánimo de tener ganancia alguna. Ella logró perdonar.

Se encontró frente a frente con la señora que le había causado ese mal. Ambas se miraron a los ojos. Elena no reflejó en su mirada rencor ni odio. Mientras la señora con una sonrisa maligna, le esquivó la cara y pasó por su lado con ímpetu y alevosía. En ese momento una aureola negra del cuerpo de Elena se fue desprendiendo y en milésimas de segundo pasó al cuerpo de la señora. Elena al cabo de un minuto, sintió su cuerpo liviano y su ropa se le caía. Ella se impresionó.

La mujer quedó irreconocible y sufrió durante muchos años; acudió a cuanto brujo y hechicero la pudo estafar, quedando casi en la ruina, le fue dicho que para ser liberada de ese mal debía reconocer su error, decirlo y pedir perdón con sinceridad. Pasaron muchos años, en los cuales la mujer no pudo lograrlo porque su orgullo y arrogancia eran muy superiores a su voluntad.

La mujer en su vejez, visitó la casa donde Elena y su familia eran muy felices. Le pidió perdón y esperando cambiar su apariencia… No lo logró porque nunca dejó de ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario