sábado, 29 de agosto de 2020

HISTORIAS TRISTES

 

    


    
      

    


 

HISTORIAS TRISTES

¡De un adolescente ya fallecido!

 

 

 

Se los dedico a mis catorce años de edad, momento en el cuál, abandonaba las obligaciones escolares para exorcizar las ambiciones de mi ser…

 

 

Índice

 

1.      Guerra de valores

2.      El príncipe deseado

3.      La brujita tira huesos

4.      La gallina ojos de Tote

5.      El gato del Celibato

6.      El rey viudo

7.      El traje de sangre

8.      El payaso Tin Tin

9.      El crimen

10.  Más allá

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I

GUERRA DE VALORES

 

PERSONAJES:

Bondad: es una gelatina verde, de ojos transparentes, sin nariz y con unos labios muy gruesos y más verdes que el resto de su cuerpo gelatinoso.

Paciencia: es una masa transparente, con un ojo en su ombligo, de cabellos grises y sus labios están pintados de un color rojo intenso.

Felicidad: es una vara plana y ancha color madera mojada, en su inicio es completamente pegada, pero de la mitad para arriba de su cuerpo, se desunen dos extremidades con la misma contextura de su talle inicial, en cada una tiene un ojo, ambos ojos son muy diferentes, el uno es de muchos colores en su iris, el otro es completamente café claro.  ¡La felicidad parece una decoración muy lujosa!

Extraño: muchos ruidos, murmullos y sonidos fastidiosos.

Templanza: es un ovalo con una sonrisa agradable, pero con unos ojos muy serios, su cabello es corto color rosado.  Tiene piel humana.

Fe: es una masa color carmesí, de ojos redondos muy simpáticos, su cabello es castaño, tiene brazos más gruesos que la contextura de su cuerpo, su boca es pequeña y sus uñas son largas, de muchas figuras y muy hermosas.

Tolerancia: es una cabeza grande, sobre un cuerpo delgado, sus orejas son más grandes que su cabeza y su cuerpo; sus ojos son muy rasgados, casi cerrados, no tiene boca ni nariz.  Su cabello de color oscuro es escaso en su cabeza.

Esperanza: sus ojos son dos huecos vacíos, su cabellera es abundante, con bucles dorados en sus terminaciones, tiene pestañas muy bien arqueadas y algo gruesas, su nariz es perfecta, su cuerpo un rombo de pies cortos, casi que pegados a la estructura de su cuerpo, sus manos son delgadas y muy largas, sus manos pueden enredar su cuerpo. 

Responsabilidad: es la más femenina de todas, es la más bonita de todas, tiene un cuerpo delgado, un trasero grande, ojos rasgados y una boca muy sensual, su cabello es lacio color agua marina, sus ojos grises; las palmas de sus manos son gruesas, como forradas de una capa de carne y cayos humanos.

Paz: es una masa transparente como el color del cristal, su forma es redonda y ella flota por el aire, no tiene cabello, en su cerebro se ve una paloma blanca, que saca su pico dándole la forma de nariz a la paz y la punta de sus alas se asoman en los extremos de su cabeza, dándole la forma de orejas.  Cuando ella está en el aire, la paloma que se ve en su cerebro, da la impresión de que estuviera volando.  Sus ojos son los dos ojos azules de la paloma que se encuentran debajo de su masa transparente, sus ojos alumbran como linternas. 

Respeto: viste como un caballero, su traje es muy elegante, lleva sobre su cabeza un sombrero muy finísimo, consigo tiene un bastón, corporalmente es muy masculino y atractivo, siempre oculta su rostro con la sombra de su sombrero.  En un momento deja ver su rostro de mujer hermosa, demasiado hermosa.

Alegría: es un pompón, sus mechas son de muchos colores y en todo momento se están moviendo, de acuerdo a sus impresiones las mueve hacia arriba, las baja, esas mechas reflejan los estados de la alegría; sus paticas son delgadas y cazcorvas, sus brazos son flaquitos y sus manos diminutas y tiernas.

Mansedumbre: es una sábana muy blanca que se acopla a todas las figuras que aparecen en su encuentro, cuando quiere ver, la sabana toma la forma de un ojo, cuando quiere hablar toma la forma de una boca, cuando quiere oler, toma la forma de una nariz y así con el resto de sus sentidos.

Cordura: es una dama de edad avanzada, sus parpados son caídos, sus ojos son redondos y algo rasgaditos de color amarillo, su rostro es angelical, pero su frente da la impresión como si se tratara de otra cabeza, es muy frentona. Corporalmente, es una figura gruesa, todo lo tiene grueso, su conjunto parece un cuadrado.

Magnificencia: es un traje real, de muchos colores, es solamente un traje con sentidos invisibles; solo se ve un traje muy magno.

Razón: es una mujer muy gorda, de piel roja, de cabello rojo, con un traje rojo pegado a su cuerpo, los bordes de su traje son dorados como el oro.  Sus ojos dan muchas vueltas, dando la impresión de permanecer en una constante confusión.

Caridad: es un esqueleto de cabello abundante y oscuro, llora mucho, y en sus manos lleva un pañuelo gris con el cual limpia sus flujos que se generan de tanto llorar. 

Honestidad: es un Ada madrina, de trajes impecables, con colores blancos y rosados y mucha florescencia a su alrededor, su cabello está recogido con un peinado muy real, su cuerpo es como el de una señora preñada.  Su cara es redonda y es de agradable aspecto. Se ve algo vulnerable, por aquello de su embarazo.  Ella sabe que debe encontrar al AMOR para que adopte su hija, de lo contrario ésta será llamada “violencia”. 

AMOR: es un ser redondo de ojos grandes y atractivos, posee consigo un rostro muy varonil, con bigote y una barba muy sexy y sensual, no tiene brazos, solo manos gigantes y de dedos gruesos, sus piernas son musculosas y algo alargadas. Su estructura es algo velluda, de vellos rojos y toda su piel es blanca. Su cabello es rojo pero el señor AMOR es dueño de una calvicie bastante considerable.

 

(La ambientación de este escenario este sujeto a la imaginación del lector)

 

 

ESCENA PRIMERA

 

Se sube el telón.  Están los valores jugando al amor (un paisaje perfecto, no hay defectos ni errores).  De repente todos sienten la presencia del extraño (mucho ruido, murmullos y sonidos fastidiosos), Todos callan.  Hay completo silencio.  Nadie dice nada.   

Sale la PACIENCIA gritando y halándose los cabellos, desesperada por la larga espera que le han sentenciado para alcanzar el AMOR. 

A su encuentro sale la ESPERANZA, con un gesto de desesperanza le insinúa a la PACIENCIA que se rinda.  Luego viene la ALEGRÍA, y con voz seria les dice: “no las soporto, no quiero volverlas a ver; ustedes son incompetentes, sólo yo me casaré con el AMOR”.  Había mucho aire de resignación y amargura en su conjunto.

Se levanta el GOZO y le dice a la ALEGRÍA: ramera, pensé que me eras fiel, hasta hoy conozco que eres una puta cabaretera.  Te recuerdo que tu parienta más cercana es la VERGÜENZA.

Se levanta la VERGÜENZA y dice: “eso no es lo que dices cada vez que te empavonas en mis deleites y sientes que nada te supera en MAGNIFICENCIA

Se levanta la MAGNIFICENCIA y le dice a la VERGÜENZA: “no seas igualada, asco das, mujer sin CORDURA”;

Se levanta la CORDURA y abofetea a la MAGNIFICENCIA, le dice: “antes de ti, estaba yo y he sido una de las amantes predilectas del AMOR”.  –le responde la MAGNIFICENCIA con una risa llena de dolor y le dice: “no hay RAZÓN, motivo, ni INTELIGENCIA”; se levantan la RAZÓN y la INTELIGENCIA ardiendo en ira y les dicen a todos los presentes: ¡cállense idiotas! Todos dicen: “no es posible, nos han ofendido”

Se baja el telón.  Pasa un minuto de completo silencio, luego aparecen muchas luces de diferentes colores que se proyectan desde el otro lado del telón.  Se sube nuevamente el telón.

 

ESCENA SEGUNDA

 

La FELICIDAD está llorando, muy amargamente por aquella situación que sus amigos valores están respirando.  La FE se encuentra comiéndose la uñas y llena de espanto.  La TEMPLANZA se encuentra indecisa y golpeada por el miedo y la cobardía (vientos impetuosos en forma de remolinos débiles).

La RESPONSABILIDAD está tomando licor, está perdida, no sabe, ni distingue su alrededor, todos ellos le son indiferentes y desconoce a su prima compromisos (idéntica a la responsabilidad, pero diminuta).   La BONDAD le da golpes a los muros y la PAZ está desolada.  No se siente, se quiere escabullir por entre las respiraciones de aquellos seres de chistosa apariencia.  El estrés (balón con cara de payaso burlón) está jugando con la TOLERANCIA y el RESPETO se está burlando de la apariencia chistosa de todos los presentes.  ¡Peligro! La MANSEDUMBRE está alterada y ha ocasionado que todos los valores se alteren. 

Suenan las trompetas y todos los valores presentes, se ponen en formación, luego hay silencio, todos esperan al AMOR, pero el amor no llega según lo previsto, todos los valores se han puesto sus mejores trajes, todos han colorido su cara y todos están llenos de la cosa extraña llamada “vanidad”.  Mientras el tiempo pasa, todas empiezan a desesperarse porque ven que el amor no llega a escoger su media naranja; todas parecen estar en un concurso de belleza y atracción, en su sentir su apariencia física está en el punto más sensual que pueden mostrarle al amor. 

Pasa un minuto más y ya nadie lo soporta, entonces todas se miran y en sus ojos aparece la “malicia”, sus aspectos se van trasformando muy lentamente mientras se miran las unas con las otras, en sus ojos reflejan mucha “picardía y malicia”.  Ninguna de ellas se ha dado cuenta de lo que ha pasado con su apariencia física; ahora son desagradables a los ojos de la audiencia, pues, ¡ya no son valores, son antivalores, pero ellas no lo saben!

Se baja el telón, pero la CARIDAD queda sentada en una piedra llorando, pasa un minuto donde solo se escucha el llanto de la CARIDAD, se sube nuevamente el Telón y entra la FELICIDAD de prisa y toma la CARIDAD por su abundante y oscura cabellera, la arrastra, la entra, luego se baja nuevamente el telón y muchas flautas son tocadas generando una armonía que tranquiliza a toda la audiencia.

Acabada la armonía que emiten las flautas, se sube nuevamente el telón.

 

 

ESCENA TERCERA

 

Sale el AMOR montando un caballo blanco, el amor es un ser redondo, de ojos enigmáticos y de voz graciosa, algo delgada.  Su caballo también tiene apariencia chistosa.   No ve a nadie, se preocupa el amor y dice: ¡oh dónde están mis amadas!, ¡dónde están los motivos de mi presencia! He llegado en el momento preciso, ¡he venido con muchas cargas y sorpresas para escogeros a todas, amadas mías!

Salen todos los antivalores (los valores no se han dado cuenta que se han convertido en antivalores), la audiencia ve, como todos los antivalores salen al encuentro del AMOR, en la carrera para llegar a él (aparece nuevamente el extraño), se pelean los unos a otros, se hacen toda clase de picardías, se halan hacia atrás, y ninguna deja que la otra avance, así que, en su afán por llegar, ninguna avanza, porque todas están poseídas de la envidia y el celo.  Mientras ellas creen estar avanzando, el AMOR voltea su caballo y se dirige en dirección hacia donde están ellas, pero no las ve, sus ojos son demasiado nobles para ver tanta bajeza.

Se va muy triste el amor, cansado de estar solito, ¡quiere conformarse con cualquier mujer!, mujer que sus ojos puedan ver y que por tanto él pueda amar.  No sale nadie a su encuentro, y el amor se va muy triste. 

Se sube el telón, todos aplauden y colorín colorado este episodio se ha acabado.

Cuando eso sucede, llega la HONESTIDAD en forma de Ada madrina, de un viaje muy lejano, esta retardada, ¡ella lo sabe!, cuando ve, sobrevuela todo el lugar como buscando rastros, pero no encuentra a nadie; ¡ya todo ha pasado!  Entonces se deprime un poco y se sienta sobre una piedra, descarga su cabeza en sus manos, dando la impresión de estar muy pensativa y olvidada.

Ahora sí todo se acaba y empieza otro episodio y otro conflicto de valores…

 

 

 

 

EL DESEADO PRINCIPE

 

 

En un hermoso reino, vivía una bella reina con su amoroso rey quienes habían dado a luz un hijo de hermoso parecer.  Pronto el niño creció y se convirtió en el príncipe más deseado de toda la sociedad de los reinos cercanos.  

 

Las princesas enfermaron por lograr la atención del bello príncipe quién pronto heredaría el reino más rico de todos los reinos de alrededor; pronto desfilaron todas las princesas de los reinos cercanos en los abiertos aposentos del deseado heredero.  Cansado de no encontrar nada interesante ni que valiera la pena; el príncipe anunció que se quedaría soltero hasta que se cansara de la soledad.

 

Todas las princesas que habían desfilado por sus aposentos, pronto se disgustaron y lo difamaron con la ayuda de las hechiceras de sus palacios, pero todo fue en vano porque no pudieron siquiera tener la amistad del príncipe.  Pasaron los años y los padres del príncipe preocupados por la decisión de su hijo, se vieron en la penosa obligación de exigirle al príncipe un nieto como única condición para heredar aquel magno reino.  

 

El deseado príncipe, se dio a la tarea de buscar una princesa rica y hermosa que por sobre todas las cosas estuviera dispuesta a respetar su libertad.  Viajó a muchos reinos de tierras cercanas y lejanas donde todas mostraban su obsesión por casarse con él y eso lo desencantaba de inmediato.

 

Muy triste, regresó el deseado príncipe a su reino preocupado por la angustiosa noticia que tenía que dar a sus padres de que seguramente no podría darles un nieto.  Para su sorpresa, encontró el palacio real bastante concurrido con varios reyes que sostenían malhumorados a sus barrigonas princesas mientras exigían la mano del rey.  Cuando todos vieron al joven príncipe que entraba a palacio, soltaron a sus hijas quienes desesperadamente corrieron a su encuentro con espléndidos anillos de compromiso. 

 

Fue tanto el susto del deseado príncipe que ordenó a sus soldados custodiarlo hasta que todas ellas se cansaron de insistir devolviéndose resignadas hacia donde las esperaban sus enfurecidos padres.  Pasado mucho tiempo, el rey y la reina de aquel hermoso reino, no pudieron negarle la herencia a su hijo puesto que a cambio de un nieto les había dado muchos para que se entretuvieran por siempre.

 

Aún hoy, el triste rey continúa buscando desesperadamente en todos los reinos de la tierra, una hermosa y rica princesa que de la noche a la mañana se quiera convertir en una magna reina.  

 

¡Y colorín colorado este realista cuento se ha acabado!       

 

 

 

 

 

LA BRUJITA TIRA HUESOS

 

 

Había una vez una anciana brujita que vivía en el centro de un bosque encantado, disfrutaba de su soledad haciendo pócimas y encantamientos que le proporcionaban todo para subsistir.    Un día, la brujita se sintió muy triste porque a pesar de que no le faltaba nada de todo lo que pudiera desear, se dio cuenta que no tenía amigos con quienes hablar y reír.  En medio de su tristeza, quiso salir al pueblo más cercano, pero antes de hacerlo vio su reflejo en el agua y exclamó: ¡Qué horrible soy! ¡Vaya que estoy muy envejecida; se olió por un momento y dijo: ¡Pero que hedor más horrible es este que no se quita con agua y jabón! Estaba muy sorprendida porque en medio de su soledad había olvidado por completo la importancia de lucir y oler bien, —¡Así no voy a hacer ni un solo amigo! —Exclamó preocupada la anciana brujita.  —Ya sé lo que voy a hacer, iré a lavarme en la fuente de la montaña de agua helada para que mis arrugas se tiemplen, me sobaré con estropajos para que el mal olor se caiga de mi piel y me expondré al sol para lucir bronceada y verme mejor.   Así fue como la anciana brujita hizo todo lo que estuvo a su alcance para poder ir al pueblo y hacer una amistad que la acompañara de vez en cuando en su encantado bosque.

 

Cuando salió al pueblo, las personas la miraban con asombro y temor porque habían escuchado de sus malvados hechizos; a nadie le interesó tener su amistad y, por el contrario, a cambio de su gentileza, la sacaron con piedras y palos de aquel pequeño lugar.  La brujita no tuvo otra opción que regresar a su encantado bosque sintiéndose muy mal herida por todas las cosas que la gente del pequeño pueblo había lanzado en su contra, entonces decidió vivir nuevamente acompañada de la soledad para no tener que relacionarse con los demás.

 

Mucho tiempo después, las personas del pueblo construyeron una cancha de futbol muy cerca de la frontera del bosque encantado pensando que la anciana brujita había muerto en su vejez.  Sin saber cuan equivocados estaban, los jóvenes jugaban sin ningún tipo de temor, hasta que un día, el balón cayó dentro del bosque y un apuesto joven fue corriendo a recogerlo sin pensar en el peligro que le esperaba.  Ante la demora del joven que traería el balón de regreso a la cancha; dos jóvenes se ofrecieron voluntariamente a ir en su búsqueda, pero estos tampoco regresaron.  Molestos los demás jóvenes del equipo que habían estado jugando futbol mucho rato, enviaron un grupo de tres jugadores que tampoco regresó; extrañados e indignados decidieron ir todos los miembros de ese equipo de futbol, pero tampoco regresaron.

 

El equipo contrario, sintió temor de entrar a aquel bosque encantado del que se rumoraba había vivido una bruja decrepita y mal oliente; luego de unas horas dieron aviso a la policía quienes vieron a plena luz del día como cientos de huesos eran lanzados por encima de los arboles seguidos de una maligna y sensual carcajada.  Ya nadie se atrevía siquiera a jugar en la cancha de futbol que el pueblo había construido especialmente para los jovencitos que amaban el deporte, hasta que un soleado día llegaron muchos jóvenes de un pueblo vecino.

 

Mientras jugaban con sus camisetas amarillas pollito, un jovencito pateó tan fuerte el balón que cayó muy adentro de aquel hermoso bosque.  Todos se entristecieron porque habían escuchado la historia de la anciana brujita que tiraba los huesos por encima de los árboles de aquellos jóvenes que entraban a su encantado bosque.  Sin tener otro balón de reemplazo, empezaron a recoger sus tulas deportivas hasta que un valiente jovencito, de no más de veinte años de edad, dijo que traería el balón para seguir jugando; sus compañeros se burlaban de él pensando que no lo decía enserio.  Efectivamente, el joven se fue corriendo como una flecha veloz dentro del encantado bosque; pasadas unas horas, las personas del pueblo esperaban ver los huesos volar por el aire de aquella mañana como había sucedido las veces anteriores; se quedaron esperando por días y meses para que la anciana brujita devolviera los huesos del valiente muchacho; pero eso nunca ocurrió. 

 

Mucho tiempo después, volvieron a ver al joven paseando en el pueblo tomado de la mano de una hermosa y elegante mujer que lo doblaba en edad.  La gente del pequeño pueblo se sorprendió tanto que pronto creyeron que se trataba de un espejismo fantasmal hasta que no pudieron soportar su curiosidad y se acercaron a la feliz pareja.  Tan pronto como estuvieron cerca reconocieron los rasgos de la malvada bruja tira huesos en el rostro de la elegante y rejuvenecida mujer, pero entonces nadie fue capaz de lanzar ni una sola piedra y ni un solo palo contra ella.

 

¡Y colorín colorado, este embrujado cuento se ha acabado!

 

 

  

 

 LA GALLINA OJOS DE TOTE

 

Érase una vez una gallina muy bonita a la que las demás gallinas le tenían mucha envidia porque era amigable y le gustaba compartir con todos los gallos del galpón.  Ellos eran felices al verla con sus ojos picarones y su plumaje brillante y hermoso.  Un día, las gallinas dijeron entre sí —Esta gallina nos ha quitado todos nuestros gallos, debemos darle un escarmiento.

Al poco tiempo, mientras la bonita gallina calentaba sus huevos en el galpón; las malvadas compañeras se le tiraron encima y la atacaron aplastándola entre todas y rompiendo cada uno de sus hermosos huevos.  La gallina quedó con pocas plumas que le colgaban de su herida piel y sus ojos se brotaron mucho por el peso de las demás gallinas que se le tiraron encima. 

Cuando la vieron todos los animales de la granja, se le burlaban diciéndole: —La gallina ojos de tote, la más fea de todas las gallinas—.  Ella muy triste, un día se escapó de su granja y sin darse cuenta llegó a una selva muy peligrosa.  Pronto se vio en peligro porque se encontró con un tigre que presuroso se la iba a comer de un solo bocado, pero ella le dijo: —¡Hermoso león de la gran jungla!  El tigre se sorprendió de que lo hubiera llamado león y antes de comérsela le dijo: ¿Por qué me llamas león? ¿No ves que soy un gran tigre?  La gallina pronto le respondió mientras acariciaba al tigre con su escaso plumaje: —Porque no he visto un León más hermoso y fuerte que tú— La gallina lo tocaba cariñosamente produciendo cosquillitas en el feroz tigre hasta que pronto se le olvidó que tenía hambre y cayó en un placentero sueño. 

La gallina tan pronto lo vio durmiendo, siguió su camino pensando la manera de sobrevivir cuando de repente, se encontró con un león de verdad quién al verla salió corriendo detrás de ella para comérsela de un solo bocado; ella al verlo, le sonrió con sus brotados ojos picarones.  El león al verla dijo: —¡Uy pero que gallina más fea! Nunca he visto algo así, pero igual tengo mucha hambre y me la voy a comer—.  La gallina al ver que el león se le abalanzaba, rápidamente le dijo: —Si me comes, pronto volverás a sentir hambre, pero si me dejas vivir yo podría hacerte muchas cosquillitas; mientras la gallina hablaba, empezó a acariciarlo de modo que el león no pudo resistirse y se sintió muy complacido con las cosquillitas de la gallina y también cayó en un profundo sueño.  Ella huyó diciendo: —¡De la que me salvé!

Siguió huyendo “la gallina ojos de tote”, desesperada por encontrar un lugar donde se sintiera protegida en aquella peligrosa selva, hasta que se dio cuenta que un enorme leopardo se lamía los bigotes acercándose lentamente camuflado entre las plantas; al verlo exclamó —¡Pero que felino más bello es ese que veo acercarse por entre las plantas! El leopardo se sorprendió y salió a mirarla con ojos golositos mientras batía su larga cola.  Ella siguió hablando: —¿No te habían dicho que eres el felino más bello de todos? Mientras le decía cosas bonitas lo acariciaba con sus suaves y pocas plumas; el leopardo se sintió muy satisfecho porque nunca había sentido esas ricas cosquillas en su cuerpo y también olvidó su fuerte hambre y cayó en un profundo sueño.  La gallina al verlo dormido, siguió buscando desesperadamente un lugar donde pasar su primera noche en la selva hasta que llegó al cruce de un rio donde había muchos patos que la miraron con ojos amigables mientras que las patas se enojaron y la corretearon hasta donde más pudieron.  La gallina cansada de correr, sintió que unas enormes manos la cogieron y estaban próximas a despedazarla cuando miró, se dio cuenta que era un gorila altivo y vanidoso; ella lo miró con picardía y le dijo: —¡Sin duda eres el gorila más hermoso de la selva! ¡Deberías estar siempre feliz, yo podría ayudarte!  La gallina saltó de su mano y lo abrazó mientras que su pico punteaba por sobre el grueso pelaje del gorila. —Ya jajaja, ya jajaja, se reía el gorila por las cosquillitas que le hacía en todo su cuerpo la gallina.  Finalmente, el gorila le dijo: —no te voy a comer porque quiero que me sigas consintiendo y haciendo cosquillitas por siempre y se la llevó para lo más alto de un frondoso árbol. 

La gallina pasó esa noche en vela porque el gorila no la dejó dormir tranquila pidiéndole que le hiciera esas ricas cosquillitas.  Al otro día, cuando se disponía a bajar el gorila de aquel gran frondoso árbol, teniendo la gallinita en sus hombros; vio sorprendido que aquel árbol donde vivía estaba rodeado por un león, un tigre y un leopardo completamente enfurecidos.  Cuando ellos vieron al gorila sosteniendo la gallinita, le dijeron: —Devuélvenos la gallinita porque nosotros la vimos primero y queremos que nos haga cosquillitas— El gorila tuvo miedo y sabía que tenía que bajar del árbol para beber agua porque tenía mucha sed.  Les propuso entonces: —Para que no peleemos entre nosotros, que tal si nos turnamos la gallinita para que nos haga cosquillitas y así, si otros animales de la selva quieren venir por cosquillitas, nosotros les cobramos dinero y a cambio la protegemos para que ningún animal se la vaya a comer—. 

Todos parecieron aceptar y la gallina sintió un gran alivio que pronto la embelleció, haciéndole salir un hermoso plumaje, pero sus ojitos si le quedaron brotados para siempre.  Con el paso del tiempo, la “gallina ojos de tote” se hizo muy famosa en la selva, tanto que todos los animales salvajes pedían turnos para conocerla y para que ella les hiciera muchas pero muchas cosquillitas.  El león, el tigre, el leopardo y el gorila, pronto se hicieron muy ricos hasta que un mal día; un lobo feroz entró a visitar la gallinita y no aguantó la idea de dejarla ante tanta felicidad por sus cosquillitas y se la llevó en su grande boca a un lugar donde nadie nunca los encontró jamás. 

Y colorín colorado este corto cuenta se ha acabado.     

 


  GATO DEL CÉLIBATO

 

En un reino muy, muy cercano vivía un gato cariñoso y amigable; apreciado por el rey y la reina puesto que no comía carne y se había vuelto vegetariano para no atentar contra ninguna especie animal.  El admirado gato se paseaba por entre los animales de la granja vigilándolos y mostrándose atento para avisar a su ama cualquier situación que ellos pudieran necesitar.

Un día, llevaron muchos pollitos a la granja porque el rey y la reina habían decidido criarlos para que cuando estuvieran grandes, la gente pobre del pueblo los recibiera como regalos de aquel reino cercano.  Cuando la ama de la granja los vio, se preocupó por su seguridad porque pensó en que corrían peligro por la cantidad de animales que podrían comérselos en la oscuridad.  Ella, al no confiar en nadie más que en su benigno gato, pronto le ordenó el cuidado y protección de los tiernos pollitos y se los encargó con gran confianza porque le preocupaba mucho la fragilidad de los pequeños pollitos.   

El gato pronto obedeció la orden de su ama, mostrándose vigilante y muy atento para que ninguna ave de rapiña se los arrebatara durante el día y para que ninguna culebra se los comiera durante la noche.  El gato pasaba así en vela, atento a cualquier situación que pudiera poner en peligro sus queridos pollitos a los que pronto les cogió mucho cariño y amor. La ama de la granja, pronto le dio las nuevas al rey y la reina del excelente trabajo del gato a quién le habían puesto por nombre “Celibato” porque se abstenía de lo que no era bueno para él.  Ellos se sintieron muy orgullosos de aquel confiable gato y lo felicitaron por su gran trabajo con bombas y platillos.

Lamentablemente, unos días después de aquel gran agasajo, los indefensos pollitos empezaron a desaparecer dentro de aquella granja en aquel seguro reino.  El gato no daba explicación alguna porque no podía hablar, pero se mostraba achantado porque ya no lo miraban en la granja con el mismo respeto y admiración de antes, sin embargo, nadie se atrevía a desconfiar de aquel benigno gato porque a todos les constaba que era vegetariano.        

Muy sorprendida la ama de palacio ocultó al rey y la reina la desaparición de los pollitos porque temía que culparan a su hermoso gato de tan horrible acontecimiento.   Pronto los granjeros, viendo el galpón casi vacío dieron aviso al rey y la reina quienes no explicaban lo sucedido y para quienes era imposible pensar en que aquel gato vegetariano se hubiera comido tantos pollitos.  Entonces todos culparon las aves de rapiña y a las culebras, incluso a los granjeros por no estar atentos a proteger los pollitos pero a la ama de la granja no le dijeron nada porque pensaban que su dolor era tan fuerte a causa de la desaparición de pollitos que no soportaría un regaño del palacio real.

Pasó mucho tiempo y los pocos pollitos que se criaron en la granja se convirtieron en pollos enormes que podían defenderse por sí solos, pero pronto se los llevarían para el pueblo y según entendían llegarían nuevos pollitos a criarse en remplazo de ellos.  Decidieron entonces los maduros pollos, poner una trampa para que el comensal de pollitos quedará al descubierto; lamentablemente fallaron en su intento porque se trataba de un animal muy astuto y más inteligente que los demás.   Aún hoy, en aquella granja, dentro de aquel seguro reino, el gato del celibato sigue haciendo su mejor esfuerzo por cuidar los nuevos pollitos, aunque ya no importa que estos sigan desapareciendo de su lugar.

 

Y como dice la abuela: —¡Este cuento se ha consumado en una casa ajena!

 

 


EL REY VIUDO

 

 

Érase una vez un noble rey quien había enviudado a muy temprana edad porque sus amigas brujas habían envenenado a la hermosa reina quién no había alcanzado a darle un heredero para el reino.  Aún se sentía muy joven el querido rey quien afectado en su dolor decidió en secreto guardarle luto por el resto de su vida a su difunta esposa. 

 

Sumergido en su dolor, se dio a la tarea de iniciar una cacería de brujas por toda la región alrededor de su reino; fueron innumerables las brujas que cayeron en su mano y con las cuales sintió había tomado venganza de lo que le había sucedido a su reina.  Pero pronto le informaron, que la bruja más poderosa de aquella fría región se escondía en una cueva muy lejos del pueblo y que desde allí, hacía todo tipo de males; fue entonces con todos sus ejércitos para destruirla, pero ella antes de que la capturaran destruyó gran parte del ejercito del rey con sus hechizos y cuando la tenían en la hoguera, lanzó una maldición muy fuerte contra el rey. 

 

Tiempo después, se le veía al rey muy feliz durante el día en su palacio, pero en las noches lo atormentaban pesadillas que lo estremecían mucho y por tanto cada noche un soldado de su ejército tenía que acompañarlo dentro de su habitación para que el viudo rey pudiera dormir.  Así paso, que pronto todos los soldados de su ejército habían pasado por su habitación mientras él dormía y se desesperó nuevamente el rey porque ya no habían soldados que lo acompañaran en su sueño y entonces ordenó trajeran muchos soldados y guerreros de otros reinos a quienes contrató por noche pagándoles con sus valiosas monedas reales. Luego de unos años, el reino del rey quedó muy pobre porque sin darse cuenta había gastado todos sus tesoros aliviando la maldición de la despiadada bruja.   

 

Estando muy pobre y con la maldición atormentándolo en las noches, no tuvo otra opción que romper el luto eterno que había jurado en secreto a su difunta esposa y se casó con una hermosa reina que también había enviudado y heredado un reino muy rico.  Pronto iniciaron una infeliz vida de matrimonio porque la maldición de la bruja no dejaba dormir al rey en las noches y por tanto su esposa tenía que dormir sola y triste en otra habitación; mientras se daba cuenta como nuevos soldados pasaban por su lecho. 

 

Cansada de todo eso y desesperada por ayudar a su rey, la reina contrató a un guerrero brujo que vivía en el otro extremo de la tierra y cuando él llegó, pasó la primera noche en la habitación del rey y al otro día les dio a beber una pócima para liberarlo de aquella gran maldición, pero su pócima no fue como esperaba porque pronto la mitad de la maldición del rey, se le pasó a la reina y ella tampoco podía conciliar el sueño en las noches si no era con la presencia de una servidora de su reino.  Muchas fueron las servidoras del reino y de sus alrededores que pasaron por su habitación hasta que ella preocupada porque sus tesoros escaseaban; mandó a llamar al guerrero brujo quién les dio otra pócima embrujada para liberarlos a los dos de aquella perversa maldición. 

 

Esa última pócima los liberó, pero los dejó estériles y no pudieron tener hijos, entonces por la costumbre y por el miedo de que se volvieran a presentar pesadillas nocturnas; tanto el rey y la reina escogieron cada uno un servidor y servidora para que permanecieran a sus pies mientras ellos dormían plácidamente y así, solamente así pudieron vivir felices para siempre.

 

Y colorín colorado, este terrible cuento, continuará…

 

 

 

 

 EL TRAJE DE SANGRE

 

Era la una de la mañana cuando algo inesperado ocurrió en la vida del muy reconocido y respetado medico Alexander Puccini, quien inesperadamente se encontró en medio de un sudor helado que le hacía sentir como si su corazón se comprimiera por la presión de una fuerza extraña que le provocaba mucho dolor en su ser; una clase de dolor desesperante que no le daba alternativa alguna de descanso.  En ese momento, Alexander o Alex —como lo llamaban sus amigos—, ¡Sintió que era el último momento de su vida! Como si todo lo que había hecho hasta ese segundo, hubiera llegado a su fin.  Inexplicablemente, pudo sentir con total claridad la sensación de la esencia entre el debate de la vida y la muerte; conoció lo que un ser humano siente cuando su alma, ligada al espíritu se desprende de la carne en intervalos de corrientes frías y cálidas que terminan dando origen a un estado de posesión escalofriante y de olvido existencial.   Abrió sus ojos frente a la desesperante perturbación de su reloj despertador, alertándolo para ir a trabajar.  

El día había empezado como todos los días para él; se bañó, se vistió rápidamente, preparó sus cereales y se marchó en su nuevo y deportivo auto de marca Ford.  En el trayecto no pudo evadir aquella sensación sofocante que con ninguna anterioridad había aparecido en su salud; preocupado por esa extraña sensación, al llegar al hospital donde trabajaba, lo primero que hizo fue medicarse a sí mismo con el propósito de estar en condiciones óptimas para trabajar.  Pasadas algunas horas del día, la extraña sensación que lo sofocaba, se había convertido en una fuente de desesperación insufrible; no coordinaba ideas, sentía como si todo a su alrededor fuera extraño y al mismo tiempo nuevo para él.  De repente, se escuchó el sonido angustioso de la ambulancia que lo obligaba atender la emergencia debido a que era su directa responsabilidad.  

Como es propio de la profesión médica, todos los trabajadores allí presentes, se alertaron en su fuero profesional; Rosita —Enfermera asistente— informó al doctor Alexander sobre la llegada de un sujeto masculino de treinta ocho años de edad; con quemaduras de segundo y tercer grado, debido a que había volcado su carro por exceso de velocidad y este había encendido en llamas.  Afortunadamente, se había actuado con prontitud describiendo sus signos vitales al doctor.  Mientras atendía la situación de emergencia sintió una eufórica e inexplicable pasión que le producía una profunda motivación hacia algo que no lograba identificar.  Sugirió enviar al paciente a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde actuó con todo su profesionalismo; removiendo las vendas con que lo habían llevado, raspando la piel dañada y vendándolo nuevamente en condiciones alentadoras.  Sin embargo, su estado era crítico de lo cual podría esperarse cualquier cosa.   

Siguió la jornada laboral visitando los pacientes asignados bajo su responsabilidad, pero más allá de hacer su trabajo; sentía la necesidad de hacer algo no descubierto a su entendimiento que se acrecentaba cada vez que estaba cerca de los pacientes más críticos; inicialmente probó con agua, luego con té, luego con aromática, energizantes y hasta un trago de vodka de una olvidada botella que residía en su locker desde hacía mucho tiempo.  Todo fue infructuoso porque el incognito deseo no desaparecía y solo se acrecentaba cuando se escuchaban latidos de muerte en sus pacientes con menos esperanzas de sobrevivir. 

Cerca al medio día, otra vez el sonido angustioso de la ambulancia, alertó al personal médico de la sesión de urgencias donde trabajaba el respetado doctor; en esta ocasión se trataba de una niña de ocho años de edad, a la que un tablero de una cancha de básquetbol le había caído encima, dejándola totalmente inconsciente; Alexander mostró gran diligencia en atenderla, logrando así estabilizarla y ordenando de manera inmediata un TAC para descartar cualquier tipo de hemorragia interna.  Lamentablemente informó a sus padres quienes ardían de dolor y espanto en la sala de espera que el hígado de la menor había sufrido un trauma cerrado y que por tal razón la operación era ineludible. Liderando la cirugía de la pequeña, el doctor hizo su mejor esfuerzo para liberarla de las garras de la muerte, pero el daño fue todavía superior y la niña falleció.  

Como a eso de las cinco de la tarde, se presentó en urgencias, una mujer, a la que su marido había golpeado sin piedad, dejándola sumamente inconsciente y reventada.  Debía entrar en cirugía de manera inmediata porque la intensidad de los golpes le habían ocasionado un traumatismo cerebral severo.  En definitiva, fue muy poco lo que pudo hacer Alexander por aquella señora, madre de tres niñas porque hizo paro cardiaco al efecto de la anestesia y murió.

Aún estremecido por aquella sofocante sensación que lo motivaba hacia lo desconocido; se disponía a entregar su turno que acababa exactamente a las ocho de la noche; mientras hablaba con su colega quién cuidaría de sus pacientes por el transcurso de la velada; una enfermera de turno alertó que el paciente con quemaduras graves se había desestabilizado.  Alexander no vio problema en correr a atender la situación acompañado de su colega, pero la triste noticia que remataba su día caía pesadamente sobre sus hombros: —Murió de un paro respiratorio—.

Mientras conducía su vehículo en dirección a su casa; muchas lágrimas rebosaron sus ojos de manera incontenible mientras sus pensamientos quedaron quietos en el olvido.  Nunca antes había llorado tanto y de manera tan inesperada.  Llegó a su casa, aún compungido, pero sin pensamientos de ninguna índole, solo sentía su mente extraviada entre estados de quietud y tranquilidad.   Se recostó sobre su cama como sonámbulo de su propio ser; cinco minutos después sintió, sintió su cuerpo pesado y desobediente ante los impulsos nerviosos que desesperadamente le enviaba para levantar siquiera una mano; no había manera de hablar ni salir de aquella insumisión hasta que la derrota se apoderó de su propia voluntad personificándose en un escalofrío intenso que caminaba salvajemente en el interior de su cuerpo.  Cayó nuevamente en el mismo estado de olvido existencial que apenas empezaba a conocer.    

Como a eso de las dos de la mañana, una hermosura maligna cubría su semblante, se veía muy fuerte y cínico; se levantó, encendió su carro y salió como al encuentro de algo o de alguien.  Entro en un bar, como movido por el instinto que lo gobernaba, como reconociendo que lo único que podía suplir su necesidad se encontraba en ese lugar.  Llegó a su encuentro una niña, con una minifalda y un escote muy insinuador, con tacones altos y maquillaje exagerado; al parecer, por sus pechos apretados y por lo joven de su piel, daba la impresión de no pasar de los 14 años de edad; ella lo atendió, le ofreció algo de beber; él no respondía, no hablaba, solo movía sus parpados para dar indicaciones de lo que quería.

Se sentó en un rincón del lugar desde donde tenía dominio visual sobre todas las personas allí presentes; Al cabo de unos minutos, su interés se posó sobre una elegante mujer que entraba en compañía de su amante.  Sintió la intensificación de aquel desconocido deseó cuando la vio; su insondable mirada se posó sobre la dama quien un tanto conturbada, decidió ir al baño lanzando una mirada insinuadora hacia el médico en el trayecto.  La siguió sin otra claridad en sus miramientos que la fuerza de la pasión que le provocaba; ella entró al baño, él la siguió cerrando la puerta detrás de sí.  Un tanto asustada, un tanto hechizada, un tanto dispuesta a sucumbir a una aventura pícara, lo recibió con agrado; a lo cual la manifestación del desconocido deseo del querido doctor; la sometió a su voluntad sujetándola firmemente por sus bien cuidados cabellos, arrinconándola sobre el espejo mientras sobaba lenta y armoniosamente su pene en su trasero; la brusquedad de su instinto fue desvistiendo a la bella fundida en un evidente deseo de ser poseída por una bestia. 

La bestia apareció mostrándose perversa, tapó su boca y la embistió tanto como fue posible a profundidad y sin ningún tipo de compasión; los sordos gemidos de la mujer quién estrellaba sus abiertos y derrotados ojos frente al espejo sintieron la rapidez de la mano que sostenía sus cabellos, estrellándola contra el espejo ahora lacerado.  Un pequeño filo de vidrio se desprendió por el efecto del golpe.  Siguió la bestia embistiendo a la mujer con más fuerza y mayor agresividad quién reveló una angustia dolorosa en sus ojos cubiertos todavía con restos de pasión hasta que el vidrio fue movido a penetrar la dureza de su piel y entonces luchó, luchó mientras observaba aterrorizada los sangrientos estragos de las caricias de la bestia sobre su piel ya desgajada.  En tanto laceraba sus hermosos senos, la escarbó con tanta fascinación con su templado miembro que al sacarlo la bella se durmió.

Contempló su magnífica obra de arte reposando en el suelo, materializada en el cuerpo de una hermosa mujer bañada en sus sangres y con la piel lacerada; se maravilló y entonces procedió según sus instintos.  Se contemplada la imagen de una bestia docta, haciendo una tranquila cirugía a un corazón palpitante sobre sus manos.  Luego, cortó los dedos gordos en cada uno de sus pies mientas dejó el corazón palpitando sobre su pecho.  Ya para despedirse, la ingeniosa bestia laceró la frente de la dominada mujer sobre el marco de su cuero cabelludo; luego aplicó fuerza dejando al descubierto un hermoso cráneo destellando signos de perfección.  Los cómplices del bar no echaron de menos a aquel fugitivo a quién a duras penas recuerdan como la sombra de algo que salió pero que nunca antes se le vio jamás.

Un grito alarmante superó la música del recinto; nadie pudo contemplar aquella obra de arte como su autor la había hecho; la sociedad entera se alarmó porque no se trataba de una mujer convencional, aquella a quién la deshonra había alcanzado, sino la respetada mujer del dignísimo alcalde local quien se había caracterizado por la gestión de innumerables obras de caridad.  De manera sorprendente, la elegante mujer aún se encontraba con la vida palpitando en su seno mientras el doctor Alex sorprendido por aquella maniática aberración la atendía haciendo su mejor esfuerzo profesional en el hospital donde trabajaba.  Para fortunio de todos, sus seres queridos recibieron con agrado la noticia de que la mujer tenía muchas posibilidades de despertar en menos de una semana de aquel coma inducido bajo métodos escalofriantes.  Las autoridades locales no tuvieron la menor pista de su investigación mientras el doctor Alex deseaba con toda la fuerza de su humanidad un castigo severo para el que fuere hallado culpable de tan atroz hecho. 

Por esos días, el doctor se encontraba en un estado de confort olvidado por la sofocación con que había despertado aquella mañana en que fue a trabajar; ya no tenía ansias ni deseos de saciarse con algo desconocido; estaba tranquilo siendo dueño de sí mismo y de su cristalina voluntad.  En la mañana del quinto día fue traído de vuelta a la desesperación indescifrable que tanto lo atormentaba; se dirigió como todos los días a su lugar de trabajo donde recibió la triste noticia de que la benemérita mujer había amanecido sin vida.  

Lo agobió nuevamente la desesperación que lo inducía a buscar un tipo de saciedad que no tenía llenura; ni con alimentos, ni con bebidas, ni con nada que reconociera para sentirme mejor.  Era tal el grado de intranquilidad que sus compañeros reconocieron en su rostro un nivel de depresión fatal, a lo que le sugirieron permanecer en su casa hasta que se sintiera mejor.  Forzadamente, atendió la recomendación de sus colegas y amigos.  Se dirigió a su casa, ubicada en un fino sector de la ciudad; en el trayecto tenía la impresión de que algo dentro de su carro lo perturbaba; un olor azufrado se hizo cada vez más fuerte hasta que sentía la presencia de un ser oscuro sentado a su derecha, en el asiento delantero; intentó mirarlo, pero no podía; intentó frenar, pero tampoco podía; como por inercia, siguió manejando hasta que llegó a su casa donde al fin aquella sombra de miedo lo dejó.   Por un momento pensó que estaba enloqueciendo por la incomprensible necesidad de una paz alterada hasta el momento no conocida. 

Al entrar a su casa, sintió un miedo repentino que lo obligaron a devolverse para salir corriendo; pero en ese momento su mente le reveló imágenes deplorables de sus actos aquella noche sobre aquella dama en el baño del bar.  Gritaba de dolor como si cada recuerdo le permitiera sentir la dureza del vidrio sobre la ajustada piel.   Lloró, levantó a gritos su casa, se maltrató a sí mismo quedando finalmente suspendido en un sueño profundo y tormentoso en el que revivió y comprendió que aquella mujer había quedado suspendida en un estado exacto donde la muerte, el dolor y la vida convivían como hermanas siamesas en su ser.  

Despertó aturdido embargado de una soledad mental sin precedentes; su aspecto físico se veía desgastado; más viejo de lo que sus treinta y cuatro años de edad normalmente proyectaban; Se levantó con la voluntad propia de un sonámbulo y se detuvo en el espejo donde contempló un rostro afligido, temeroso, bañado en lágrimas y altamente consternado por una evidente necesidad ante la cual no había posibilidad de confrontación.  Se recostó sobre su cama sin comprender lo que hacía.  Cerró sus ojos y escuchó una estruendosa carcajada llena de cinismo en sus oídos; se estremeció, luego otra carcajada igual de siniestra acompañada de un sonido de tamboras con sonidos repetidos.  Sus ojos quedaron abiertos sin contemplar más que el techo de su habitación; no podía cerrarlos, aunque quisiera.  La risa maleva de un bebe consternó aún más su ser y entonces, tuvo la sensación de ver reflejos de una sombra con forma de hombre que poco a poco se fue aclarando a sus ojos, hasta que contempló perfectamente, una capa con rostro de carbón encendido, de ojos grandes y amarillentos que mostraban mucho odio hacia el doctor hasta que la misma intensidad de la mirada, lo debilitó sumiéndolo en un episodio de olvido existencial.

A los tres días de ausencia laboral, sus colegas y familiares entraron forzadamente a su casa donde lo encontraron dormido con un pulso muy débil; angustiados, lo llevaron rápidamente al hospital donde laboraba para atenderlo como era debido; al quinto día desde que había entrado en la ensoñación de olvido existencial, despertó en el centro médico, despertó teniendo claridad sobre la manera de reprimir su sofocante necesidad; el miedo lo llevó a tomar la decisión de suicidarse, cosa que planeó hacer apenas llegara a su casa.  Todos sus conocidos, familiares y amigos callaron apesadumbrados frente a la envejecida apariencia física del doctor quien parecía un viejo enfermo, de mirada dura y consternado.  Se esforzó por convencer a sus colegas de que le permitieran salir ese mismo día; ellos, aunque renuentes aceptaron; sus familiares lo acompañaron a casa, pero él se valió de estrategias para quedar solo.  Ya tenía en mente como efectuar el suicidio y cuando se dispuso a hacerlo, su casa se llenó de un humo penetrante con un hedor a calcinación de huesos rociados en sangre humana; era tal el hedor que apresuró su método de suicidio hasta que una fuerza superior a su voluntad lo detuvo, llevándolo a su habitación donde no encontró alcoba sino una mesa para dos personas con una botella oscura y un caramelo gris.

Estaba tan fuera de sí que se sentó en la mesa, luego de lo cual, aparecieron de nuevo las risas y el sonido de tamboras con un estrepito más fuerte e intimidante que la primera vez.  Estaba frente a la presencia de algo que no veía.  Sintió como alguien puso sus manos sobre las suyas y una bufanda fue apareciendo, era una bufanda negra que una vez terminó de completarse; se mostraba un ser con apariencia de hombre oscuro, más extraño y aterrador que el primero quién permanecía sentado con su cabeza girada de forma contraria a la posición de su cuerpo.  Alex ya no sentía miedo; una rabia interna contra lo que fuera que le estuviera pasando hizo que reverdeciera su valentía. 

De repente, una voz maligna, muy maligna empezó a rezar en otras lenguas, y a mover todos los objetos del lugar con mucha violencia, pero sin atacarlo a él.  En ese momento, el ser en la bufanda negra, se levantó de la silla y un brusco viento tomó a Alex, lo sacudió fuertemente hasta que lo dejó suspendido en el aire de forma horizontal.  Luego, el maligno ser, comenzó a golpearlo con dos cadenas de hierro, cuyas puntas eran filudas; lo golpeaba tan fuerte que parecía no resistiría otro golpe; lo asombroso era que Alexander no caía al suelo, estaba extendido en el aire, con los brazos hacia los extremos y completamente desnudo; sangraba mucho, tanto que su sangre se fue convirtiendo lentamente en un traje de sangre.  El vestido brillando vivamente, se sostuvo sobre el pesado aire de forma vertical dando la impresión de tener vida propia.  Su color era vino tinto, con zapatos vino tinto, correa vino tinta, gorro vino tinto y finalmente con corbata blanca y chaleco vino tinto.  

Sonó el rugido de un latigazo que incorporó perfectamente aquel traje sobre las medidas del cuerpo desnudo de Alex; nuevamente la fuerza o el brusco viento que se batía a su alrededor, lo sentaron en la tenebrosa silla; el ser oscuro, caminó a su alrededor como admirando su obra con agrado; luego se sentó.  Repentinamente, giró su cabeza ocasionando un ruido como de muchos vientos en el entorno de aquella amplia habitación; ¡Por fin hubo contacto de ojos! Su rostro era de ceniza chispeante, al igual que el resto de su piel; poseía una mirada de furia con un temple de odio estremecedor.  Un libro oscuro apareció abierto sobre la mesa, y un ave temeraria que salió de la nada; se pegó de la yugular de Alex como chupando lo que había quedado de su propia sangre.  Luego, estalló convirtiéndose en una pluma suspendida entre los dos, sobre el libro que daba la clara idea de firmar un pacto de sangre.

El doctor quiso resistirse, pero entonces, su necesidad se agravó torturándolo de manera impasible, entendiendo que la única manera de superar esa sofocación era sujetando la pluma en el aire y disponiéndose para firmar. No tuvo otra opción y lo hizo con el pudor de su propia sangre subyugada.  Hecho esto, el libro explotó y el ser que estaba frente a si lo hizo igual, solo quedó un olor que perpetuó la casa, el mismo que hedía a huesos calcinados bañados en sangre.  No pudo quitar Alex ese hedor al punto que se acostumbró a él, haciéndole falta para sobrevivir. 

Luego de unos meses en que su vida transcurrió normal, dio por entendido de que todo se había tratado de un juego de mente perturbador que alejaba todo de la realidad en que vivía; Nunca encontró el vestido, ni secuelas de sangre por ningún lugar de su casa y entonces se sintió libre y feliz hasta que una noche mientras conducía del trabajo a su casa; volvió a sentir el pesado ambiente y la necesidad de complacer su depravado instinto.  Se aterrorizó cuando se vio vestido con aquel vino tinto traje hecho con su sangre bajo la autoridad de un desconocido ser, mientras el carro que conducía cambiaba la dirección de su destino.  Llegó a la catedral más esplendida de la ciudad que a esa hora se encontraba cerrada a sus feligreses, pero él entró.  Con mucha cautela, tomó un crucifijo de un pie de altura que encontró en el pasillo que dirigía a la habitación sacerdotal donde se encontraba un sacerdote sediento quién justo en ese momento se disponía salir de su habitación para beber agua y quien, a su vez, vio la imagen de un crucifijo gigante proyectada por la sombra que la luz de las veladoras producía, acercándose hacia él.  Ante esa gloriosa visión, el piadoso sacerdote se arrodilló extendiendo sus manos al cielo y venerándola en su corazón hasta que la muy cercana sombra se desdibujó y sintió un golpe tan fuerte en su frente que lo trastornó de inmediato dejando un eco de alabanza que traspasó los paredones del cauto lugar.   

La herida causada en la frente del sacerdote fue tan honda que tomó forma de cruz dejando ver el hueso hundido y pálido de su frente.  Con rostro dormido yacía inconsciente en un suelo frio cubierto por una sotana de dormir.  Ante semejante lienzo, el doctor nuevamente procedió según sus instintos.  Primero, rasgó el manto que lo cubría, luego de lo cual empleó armas blancas que encontró en la habitación.  Su obra de arte apenas comenzaba hasta que finalmente, presentó un sacerdote vestido con sus propias pieles en sus lugares más secretos del cuerpo; solamente le cortó el trasero y lo puso de una manera muy arquitectónica en cubrimiento de sus testículos.  Luego lo arrastró hasta el lugar de oración y bajó el Cristo más grande del recinto.  En ese gran trozo de madera donde colgaba el Cristo, martilló exactamente al padre amado de aquella iglesia.   De manera asombrosa, no quedaron manchas de sangre en el lugar, puesto que toda la sangre se adhería al traje de Alex; —Era como si ese traje capturara cada gota de sangre que salía de su víctima—.

Al día siguiente, las naciones que lo oyeron se alarmaron; todos con gran espanto, no podían creerlo, porque además de estar colgado en la cruz de la indefensa imagen; el respetado padre seguía con vida, su corazón no dejaba de latir.  Nadie se atrevía a tocarlo por la hermosa proyección del sufrimiento celestial que proyectaba; las personas se acercaban persignándose mientras se arrodillaban y se concentraban en dulces rezos embriagados de fe.  Muchos curiosos, iban a tomar fotos y a sacar filmaciones para colgar en sus redes sociales; lo cual se hizo más viral, sometiendo al moribundo padre al cruel escrutinio del mundo entero.  Algunos inconversos, hablaban mal de la bella imagen argumentando fríamente: —Algo malo debió haber hecho para estar donde está— otros decían: —Ese padre es tan bueno, que fue crucificado para que esta tierra estuviera bendecida—.  Había todo tipo de opiniones y comentarios.  Finalmente, el padre, estando en el madero, abrió los ojos y expresó un fuerte pero muy fuerte dolor; pues no tenía trasero y ya ciertos animalitos empezaban a hacerle cosquilleos.  Las autoridades eclesiásticas al notar avivada la fe de los transeúntes, decidieron no bajarlo y solicitaron a los forenses estudiarlo sobre la pared, ante lo cual se determinó que estaba vivo descartando cualquier tipo de intervención humana al no dejar huellas en el acto ni en las cámaras.  Una vez más el traje de sangre se comportaba como el criminal perfecto cuyo cómplice secreto se encontraba detrás de una bata médica en un cercano hospital de la ciudad. 

Por el reporte que la ciencia médica dio a la iglesia; el Papa de la época, determinó dejarlo colgado e incrementar el número de oraciones y rezos en ese lugar; argumentando que era señal de Dios lo acontecido y que muchas bendiciones serian derramadas sobre ese templo.  También argumentaba que, como seguidores de Cristo, todos debíamos morir como lo hizo él. —Hubo entonces todo tipo de confusiones y protestas—, al quinto día de aquel milagro, el cuerpo del padre se enfrió para siempre; murió el padre en presencia de todos los seres que le amaban… nadie entendía por qué el padre había durado tanto tiempo con vida; eso fue un interrogante, objeto de confusión para la ciencia médica.

Ese día para Alexander fue terrible, puesto que, con la muerte del padrecito, su paz y tranquilidad se habían evaporado y no tenía más remedio que encontrar la calma a su necesidad.   Debía seguir procediendo.  Su apariencia física, había aumentado en vejez de manera impactante.  Todos se aterraban, incluso Alexander quien pensaba: —Mientras el padre estuvo en el punto exacto donde conviven la muerte, el dolor y la vida, estuve de maravilla—.

Al llegar a su apartamento, encontró el olor extravagante de los huesos calcinados bañados en sangre sobre toda su morada; se dirigió con prontitud a su habitación donde pudo contemplar al lado de su cama; una figura humana hecha en yeso negro con las manos extendidas a los lados.   Sin darse cuenta, el traje se desprendió de lo más íntimo de su ser y se colgó en lo que sería de ahí en adelante, su lugar.  A la mañana siguiente, en vista de que las naciones estaban alarmadas; salió para el trabajo con muchos nervios hasta que conoció los resultados de la ciencia y las incógnitas alrededor del caso; se sintió el hombre más afortunado y feliz de contar con un traje que lo vestía en el criminal perfecto sin dejar huellas ni rastros de lo que hacía.

Luego de unos días, volvió a sentir aquella desesperante necesidad que tanto lo sofocaba, no permitiéndole estar bien; era tal la ansiedad que intentó ponerse el traje por sí mismo varias veces, pero era imposible; el traje se escurría como gelatina de sangre no dejándose tocar por Alex y luego volvía a su normalidad; desesperado intentó todo tipo de cosas con el ánimo de volver a su estado de normalidad y quietud; pero le fue imposible.  Nadando en aquel mar de angustia y sufrimiento, se dejó envenenar de pensamientos oscuros que lo llevaron a hacer cosas extrañas con sus pacientes en cirugía; Afortunadamente, el doctor era demasiado cobarde para actuar por su propia voluntad, su traje era el que le daba el valor de existir y como no lo tenía, no podía hacer nada.    

Esa noche, fue muy insoportable para él, se revolcaba en la cama, intentó nuevamente ponerse en varias ocasiones el traje con el fin de salir, pero no podía, el traje no se dejaba abrir, ni siquiera descolgar del lugar donde estaba.  Sobre su cama intentó dormirse con medicamentos para conciliar el sueño y aun así le fue imposible hacerlo.  Al día siguiente sus ojeras le delataron delante de todos; puesto que su estado de vejez física, sumadas a las muy oscuras ojeras que tenía, más el aire oscuro de su rostro, producían un miedo que hacía que los allí presentes muy diplomáticamente lo evadieran.  Afortunadamente para Alex, había despertado con el traje que más lo desesperaba y presionaba a que hiciera lo que debía hacer; digo afortunadamente porque era lo único que le daba el valor de propiciar ese extraño estado en sus víctimas para su propio confort.

El día lucía inquietante y un ambiente oscuro sacudía a todo el personal de trabajo del hospital, particularmente no habían llegado pacientes que requirieran el servicio del cirujano Alex hasta que, al fin, como a eso de la una de la tarde, fue llevado a Urgencias un bebé de un año de nacido ardiendo en fiebre.  En ese momento, mientras Alex escuchaba los llantos de la creatura, sintió una ligera excitación de la misma manera que había pasado en las primeras ocasiones en que no entendía lo que le pasaba.  Inmediatamente trabajó por su salud como todo un profesional, luego de una hora, cuando el medicamento suministrado surgió efecto y su fiebre hubo desaparecido; entró a la habitación dónde el bebé estaba durmiendo y lo aisló del resto de los bebes que estaban ahí, sin que nadie lo notara; lo llevó a una habitación donde era muy difícil que lo sorprendieran en algo.  Cuando miró fijamente al bebé, sus ojos grandes e iluminados llamaron mucho la atención del vestido, que entre más seducido se sentía, más se apretaba al cuerpo de Alex y más se encogía.  Fijó su mirada sobre la del bebé, el cual sonreía y se sentía muy feliz.  El vestido estaba algo descolorido, por la ansiedad que sentía y la necesidad que tenía de brillar con la lucidez de su color natural.  Alex se perdió completamente de la escena una vez que hubo puesto una cinta de alta presión sobre la boca del bebe y una vez que hubo tomado un bisturí de cirugía general.

Como a eso de las tres de la tarde; el bebé se encontraba en estado de coma profundo luego de una ardua cirugía donde coparticiparon muchos médicos liderados por el traje quienes entendieron su compromiso de salvar la vida del niño quién tenía una hernia cancerosa.  El niño mostraba una innecesaria raja que nacía en la boca de su estómago y terminaba muy cerca de su pelvis genital. Los allí presentes pensaron sin poner en duda la sapiencia del doctor que seguramente era una incisión importante hecha antes para salvar la vida del bebe, aunque sus conocimientos no le encontrasen explicación lógica.  Era mucha la sangre que él bebe había perdido y por ende lo tenían bajo trasfusión.  Los padres del bebé no salían de su asombro y rezaban suplicando a Dios ayuda para que la creatura no los abandonara. 

Esos días fueron de mucha complacencia y felicidad para Alex quién se sentía privilegiado y grande de ser quién era o en lo que se había convertido.  Su aspecto había rejuvenecido nuevamente de un modo casi mágico; durante esos días en que el estado del bebé fue de coma reservado; no hubo momento de hostilidad en su ser; vivió feliz hasta que, al quinto día, en las horas de la tarde, él bebe falleció.  En ese justo momento, el doctor sintió como si lo aterrizaran en el infierno después de volar maravillosamente sobre el cielo; iba conduciendo su camioneta Kia desilusionado también de ver horrorizado su aspecto físico.

Al llegar al hospital; su aspecto amargado y seco, irrumpió en la entrada y se dirigió a su baño personal; los allí presentes no le reconocían hasta que lo hicieron hablar; pero por su aspecto de furia lo dejaron con sus propios demonios y cada quien siguió en sus actividades laborales.

Se miró al espejo y lloró amargamente, como cuando una persona pierde al ser más amado que lo ha acompañado por mucho tiempo; nuevamente sintió la intensidad creciente de aquello que le faltaba, de esa necesidad inexplicable que le hacía sentir algo así como una mezcla de excitación, ansiedad, ira y ganas de saciar eso, solamente eso.  La intensidad cada vez era más grande, tanto así que fue cinco veces más fuerte que la sed de un deportista que lleva sin beber una gota de agua durante más de una semana bajo un entrenamiento deportivo de alta exigencia. 

Se devolvió para su casa sin medir consecuencias, ni avisar a su jefe inmediato.  Entró a su habitación donde volvió a contemplar la imponencia del traje sujeto a aquel molde de yeso negro.  Intentó destruirlo en un momento de lucidez, pero fue infructuoso ya que toda vez que quiso incendiarlo, apuñalarlo, cortarlo; sentía los daños en su propio cuerpo que lo dejaron parcialmente herido.  Creía para sí que se estaba enloqueciendo y perdiendo el control de las cosas.  Estaba muy mal; quería quitarse la vida, pero no podía.  Gritaba como un maniático al que están atormentando.  Hasta que vio de manera vana sobrevolar su habitación por aquel manto negro con cara y manos de carbón encendido cuya fuerza invisible no lo dejó mover, ni hablar; solamente, le mostró el libro y se lo abrió en el lugar donde estaba su firma; luego, desapareció nuevamente en forma de torbellino por el aire. 

Durante esa noche tuvo todo tipo de visiones oscuras, con calaveras, con animales que salpicaban su carne; con gusanos que perforaban su piel; podía sentir los olores fétidos de las personas que ya no estaban ahí con él, sino que habían muerto por su propia mano.  Así paso la noche; temblando y gimiendo de espanto por lo que llegaba a su memoria.  Insistió en tomar el traje por la fuerza, pero no fue posible y así tuvo que soportar otro día completo; otra noche entera.  Se sentía vacío y creía morir; pues prefería morir a estar sintiendo la muerte en medio de sus entrañas sin poder siquiera olvidar.

Sucedía que en la medida en que el tiempo pasaba, el traje se descolonizaba cuando no había una víctima en coma; pero, al mismo tiempo la corbata blanca del conjunto, se hacía más blanca y pura.  Esto fue algo que Alexander identificó en un momento de lucidez y tuvo un mal presagio al respecto. Después de dos días de continua agonía; exactamente a las siete de la noche, el traje sobrevoló la habitación y se incorporó en el cuerpo de Alex como las veces anteriores.  Sabía que debía estar muy puntual en el lapso de una hora; en una reunión social de la cual Alexander no tenía idea.  Se trataba de una cena de políticos y gente muy prestigiosa del país; entre los cuales habían invitado a Alex por su destacada labor profesional y aportes médicos a la sociedad, pero él no había tenido espacio para notarlo. 

Fue pues a dicho evento, pareciendo un ser completamente extraño a lo que todos conocían del doctor; reconoció amigos suyos que ocupaban cargos muy importantes en distintos oficios de la sociedad.  Mientras el doctor se sentía compungido por su sufrimiento, el traje por su parte, se sentía el rey de la noche, aunque pasara desapercibido a las miradas de la gente. Sin lugar a dudas, se trataba de un evento magno con personalidades muy destacadas de la alta sociedad y las artes.  No fue difícil para el traje entrar en la dinámica social del evento llevando a Alex a relacionarse con personas muy influyentes en la sociedad de su país.

Mientras departía con los invitados en el magno evento; un periodista muy reconocido del país lo llamó para saludarlo y de paso obtener información acerca de lo que murmuraba la gente en el hospital donde Alex tenía tanto reconocimiento social; pues su apariencia envejecida, su situación tan extraña, no le permitía pensar a la gente otra cosa, sino que él estaba en los vicios o en andanzas poco recomendables.  Ante la manera estratégica como el periodista intentaba obtener información de Alex; este en todo momento se comportó muy inteligentemente y respondió sin omitir detalles de su situación; reconoció ante el periodista que él era un asesino; que sentía muchas ansias de matar y de hacer sufrir a las personas para que sus víctimas encontraran el punto intermedio entre dolor, muerte y vida; según él, el punto intermedio era el de la plenitud.  En esa conversación el periodista muy osado e incrédulo, no hacía sino reírse y decirle, —vaya, sí que me impresionas, tienes mucha imaginación hombre— y seguía riéndose mientras hablaban.  Parecía que el traje que vestía a Alex, seducía al inocente periodista; entre más hablaban, más palmaditas daba el periodista al hombro del vestido de Alex hasta que una gota que chispeó del traje, salpicó sin ser notada por ellos. 

Fue claro en el rostro del periodista; su grado de excitación en aquella candente y reveladora confesión donde el traje de sangre lo seducía sin conocerse su propósito.   La situación para el periodista, lo llevó a tener una notable erección ante los ojos de algunos de los presentes, tanto así, que no disimulaba su atracción por el opacado doctor a quién no se le despegaba en ningún momento desde que lo abordó.  El traje se fue para lo más reservado del parqueadero donde sabía que su víctima le seguiría; en efecto, el desinhibido periodista empezó a acariciar el traje en todos sus contornos.  Los ojos de Alex repentinamente se tornaron rojizos y pequeños; ordenó al periodista entrar a su propio carro, no sin antes ir al baúl por la caja de herramientas.  Estaba tan excitado que no previó lo inusual de tener la caja de herramientas del carro en el puesto delantero, a los pies del doctor. 

Ante la seguridad del evento, el traje se había propuesto darle de que hablar a los allí presentes; de esa manera tomó el compresor que usó para apretar con mucha fuerza el miembro erecto del periodista hasta dejarlo como una goma sangrienta; los gritos trascendieron la fuerza de la música y en menos de lo requerido, el parqueadero estuvo alerta a lo que sucedía; todos los presentes en la reunión, con los hombres de seguridad, bajaron del recinto a ver lo que estaba pasando; todos vieron al periodista bajándose de su carro con su miembro completamente destruido quejándose a gritos tan elevados que estremecieron a los allí presentes.  De repente, una fuerza invisible desvistió al periodista mientras recibía golpes tan fuertes que le destrozaron el rostro y sus extremidades; pero de manera sorprendente, esa misma fuerza lo sostenía sin dejarlo caer al mar de sangre que desaparecía hacia la nada.

Un conmovido dirigente político viendo semejante atrocidad, no aguantó e intervino en la masacre.  ¡Pobrecito! El traje con el mismo compresor le voló la nariz en mil pedazos y absorbió toda la sangre sobre el aire no dejando caer ni una sola gota al suelo.  Todo mundo tuvo miedo y los hombres de seguridad empezaron a disparar; pero el traje inmune a los disparos; protegía al ya inexistente doctor y al periodista de las balas.  Entre el temor y el morbo, los espectadores se rehusaron a irse, contemplando a la mima fuerza invisible destrozando con ímpetu los pies de la víctima quién a pesar de la violencia, no moría escuchándose ya un leve sonido de martirio que escupían sus pulmones. Luego de un inesperado golpe, el cuerpo cayó al suelo sin una gota de sangre a su alrededor.  Todos temieron hasta que una ambulancia oficial recogió los restos con vida que quedaban del apuesto periodista.        

El hospital donde fue atendido, aseguró que el agredido profesional se encontraba en un estable proceso de recuperación.  Las investigaciones judiciales no entendieron la situación y por ningún lado se pudo vincular con el respetado doctor Alexander Puccini, puesto que ni siquiera había registros de su llegada al evento.  Al quinto día de haber dormido; murió sin haber tenido la oportunidad de contemplar el color.  Al instante; la rabia y desesperación sucumbieron en Alex quien sentía cada vez más mortificación por la creciente necesidad que en todo momento se intensificaba haciéndole perder la cordura de sí mismo.  Se envejeció tanto esta vez que parecía un viejo decrepito con exhalación de mal olor.

Abandonó el hospital pareciendo un extraño a los ojos de todos los que le conocían; nadie se atrevió a detenerlo ni a importunarle en su violenta manera de salir.  Llegó a su casa donde fue recibido por agresivos vientos que tenían el lugar completamente destrozado y fundido en un hedor cautivador.  En su habitación, lo esperaba sentado y con aire victorioso el maligno ser que lo había hecho firmar el libro que estalló ante sus ojos.  El maligno ser detonó en una fuerte carcajada que retumbó todos los rincones del lugar; inmediatamente, el libro que había firmado Alex se quemó y se esparció en forma de cenizas candentes por el fétido aire que adueñaba la casa dejando todo en la normalidad de siempre.  Alex fue normal también; ya no sentía esa sensación; su piel se había rejuvenecido y todo en sí era completamente normal; como la vida que había empezado a olvidar desde que todo había iniciado.  Su casa ya no hedía, todo estaba muy bien; de hecho, se estaba terminando de asar la comida que más le gustaba a su querida madre.  Alex apareció luego de ese suceso, muy bien vestido con la ropa que su madre le había regalado para su cumpleaños y para su sorpresa por ningún lado encontró el vestido de su angustia, aquel que le había dejado la bufanda oscura y flotante.  Se sintió tranquilo; muy normal, pensó que todo había pasado.

En ese lapso de tiempo, de la nada apareció ante las respectivas autoridades judiciales una particular bolsa de tela roja con una cinta blanca finamente enrollada, donde se encontraron las pruebas que incriminaban al doctor Alexander Puccini en todos los crímenes sin resolver que tanto habían estremecido la sociedad.  Encontraron el registro exacto de los videos donde Alex en su vestido vino tinto con corbata blanca actuaba sin piedad, acompañados de un diario donde fríamente se narraban los hechos de su autor con el puño y letra del queridísimo doctor.  Anexo a todo, había una nota aislada que describía el suceso de muerte de una buena madre por su amado hijo, que se terminaría en cuestión de minutos.  Los mandos de seguridad nacional se apresuraron hacía la casa del doctor Alexander teniendo como enemigo fundamental el intangible tiempo que marcaba la distancia. 

Alex se sorprendió al recibir la inesperada visita de su madre, y se aterrorizó cuando se vio vestido con la ropa que ella le había regalado y con el olor de su comida favorita asándose en el horno.  —Gracias por invitarme hijo; tanto tiempo que ni una llamada, ni nada; como dicen por ahí, ¨los hijos terminan por olvidarse de sus padres¨—  la señora hablaba con ternura.  Alex presintiendo lo peor, actuó complacidamente mientras ella no paraba de manifestarle el asombro cuando leyó la nota donde su hijo mayor la invitaba a una cena que él prepararía especialmente para ella.  Alex no vio otra cosa que la muerte de su madre, pero cuando quiso tomarla de mano y marcharse; la mesa estaba servida y el apretado traje vino tinto de corbata blanca muy ajustado sobre él —Hijo, ¿Cómo es que te has cambiado tan rápido? — Él no respondió.  Se sentaron a la mesa, donde ella se sentía plena y extremadamente afectiva hacia su bebe.  —Amor, tu casa está muy linda, huele delicioso, ¿Dónde la tienes? ¿Por qué no me la presentas?  Estoy segura que debe ser una grandiosa mujer— Una sonrisa pícara se desveló del rostro de Alex; tan pronto como se escucharon las sirenas de la policía cubriendo el perímetro alrededor de su casa; el señor del traje de sangre con total rapidez, sacó los ojos de la madre con el tenedor que comía; la señora gritaba de dolor mientras sentía fuertes puñaladas en su vientre, —hijo ¿qué haces? —.  La policía entró al lugar espantados de ver la matriz de la anciana en las manos de su hijo sin una gota de sangre alrededor y sin el vestido vino tinto quién tuvo el privilegio de escapar sin dejar rastros.

Sin explicación alguna, la casa explotó de manera fulminante llevándose con ella gran parte de las vidas del vecindario y gran parte de las vidas de la diligente policía local.  No se encontraron rastros del cuerpo de Alex por ningún lugar del suceso, pero lo que si encontraron las autoridades fue a la madre del doctor Alex, con su vientre apuñalado, su matriz por fuera; sin ojos y sin la más mínima señal de estar quemada.  Pues todavía tenía pulso de vida.  Eso aterró a los pocos sobrevivientes que presenciaron el hecho y todo quedó en el interrogante, porque cinco días después, la madre de Alex también murió.

Cinco años después, se cuenta que, el presidente del país más influyente del mundo, entró a una de sus importantes reuniones protocolarias con el vestido vino tinto, de zapatos vino tinto, correa vino tinta, chaleco vino tinto, medias vino tinto y hasta una boina vino tinta con una corbata muy blanca que apareció en lo más inmediato de su armario.    

 

 

 EL PAYASO TIN TIN

 

Nircadio Lácaga, hombre que vivía de la comedia y la diversión; era conocido como el payaso más divertido de toda Latinoamérica; nunca fue padre, tampoco fue hermano, y mucho menos hijo. Él nació y creció en un barrio pobre, rodeado de gente pobre que lo protegió y lo adoptaron como el hijo del barrio.

Un día mientras divertía a los niños en una fiesta tuvo un infarto fulminante que lo dejo sin vida al instante. Los niños al principio creyeron que ese acto era parte del cómico ¨show¨ que presentaba, pero luego de unos segundos sin inmutarse, los padres de los niños que estaban en la fiesta encendieron las alarmas. Todos gritaron desesperadamente mientras trataban de auxiliarle. Afortunadamente había un médico en la fiesta; desafortunadamente él dijo que el amado payasito había muerto.

Nircadio siempre fue una persona humilde y obsesiva con el trabajo; estaba próximo a cumplir sus treinta y cinco años de edad; toda la vida había vivido de payaso, toda la vida había sido un payaso. Al abandonar su cuerpo; su fuerte espíritu pensó acerca del deber que tenía de cumplir con su presentación en la fiesta. Él siendo quién era, no podía descansar sabiendo que no había cumplido con el deber adquirido.

Llegaron a la fiesta quienes debían recoger su cuerpo muerto y se lo llevaron para la morgue. Él se quedó en la fiesta; todos los niños escuchaban su voz en tono misterioso saliendo de las paredes. Todos se engranujaron y quedaron completamente pálidos. Los adultos no oían lo que sus hijos decían. Él no se rendía ante el deber de cumplirle a los niños; se fue directo al equipo de sonido para poner a sonar el CD de su autoría. Cuando fue a cogerlo, no pudo; intentó muchas veces hacerlo, pero fue imposible; se sintió frustrado y con rabia en su mirada; provocó que el CD se saliera de la caratula y entrara en la bandeja donde luego sonaría.

Las personas presentes si percibieron ruidos extraños mientras Nircadio Lácaga hacía eso. Sonó la canción de las tres lunas que él mismo había compuesto y con la cual siempre cerraba sus cómicos ¨shows¨. Las personas se impresionaron tratando de conservar la calma y la fiesta lentamente fue quedando vacía y sin diversión. Nircadio se sintió muy triste porque esa era la primera vez que no le aplaudían su presentación y era la primera vez que los niños no le sonreían ni se mostraban felices.

Se sentó en una silla de la agradable fiesta, su pálido rostro expresaba mucha angustia y soledad; estaba muy triste de que su vida hubiera terminado sin él haber concluido por lo menos esa presentación. —Esto es lo peor que me puede pasar, esto no puede quedar así— manifestó con triste voz.   Recordó las palabras de una vieja del barrio que de vez en cuando le daba comida cuando él apenas era un niño que crecía: —¡El mundo es para los verracos mijo, para los verracos! — Esas palabras eran las que lo habían llevado a él a consolidar el personaje que lo había equilibrado en su destino; eran algo así como el amuleto que lo hacía sacar fuerzas de la nada.

Miró angustiosamente a todos lados; la silletería de la fiesta estaba siendo recogida y todas las serpentinas y bombas que llevaban su rostro aún pendían inútiles porque no había ningún niño allí.  El dio un grito de angustia que nadie oyó pero que si reventó todas las bombas del lugar de manera simultánea. Los que presenciaron eso se conmovieron un poco porque una tristeza sobrecogedora cubrió el espacio.  Una mujer como de cincuenta años dijo: —Eso debe ser el muerto que se está despidiendo de nosotros— Los demás hicieron semblante de miedo sin pronunciar una sola palabra. Salió del lugar donde había quedado inconclusa la elegante fiesta, era un club muy hermoso, carros costosos estaban parqueados a pocos metros del lugar; allí también estaba su colorido Volkswagen con aspecto de cucarrón que tanto quería; él lo había ajustado a los términos de su personalidad; un ser siempre sonriente y divertido que alumbraba cualquier entorno. El pecho de su alma tenía una congoja insoportable; su alma lloraba sin lágrimas y no entendía el por qué aún seguía en sus cabales si había entendido que la muerte era una luz de infinita paz y continua complacencia.

Se acercó a su chistoso y llamativo carro; el carro del payaso TIN TIN; intentó tocarlo, pero su espíritu viviente no palpaba las cosas materiales de la vida. Entró en su carro traspasando las latas sin producir el más mínimo movimiento o sonido; sentado dentro de su vehículo, empezó a recordar los episodios tristes y felices de su permanencia en la tierra; recordó el día en que animó su primera fiesta a la temprana edad de los doce años; también recordó el día que por primera vez pudo comprarse un par de zapatos; recordó asimismo el día que vio su personaje en los periódicos del país y terminó recordando el día que le robaron una camioneta verde oscura muy elegante motivo por el cual había comprado el amarillo e impactante carrito del payaso Tin Tin.

Se dio cuenta que su vida había estado rodeada de risas y aparentes felicidades; pero fue sincero consigo mismo y con la misma voz de tristeza manifestó: —Nunca fui feliz en la tierra—; mi vida siempre estuvo vacía y solitaria; no conocí el amor y jamás me gustó ser el centro de las risas de todas las personas; todo eso lo soporté por la necesidad, por sobrevivir. La vida es miserable y no me trató bien y ¿De qué sirvió tanto esfuerzo? —  Eso lo dijo con voz melancólica y opacada.

Intentó encender su vehículo para huir de todo su legado; pero las llaves se encontraban en el cuerpo muerto que había sido llevado a la morgue. Se resignó a no ser desde ese momento en adelante pero cuando lo hizo, un mal pensamiento cruzó sus sentidos. Sintió deseos de hacer lo que nunca había podido hacer; lo primero que haría sería reírse de todos como parte de su revancha y lo segundo que procuraría sería encontrar el amor, el amor que nunca conoció debido a su obsesión de trabajar para salir de pobre. A partir de ese momento Nircadio Lácaga se propuso alcanzar la plenitud de la felicidad con lo que nunca había podido hacer en vida: ¨reírse de los demás¨ y ¡porque no! Alcanzar el amor de una mujer.

En vida, era un hombre de tez blanca, de estatura mediana, de ojos grandes, brillantes y de color azul cielo; su cabello ondulado y disparatado lo hacían cómico en sí, sin necesidad de vestir su colorido traje que lo personificaba como el payaso Tin Tin.  Siempre intentó ayudar a las personas pobres y trataba de buscar talentos en los niños de la calle para que no se perdieran en la crueldad del mundo. Ese acto de bondad, fue el mismo que lo mantuvo consiente después de su muerte física y por el cual su espíritu no se había esfumado de la tierra.

Cuando murió, su espíritu vestía una pijama ancha muy colorida con un gorrito verde brillante lleno de estrellitas blancas. Se dio cuenta que el espejo retrovisor no proyectaba su imagen, eso lo inquietó un poco y reconoció que en su nueva existencia no existiría más y por eso no podía proyectarse en el espejito retrovisor de su querido carro.  ¡No se daría por vencido!, si algo había aprendido en vida era a no rendirse jamás, eso era parte de su ser. Miró como retando al espejo, su semblante serio y obstinado estaba dispuesto a lograrlo. Se encolerizó un poco y mientras eso pasaba, alcanzaba a ver borrosamente un rostro pálido como ojeroso que no conservaba el equilibrio, sino que parecía hacer parte del quebradizo viento. Su misma obstinación hiso que se cerraran todos los orificios por donde pudiera entrar viento; siguió mirando al espejo con rostro amenazante y al fin logró ver su rostro inexpresivo y frio por el retrovisor de su particular carrito.

Se asustó de verse a sí mismo; se asustó porque sus dos ojos estaban rodeados por dos ojeras enormes y pálidas que le daban un vivo aspecto de un ánima en pena.  Él intentó tocarse, pero tampoco le era posible, cada cosa que quería le costaba mucho trabajo hacerla y entonces deseó. Con el poder de sus deseos abrió la cubeta de su carro donde guardaba siempre algo de maquillaje, lo levantó e intentó maquillar su cara, pero su ser no se dejaba tocar por nada. Se cansó de insistir hasta que decidió aceptarse a sí mismo. Se aceptó frente al espejo tal cual como lo proyectaba; entonces, estrelló detenidamente sus dos ojos sin luz frente al espejo sin parpadear por un segundo; su rostro no expresaba ningún gesto; era un rostro muerto sin gesto y sin vida; con sus grandes ojos le dio la vuelta a todos los extremos del mismo y finalmente, de aquel rostro frio y sin movimientos salió una risa maligna; una risa que le permitió entender que la picardía y las maldades estarían debajo de su autoría por tiempos no conocidos.

Salió de su carro, andando sobre el viento con el propósito firme de encontrar su cuerpo para darle el último adiós.  El viento lo condujo al hospital general de aquella ciudad, lo entró por los corredores vacíos y trasminados de frialdad hasta que traspasando las cerradas puertas sin incurrir en el más mínimo movimiento y sonido posible, se encontró en un cuarto frío rodeado de médicos forenses quienes solo cumplían con su trabajo. Al llegar a ese recinto; miró su cuerpo deshecho y sintió tristeza por su carne, de que ya no estuviera con él, para compartir el nuevo proyecto que se proponía.

Miró pícaramente a todos lados y dijo muy maldadosamente: —¡Es hora de divertirme un rato! — Efectivamente, el que en vida fue conocido como el payaso Tin Tin, entró en su cuerpo tieso y frio. Espontáneamente abrió un ojo; eso le costó trabajo porque su ojo estaba tieso y pegado. Los médicos al ver eso se erizaron; la mujer que tenía el control en la autopsia, tratando de conservar la calma, con voz nerviosa expreso: —Eso a veces pasa—, y bruscamente le cerró el ojo al payaso. Al segundo; abrió nuevamente su ojo izquierdo y empezó a moverlo por todos lados.  Eso no cabía en la mente de los médicos quienes ya estaban terminando de suturar su cuerpo. Todos gritaron nerviosamente.  Nircadio se sentó con mucho esfuerzo; su cuerpo estaba tieso y frio, le costaba mucho trabajo moverlo. Se dirigió hacia los forenses intentando asustarlos, pero no era necesario que lo intentara; ellos ya estaban petrificados del miedo. Todos huyeron despavoridos de aquel cuarto gris; menos una joven practicante de hermoso rostro y un tanto gordita quien se desmayó.

Cuando Nircadio vio que propició esa escena; los músculos de su cuerpo muerto empezaron a moverse forzosamente. Se podía ver gran maldad y picardía en sus gestos de risa y en la mirada de sus ojos; mientras se reía dijo con voz tenebrosa y bajita: —Yo soy maaalo, muuuy maaalo jejejejejjejejeje…— Se devolvió hacía la camilla tratando de mover sus entumidas piernas, su alma parecía salirse del cuerpo.  Con mucho esfuerzo llegó a la camilla de nuevo donde dejó bien acostadito a su siempre recordado cuerpo muerto. Se paró al lado de su cuerpo; sintió tristeza y lo abrazó, pero no pudo hacerlo. Con un gesto de indignación se marchó. Con el poder de sus deseos, cerró fuertemente la puerta de la habitación donde se encontraba. Todos escucharon el ruido de la puerta y temblaron. Una brisa bruscamente sonora recorrió los pasillos del hospital; todos los allí presentes tenían un mal presentimiento, pero no veían nada.

Tin Tin se sintió complacido viendo a todos aquellos hombres y mujeres inquietarse por lo que habían contado los médicos; muchos hablaban de la joven que se había quedado encerrada en la habitación junto al cuerpo frio de Nircadio; nadie se atrevía a ir por ella; Nircadio producía un miedo inexplicable en los ambientes en que se encontraba. Se acercó a la recepción del lugar; estaban allí dos secretarias diciendo: —¿Usted no tiene miedo?; —No, ¿Y eso cómo hace? Todo el personal médico está inquieto y nadie se ha atrevido a sacar a la practicante de medicina de la morgue. Le dice la otra secretaria: —Yo no tengo miedo porque el miedo hace que ellos se fortalezcan; las almas en pena no encuentran descanso cuando mueren antes del tiempo en que debían morir; ellos quedan con tareas inconclusas y eso no los dejan descansar, algunos se vuelven perturbadores—. Nircadio escuchaba atentamente la conversación de las dos señoritas, hizo una mirada traviesa y un enojo sombrío cubrió el rostro de su ser.

Con el poder de sus deseos propició intermitencia en las luces de la recepción del hospital; los televisores perdieron la señal y vientos bruscos invadieron el entorno; todas las personas entraron en pánico y nadie se inmutó. Nircadio se dio cuenta que aquella mujer no había sentido miedo y algo de cólera entró en su semblante; el entorno se ofuscó un tanto más de lo que estaba y el espectro de su espíritu se dejó ver de aquella mujer que por completo lo ignoró.  Nircadio se dio por vencido de lograr su cometido con aquella mujer. Después de un rato, la recepción quedó sola; solamente estaba ella y él; en vida, Nircadio nunca había conocido el amor y algo dentro de él se sensibilizó por la belleza de aquella valiente mujer.

Decidió no incomodar más a las personas en ese momento. Se sentó en una silla de la recepción a esperar la hora en que aquella hermosa mujer saldría. Miraba a todos lados como pensando las cosas que podría hacer con su nueva identidad.  Estaba feliz y se había propuesto explorar el amor desde la personalidad de su espíritu. Miraba impacientemente el reloj, cada segundo que pasaba él lo veía como una angustiosa eternidad que no le daba calma. Una hora después; llegaron muchas personas a la recepción esperando su turno para ser atendidas por un especialista.

Entró al recinto una mujer gorda y pesada; su gordo trasero daba la impresión de aplastar a cualquier mortal sin percatarse de ello. La única silla disponible era aquella donde Nircadio estaba sentado. Ya las personas estaban un poco más calmadas y tranquilas porque aquella valiente mujer había resistido a Nircadio ganándose lo más sensible de su ser. La gorda con mucho afán entró y sin pensarlo dos veces se sentó sobre nuestro payaso Tin Tin; él hizo un gesto de dolor como si algo le hubiera dolido, luego con sus manos trataba de llamar aire a su nariz como si todavía pudiera respirar; se llenó de afán, pero luego sintió que ya no sentía y recordó que no era el mismo Nircadio Lácaga; sino el ánima en pena del payaso Tin Tin.

Sintió rabia hacia aquella gordinflona que lo había incomodado; su ser no podía tocar nada, porque había pensado en pincharle la cola con una inyección para que se levantara de ahí. Él no estaba dispuesto a perder su silla puesto que él la había tomado primero. Se acordó del poder de sus deseos, los uso para hacer a la gorda ir al baño; luego se sintió cómodo de nuevo, pero tenía que pensar en algo para que ella no volviera a fastidiarlo.  Se levantó de la silla y se fue en busca de algo. Encontró en una caneca de basura, en uno de los corredores del hospital, una aguja de inyección ya usada en alguien. Con el poder de sus deseos acercaba aquella canequita a la recepción; cuando nadie veía, la movía rápidamente; cuando había gente lo hacía lentamente. Nadie notó cuando la canequita quedó al lado de su silla, la misma que él había ocupado primero y que luego la gorda había poseído.

Se sentó como celebrando con mirada pícara y semblante engreído aquella lograda acción. La gorda salió del baño; encontró nuevamente su silla vacía, fue a sentarse en ella; Nircadio no estaba dispuesto a soportar su incomoda presencia de nuevo. Con el poder de su mente fue haciendo subir aquella aguja por las patas de la silla. Cuando la gorda acomodó su gordo trasero para sentarlo; la inyección estaba en posición vertical saliendo de entre las piernas de Nircadio.  La corpulenta gorda se sentó; y un gemido espantoso recorrió todos los rincones del hospital; —Esa gorda partió la aguja— dijo Nircadio.  Ella se levantó afanada, se erizó y se llenó de mal genio gritando por todos lados y amenazando al hospital con fuertes gritos de rabia consumada. Nada le había causado tanta risa a Tin Tin después de ver esa escena. Se reía malignamente en su silla y empezó a decir como entre dientes: —Soy maaalo, muy maaalo... con murmullos finos y largos decorados con una sombría risa.  El hospital entró en afanes y la gorda luego, se desmayó. Lo demás que a ella le haya acontecido a Tin Tin no le interesó.

Llegó la hora de la salida y una chica hermosa entró, desde la mitad del pasillo llamó en alta voz: —Salma, Salma, ya llegué, me retrasé un poco por el tráfico; que pena contigo—. Tin Tin pensó: —Ah con que mi futura novia se llama Salma, si eso es así, entonces yo me llamó Salmo— Y con satisfacción se río fríamente.  Salma con mucha decencia le dijo: —Tranquila amiga, yo entiendo que eso pasa, sólo cuida de que no se repita— La que la remplazaría en el siguiente turno dijo: —Te lo prometo—.  Ambas se despidieron con un beso en la mejilla y Salma salió sin pensar que un ánima en pena la seguía con admiración.

Ella se estacionó en una esquina como a la espera de algo o de alguien; Salma sentía que un viento extraño fastidiaba sus piernas; pensó rápidamente en no volver a usar minifaldas porque eran incomodas para todo. Nircadio estaba lelo acariciando las piernas de su futura novia. Cinco minutos después, llegó el amado novio de Salma, era un grandulón vestido de traje de paño. Salió de una de las esquinas de aquella avenida; ambos se vieron, se abrazaron y se besaron pasionalmente. Se notaba el gran amor que ella sentía por él, las palabras de afecto que cruzaron hablaban bien de esa relación, pero eso no le gustó a nuestro payasito.

Nircadio se sintió traicionado y con semblante maligno y travieso; se ubicó detrás de la emocional pareja. Los carros pasaban ligeramente; el semáforo acababa de pasar al color anaranjado y una fuerza ventilada nacida del poder de los deseos de Salmo, aventó inexplicablemente al amado de la elegida novia.  El cuerpo quedó debajo de un carro pesado de carga. Tristemente quedó hecho…….. Salma entró en ¨shock¨, inmediatamente el lugar se llenó de gente y lo normal fue pensar que la compungida mujer lo había aventado a la muerte sin compasión.

Nircadio nunca se apartó del lado de Salma mientras ella era objeto de comentarios mal intencionados que la mostraban como una asesina. Fue llamada a rendir indagatoria; la declararon pérdida en sus cabales, como traumatizada por ese acontecimiento. Muy a pesar de todo ello, no la metieron a un reformatorio mental sino a la terrorífica cárcel de mujeres. Afortunadamente Nircadio estaba con ella, sin que ella lo supiera.

Tres días después; las mujeres de la rosca de la cárcel se sintieron inquietas por la presencia de la hermosa Salma, no era nada diferente a envidia femenina; todas acordaron darle una inolvidable bienvenida y así lo hicieron. Llegó la hora de ver el sol para aquellas mujeres; en el patio de la cárcel, le cayeron por sorpresa, la asediaron con empujones bruscos y con palabras dignas de mujeres del bajo mundo.  Ella completamente angustiada le dijo: —Por favor no me hagan daño, no tengo dinero ni joyas—; su voz se quebró y con angustia empezó a decir: —Para donde me llevan, por favor no me hagan daño—; las mujeres de la cárcel que no estaban dentro del combo de infames; la miraban como resignadas a dejar aceptar lo que ellas no podían evitar. Nircadio estaba impresionado y no hallaba que hacer; sus ojerosos ojos estaban más abiertos que nunca y pronto su rostro angustioso se encolerizó y marchó detrás del combo mientras planeaba su acción.  La forzaron a ir al lugar más solo de la cárcel y violentamente empezaron a golpearla y a manosearla morbosamente. Tin Tin se desesperó, se ubicó detrás de la situación y nuevamente un viento brusco cubrió todo el lugar. Las malvadas prisioneras sintieron miedo; el viento levantó la mugre del lugar como formando un torbellino y lo aventó a los ojos de la rosca femenina.  Ellas quedaron ciegas y Salma huyó a un lugar seguro.

Al otro día, a la hora del almuerzo; la rosca había planeado rayar la cara de Salma y sí se ponía a la defensiva, puñalearla hasta el cansancio.  Ellas la detestaban porque Salma era una mujer alta, elegante, bonita, de ojos verdes y expresivos, de cabello lacio, pesado y negro; de tez blanca y en general, muy sensual en todo su porte. Al contrario de lo que eran ellas que parecían ser mujeres de la calle y alejadas de toda gracia.  Mientras hacían la fila para recibir el almuerzo, las miradas entre ellas se cruzaban, Salma trataba de no mirar; se sentía la amenazante presión en el entorno y ella tuvo miedo.

Salma recibió el almuerzo y cuando dio la espalda para dirigirse a su puesto; la capitana del grupo; una mujer que se hacía llamar Victoria porque según ella nunca había perdido una pelea contra otra mujer; pues su atarbán ex esposo la había adiestrado muy bien para soportar cualquier tipo de golpes; ella un día lo asesinó y por eso estaba en el circuito de mujeres perversas odiando a todas las mujeres bellas por la única razón de que hubieran acabado con el ser bonito que alguna vez había sido su esposo. Ella la miró con altivez y envidia; Salma no tenía otra opción, tomó aire y muy ligeramente pasó; Victoria como era de esperarse, le metió zancadillas a su ligero andar y Salma cayó muy vergonzosamente siendo la burla de todas las allí presentes.  Resignada se levantó y limpió todo el desorden causado; Nircadio nunca había sentido tanto dolor por nadie; se encontraba impotente en sí mismo y la ira sentida tenía su alma enrojecida. Tin Tin había tratado de sostenerla, pero no pudo y le dolió en lo más profundo de su ser esa humillación. Su semblante oscuro apareció de nuevo.

Salma se fue a llorar después de todo ese alboroto ocasionado por aquellas infames. Una de ellas, se paró de su silla y se fue hacía donde estaba llorando.  La rosca femenina de perversas infames de aquella cárcel, había resuelto rayarle la cara a Salma para que siempre tuviera un recuerdo gris en su vida; esta mujer, de brusca personalidad lentamente fue sacando la navaja de su bolsillo y cuando se disponía a ejecutar la acción, Nircadio se metió en su cuerpo y con violenta ira se fue cual fiera maligna hacía donde estaban las mujeres de la rosca.  Frente a sí, estaba el payasito Tin Tin, con expresión de maligna tristeza en su rostro.  Llegó y Victoria le dijo angustiosamente: —¿Estas bien, hermana? — Nircadio no respondió, las miró con perversidad y desató su rabia; las apuñaleó a todas después de rayarles la cara en presencia de todas las recluidas que no hacían otra cosa que celebrar la desaparición de la dictadora rosca. Finalmente, la mujer se apuñaló a sí misma con furia; nadie entendió que eso no lo hizo ella; Tin Tin la obligó.  La sangre corría lentamente por el suelo, mientras las otras mujeres celebraban aquel incomprensible acontecimiento. La seguridad llegó demasiado tarde; afortunadamente, porque con la rabia que sentía el payaso, ellas también habrían recibido su pago.

Pasaron dos semanas de calma en la cárcel; Salma tuvo una audiencia de defensa en la que la declararon inocente y sin culpabilidad. Ella fue muy feliz y nuevamente llegó a su apartamento donde Nircadio se hospedó. Todas las noches dormía junto a ella, la abrazaba y la acariciaba con ternura.  Ella se sentía incomoda y como acalorada pero no prestaba atención a eso y dormía tranquilamente como sintiéndose protegida.  Una mañana, cuando la luz del sol permeó las traslucidas cortinas de su habitación; empezó a despertar sus ojos con mucha lentitud, miró por reflejo una sombra colorida frente a su cama.  Ella intentó ignorarla, pero su corazón se precipitó; con mucho esfuerzo trató de conservar la calma, abrió uno de sus ojos y de reojo miró de nuevo aquella figura colorida estática frente a su cama como contemplando su dormir. Se incorporó en su cuerpo rápidamente y se sentó. Nircadio estaba frente a ella, una traviesa sonrisa acompañada de sus picaros ojos la recibió.

Ella abrió sus ojos y sintió algo de miedo. Recordó que debía tener calma y empezó a hablarle: —¿Usted quién es? ¿Qué quiere de mí?, le ordeno que se vaya y me deje en paz— con voz temblorosa y agitada hablaba.  Nircadio no podía creer que ella le estuviera hablando y/o lo estuviera viendo en espíritu, pero cuando ella le ordenó con brusca voz que se marchara, él se sintió compungido y su amable sonrisa se convirtió en un semblante de tristeza; encogió sus hombros y se iba a marchar.  Salma sintió que debía llamarlo y le dijo: —Detente, ¿Cómo te llamas? — Él se dio la vuelta, y la alegría apareció nuevamente en su ser; se acercó a ella lentamente y con ternura le dijo: —Me llamo Nircadio, te vi en el hospital y quiero ser tu amigo—.  Ella sacudió su cabeza y llevó sus manos a sus ojos como tratando de borrar una ilusión.  Lo miró fijamente con mirada penetrante y Nircadio se ruborizó. Ella expresó: —¡No puede ser, usted es el mismo del hospital! —, cerró sus ojos y empezó a rezar un rezo; Nircadio la miró como entendiéndolo todo y permaneció frente a ella.  Al abrir sus ojos de nuevo, él estaba ahí esperándola con una sonrisa amorosa.  Ella iba a hablar, pero él con su mano le hizo señal de silencio.  Él se acercó a ella y la abrazó a su manera. Ella sintió brisas que la oxigenaban a su alrededor. Ese abrazo le trasmitió tanta tranquilidad que ella inmediatamente se relajó.  Él le comentó su historia y la manera como había muerto; le dijo que solamente quería ser su amigo para cuidarla, así como lo había hecho en la cárcel; ella escuchó eso y se le puso la piel de gallina; ató cabos y lo culpó por la muerte de su novio.  Él no se lo negó. Ella se desesperó y empezó a gritarle que se fuera, lanzó contra él todos los cojines de su casa.  Él no se fue, le dijo: —Ya que me has visto y sabes mi historia, jamás te dejaré, siempre estaré contigo porque te amo—. Tin Tin se obsesionó.

Pasaron los días y la mujer lo veía deambular alrededor de ella; trataba de ignorarlo, a lo cual, él también la ignoraba con gestos que hacían reír.  Ambos compartían el mismo espacio, a dondequiera que ella iba, él la seguía. No dejó de dormir a su lado; ella lo sentía en cada amanecer; por las noches la acariciaba mientras dormía y la cuidaba. Nircadio se volvió posesivo y obsesivo con ella.  En varias ocasiones no la dejaba ir a trabajar; pues con el poder de sus deseos trancaba la puerta y no había poder humano que la abriera.  Ella estaba harta de él y no sabía cómo alejarlo. Acudió a espiritistas quienes resultaban atacados por Tin Tin; él no permitía que ningún hombre se le acercara y si le intentaban hablar, de inmediato les hacía males como lanzarle objetos y cosas que los hirieran. Ellos de la nada veían que esos objetos golpeaban sus cuerpos y salían corriendo con expresiones de miedo. Él se convirtió en la pesadilla de la mujer.

Nircadio Lácaga, se encargó de que nada le faltara a ella; él mismo, le pagaba los recibos, los impuestos; le hacía mercado y le remodelaba el apartamento dos veces al año. Todo eso lo hacía con el poder de sus deseos. Ella con el tiempo empezó a verlo con otros ojos porque se sentía complacida de que Tin Tin la tratara como una reina y le concediera todos sus deseos. Intentó quererlo, pero le fue imposible; sencillamente no lo amaba ni lo quería cerca de ella.

Pasados unos meses, la astuta Salma le mostró a Nircadio la mejor de las amistades; ambos iban al parque a pasear, y pronto se conectaron por el instinto maquiavélico de hacer travesuras en la calle. Salma parecía la jefa del enamorado Nircadio, ella le decía: —Papi, hazme reír— sus deseos eran ordenes e inmediatamente la conexión mental que había entre los dos no daba lugar a las palabras; él hacía caer a la gente de las bicicletas; se burlaban de los enamorados y Salma era vista como una loca que se estacionaba en los parques a reírse de los demás, ¡Pero es que nadie se daba cuenta de lo que Nircadio hacía, excepto los molestos afectados y ella! Un día ambos estaban en una banca de un parque mirando traviesamente a todos lados. De repente, ellos vieron que un hombre atlético y bien fornido iba de la mano de una jovencita bonita; justo detrás de ellos iba un joven apuesto y bien acuerpado; ambos se miraron a los ojos y conocieron sus mutuas intenciones; ya para ese entonces Tin Tin era perfectamente visible a los ojos de Salma.

Pararon para cruzar la calle; Nircadio dejándose llevar rápidamente por el viento, entró en el muchacho y le golpeó con una palmada las nalgas al machote; lo hizo fuertemente y no despegaba su mano. El rostro colérico del hombre hizo lo que cualquier machote en su lugar haría y antes de que recibiera el primer golpe, Nircadio abandonó el cuerpo ubicándose al lado de su amada quien se carcajeaba de las expresiones que producían en las personas. Nircadio era muy feliz al lado de ella, aunque ella no estuviera plenamente convencida de ello.

Siempre que salían cogían a las personas de destrabe y no paraban de reír. Nircadio había aprendido a dar golpes y ya para ese momento podía hacer muchas cosas con las manos de su ser. Mientras andaban y veían las personas en su diario vivir; Nircadio iba y les daba palmadas en la cabeza; les amarraba los zapatos a las mesas, puyaba a las personas que tenían rabia con alfileres, le metía zancadillas a los gordos y gordas pues no le gustaban; ¡Los odiaba!, les tiraba piedrecillas a los niños odiosos; asustaba en las casas y filmaba sus hazañas para que su amada Salma se riera de todas aquellas picardías. Salma fue aprendiendo a quererlo por la disponibilidad en sus atenciones y por su deseo ardiente de siempre hacerla sentir mejor.

Ambos aprendieron a burlarse de las personas, ambos hacían maldades que nadie deseaba se las hicieran. Una vecina de Salma empezó a hacerle guerra sucia en el edificio donde vivían; ella le dejaba basura al frente de su casa y no hablaba bien de ella. Nircadio se vengó; entró en su casa de noche y le hizo caer la repisa encima; espantada salió de su apartamento y decidió bajar por las escaleras; Nircadio se le adelantó y con toda su fuerza la lanzó y ella murió. Salma se disgustó por eso porque Nircadio estaba optando por ser malo y la picardía ya no era nada comparado con sus actos. Ella siempre tuvo miedo de que en un ataque de celos él la descargara por el balcón del octavo piso donde vivía. Trataba de llevarle la idea en todo; pero era ella quien ejercía un liderazgo sobre él y lo condicionaba en todo. Ambos siguieron haciendo picardías y maldades; Salma entró a estudiar y él la acompañaba; Cuando el pagaba los recibos; se metía en el pagador; sacaba plata de los bolsillos de la gente y hacía lo que quería; algunas cámaras veían que joyas andaban por el aire saliendo a toda prisa de las joyerías y así de muchas maneras; la gente sentía miedo y solo sacaban noticias se cosas inexplicables. En un reporte decían que un espíritu ladrón estaba en parís. Y eso era de reír y de reír y de no dejar de reír.

Salma empezó a reclamarle un día de mucho estrés a Tin Tin diciendo: —Papi, yo necesito libertad, tú estás a toda hora y momento cerca de mí y eso es fastidioso; me cansé, si no me das libertad esto tiene que acabarse—. Nircadio la miró a los ojos y pensó mal de ella; creyó que tenía un amante y se volvió peor que su sombra. Cuando ella iba a hacer algo a huidas, la buscaba afanosamente y se metía en su cuerpo obligándola a devolverse; luego de que la encerraba, mostraba mucho enojo hacia ella y no le dirigía la palabra porque era muy orgulloso. De esa manera, continuó haciendo muchas cosas parecidas; la época de felicidad de ambos estaba desapareciendo y estaban empezando a vivir su primera crisis matrimonial que tenía nombre propio: ¨falta de sexo¨

Ya habían pasado cinco años en los cuales Tin Tin nunca se atrevió a hacerle el amor, pues su alma tímida solo la cuidaba y su amor hacia ella era casto y tierno. Una noche, desesperada por la pesadilla en que su vida se había convertido; se vistió de manera muy sensual para seducirlo; se acostó sin arroparse y desde la alcoba de su habitación empezó a llamar a Tin Tin, con voz muy necesitada; Nircadio estaba en otro lugar del apartamento limpiando el baño y al oír a su amada; se dirigió solícitamente a complacerla. Él la vio mientras ella hacía movimientos muy sensuales que lo excitaron de verdad. Salma lo hacía con el propósito de que Nircadio entendiera que él no podía complacerla; pero en eso, ella también se equivocó. Cuando él la vio; como una fiera incontrolable, la poseyó en su alcoba.  Fue la primera vez en que Nircadio hiso el amor; para ella fue el mejor sexo de su existencia. Parecía que al fin la había logrado enamorar. De ahí en adelante todo fue sexo, todo fue amor y todo fue satisfacción. Ella empezó a acostumbrarse a su nuevo marido y cuando ya se había enamorado de él…

Nircadio tomó el control de la relación y se le perdía en las noches; se metía en los apartamentos de las vecinas y les hacía el favor sin que ellas lo notaran; ellas despertaban relajadas argumentado que habían tenido sueños eróticos. Cuando iban por la calle; Nircadio se volvió incapaz de hacerle picardías a las mujeres bonitas y ya no le hacía caso a Salma en lo que ella le ordenaba; Salma pensaba dentro de sí diciendo: —Lo peor que pude haber hecho fue haberle enseñado el placer del sexo a este idiota—, vivía enfurecida pero no era capaz de dejarlo porque se había enamorado profundamente de él.

Cuando iban por la calle, Tin Tin no podía esquivar su mirada pícara y traviesa, además de deseosa del trasero de cuanta mujer pasaba; también les mandaba piropos por el viento y se hacían torbellinos suaves alrededor de ellas; cuando las veía en faldas hacía levantar el aire para verlas y no imaginarlas, lamentablemente Tin Tin se había convertido en un espíritu morboso; obviamente eso irritaba hasta en lo inimaginable a Salma; Nircadio también se le perdía y se iba a perseguir mujeres hermosas, las asediaba en sus habitaciones y las violaba; ellas quedaban sin palabras puesto que nunca lo veían, solo sentían. Muchas veces se amanecía y llegaba al apartamento de Salma con mirada distraída y humillada; encogía sus hombros, bajaba su cabeza y muy ligeramente se metía debajo de las sábanas. Contaba: —uno, dos, tres, aasshh, empezó la cantaleta—.  Efectivamente Salma se levantaba con la piedra en la cabeza y lo sacaba a gritos de la habitación. Poco a poco se acostumbró a la pantera de su mujer.  El payaso Tin Tin no se embriagaba porque no podía, su espíritu no comía ni bebía, solo se fortalecía en sus hechos.

Hay que reconocer que Nircadio nunca le quitó el lugar de esposa a Salma, porque ella fue su primer y único amor y hasta entonces había sido feliz; pero conocidos los alcances de su identidad, se sentía aburrido por la continua cantaleta de Salma, y soñaba con dejarla, pero su bondadosa alma no lo dejaba; además la astuta mujer siempre que lo veía decidido, bajaba la guardia y apartaba los celos puesto que no concebía su vida sin él. En muchas ocasiones, Nircadio había puesto de su parte para salvar la relación, pues después de haber sexado con otras mujeres, se esforzaba en hacerle el favor a Salma quien quedaba relajada y tranquilizada al instante después del muy merecido orgasmo. Esa era la única forma de que lo dejara en paz y lo tratara como un dios.

Pasaron tres años en esa rutina de vivencias acostumbradas y admitidas por ambos. A pesar de todo, no podían vivir el uno sin el otro. El amor sentido, pese a todo, no se enfrió y siempre estuvieron igual de locamente enamorados.

Un día llegó Daniela; una mujer de raza negra, hermosa, de ojos grandes y cafés, voluptuosa en todo su cuerpo y muy sexy; fue a hacerle reclamos a Salma acerca de Nircadio. Salma le dijo: —Ah con qué es usted la que tiene a mi marido un tanto desubicado; pues sepa ¨negra¨ que él es mi marido y me ama—. Ella soltó una risa sobrada y le dijo: —si es su marido, muéstreme su acta de defunción para saber si en realidad lo fue; él ahora es libre y me ama; si vieras como me consiente y como me hace vibrar; me dice que usted es una frígida que no le da satisfacción—. Salma se llenó de ira y de inmediato la tomó de la garganta y empezó la pelea. Nircadio estaba atendiendo a una de sus novias; cuando llegó al apartamento; lo encontró patas arriba y ambas mujeres estaban con aruñetazos en sus rostros y sus cabellos en desorden, tomando tinto en la cocina. Nircadio las vio y sintió miedo; intentó irse, pero ellas al mismo tiempo lo llamaron: —Tin Tin— el quedó helado y pálido cuando se vio descubierto.  Con una sonrisa ingenua les respondió: —¿Decían? — Salma con seca voz dijo: —siéntate acá; él se sentó y lo pusieron a elegir; él se desapareció del entorno.  Llegó por la noche al apartamento de su mujer, es decir, de Salma.

Ella lo recibió diciendo: —Amor yo sabía que me escogerías a mí, te amo y quiero que sepas que yo sin ti me muero— Él no dijo nada, pero sabía que no podía vivir sin ninguna de sus amantes; su corazón alcanzaba para todas ellas. Dentro de sí dijo: —Tanto que he intentado ser feliz pero no lo he logrado; definitivamente soy infeliz, aún después de muerto—.

Esa noche hicieron el amor hasta el amanecer, pero cuando Nircadio se disponía a descansar; fue interrumpido por la luz del sol que penetraba las cortinas de la habitación; se quedó mirando fijamente a las traslucidas cortinas de colores como si esperara que de ellas saliera una respuesta a su necesidad; sorpresivamente, entraron muchas sombras negras que violentamente cargaron al payaso Tin Tin y se lo llevaron para nunca más volver… Salma presenció el hecho sintiendo como si le desgarraran una hilacha de carne en su ser; lloró amargamente la ausencia de la diversión y el placer. Todas las amantes que reunidas superaban el número cien, se juntaron para hacer duelo por el inolvidable Nircadio Lácaga. Ahora cada año se reúnen en honor a él; ahora, son las mejores amigas a quienes la viudez les hizo formar una inseparable amistad.  Fin…

 

 

 EL CRIMEN

EL NIÑO

Se encuentran las vecinas más chismosas del barrio tomando café, como a eso de las cuatro de la tarde sentadas en el sardinel de la casa de la vecina Cecilia, ven pasar al hijo de la señora Luisa, quien se dirigía para la tienda a hacer un mandado que su madre le había pedido.  Cuando lo ven, todas dirigen la mirada hacía él, y con arrogancia de ojos lo miran de pies a cabeza.  —Como era costumbre para el niño, por lo general andaba descalzo, con su ropita algo vieja y remedada—

Pero ¡cómo está de grande el hijo de la señora Luisa! —, Exclamó una de las vecinas chismosas que respondía al nombre de Lucía.

—Sí, muy grande, el tiempo pasa muy rápido. ¡Que hace que lo trajeron recién nacido al barrio! Replicó Mónica, otra de las chismosas del barrio.

—Es verdad.  Recuerdo mucho el día, que llegó la Señora Luisa con ese bebe tan hermoso, gordo, pesado.  Hablaba Beatriz, no menos chismosa que las otras.

—¡Si, un bebe, muy bien alimentado!; oiga, y ¿ustedes que saben del papá?, tengo entendido que dejó a la señora con las dos hijas mayores y el niño. Completó Ana, no más chismosa que todas.

—¡Pobre la señora Luisa! Le ha tocado muy duro en la vida, ha sacado esos tres muchachos adelante, sola y con mucho esfuerzo. Hablaba Mónica

—No me gusta que ella, no sea sociable, así como nosotras. —Sugirió Beatriz

—Todas se ríen con hipocresía—

 

En ese momento de la suave risa, pasa nuevamente el hijo de la Señora Luisa de vuelta a casa mientras siguen ellas hablando de cuanta persona pasa.  El niño Felipe entra a la humilde casa de su madre.

—Mira Mami—, El niño descargó el encargo sobre el desgastado mesón de la casa.

—¿Y si te alcanzó hijo?

—Sí Mami—.  

—¿Te dijo algo la señora de la tienda? —

—No, hoy no me dijo nada.  Yo creo que le da miedo, porque yo no me dejo de ella, como los otros niños.

—Pero la señora Fernanda es buena.  Ella nos ha ayudado mucho.  Tienes que respetarla.  ¡Ella es mayor y a las personas mayores no se les responde!

 

El niño Felipe no respondió nada y se fue para el espacio que habían acomodado como habitación donde dormían todos; es decir, la madre y sus hijos.   

 

—MAMIIII, —Gritó Mariana— Este chino me está molestando. 

 

Se dirige a su hermano con una amenazadora mirada y le expresa,

 

—Mire, chino marica, no me joda más la vida—  Su voz chillona en forma de grito le restan autoridad a sus palabras.

 

Ella le tira una chancleta mientras Felipe sigue molestando a su hermana Mariana por aquello de sus grandes orejas.

 

—Dumbo, dumbo, orejona.  Usted es dumbo, el muñequito que sale en el rey León. —El niño repetía burlándose de su hermana.

 

Ella se levanta y le da un puño muy fuerte en la espalda que hacen que el llore escandalosamente.  Entra en tono autoritario la señora Luisa y les expresa,

 

—¿Qué paso aquí?, no ven que estoy ocupada, haciendo las empanadas para que las vendan.  Ahora se van los dos a venderlas, sino aténganse a las consecuencias.

—AYY no Mami, yo no voy.  Que vaya la orejona esa.

—Si ve Mami.  Yo no salgo con ese chino.  Es que me da vergüenza.

—¡Señor dame paciencia mejor!  Van los dos y se acaba esta discusión; y ayy donde no me obedezcan.  Ya saben, ya saben. —Señalaba con su dedo índice en forma amenazante.

 

Doña Luisa termina de hacer las empanadas y manda a su hija Mariana y a Felipe a vender la primera tanda del día; ya los ánimos de ambos están apaciguados.  Al salir a recorrer el barrio y sus alrededores, Felipe siente gusto de que los muchachos y lo señores le admiren a su hermana; pues Mariana era muy bonita y ello favorecía que vendiera muy rápidamente las empanadas, ahorrando tiempo que aprovechaba para hablar con los adolescentes que la pispeaban con el ánimo de hacerla su novia.  Luego de una hora, regresan a su casa nuevamente.

 

—¿Cómo les fue? ¿Las vendieron todas?

—Si Mami. —Respondió a secas Mariana

—Si Mami, hace rato las vendimos; pero Mariana se quedó hablando con unos muchachos y por eso nos demoramos.

—SAPO. —Luego de una agresiva y temperamental mirada.

—Si ve Mami.

—Mariana, hija, tenemos que vender esto hoy; para mandarlos mañana a la escuela y para cenar esta noche.  Además, recuerden que tienen que hacer las tareas.  No me ha quedado tiempo de revisar los cuadernos del niño.  Tienes que ayudarle.

 

Como a eso de las siete de la noche, regresa Mariana y Felipe de vender la última tanda del día. Doña Luisa se encontraba preparando la cena; entran los niños.

 

—¿Cómo les fue mijitos?

—Bien Mami. Respondió Mariana

—Mami, ella se comió dos empanadas y no me dio ni una. 

—Mariana, está bien que te comas una empanada, pero comparte con tu hermano.  Dele también a él, no seas egoísta.

 

Mariana detestando tanto a su hermano en ese momento, se demoró en responder.

 

—Ay ya Mami, tengo hambre. Y ¿cómo le fue con la venta de los productos?

—No muy bien; por eso me demoré con la comida, pues los mostré, pero me dijeron que iban a seguir mirando.  Ojalá compren algo, sino me va tocar renunciar a eso.  Mariana, ahora que termines de cenar, vas a la tienda y vendes a Fernanda ese poco de botellas que tenemos ahí.  Yo se las ofrecí esta mañana y me dijo que ella me las compraba.

—Bueno Mami.  Mami ¿Y a qué horas llega mi hermana?

—Como a las ocho de la noche.  ¡Pobre muchacha!  Debería estar en la universidad estudiando, lo que tanto quería.

—¿Qué quería estudiar?

—Algo de ejercicios, creo que fis...  Físico; no sé, no recuerdo, pregúntele cuando venga.

—Mami, fisioterapia. Eso es lo que ella quiere estudiar; pero no le alcanza el puntaje del examen que presentó. Y por eso le toca ser secretaria.  Además, ella dice que no tenemos para pagar una universidad Pública, mucho menos una privada.  Yo la he escuchado mami…

—Ojalá Mami, yo si pueda estudiar modelaje.  Quiero ser modelo.

—Y yo médico.  ¡Quiero ser médico!

 

Mientras la señora Luisa les servía la cena a sus hijos; inesperadamente Felipe le preguntó como de costumbre.

 

—Mami ¿y mi papi?

 

Doña Luisa en ese momento recordó, el día que vio a su esposo revolcándose con la vecina Rosa, la de la casa de la esquina, en su cama de matrimonio que hacía dieciocho años su suegra les había regalado como regalo de matrimonio.

 

—Trabajando mijo, trabajando… —pero en su interior sentía una desesperanza y una tristeza que la hicieron humedecer un poco sus ojos.

—Mami ¿Y dónde es que esta mi Papá?

—Según él, un poco lejos de aquí; 

—¿Dónde es eso, Mami?

—No sé; —y se río de ellos al ver la inocencia de sus ojos…  ellos también se rieron, aunque no entendieron los motivos de su madre.

 

Como a eso de las ocho de la noche, mientras Mariana y Felipe se encontraban vendiendo los envases de vidrio en la tienda; llegó a la casa Daniela, la hija mayor de la señora Luisa.

 

—Hola mami.

—Hola Mijita, ¿Cómo le fue?

—¡Ay mami!, estoy cansada; todo el día haciendo diligencias y sin un peso para siquiera una bolsa de agua.  Pero bien mami; no hay problema.

 

Se notó un profundo dolor en la mirada de la señora Luisa y de repente quisieron invadirla pensamientos oscuros con respecto al jefe de su hija.  Le sirvió la comida y mientras cenaba.

 

—¿Mami y ese señor si le ha mandado plata? Porque desde hace tres años no lo vemos y tampoco nos ayuda; mami demándelo; a la oficina llegan muchas mujeres que demandan a sus maridos por abandono o maltrato y otras cosas. Y todo eso usted lo ha vivido.  Mami hagamos eso.

 

Antes de que doña Luisa respondiera algo, entraron Mariana y Felipe quienes pusieron unas pocas monedas sobre la mesa donde estaban servidos los alimentos.

 

Los hermanos saludan al unísono a su hermana mayor. 

—Hola hermanita.

—Hola. ¿Si se han portado bien?

 

Ellos responden afirmativamente y miran con picardía a su madre.  —Sabían que si no se portaban bien y les iba mal en la escuela; su hermana no les compraría ropa nueva a fin de año.  Daniela se dirige a su madre delante de sus otros hermanos y le pregunta:

 

—¿Mamá cuántos años tiene Felipe?

—El mes entrante cumple diez y este año se gradúa de quinto de primaria. 

—Hm, ¿y Mariana?;

—A fin de año cumple los quince. Pero ella si no va muy bien en el estudio.

—¿Cómo así?, —Se dirige con autoridad hacia su hermana menor—.  Mire Mariana, si pierde otro año, se queda sin estudio, no vamos a gastar más plata, ¿Es que cree que nos sobra?;

—Yo no quiero estudiar, no me gusta el estudio.  Huich apenas pueda me voy de esta casa… —Y se fue llorando para la compartida y única habitación.

 

Como a las diez de la noche, todos se disponían a dormir; en ese momento Felipe, en su repentina curiosidad le preguntó a su mamá por los parecidos de la casa.

 

—Mami, ¿a quién se parece Daniela?

—Los ojos verdes, son los de su papá; y el cabello es el mismo ondulado de tu papá y pues a los dos se parece en las cejas arqueadas, la cara pequeña; el cuerpo menudito con una cola bien puesta.  Es mezclada.

—¿Verdad Mami?  —Se río tranquilamente

—¿Y Mariana?

—Ella si sacó el cuerpo de mi mamá, de su abuelita; el temperamento de su papá.  Mi mamá era así; delgada, alta, elegante, de cuello largo.  Pero la piel dorada es como por parte de su Papá; ah los ojos miel son parecidos a los de mi hermano Manuel.  Él tenía unos ojos muy hermosos.

—¿Y yo mami?

—Usted si es puro, su abuelito; es idéntico a mi papá; así blanco; de ojos claros; mono; gordito; inteligente.  Así como tus eres.  Hasta en la manera de ser; muy noble.

—¡ja! ¿Noble? —Exclamó Mariana

 

Se rieron todos mientras siguieron hablando de sus sueños, de lo que querían hacer, de cómo querían arreglar la casa; de cómo querían vivir; hasta que todos se durmieron y se llegó el otro día dónde la rutina de los quehaceres se podía predecir sin necesidad de ostentar el título de mago.

 

Pasaron los días y Felipe fue reconociendo la influencia que tenía su hermana Mariana sobre él; pues, aunque ella no lo notara, Felipe se admiraba de ver la facilidad con que ella conseguía novios, haciendo sufrir a muchos y sacando la mejor ganancia en cada una de sus relaciones amorosas.  También le daba mal ejemplo llegando borracha y odiándola cada vez que su mamá sufría su ausencia.   

 

Era entonces normal para el niño Felipe que sus hermanas se desvistieran en su presencia pretextando que el niño no entendía esas cosas; lo consentían con mucho cariño y lo exponían a escuchar las superficiales conversaciones con sus amigas.  De esa manera, Felipe comenzó a identificar el comportamiento de ellas y a tomarlo de manera normal; sin proponérselo, caminaba como ellas, se expresaba como ellas y en ocasiones su madre lo descubrió maquillándose, tal cual ellas lo hacían.  Su madre sintió tanto miedo; que le daba muy duro y lo castigaba sobremanera.

 

Cuando Felipe cumplió sus doce años; los compañeros en el colegio, lo ofendían con comentarios despectivos acerca de sí.  Le decían: —Ahí va la Felipa, la marica, ¡ay la loca! el gay—, se mofaban de él.   Eso producía mucha ira en Felipe; tanto así que sentía ganas de matar y de hacer sentir mal a aquellas personas que lo fastidiaban.  Las viejas chismosas del barrio empezaron a hacer comentarios del niño que estaba próximo a desarrollarse ¡para convertirse en varón! Otras preferían callar considerando que también tenían sus propios hijos.

 

Pero todo no pasaba de ser un dialogo ruidoso sin autores definidos, muy parecido a un secreto que producía temor en las chismosas, ¡Toda vez que querían reproducirlo!

 

 

EL VECINO

 

 

En uno de esos días calurosos; Felipe salió a atender un mandando de su madre, para lo cual debía pasar por la casa de un vecino recién llegado al barrio que siempre lo miraba con ojos extraños.  Al pasar Felipe por el frente de su casa; el señor estaba sentado en una mecedora como intentando superar el caliente clima.  Lo ve pasar, reposando su inquieta mirada sobre él.  

—¡Hey, pelao! ¿será que usted me puede ayudar a mover unas cosas de aquí de la casa que tengo que acomodar?  Yo le pago.  Necesito su ayuda. —Hablaba con mucha amabilidad el nuevo vecino del barrio. 

—Es que voy un poco de afán porque tengo que hacerle un mandado a mi mamá. —Respondió Felipe con tono ingenuo.

—Pero esto no se demora mucho; por ahí una media hora.  Hágale, mire, le pago por adelantado y le dio un billete de veinte mil pesos a Felipe.

 

Se emocionó; pues nunca había tenido un billete de esa cuantía en sus manos.  Le dijo bueno, espere que haga el mandado.

 

—¡Aquí lo espero!

—Bueno.

 

Felipe salió corriendo, para hacer el mandado de su madre.  Luego llega a la casa.

 

—¿Cómo te fue?  ¿Si te pagaron las rellenas que fie a la señora Ligia la semana pasada?

—No, no mamá.  Pero me encontré estos veinte mil pesos.  ¡Cójalos mamá!

La señora Luisa se puso muy contenta; pues le iban a cortar el recibo del agua y ella necesitaba mucho de ese servicio.

 

—Mami ya vengo.  Voy a jugar allí con unos amigos.

—No se vaya muy lejos.  Acuérdese que están robando niños.

 

El niño Felipe se río y se fue para la casa del vecino sin que nadie más lo supiera.

 

—¡Pensé que no volvería! —Hablaba sarcásticamente y mirándolo con pretensión

 

Felipe sonrió con timidez e ingenuidad

 

—Bueno, ¡Entremos a la casa!

 

Ambos entraron a la casa, estando Felipe intrigado por lo que tenía que hacer.

 

—Y ¿Qué tengo que hacer?

—Levantar estas tablas y ponerlas en el cuarto.

—Bueno.

 

Empieza el niño a trabajar con gran diligencia en su remunerada labor que termina pasados diez minutos.

 

—¡Pelao! Mi nombre es Edison, ¿Cuál es el suyo?

—Felipe —Respondió con aire sereno

—Bien Felipe, ahora descansemos un rato.  ¿Le gustan las películas?

—Creo que sí.

 

El señor Edison, saca una colección de películas que guardaba en una bolsa negra.  Se acuesta sobre su cama; con las piernas desplayadas la una de la otra.  Se baja sus pantalones y queda solamente en bóxer pretextando que no soportaba el calor.  Felipe, al ver esa imagen de un hombre desnudo, sintió algo que no identificaba en su estómago, ni siquiera con las amigas de sus hermanas que no veían problema en desnudarse en su presencia.

 

—¿Qué haces? —Preguntó algo inquieto Felipe

—Relajándome; estoy un poco cansado, —Lo dijo mientras bebía de su vaso de agua—    Ya seguimos trabajando; venga acuéstese aquí al lado mío.

 

Inició la primera película, mientras esta rodaba, Felipe veía como el señor Edison frotaba su pene con su mano; eso causó emoción en Felipe, quien jamás había visto un hombre desnudo.  Felipe sintió ganas de tocarlo, pero no lo hizo; estaba casi que en estado de ¨shock¨, pues las críticas que recibía en el colegio; la manera como se referían de él, diciendo “Felipe es rosca”; comentarios que lo hacían arder en ira— y finalmente estaba allí, ante un hombre muy masculino que le había propiciado una discreta y pequeña erección. 

 

—¿Te gusta?

—Me gusta, ¿Qué? —Su voz era nerviosa y sentía su corazón palpitar como nunca.

—¡Pues qué va ser pelao! ¿Quieres ver mi verga?

 

El niño se asustó y quiso salir; pero no pudo porque su curiosidad fue superior.  Edison sacó su pene de entre el bóxer y comenzó a masturbarse, hasta que tuvo su eyaculación.  Luego se levantó de la cama, se limpió y le dijo a Felipe, ¿Usted qué edad tiene?

—Doce, bueno, voy a cumplirlos este año.

—Venga chino, no le diga a nadie lo que vio.

—No, tranquilo; yo no soy chismoso.

—Bien pelao.  Cuando quiera, vienes y vemos más.

—Bueno.  ¡Eso me gustó!

—Te gustó ¿Qué?

—Estar aquí, viendo la película.

—Vacano, ¿Cierto?

—Sí —y lo miró a los ojos como un niño que busca encontrar su padre.  Fue una mirada perdida que conmocionó en cierto sentido a Edison. 

—¿Qué más debo hacer? —Preguntó Felipe mostrándose en confianza

—Ayúdeme a correr estos tapetes y listo; si quiere venga mañana.

—Bueno.

 

Al terminar lo que debía hacer, se fue a su casa algo contrariado, pero con una felicidad aún no definida por él.  Cuando llegó, su madre le preguntó.

 

—¿Dónde estaba?

—Por ahí Mami.

 

Su madre tuvo que atender otras cosas y no siguió cuestionándolo.  Felipe se dirigió al baño a orinar y vio que de su pene salió un líquido gelatinoso, transparente y de un olor particular.  Felipe, había oído hablar del semen y eso, pero lo aprendido era que estaba muy joven; pues iba a cumplir doce años en dos meses.

 

Pasaron algunos días y nuevamente en el colegio unos compañeros empezaron a sabotearlo, él sentía tanta rabia, que deseaba matarlos y planeaba venganza contra ellos.  Esa noche llegó su padre que hacía muchos años no veía, este llegó con presentes y/o regalos para toda su familia.  Incluso su madre lo recibió en casa feliz de tenerlo en su hogar.  Pasaron los días viviendo como una familia completa puesto que ya se incluía a su padre.   Pronto el niño se dio cuenta que por más que intentara tener una buena relación con su papá; no podía, pues siempre Ricardo le decía:

 

—Párese bien, ¡Camine como varón! —Su voz retumbaba en sus oídos produciendo un escalofrío de absoluto terror.

 

Eso le dolía en el alma a Felipe quien no hacía más que llorar en sus escondites hablándole a Dios: —Yo no quiero ser homosexual, no quiero, no debo aceptarlo, no puedo; y sentía mucha rabia.  No le gustaba que lo juzgaran y por todo lo que le pasaba; trataba de esconder ese niño feliz y emotivo que tenía dentro.  Decidió por tanto aferrarse al estudio y proyectar un futuro desde entonces, el mejor para su amada madre.

 

Pasó el tiempo, donde Felipe no volvió a ver a su Vecino, desde la primera vez en que estuvo cerca de él.  la vida en su hogar, era muy parecida a la de un caos; su papá le pegaba a su mamá cada vez que entraba borracho; le decía cosas feas y Felipe no hacía más que ver esa situación que le causaba tanto dolor e impotencia.  En ocasiones quería matar a su padre con la intensidad de sus remordimientos, pero era un niño incapaz de llevar a cabo algo semejante.   

 

Un día, el novio de su hermana Mariana; un hombre chusco, mayor que ella; siempre que lo veía solo, lo molestaba, su nombre era Eduardo. 

 

—AY AY AY —Lo decía con tono destemplado y de burla— Ahí va la loca, la mariquita; tan delicada; como camina.  Ay ay-ay-ay. —Felipe hervía de rabia

 

No podía hacer nada porque temía contar o hablar de esas cosas con su familia; aunque siempre ocurría lo mismo, incluso, algunas veces en presencia de Mariana.  ¨Un día Felipe dopó a ese sujeto y pago para que lo violaran y lo volvieran nada¨, pero volviendo en sus cabales, y ya apaciguada su ira, se dio cuenta que era imposible hacerlo porque no tenía coraje suficiente para devolver el dolor a aquellas personas que lo zaherían con sus comentarios.  Felipe se esforzaba siempre por eliminar los ademanes femeninos que había casi que heredado de sus hermanas; pues siempre trataba de caminar como hombre y de portarse como tal; —Nunca entendía su vulnerada situación—; Se notaba nervioso en su caminar, miedo en su hablar y que su suave timbre de voz descubriera su identidad; en ocasiones se olvidaba de que tan solo era un niño de doce años debatiéndose en un dilema fatídico al que lo había sumergido la sociedad.  En esa lucha constante como buscando una aprobación de lo que él no era; se fijó metas para la vida que lo sumergieron en un espacio en el que encontró algo de liberación: ¡El estudio!   

 

Cuando cumplió los quince años; conoció un señor casado que tenía hijas casi que de la edad de Felipe; el señor trabajaba en la empresa donde el joven prestaba el servicio social como requisito para graduarse de bachiller.   Era un viernes acompañado de una recurrente táctica por parte del señor Augusto hacia aquel jovencito tierno y agraciado. 

 

—Felipe ¿Y qué vas a hace hoy?

—Nada señor, me voy para la casa.  Debo hacer tareas y trabajos del colegio.

—También debes descansar, no te estreses tanto con el estudio.

 

Felipe respondió con una sonrisa tímida. 

 

—¡Haber PIPE! te invito a tomar algo y luego voy y te dejo a tu casa.

 

El joven razonó sin ningún tipo de malicia puesto que su imaginación no alcanzaba a descubrir un propósito irregular en un señor amable, varonil y que además tenía hijas estando casado con su mujer.

 

—Bueno, vamos.

 

El señor Augusto lo invitó a comer hamburguesas y le dio a tomar una cerveza fría, que Felipe bebió sin dificultad.  Aunque no le gustaba.  Pero eso era lo que le ofrecía.  Mientras comían y conversaban, pasaron las tres cervezas en cada uno, entonces Augusto le propuso.

 

—¿Por qué no nos vamos para mi casa? Aprovechemos que mi esposa no está y ponemos música y seguimos tomando cerveza.

—¿Y sus hijas?

—Están con la mamá.

—Me da pena; además ya esta tarde y debo irme o llamar a mi mamá que debe estar preocupada.  Yo siempre llegó puntual. 

—No importa, llámala. —Extendió el teléfono para que lo cogiera.

 

Felipe llamó a su madre a quien le pidió permiso, diciéndole que estaba en casa de unos compañeros y que llegaría más tarde; su madre no le vio problema porque se sentía afortunada de tener un hijo responsable y serio, tal cual él era.

 

—Listo don Augusto, no hay problema. Vamos.

—No me diga don, llámeme Augusto no más.

—Bueno.

—¡Qué bien que te dieran permiso! —Proyectaba una felicidad reluciente.

 

Lo subió en su camioneta y lo llevó a su casa. Durante el camino, no hablaron una sola palabra, solo escuchaban música mientras Felipe tomaba una cerveza en lata que llevaban junto con maní y comestibles.  Llegaron, entraron a la casa, inmediatamente Augusto acomodó la sala, sacó otra clase de bebidas y siguieron tomando.  Como a eso de las nueve y media; Augusto invitó a Felipe a su habitación a ver películas y seguir bebiendo.  A las diez de la noche Felipe estaba totalmente borracho y su señor Augusto, ya lo estaba manoseando y por cuestión de la borrachera, terminó muy dentro del ex virginal bebe.  Felipe amaneció avergonzado en aquel lugar; sintiendo punzadas por los recuerdos que golpeaban su conciencia; se sentía mal y miserable, pensaba en su familia y deseaba ¨morir¨ por aquello que había hecho.  Eran las diez de la mañana. 

 

¿A qué horas te vas para tu casa?

—Ya mismo.  ¡Qué pena Señor!

—Acá no ha pasado nada, tranquilízate.  Llama a tu mamá y si quieres dile que yo soy el papá de uno de tus amigos de estudio. Y yo hablo con ella.  —Así sucedió.

 

Felipe se fue para su casa hasta que superó el asunto.  De ahí en adelante, todos los viernes sucedía lo mismo, pues la química sexual despertada por el hombre casado, padre de dos hijas y Felipe era impresionante; aunque, era más por parte de él que de Felipe; Cada fin de semana, Felipe le decía a su madre que se iba a quedar en casa de su compañero y que hablara con el desconocido papá.   La señora Luisa, inocente en su cavilar; hablaba con Augusto, convencida de que era el papá de un compañero de estudio de su amado hijo y confiable hijo.

 

Pasado un año de amoríos en tinieblas, Augusto se sintió tan enamorado de Felipe que no sabía cómo decirle su intención de divorciarse; hasta que fue muy sincero y lo manifestó.  Felipe no consintió en esa idea y le advirtió que si él llegaba a divorciarse; el amorío de ellos se acababa.   Augusto no tuvo otra opción que seguir comportándose como el gran esposo, padre de dos hijas.  Al joven no le faltó nada, vestía bien y desde entonces no se preocupó más por el dinero para estudiar.  Incluso, su ¨querido¨ le daba plata para que ayudara en su familia pretextando que la obtenía de trabajos que hacía para sus compañeros de estudio.  Siempre hubo una total discreción en aquella clandestina relación donde nadie sospechaba las andanzas del juicioso joven; su madre por instinto de madre, conocía que la realidad de su hijo, era algo confusa.  Ella oraba a Dios.

 

 

 

 EL VIAJE

 

 

Felipe terminó su bachillerato con honores y créditos académicos; aplicó para estudiar en la universidad más importante de su país, y para ello, debía presentarse al examen de admisión en la ciudad capital que él no conocía.  Por esos días, su amigo íntimo le había regalado un portátil desde el cual se conectaba por redes sociales buscando amistades de su misma condición sexual; con ellos, entraba en todo tipo de aventuras sexuales en los que disfrutaba a plenitud de su sexo con hombres mayores en su totalidad. 

 

En una ocasión; conoció en una red social para personas homosexuales a un joven de treinta y tres años de edad, quién, se mostró como una persona decente, de destacado estatus socioeconómico.  Decidieron encontrarse en un centro comercial para entablar un inicio de amistad sexual si se daban las cosas.  Al encontrarse, detonaron en el saludo más masculino posible que hubieran podido mostrar; en realidad el sujeto no mostraba por ningún lado amaneramientos; se veía muy varonil y serio cosa que agradó más, al protagonista de esta historia.  Se sentaron en un café donde ordenaron capuchinos. 

 

—¿Todo bien? ¿Qué tanto de lo que hablamos por Messenger es cierto? —Preguntó Felipe derrotado en su inmadurez de dieciséis años.

—Bueno; —Lo miró con detenimiento— En un ochenta por ciento, lo que te dije por Messenger lo es.

—Es interesante saberlo.  Entonces, eres Carlos, ingeniero de petróleos; trabajas en una empresa importante del país; reservado y quieres experimentar, ¿Verdad?

—Así es. Nadie conoce esta faceta de mi vida, siempre he tenido novias y mis amigos todos son heterosexuales; soy muy discreto; nadie conoce esta faceta de mi vida.  Y pues solo quiero explorar, conocer, a ver qué pasa.

—¿Y el veinte por ciento de mentira? —Se río Felipe quién parecía un periodista haciendo preguntas en todo momento.

—Sigamos hablando a ver si se descubren.  —Se río también.

—¿Y cómo te diste cuenta que eras gay?

—¡No sé! Desde que me conozco tal vez.  No tengo referencia.  Eso pasó.  No sé.

—Sí eso pasa.  ¿Y te has enamorado?

—Sí, de un malparido, que yo he ayudado mucho y me pagó muy mal.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—En una ocasión me llamó un amigo que también es del cuento y que nos conoce a ambos; a decirme que tuviera cuidado porque en la página de —Manhunt— lo había contactado para tener sexo.

—Man ¿Qué?

—Manhunt

—¡Ah! Caza hombres.

—Sí.

—Me dijo que mi pareja le estaba cayendo, lo estaba invitando a tener sexo.  Él me advirtió que tuviera cuidado.  Le hice reclamo a mi pareja y no dijo nada.  Se hizo el bobo.  Se la pasé por alto. Pero un día; como él se sabe la clave de mi correo y yo la de él.  Un día se me dio por meterme y un man empezó a hablarme y me escribió.  ¿Entonces qué? ¿Cuándo vamos a volver a encontrarnos? Vamos a motel; la pasé muy rico contigo, quiero repetir eso.  Entonces yo empecé a decirle ¿Y cuándo fue eso? ¿De qué habla? Y el man me escribía: —¡Ah ya se le olvidó! ¿No se acuerda como lo hacía bramar en la cama? Usted me dijo que también quería repetirlo. ¿Entonces que dice? —.  En ese momento yo quise acabarlo; discutimos feo y me abrió, me dijo que no quería seguir más conmigo.  Mire Felipe, yo generalmente soy activo, pero por él fue que empezó a gustarme un poco lo de ser pasivo; lo que pasa es que yo tengo un pene muy grande y no me parece justo con él y por eso lo dejé.  Mire es que, a mi edad, yo ya no busco aventuras, ni nada de eso.  A mí se me han alejado los amigos y las amigas que tenía.  Es que mi familia ha tenido plata y eso hace que la gente a uno lo mire con otros ojos.  Ayer, un amigo me llamó y me dijo, venga a mi apartamento que aquí tengo un pollo; mire Felipe, yo fui y no se imagina lo que le hicimos a ese chino; le hicimos de todo.  Pero eso no es lo que yo quiero, yo quiero algo estable, ya no estoy para andar en esas cosas.

—¿Qué es eso de activo y pasivo? —Se hacía el inocente ante el despecho de Carlos.

—¿No sabe? —Exclamó sin mostrar signos de duda.

—No —Respondió fríamente no dando lugar a otra interpretación.

—Activo es la persona que penetra y pasivo es el que se deja penetrar.

—Hm, entiendo.  —Guardó silencio— Usted se ve una persona bien, ¿Por qué no lo deja? Ese man no lo merece ¿Consígase alguien que le de la talla?

—Yo sé; mire yo aquí tengo una foto de él.  ¿Quiere verla?

—Sí.

 

Al ver Felipe la foto, reconoció a uno de sus amigos con quien usualmente tenía sexo y quién le estaba pidiendo tener una relación sería con él; ante el gesto de sorpresa.

 

—¿Lo conoce?

—No, jamás lo he visto.

 

Siguieron hablando de pormenores y aunque a Felipe le gustaba, decidió aislarlo por la depresión en que se encontraba; no queriendo sentirse usado para superar el dolor; además Augusto seguía tan o igual de confiado en él como Carlos de su Ex.  Prefirió cortar. 

 

—Ya es tarde; tengo que irme. 

—¡Lástima! Pero, ¿Nos vemos luego?

—Sí, ahí cuadramos, yo le hablo por Messenger.

 

Carlos parecía creerlo todo y asimiló la respuesta de Felipe con agrado sin percatarse de que el muchacho no había querido darle su número de celular.  Esa misma noche, vio conectado en el Messenger a Jonathan de quién había estado hablando en secreto.

 

—¿Qué más? ¿Qué me cuenta?

—¿Y ese milagro que me escribe? ¿Por qué me dejaba en visto las otras veces?

—Mucho estudio.  Pero usted sabe qué bien.  ¿Cómo has estado? —Persuasivamente, le sacó información acerca de Carlos.

—Yo creía que estaba enamorado, pero no, eso no era amor; me equivoqué; yo no lo amo.  Ya estaba aburrido.  Además, pasaron muchas cosas.

Al rato se conectó Carlos, mientras Felipe continuaba hablando con Jonathan.

 

—Hola, ¿Cómo llegaste? —Preguntó Carlos a Felipe por el Messenger.

—Bien, ¿Y vos?

—Bien, Oye, ¡Me encantó conocerte!

 

Felipe no le habló por un largo rato mientras seguía sacándole información a Jonathan.  Luego le escribió a Carlos.

 

—Creo que tengo a tu amigo en mi Messenger; no me había fijado, pero es la misma foto; ¿El correo es amador@hotmail.com?

—Sí, ese es, porfa cuénteme lo que le diga.

 

Felipe le envió un emoticón picándole el ojo.  Luego, le copió la conversación donde se leía que no lo amaba que se había equivocado, que habían pasado muchas cosas donde él siempre lo estaba humillando, en fin…

 

—¿Que no me amaba? Mucho hijueputa ese man; después que le pagué un tratamiento para el acné que me costó como dos millones de pesos; porque él es un pobre; mucho malparido y siguió insultándolo. 

—Tranquilo, dele gracias a la vida que se está dando cuenta de que clase de persona es; usted merece alguien que lo valore.  —Felipe simulaba comprensión.

—Gracias Felipe; estamos hablándonos; tenemos que salir a tomarnos algo y pasarla rico.  Luego lo llamo.

 

Nunca más lo llamó; en alguna ocasión se lo encontró por Messenger donde Carlos le manifestó que había vuelto con Jonathan porque definitivamente lo quería mucho.  Felipe lo borró de su Messenger.  Llegó el fin de semana donde como todas las veces, lo pasaba con Augusto en el apartamento que él había comprado exclusivamente para estar con su amor; el encuentro siempre terminaba en una explosión sexual que daba a luz muchas manifestaciones de placer.  Las excusas tanto en el hogar de Felipe y en la familia de Augusto ya dejaban entrever espacios grises alrededor del colorido arcoíris.  Ese viernes, el celular de Felipe sonó muy a las cinco de la tarde ya que usualmente Augusto lo llamaba a las seis; hora en que salía de trabajar.   

 

—Hola precioso; ¿Dónde estás?

—Hola doctor…  Estoy en el centro haciendo una vuelta.  ¿Se adelantó la reunión?

—Sí bebe, salí antes de trabajar.  ¡Quiero verte!

—Listo, recógeme dónde siempre. 

—¡Ok! En diez minutos estoy ahí.

 

Lo recogió en la camioneta que estaba estrenando ese año; la cara de Augusto, irradiaba mucha alegría con el particular brillo de los ojos que Felipe ocasionaba cada vez que se veían.  Se subió Felipe al carro; Augusto subió los muy polarizados vidrios y lo completó con un beso muy apasionado.  Cómo costumbre típica del señor, mientras conducía acariciaba la pierna de su pareja.

 

—No te imaginas cuánto te pensé hoy.  Te he pensado mucho bebe.

—¡Yo también amor!

—¿Y a dónde quieres ir? ¿A dónde vamos a comer? Tengo mucha hambre, ¿Qué quieres bebe?

—No tengo hambre. Pero si quieres te acompaño para que comas. 

—No señorito, conmigo tienes que comer —se reía.

 

Felipe sonrió mientras se dirigieron a un restaurante muy elegante que estaba recién inaugurado en la ciudad.  Cada uno pidió el plato que más le llamó la atención pedir.

 

—Ya pedí permiso en la empresa para acompañarte a presentar el examen de admisión.

—No es necesario.  Mi hermana Mariana me va a acompañar y es mejor no despertar más sospechas. 

—Ya me había entusiasmado con ir, —Se le notó la tristeza en los ojos

—Es mejor que vaya con alguien de mi familia.

—Acepto.  Yo te doy el dinero la próxima semana para que viajen cómodos. 

—Me da pena amor.  Yo veré como me las arreglo; mi hermana Daniela me va a dar dinero.

—¿Pena? Yo no voy a dejar que mi novio pase trabajos por allá.  Además, en tu casa necesitan ese dinero.  Recíbelo, pero lo devuelves cuando llegues.

—Bueno, yo te hago caso. —Se miraron con afecto sin poder mostrar ningún otro tipo de cariño

—Si no pasas a la universidad Nacional ¿Dónde más has pensado estudiar?

—No sé.

—¿Ya sabes que vas a estudiar?

—Sí, claro; Derecho, ya te lo he dicho.

—Deberías estudiar algo mejor; no sé, una ingeniería o algo que de verdad deje más dinero.

—Me gusta derecho.

—Amor, no te lo había querido decir, pero desde hace seis meses, estoy ahorrando un dinero para que estudies en una muy buena universidad.  Quiero que seas una persona importante.  Quiero lo mejor para ti.

 

Esa información tomó por sorpresa a Felipe y le respondió.

 

—Las mejores universidades, están en la capital y tú ya conoces la universidad a la que anhelo ir a estudiar Derecho si no paso a la oficial y es bastante costosa.

—Lo sé.  Y no importa lo que tenga que hacer; vas y estudias allá.

—¿Y lo nuestro? —Preguntó Felipe fingiendo preocupación.

—Ya estoy tramitando el traslado en la empresa, para esa ciudad.  Espero no me lo nieguen.

—¿Y si te lo niegan?

—No creo.  De lo contrario me veré en la obligación de renunciar; a ti no te pienso dejar.  ¡Tú eres mi vida!  ¡Sin ti me muero!

—No vuelvas a lo mismo.  Tú estás casado y tienes tus hijas; ¡Ellas deben estudiar! Una de ellas está en universidad pública y yo no me voy a sentir bien con eso.  Yo prefiero que las cosas queden aquí para que esto no llegue más lejos.  Nos estamos haciendo daño y se lo estamos causando a personas inocentes.

 

Una mirada de ira relampagueó en los ojos del señor.  Trató de ubicarse en espacio y tiempo.  Se calmó a sí mismo un tanto esforzado.

 

—Yo no decidí sentir esto por ti.

—¿Acaso te has preguntado lo que yo siento? —Manifestó Felipe

 

Augusto no pudo reprimir el enojo, se puso histérico, le habló fuertemente.

 

—Ya no vuelvas a lo mismo tú; tú sabes cómo manejo la situación con mi familia; si estoy con ellos es porque tú me lo pides; pero ya no hay nada.  Con mi esposa hace mucho que no tengo sexo; por el contrario, sé de un joven que se la está comiendo y me importa un carajo.  Tú eres quien me importa; solo tú.

 

Felipe se quedó callado mostrando disgusto con lo sucedido puesto que su ¨querido¨ nunca le había hablado en ese tono.  Él canceló la cuenta y subieron a la camioneta. 

 

—Perdóneme mi amor; me exalté, no quería gritarte —Puso su mano sobre la pierna de Felipe quien le quita la mano en señal de descontento y no responde palabra alguna—.  No me dejes así; mira que no voy a poder dormir, yo siempre te he sido fiel a ti, nunca he buscado otro hombre, no otro joven y eso que se me han ofrecido muchos y no sé por qué.  No puedo.  Perdóname amor.  No lo vuelvo a hacer.  Vámonos de esta ciudad; olvidémonos de todo; de todo.

—Llévame a la casa; mi mamá debe estar preocupada.

—¿Cómo así? ¿No vamos para el apartamento? Quiero estar contigo.

—Yo no —su tono era seco— déjeme en casa o aquí y yo cojo transporte. 

—Te dejo en tu casa, pero no sin antes que me digas que me perdonas. —Lo miró reflejando miedo de perderlo y volvió a poner su mano sobre la pierna de Felipe.

 

El joven, Lo miró fijamente y le dijo con voz seca y desesperada:

 

—Está bien, está bien, te perdono.  ¿Ya? ¿Eso quieres escuchar?; aunque no tengo nada que perdonar; yo te quiero mucho y lo sabes.

 

Augusto sintió descansar, aunque todavía estaba pretensioso de que fueran al apartamento a pasar la noche, pero Felipe fue tajante al respecto.  El señor decidió adelantarle una sorpresa a su novio.

 

—Bebe, se me olvidaba; ya compré los tiquetes para las vacaciones de este fin de año; nos vamos para una isla muy hermosa a la que solamente puede ir muy poca gente.  Mañana te hablo de eso.

—Enserio —Respondió emocionado, luego de lo cual se escondieron en el carro por entre las sombras de la noche y se besaron.  Luego lo dejó en su casa.

 

Felipe llegó a su casa; su mamá convencida de que su hijo estaba trabajando; le pregunta:

—¿Qué quiere de comer mijito?

—Nada mami. 

 

El joven había adoptado una postura bastante fuerte para ocultar su condición y por ello, había logrado despistar a muchas personas; pero en su familia siempre identificaron un misterio o un vacío en las actuaciones de Felipe y de ello preferían nunca hablar.  Cuando se tocaba el tema del homosexualismo; Felipe respondía: —Sí mamá, ¡terrible! Eso es porque como dice usted; la gente no tiene a Dios y por eso pasan esas cosas—.  En la mayoría de las conversaciones, la señora Luisa trataba misteriosamente de indagar más al respecto, mostrando un miedo ingenuo de que Felipe en cualquier momento le revelara la temida verdad.

 

Felipe va a su habitación un tanto pensativo por los comentarios de su madre; enciende el portátil que le había regalado su “tinieblo” y pues quién además le daba el dinero para pagar el internet de la casa.  Empezó a navegar en las páginas que tanto le gustaban para encontrar nuevos “amigos” que vivieran en la capital para donde se disponía a vivir por un largo tiempo.  Alternaba las conversaciones de su Messenger con las de las páginas para encuentros sexuales sin faltarle la dosis de pornografía con la que tenía un encuentro casi que cada noche.  Después de su explosiva masturbación, se dormía tranquilo como un jovencito sin malicia.      

 

Su familia en general gozaba de un poco más de estabilidad puesto que su padre y hermana mayor trabajan establemente y así habían logrado arreglar un poco mejor la casa; construyendo dos habitaciones más.  La señora Luisa, también se rebuscaba desde su casa buscando cualquier manera de contribuir al bienestar económico de todos.  Muchas veces, el mal acostumbrado padre de Felipe, llegaba borracho a insultar a su madre y hasta agredirla físicamente; Daniela cuando presenciaba esos hechos, intervenía recibiendo los golpes en lugar de su madre; Felipe también defendía enfrentándosele como pudiera, incluso, en una ocasión lo desmayó al descargar una butaca en su cabeza; a lo cual ninguno de los hijos quiso compadecerse, excepto la gran señora a quién pareciera que cada golpe de su marido la solidificara en amor.  Mariana tenía una aparente relación estable con un hombre mayor y casado quién le pagaba sus estudios y le daba al parecer lo que le pidiera.  

 

El día en que Felipe desmayó a su papá con el golpe en la cabeza que le dio para que no le pegara más a su mamá; ella muy triste les contó a sus hijos historias su vida junto a su varón que a ninguno sorprendía porque en el fondo parecía que ella no entendiera la vida tan lamentable que había aceptado vivir.  Dentro de lo que comentó, reveló que siempre que estaba encinta, la golpeaba constantemente atribuyendo a ella el motivo de su pobreza material; también que antes de que naciera Mariana le dio tan fuerte en la espalda con una guadua que la tuvieron que internar y sacarle la bebe al igual que pasó con el susto que le ocasionó cuando estaba en el sexto mes de embarazo de Daniela; conduciendo tan violentamente que la asustó y la niña nació mucho antes del tiempo, aún sin tener formadas sus uñas ni sus labios vaginales; —Antes se crío la niña— Dijo con triste voz.  Todos sus hijos escuchaban tristes como llenándose de rabia contra su padre por aquellas cosas que la señora Luisa había superado con amor.  —Y eso que cuando se daba cuenta que eran niñas, decía: —Otra alcancía— y ni las miraba; por el contrario, apenas podía me pegaba.  ¡Es un cerdo! Yo he vivido cosas muy duras.  —Su voz era aguda y triste, pero sin el menor asomo de rencor.

  

—¿Y qué paso cuando nací yo? —Preguntó Felipe.

—Usted nació como un toro, grande, hermoso; casi me muero en el parto porque su papá me dio una Poni Malta y eso me dieron borracheras y me desmayé.  Perdí mucha sangre en su embarazo, tuvieron que cogerme puntos, me desgarré mucho.  Su papá lo alzó con mucho orgullo y los médicos le decían que usted iba a ser un hombrazaso ¿Y no ve lo grande que usted es? Por un año estuvo muy juicioso; pero seguía con esas mozas, mientras a mí me tocaba mirar cómo me las arreglaba para enviarlos a la escuela.  Si se acuerdan cuando vendían las botellas en la tienda y se iban ustedes a vender empanadas y rellenas.  Eso no fue fácil y sigo sufriendo.

—Mami, pero usted ha sido la tonta, ¡Eche ese viejo!; ¡Jueputa vida! ¡Es que lo odio! ¡No lo soporto!, Yo si jodo ese viejo mamá —Hablaba Mariana hirviendo de furia—.  Que conmigo no se vaya a meter.  Mami usted se acuerda cuando yo le conté que ese señor me estaba tocando; Daniela me contó que a ella quiso violarla, ¿Cómo fue eso Má?

—¿¡Qué! ¡Qué!? Cuénteme Má. —Felipe preguntaba con la boca abierta. 

—Sí, todo el tiempo fue con un miedo de dejarlas solas; no podía hacerlo; en cualquier momento ese viejo llegaba borracho y uyy no, no quiero ni pensar.  Un día, la niña, Daniela, tenía siete años; yo había salido a hacer una diligencia y cuando llegué, estaba ese viejo con el “chimbe” afuera ya como para metérselo a la niña.  Me dieron unos nervios y una rabia.  Yo le dije: —Este cerdo que le pasa, y me puse a llorar quitándosela.

—Mami ¿A usted que le paso? —Preguntó Felipe aterrado.

—¿Usted cree que yo viviría con una persona así? Yo lo mato. Y Daniela ¿Usted se acuerda? —Mariana estaba muy aturdida porque siempre había tenido un temperamento ácido.

—Yo no sabía, ¡Ay! no me gusta hablar de eso.

—Tenaz. “Cuánto me gustaría haber nacido gay para restregarle a ese viejo que tuvo un hijo así”.

—Ay no mijo, no hable así.

 

Las miradas fluían en el espacio como cargadas por un vacío enorme.  El silencio reinó por espacio de unos segundos.

 

La normalidad de la vida en cada uno de los integrantes de la familia, siguió según los márgenes de lo predecible; cada vez se hacía más próximo el viaje de Felipe a la capital.  Un día entre semana, Augusto llamó a Felipe para pedirle que lo esperara en el apartamento.

 

—Bebe, estoy feliz, me aprobaron el traslado a la capital; el próximo año empiezo allá.

—¡No lo puedo creer!  —Felipe tuvo que mostrarse feliz

 

Felipe no disfrutó de su sexo esa tarde; empezó a sentir un leve aborrecimiento hacia su ¨querido¨.  Con los días ya no aguantaba siquiera un beso, una clase de repulsión había nacido inexplicablemente en él; su actitud fría para con Augusto habían hecho que él se comportara de manera mucho más especial y detallista.  Felipe un tanto más desinhibido, le pedía plata en abundancia para darse lujos personales.  Viajó a la ciudad de Bogotá en compañía de su hermana Mariana; presentó el examen y quedó atento a los resultados del mismo.  Estando en esa enorme ciudad, se contactó por teléfono con un abogado a quién había conocido por la página que Carlos le había enseñado.  Habían acordado un encuentro sexual ya que muchas veces se limitaban a tener sexo por cam.  Ambos se gustaban mucho y pues como era de esperarse, tronaron en un apartado hotel, luego de lo cual, decidieron iniciar una relación.

 

Felipe se entusiasmó mucho con el señor de treinta y ocho años, elegante y con una posición económica que le permitiera a Felipe quererlo con facilidad.  Cuando salieron del hotel con dirección al lugar dónde se hospedaba Felipe con su hermana, Felipe quedó matado con el Audi y se portó mucho más especial con Alberto, quién así se llamaba.

—Yo soy docente universitario; estudié derecho y economía en España.  Me he enamorado muchas veces, pero ya no lo hago…

 

Felipe lo miraba de pies a cabeza y era claro que no tenía nada femenino en sí; tal cual él le había dicho por internet; era un hombre, al parecer muy hombre.

 

—Uno aprende a cuidarse; ya uno aprende a proteger el corazón.

—Y ¿Quién fue tu primer Amor?

—Es una historia muy larga.

—Entiendo, cuéntame algo.

—Eres bastante preguntón.

—Sí, soy bastante curioso.

—Bueno, él es un hombre con mucho dinero; teníamos la misma edad.  Yo me enamoré muy rápido; por eso es que ahora cuando veo que me estoy enamorando, renuncio, apago teléfonos y cierro mi corazón porque duele mucho. Yo dejé a mi esposa, como te dije por internet; soy casado, mi esposa sabe que soy gay; yo le conté que cuando era pequeño mi hermano me violaba y al parecer eso siguió influyendo en mi vida.

—¿Cómo así? ¿Tu hermano? —Felipe no podía asimilar algo de esa magnitud.

—Sí, él es velludo, grande, hermoso y pues yo era el menor.  A mí me gustaba que lo hiciera.

—¿Y tú lo odias? ¿Tú le hablas? ¿Él sabe? ¿Es el gay, también?

—No, él está casado; tiene sus hijos y no volvió a hacer eso; pero cuando hablamos y se entera que yo sigo en eso, se pone muy triste y lo lamenta mucho y me da abrazos y no más.

—¿Y a ti te gustaría tener sexo con él nuevamente?

—No sé.

—¿Y él nunca más te ha insinuado algo? ¿Acariciado o mirado con morbo?

—Nunca.

—¡Interesante! Bueno, sígueme contando lo que me estabas contando de tu primer amor.  —Felipe se rió.

—¡Ah sí!, pues yo no sé nada de él; él me puso los cachos y eso para mí fue fatal, ya se había perdido el respeto; casi me muero.  ¡Yo casi me muero!  Y pues hace poco, conocí un muchacho hermoso; como de veinte años; íbamos a rumbear, nos emborrachábamos; él tiene un pecho divino, con un bello así todo bien distribuido, unas piernas y un culo hermoso; una cara y una barbilla hermosa; muy lindo, muy bello; pero empecé a enamorarme y terminé de una todo.  Cero llamadas, cero salidas.  Además, me di cuenta que él solo me sacaba dinero.

—¿Entonces, usted que busca? ¿Te gustan los menores?

—Una persona que esté casada como yo, que sepa que solo podemos vernos y tener sexo por raticos.  Sí; yo me enamoro más fácil de los menores porque siento mucha ternura; pues no tengo hijos y me siento como un papá protector.

—Creo que podemos hacer un buen “click”; a veces, siento que a mí me faltó un papá y que esa es la causa por la que estoy en esto; —Pensó en Augusto—.  Pero dijo con una risa miedosa: —“usted es un caso completo”.  —Él se río

—Déjame te llevo a dar una vuelta por la ciudad para que la conozcas mejor, luego te llevo al hotel donde te estás quedando.

—De una.

Felipe estaba desanimado porque Alberto no mostraba intenciones de brindarle a Felipe lo que él quería.  Felipe en el trayecto, no habló mucho y pidió que lo llevara a comer algo mientras le decía a Mariana por teléfono que se demoraba un poco en llegar.  Se dirigieron a un lugar que sonaba excelente, pero estaba cerrado, entonces llegaron a una panadería donde, el conocido comentó.

 

—Me gusta mucho esta panadería porque por las tardes, vienen y se sientan unos “bizcochotes” y uno acá conoce gente, mucha gente; las personas que he conocido de tu región son muy bonitas y tú lo confirmas.

—Gracias por el elogio. Oye ¿Y tienes hijos? ¿Cómo es la relación con tu esposa?  No entiendo como ella sigue contigo después de saber lo que le cuentas.

—Hijos no tenemos, aunque ella se muere porque los tengamos; mi matrimonio fue a lo grande, fue de sociedad y después de un tiempo de casados yo la dejé y eso se puso que se moría, llamaba a mi familia, manipulaba a mi mamá.  Eso era un caso completo.  Hasta que yo le reconocí a mi mamá y ella ya sabía “las mamas son brujas”; me tocó frenarla y dejarle todo claro, pero ella insiste en seguir conmigo, dice que me ama mucho y trata de no ponerme tanto problema y de no hacerme preguntas; aunque a veces cuando vamos en la calle a ella le duele que yo le haga una mirada a un hombre.  Ya no me cuestiona ni me molesta, solo me pide que me proteja.  Cuando tengo relaciones con ella; por lo general uno no es feliz; el sexo no es placentero; piensa uno es que esta con un hombre para poderse venir.

—Sigo sin entender cómo es que ella sigue con usted y cómo usted lo permite también. —Estaba sorprendido.

—Yo la quiero, pero jamás la amaré, así me lo proponga; es imposible.  Ah acá entre nos; ella no sabe que yo me hice la vasectomía cuando nos casamos; yo me fui para donde un amigo medico mío; que también es del cuento y le dije que no quería tener hijos porque no quería que mis hijos tuvieran un papá homosexual.  Recuerdo mucho que él me dijo: —¡Pero ¿cómo?! Usted con esos ojazos, con esas características.  Yo le decía: —Sí, pero no, no quiero y le aseguro que no me voy a arrepentir y lo hice; pero ella no tiene ni idea.

—Sí, eso de tener hijos no aguanta. 

—Sabes que no me arrepiento.

 

Siguieron hablando hasta que llegó el momento de pagar la cuenta donde Alberto muy diplomáticamente le dijo a Felipe: —Tú me invitas, ¿cierto?; págala y voy y te dejo al hotel.

—Si claro, no hay problema.  —Pero eso lo dijo entre dientes y de manera muy pensativa.

 

Alberto comenzó a mostrarle la ciudad a Felipe; un mundo nuevo para él; le gustó mucho ese paseo a Felipe porque quedó encantado con esa ciudad debido a su nivel cultural y que le brindaba el espacio adecuado para él tener más libertad.  En el trayecto Felipe le preguntó a Alberto si él tenía muchos amigos bien de este cuento, a lo que Alberto le respondió: —Yo conozco muchos amigos, todos de familias muy adineradas en este país y son súper buenos amigos conmigo.

—Preséntamelos; me interesa conocerlos.

—Tiene que ser un fin de semana. —Alberto no se mostró convencido ni agrado con la petición de Felipe quien ya lo había puesto en posición de un posible amigo con quién nunca más tendría sexo—.  Deberías quedarte conmigo en un hotel esta noche. ¿Qué dices?

 

—Me gustaría, pero tengo otros compromisos y no tengo mucha plata —Ello lo dijo sarcásticamente por el dinero que había cancelado—.  Porfa llévame al hotel, no quiero demorarme más de lo previsto.

 

El aspecto de Alberto se endureció sintiendo la actitud de rechazo de Felipe; igual se dirigieron para el hotel; en el camino Felipe quiso animar la conversación que había sucumbido al silencio.

 

—Recuerdas que me dijiste por internet que te estaba cayendo el jefe de tu hermana.  Que en más de una ocasión te había echado piropos y que se trata de un hombre muy bello.

—Uhm sí.

—Recuerdo que también me dijiste que te daba miedo porque es casado y que por respeto a su familia no ibas a seguir con él.  ¿Qué paso? ¿Siguieron?

—Sí, pero yo sé cómo manejo las cosas.  En vacaciones nos vamos apara Aruba con otros amigos que son pareja.

—¿Y su esposa?

—Ella ya sabe, y más le vale que no pregunte.  A ella también la saqué del país y estuvimos de vacaciones el año pasado.   —Con gesto de lamentación dijo.

—¡Usted no se imagina las oportunidades que he perdido por estar casado!  —Se notaba algo de resentimiento en su voz.

 

Al fin llegaron al hotel.  Felipe lo despidió prometiendo llamarlo luego; cosa que nunca cumplió, ni él tampoco lo volvió a contactar.

 

Pasaron los días, y por la prensa Nacional de su país, estando en su ciudad natal; Felipe leyó que había sido aceptado en la Universidad lo cual hizo su día muy feliz. Su familia celebró con él dado que tal triunfo era de gran regocijo para todos.  Doña Luisa mostraba gran incertidumbre de dejar a su hijo en una ciudad donde no tenía familia y estaría completamente sólo.

 

—Mijo mejor estudie aquí; eso por allá a aguantar hambre, no mijo no se vaya, no tenemos plata.

—Mami, no se preocupe que yo puedo trabajar; además soy buen estudiante.

 

Felipe se aseguró antes de darle la noticia a su “querido Augusto”, de que le consignara el dinero de los ahorros a su nombre para gestionar la matricula en la universidad privada; lo cual él hizo sin ningún tipo de prevención.  Los ahorros, superaban los ochenta millones y cuando Felipe vio eso; fue como si sus sentimientos hacia el señor hubieran mejorado en parte. 

 

—¡Amor!, ya te consigné el dinero; estoy muy entusiasmado de que nos vayamos.

—Sí mi amor, muchas gracias; estoy muy entusiasmado de estudiar en la universidad que siempre he querido. —Felipe mintió—; Amor yo llegó en las horas de la noche.

—Bueno mi amor, estaré pendiente como a eso de las siete para recogerte y para llevarte a comer.   Amor, quiero contarte algo que hice esta mañana por ti.  Recuerda que te amo mucho.

—Bueno precioso, un abrazo; chao.

 

Augusto recogió a Felipe muy cerca del barrio donde vivía, pues no se acercaban mucho para no despertar “comentarios mal intencionados”.

—Bebe te extrañe muchísimo, no veo la hora de que vivamos abiertamente en la capital.

—También yo amor.

Llegaron al restaurante hablando de todo cuanto había pasado y de la felicidad de Felipe porque se matricularía en una universidad costosa, aunque su verdadera intención, era aceptar la admisión a la universidad oficial y hacer algo productivo con el dinero que tenía en una cuenta bancaria.

 

— ¿Qué es aquello tan importante que tienes para contarme, lo que me dijiste por celular que habías hecho por mí? —Felipe lo mira y sonríe.

 

Augusto deja pasar una gran cantidad de saliva y tose con algo de preocupación.  Lo mira fijamente a los ojos y le dice con voz muy seria:

 

—Ya terminé con mi esposa y le conté a mis hijas lo nuestro.  Me deben estar odiando, pero por ti he hecho todo y no me arrepentiré.

 

Felipe se llenó de mucha ira.

 

—Usted si es tonto, yo no sigo con usted; como cree que voy a seguir con una persona que renuncia a su familia por un amante como yo.  Pobre su mujer e hijas.  Lo de nosotros llega hasta hoy.  —No lo dejó hablar

 

De inmediato, se levantó del lugar donde estaba y se marchó; Augusto quedó muy mal y también tomó su camino.  Felipe apagó su celular y luego de tres días, lo prendió y tenía un mensaje de voz, como la de un hombre que llora de mucho dolor, que decía: —Esto también lo hago por ti precioso, mi amor—.   Felipe se asustó e intentó llamarlo, pero su celular daba a buzón, insistió y lo contestó una mujer, se trataba de la hija mayor de Augusto; quien se encontraba hecha un mar de lágrimas.  Le dijo ella, sin reconocer la voz de Felipe puesto que nunca ella lo identificó a él; le dijo llorando: —Mi papá se envenenó— y siguió llorando, luego colgó.  

 

Cuando Felipe oyó eso, entró en estado “shock”, y sintió lástima por unos días.  Luego se tranquilizó y consoló a si mismo dándose palmaditas en la espalda porque no había cumplido sus diecisiete años y ya tenía asegurado parte de su futuro en el que se convertiría en aquel profesional que ambicionaba su ser.

 

 

 EL CAMBIO DE CIUDAD

 

 

Iniciaba ese año con muchas expectativas y temores por parte de Felipe y su familia.  En el fondo de su corazón, su madre sabía que Felipe sería la persona con la que ellos tendrían un rumbo de vida diferente al que llevaban.  Ella conocía las capacidades de su hijo, conocía su “gran corazón” y por ese motivo Felipe se convirtió para ella en el hijo preferido; todo tenía que ver con él.

 

Inició el primer año universitario en la universidad oficial donde entró a estudiar derecho; estaba muy contento con su nueva vida, tanto que se había propuesto en su corazón, renunciar por completo a ese mundo homosexual del cual se encontraba cansado por las experiencias que jamás quiso compartir con nadie.  Durante los primeros tres meses del semestre, inició todo con absoluta dedicación y compromiso; hasta que por aquello de las necedades de la lujuria, nuevamente se ofreció en las redes sociales donde recibió cientos de propuestas para tener sexo a la hora que quisiera y con el tipo que quisiera; pero, Felipe tuvo miedo por aquello de la proliferación del sida y de manera muy clandestina solía verse con tipos de su gusto; también conoció jóvenes muy apuestos y de esa manera siguió su vida universitaria; lo que si se destaca de Felipe, fue la capacidad que tuvo para obtener siempre los mejores promedios académicos de su semestre; eso era algo interesante pese a que en muchas ocasiones no hacía su mejor esfuerzo.

 

Solamente en las finalizaciones de semestre viajaba a su ciudad natal para ver de su familia y ayudarlos un poco con el dinero que conseguía; Felipe era un joven muy apegado a su madre y su propósito fue siempre verla bien, dueña de una sonriente felicidad.

 

Esa fue la rutina de Felipe, hasta que, pasados dos años, fue elegido para participar en un congreso que la universidad organizó; donde los mejores estudiantes de cada semestre asistirían a un debate con políticos Nacionales incluido el presidente del país.   Ese día Felipe, se percató de ir muy elegante puesto que la ocasión así lo requería.  Durante ese congreso, se realizaron foros temáticos, y se organizaron por mesas de trabajo, donde cada grupo de trabajo estaba conformado por un ministro, tres senadores, un delegado universitario y otros personajes que rellenaban el equipo que al final de la jornada tendría que presentar soluciones a cierto tipo de problemas que enfrentaba el gobierno Nacional.   El nombre de Felipe se escuchó con un comité donde un ministro de Gobierno, desde el primer momento que lo vio, siguió asediándolo con miradas y comentarios hacía él.  Durante el “break”, le puso tema de conversación casi que no permitiéndole interactuar con nadie más.  Felipe trataba de evadirlo porque su apariencia física; pesé a que no era tan viejo, le recordaba mucho a Augusto y por ende no le gustaba; pero llamó la atención de Felipe, un Senador que se encontraba en otro comité y que desde que entraron, Felipe miró y estorbó todo el tiempo con deseo.

En un momento en que este personaje se fue para el baño; Felipe lo siguió y en el baño mientras orinaban…

 

—¿Mucho trabajo? —Preguntó Felipe en tono amigable

—Sí, mucho; ¡bastante!

 

En ese momento el senador se dirigió a lavar las manos.

 

—¿Le apasiona lo que hace?

—A veces no. 

—Interesante. —Lo dijo Felipe ladeando la cabeza con mirada intensa hacia el honorable senador.

 

Luego, se miraron los dos en el espejo; cada uno en completo silencio lavaba sus manos. Mientras se sentía una tensión en el ambiente cargada de temores por parte de ambos.

 

—¡Me interesa seguir hablando con usted!

—¿Sí? Y ¿Por qué?

—Usted es un senador muy interesante y me gustaría aprender mucho de su política; yo soy un buen líder y le puedo ayudar a obtener muchos votos.

—Eso está bien, jóvenes pilos es lo que necesita el país.  Luego hablamos, tenemos que ir a trabajar.

—Listo, vamos.

 

Cuando llegó Felipe a su comité, encontró la ausencia del ministro que parecía alegar en su conciencia por la molestia de su huida al baño.  Luego de unos minutos, llegó con una cara de felicidad y desinterés por Felipe; él se inquietó como sintiéndose herido en su ego por aquella indiferencia y entonces decidió mostrarse amable y asediarlo apenas tuvo la oportunidad.   

 

Luego que estuvieron en otro receso, Felipe lo buscó.

 

—¿Señor ministro! Me interesa seguir hablando contigo; me identifico mucho con la propuesta de fortalecer la política pública nacional de juventud; de hecho, en la universidad hay organizaciones juveniles que podrían ayudar tanto como lo fue el movimiento estudiantil de la séptima papeleta.  ¿Puedo tener tu número de teléfono por si se presenta algo particular?

—No. —Respondió el ministro de manera tajante y Felipe se sonrojó de la vergüenza—  Dame el tuyo y yo te llamo por si te llego a necesitar. —Se sintió un poco aliviado.

—Bueno, aunque no entiendo porque no puedo tener el tuyo.  Mira, el mío es…

—Por cuestiones de seguridad; por eso no puedo.

—¡Entiendo! —Fingió con sutil ingenuidad.

 

Llegado el momento de discutir las ideas de cada equipo temático; Felipe explicó su propuesta en materia juvenil y cuestionó con gran vehemencia el trabajo que se estaba adelantando en ese ámbito social.  Felipe, de esa manera llamó la atención del senador; quien al final del congreso lo llamó y le pidió su número de teléfono; Felipe mostrando algo de indiferencia se lo dio.  Siguieron comunicándose de manera paulatina hasta el punto que el señor rentó un apartamento, le dio carro y un depósito de dinero mensual a Felipe con el propósito de formar una relación netamente sexual y bajo total discreción.  

 

Por otro lado, Felipe aceptó el aparta estudio con el automóvil Honda que le regaló el ministro quién parecía estar realmente enamorado y con quien Felipe había “juramentado” una relación estable pese a que el ministro era un hombre casado con una familia de “admirar”. 

 

Nuestro protagonista se encontraba satisfecho con su vida, dado que, por ese tiempo, había olvidado sus tiempos de gran pobreza; se sentía pleno y realizado con sus logros a tan muy temprana edad.  Pronto se dio cuenta que su corazón de una u otra manera se había ligado al varonil Senador de la República; muy a pesar de ello, Felipe seguía con sus dos relaciones estables, sin dejar de lado experiencias sexuales con quién rozara química sexual.  Toda esa maravillosa plenitud duró por el largo de un año y ochos meses, hasta que leyó en una revista de farándula Nacional el compromiso nupcial de su amado senador con una reconocida mujer de la alta sociedad del país.  Nunca antes había sentido dolor en su corazón por alguien y menos pensó sentirlo por un hombre que lo doblara en edad; se deprimió mucho Felipe, al punto de considerar varias maneras de tomar una particular venganza.  

 

Lo primero que hizo, fue llamarlo y citarlo con urgencia en el escondite de pasión que Felipe no había mancillado con nadie como sucedía con su aparta estudio.

 

—Hola, me urge que hablemos.  ¿Puedes pasar a las siete de la noche por el apartamento?

—¡Hola Felipe! También me urge que hablemos. ¿No puedes a las cinco?

—A las cinco es perfecto.  Nos vemos allá entonces.

—Bueno.

 

Se encontraron; Felipe había llegado antes para arreglar el lugar de manera especial para los dos; no lo dejó hablar y lo asió sexualmente con mucha entrega como diciéndole que esa sería la última vez que vivirían su sublime intimidad.  Luego de estar extasiados, aún debajo de las sabanas de aquel fino lugar; hablaron.

 

—Felipe, yo te quiero mucho; para mí va a ser muy duro, decirte lo que te tengo que decir; me va a doler mucho no poder seguir viéndote; pero no podemos seguir viéndonos.  Este mes entrego este apartamento y no volveré a verte.  Tú sabes que mi mundo es muy diferente al tuyo y por ello estoy obligado a seguir las normas que plantean esta sociedad y más yo, que soy una figura pública.  —El senador mostraba tristeza en su ojos y tono de voz. 

—Bien, bien por ti.  Y no importa si no volvemos a vernos, aprendí mucho de ti y creo que lo que despertaste en mí, va más allá de lo que es un querer pasajero.  Pero; aunque no me hayas dicho las razones, por las cuales renuncias a esto; solamente debes tener claro, que no permitiré que engañes una mujer, solamente porque la burocracia de dónde vienes, te lo impone.  Quédate solo, consíguete otro; pero no causes ese mal.

—Felipe, antes de que sigas, yo te entiendo a ti.  Tú estás empezando una vida y lo que más me impresiona de ti es tú madurez y seriedad; además que eres muy guapo.  Pero estoy seguro que tú no me entiendes.  Mi situación no la elegí yo; así sea infeliz; hay otros propósitos que para lograrse tengo que encajar dentro de los modelos sociales que el país y el mundo entero ha esquematizado. 

—No tenía idea que tuvieras novia. —Felipe no lloraba de orgullo, pero era evidente su dolor.

—Nunca lo consideré importante porque lo que inició como un entretenimiento sexual para mí, pasó a hilar mis sentimientos y por eso, no es fácil.  Creo que para ninguno de los dos lo es, y como decidí casarme para ser lo más honesto con ella y conmigo; siento que, renunciando a ti, renuncio a esta faceta de mi vida. 

—¿En realidad crees eso?

—Sí.

—Pues suerte entonces.  De cualquier modo, espero que no te olvides de mí.

—Jamás. —Se abrazaron y besaron por última vez.

 

Muy conmocionado, Felipe recogió sus pocas cosas y se fue en el carro que le había reglado el senador.  Al llegar a su aparta estudio, lo estaba esperando el Ministro; que por alguna razón disponía de dos horas libres para relajarse con Felipe en la cama.  Felipe al verlo, lo rechazó con un gesto muy particular, propio de su actitud.  En ese momento, le refirió que quería estar sólo porque necesitaba pensar. 

 

—¿Qué te pasa Felipe? Hacía rato no te sentía así.

—Nada; solo que tuve una jornada difícil en la U, y como estamos en temporada de exámenes; ando en un estrés tenaz.

—Te entiendo mi bebe.  Discúlpame por ser tan intenso.

—Tranquilo.

—Cancelé unos compromisos para divertirme contigo un rato, pero mejor te dejo sólo para que pienses; me cuentas luego; te llamó más tarde para saber cómo sigues.  ¿Quieres que te ordene algo de comer?

—Uy no; comer es lo que menos quiero ahora.

—Bueno me voy.  Se fue sin despedirse como siempre lo hacía.

 

Felipe quedó pensativo por un rato por la actitud de su novio quién se marchó sin mostrarle alguna señal de afecto como siempre lo hacía. Luego cayó en un sueño muy profundo. 

 

“Felipe, soñaba que había llegado una persona que quería asesinarlo y él corría desesperadamente; sentía mucha angustia en el sueño; pero no identificaba a la persona; solo veía un cuchillo enorme en su mano y parecía que ya casi lo cortaba.  Felipe despertó sobresaltado.  Se levantó, tomó agua y volvió a dormir.  Esta vez, se encontraba montado en un avión, rumbo a un lugar muy lejano, pero en el sueño sentía mucha emoción y tranquilidad”.

 

Al día siguiente; un amigo de diversión de Felipe; estudiante de Ingeniería; lo invitó a un bar gay de la ciudad, argumentando que había algo especial; Felipe aceptó y fue, pretextándole a su amado Ministro que iba para una reunión de compañeros de la U a celebrar el “Baby Shower” de una compañera de estudio.  Felipe recogió a su amigo quién había convidado tres amigos suyos sin avisarle; esto lo enojó bastante y se lo manifestó apenas subieron al carro.  Su desilusión era tan fuerte que decidió olvidarse de pelear con su amigo y llegaron al bar gay.  El lugar estaba lleno de hombres y mujeres de todas las edades; cada uno en su ambiente y con sus grupos riendo y disfrutando en las mesas.  Ellos, por supuesto, se sentaron a disfrutar de la mesa mientras bebían aquel ron que poco a poco fue animando la diversión. 

 

La noche transcurría en medio de risas y chistes; cuando a la mesa de Felipe llegó una botella del mejor whisky del momento que había sido enviada para él; Felipe quiso indagar de parte de quien era y en los reflejos de las luces de la disco-bar, vio un hombre como a eso de cinco metros de distancia; éste le levantó su mano en señal de brindis y le pico el ojo.  A Felipe le gustó el personaje y se levantó para ir al baño invitando también al sujeto con una mirada insinuadora y de “acompáñame que no te arrepentirás”.

 

En el baño se encontraron y unos nervios muy grandes los cobijó a ambos.  Felipe rompió el hielo mostrándose muy alegre.

 

—Hola, ¿Cómo estás?

—Muy bien, ¿y usted? —Su acento era inglés

—Bien, ¿De dónde eres?

—De otro país.

—¿De cuál?

—De Suiza. 

—Genial, yo entiendo un poco de inglés e italiano.  ¿Y con quién viniste a este lugar? Qué pena, mucho gusto, mi nombre es Felipe ¿Y el tuyo es?

—Nick.  Ese es mi nombre.

—Bien, vamos te invito a mi mesa.

—No, mejor ven tú a la nuestra.

—Bueno. Pero espera le aviso a mis amigos que estaré un rato en vuestra mesa.

—Okay.

 

En la mesa, había cinco personas; dos de ellos eran nacionales y los tres restantes eran extranjeros; uno de Inglaterra y los otros dos de Suiza.  Felipe, ocasionalmente les hablaba en inglés. 

 

—¿Y qué los trajo por aquí? —Preguntaba Felipe interesado.

—Yo ser inversionista. —Respondió Nick, los demás solo se presentaron

—Ah, ¿Tú eres empresario?

Interrumpió la conversación Simón, un empresario connacional de Felipe. 

—Sí, todos somos empresarios y ellos piensan invertir en este país; con unos proyectos que les estamos presentando.  —La voz del personaje llamado Simón, fue un poco egoísta y tajante, Felipe se dio cuenta de lo que expresó Simón y quiso divertirse.

—¿Y es la primera vez que llegan a este país?

—Sí; y es muy bonito; nos gusta mucho.  ¿Tú cuántos años tienes? —Preguntó Nick con interés.

—Próximo a cumplir veintiuno.

—¿Quieres bailar? —Preguntó atento Nick a Felipe

—¡De una!

 

Bailaron, se besaron y amanecieron juntos en un hotel prestigioso de la ciudad capital.  El suizo se encantó de Felipe; decidieron conocerse mejor mientras Felipe se esforzaba mucho por asimilar la agresividad sexual de Nick; ya que siempre lo dejaba muy adolorido y al parecer esa era su mayor complacencia. 

 

—Mira, yo soy un hombre que viaja por muchos lugares del mundo; y he estado buscando una persona que me resultara interesante; pero tú me haces sentir muy extraño, digo bien; solo que no entiendo.  Quiero seguir contigo; me gustaría viajar contigo; y que trabajaras conmigo, en mis empresas.  Las personas de anoche, son ejecutivos de mi organización; y los que son de este país, son empresarios que quieren que invierta en un proyecto.  Pero no estoy muy convencido.

—¿Y eso?

—No sé, no me dan mucha confianza.  Además, Simón, desde el principio me ha insinuado sexo y él no me gusta; es muy viejo para mi gusto —y se río nuevamente—.  Felipe, quiero seguir viéndote; quiero estar contigo.  Tú me dices que no tienes pareja y que casi no vienes a estos lugares.  ¡Eso me gusta más de ti!

—¿Qué tal si iniciamos una relación?

—¡Intentémoslo! ¿Quién iba a pensar que con un colombiano tendría el mejor sexo del mundo? —Se rieron

 

Entraron nuevamente en calor entre besos y abrazos que fluyeron en una fuerte penetración.  Felipe terminó más adolorido de lo que estaba.  Bajaron a desayunar en aquel elegante hotel luego de lo cual.

 

—¡Honey!, tengo que irme a una reunión de trabajo, si quieres espérame aquí o dime a dónde quieres que te lleve.

—Ah mi carro. —Lo dijo con preocupación— Debe estar donde lo dejé.  Si me voy a recogerlo.  Llámame apenas te desocupes.

—¿No quieres que te lleve?

—No es necesario, con eso te rinde más el día. —Se dieron la mano en señal de varonil despedida—. 

—Te llamo apenas me desocupe.

—Perfecto. —Respondió Felipe.

 

Felipe coge taxi desde donde llama a su amigo ingeniero.

 

—Hola Fer, ¿Qué tal la rumba?

—Que, usted es la cagada, nos dejó solos y fue un complique conseguir taxi de la calera para acá. —Estaba un tanto molesto.

—Me fue super bien; parece que las cosas pueden funcionar con Nick.

—¿En serio? Se ve buena persona.  Yo lo recomendé mucho y activé el GPS de su celular. 

—¿Y qué te dijo?

—Que no me preocupara que estarían bien en el hotel.  No me dio desconfianza. Además, usted estaba que echaba chispas... ¿Se lo comieron mucho o qué? —Se rio con perversidad.

—Uyy sí, estoy que no me puedo ni sentar.  —Se rio pícaramente.

—¿Es gringo?

—Suizo, con ascendencia británica.

—Hágale con toda que igual usted no tiene a nadie.  —Felipe era muy discreto en sus relaciones; nunca a ningún conocido le hablaba de su relación con el ministro, ni de la que había terminado con el senador.

 

Despidió la llamada y se acordó un poco nostálgico de su senador por quién sintió un afecto muy fuerte; según él, Amor.  Durante ese tiempo, Felipe enviaba gran cantidad de dinero a su madre y hermanas; les ayudó mucho a todos; incluso a su padre a quién le enviaba ropa y cosas que él necesitaba para su bienestar.  Al medio día, recibió la llamada del ministro, por quien ya empezaba a sentirse fastidiado.  Llegó al apartamento, Felipe lo hizo sentir muy cómodo; le preparó algo de tomar y tuvieron sexo.  Ya satisfecho el ministro, le dice a Felipe.

 

—Hijo, quiero que nos vayamos de este país; vámonos a otro país apenas obtengas tu grado; yo te consigo una beca para que estudies en la universidad que quieras; pero vámonos de este país.  —Se notaba intranquilo

—¿Y tú familia? ¿Por qué ese cambio tan repentino?

—Ellos, ya salieron del país por cuestiones de seguridad; ha habido muchos inconvenientes en este gobierno y podría salir muy perjudicado.

—Entiendo, pero la universidad la termino en año y medio; tal vez, dos. —Felipe ya ideaba la manera de sacarle el cuerpo.

—No hay problema, es tiempo suficiente para terminar la gestión de gobierno y dejar los negocios organizados.

 

El ministro salió muy enamorado del edificio donde vivía Felipe; sus escoltas estaban seguros de que tenía amante, pero jamás pensaron que se tratara de un joven; igual nunca lo supieron.  Lamentablemente, dos días después, el ministro fue acribillado por bandas delictivas mientras salía de su apartamento para ir a trabajar.  La noticia se conoció y al igual que lo que paso con Augusto; pronto lo superó bajo el consuelo penetrante de su nuevo novio Nick.

 

—Honey, debo viajar.  No me puedo quedar más tiempo en Colombia. 

—¡No entiendo! Me habías dicho que por lo menos necesitabas quedarte un año largo en este país.

—Las cosas han cambiado un poco. 

—Porfa no te vayas; me vas a dejar mal si lo haces.  Vente a vivir a mi aparta estudio; desde aquí yo te puedo aportar ideas.  Los empresarios ahora no necesitan estar viajando.

—No es fácil baby.  La responsabilidad es grande y la próxima semana debo viajar.

—¿Pero vuelves?

—Tampoco sé.  Todo depende de cómo se den las cosas.

—¿Entonces terminamos? Me había entusiasmado con la idea de que esperarías que me graduara para viajar como me lo habías prometido.

—Yo sé.

 

Felipe se sintió desilusionado de Nick y cortó todo tipo de comunicación con él.  Cuando se llegó el día de la boda de su senador amado con la visible mujer de sociedad; Felipe había planeado con Fernando, salir a perder los estribos donde fuera posible pero ese día muy temprano en la mañana llegó Nick a su aparta estudio.

 

—Decidí jugármela toda por ti. —Lo dijo en inglés.

 

Felipe lo abrazó y lo besó.  Y solamente le envió un mensaje de texto a su senador advirtiéndole que se arrepentiría de jugar con la candela.  Con el paso del tiempo, se dio cuenta que con Nick había descubierto una tranquilidad emocional grande, puesto que ya no veía la necesidad de estar buscando aventuras sexuales.  Se dedicó por completo a su estudio, a perfeccionar su inglés y a aprender de negocios puesto que su maestro Nick lo motivaba.  Felipe ocasionalmente lo acompañaba a sus reuniones de negocios; viviendo una relación abierta al público, pero oculta a su familia.   

 

Era el día de grado de Felipe; su familia toda, incluso su padre; viajaron hacía la capital y celebraron en familia su grado.  Felipe presentó a Nick como jefe de la empresa donde él trabajaba y no hubo discusiones al respecto; aunque, la Señora Luisa con su mirada todo lo decía y Felipe sabía que no escapaba su situación de la sabiduría de su madre.  Recibió el título de abogado de una excelente universidad oficial del país.  Como regalo de grado, Nick lo sorprendió con las llaves de un apartamento muy costoso en la ciudad, las cuales estaban dentro de una camioneta Audi que Felipe le había pedido como regalo de grado. 

 

Luego de un tiempo de compartir con su familia y de dejarlos muy bien económicamente; Nick nuevamente sorprende a Felipe con un tour por el cual conocerían muchos países.  Unas horas antes de viajar; Felipe, en una carrera contra el tiempo se fue para un canal de televisión donde con una nota escrita, dejó un paquete para un programa de chismes de la farándula Nacional.  El escándalo fue de opinión pública puesto que en el video se mostraba claramente al honorable Senador teniendo relaciones sexuales con un varón sin rostro.  Su reconocida mujer tenía cinco meses de embarazo por aquel entonces; el senador reconoció en el video la última vez que íntimo con su Felipe.  Juro a si mismo que se vengaría, pero Felipe ya estaba fuera del país y muy lejos de ser contactado por alguien.  Finalmente, su esposa le creyó que se trataba de un complot para desprestigiar su nombre y siguieron juntos por un tiempo no muy largo.    

 

 

 EN EL EXTERIOR

 

 

Recorrió muchos países sorprendiéndose de todo lo que el mundo y la vida ofrecían; sentía muy dentro de sí que estaba hecho para cosas grandes y que por ninguna manera podía esquivar su destino.  Se maravilló de todo y disfrutó al máximo todos esos momentos en que Nick le hacía sentir como el ser más importante de su universo. 

 

Radicados por un tiempo en Europa mientras su novio atendía negocios, Felipe no perdía ocasión para relacionarse con personas del mismo ámbito en que Nick se desenvolvía; siempre le pedía que lo relacionara con personas de alto nivel socioeconómico debido a que su interés era llegar a las más altas esferas de la vida sintiéndose cada día más inconforme con lo que había alcanzado hasta ese momento. 

 

Estando en España, Felipe presionó a Nick para que fueran a un bar gay donde su único interés era cazar un mejor partido que Nick o hacer una amistad sexual que según él, oxigenará su relación.  Complacido por su amor, se dirigieron al mejor bar de la ciudad dónde Felipe pudo reconocer un actor de cine que había admirado toda su vida; le comentó al respecto a Nick quién no vio problema en que fuera a saludarlo.  Espontáneamente Felipe se acercó.    

—¡Hola! Sos Antonio Barrientos ¿Verdad?

—Hola, sí yo soy —Mostró simpatía

—¡No lo puedo creer! Me alegra mucho conocerte, siempre he admirado tu trabajo profesional; ¿Podríamos tomarnos una foto?

—No hay problema.

 

Mientras se tomaban la foto, llegó la pareja del actor; hizo un gesto despectivo a Felipe.

 

—Hola amor, te demoraste mucho en el baño. ¿Todo bien?

—Sí amor, más me demoro en dejarte solo que las locas en caerte.  —Hizo risa burlona

 

Era evidente la feminidad que regaba a cantaros el novio del actor.  Felipe, un tanto molesto por su arribista actitud.  Se despidió con un toque inusual.

 

—Bueno, muchas gracias.  Oye y cuidado con las locas porque van dejando regueros de plumas por doquier y eso puede ser tan contagioso que lo poco que despiertas a tu edad se puede opacar.  Me encantó conocerlo.  “Bye”

—¡Quédate! Te invitamos un trago y con eso le haces todas las preguntas que quieras a tu ídolo. De hecho, me llamo Manolo. ¿Tú te llamas?

—Felipe, y gracias por el ofrecimiento, pero no puedo; mi novio está en la otra mesa y no puedo dejarlo solo; que tal que venga una “loca” —Le abrió los ojos a Manolo— y me lo quite.  La noche es larga, de pronto más tarde charlemos.

—Claro Felipe —Respondió el actor mientras le dio su mano.

 

Al parecer quedaron discutiendo; tal vez por la demora o por lo arrogante de Manolo. 

 

 

Al llegar Felipe a la mesa, se dio cuenta que Nick estaba muy enojado porque no era la primera vez que llegaban a un lugar y Felipe lo dejaba solo mientras él hacia amistades en los sitios a dónde iban; también le reprochó el hecho de que él no le permitía a Nick tener amigos ni hacer lo que él hacia porque entonces ahí si había problema.

 

—Ya bebe, no te enojes, te prometo que no haré más eso, hoy.  Tu eres mi todo.  No tengo ojos para nadie más.  Es un actor al que admiré hasta hoy.  ¡No te imaginas la desilusión!

—¿Y eso?

—Simplemente me desencanté.  Algo arrogante, aunque me invitaron a quedarme, pero la falta de sencillez en primer plano me molestó.

—Y tú que eres tan delicado. —Sonrió Nick

 

Felipe se rió mientras seguía el ritmo de la música.  Nick en realidad estaba muy enamorado de Felipe, le pasaba por alto muchas cosas y no se atrevía a reclamarle porque temía que Felipe se cansara y lo dejara.  Felipe lo quería mucho y lo respetaba a su manera porque con él se tranquilizó emocionalmente y ya no buscaba hombres como un desaforado; también temía perderlo porque sabía que encontrar a alguien como él era toda una fortuna.  Nick no quiso salir a bailar y un señor muy guapo, se acercó para bailar; Felipe miró a Nick y fue sin ver más problema.   Cuando volvió a sentarse; Nick estaba realmente molesto.

 

—Me cansé; tú siempre te vas y me dejas solo.  A este tipo de lugares no volvemos.

—Ok, vengo sólo. ¿Te parece? —Felipe se encolerizó

—Entonces terminamos. —Nick pasó saliva como arrepentido de haber dicho eso.

—Es tu decisión.  Yo contigo soy feliz.  Si quieres pelear, mejor te dejo con la botella.  Desquítate con ella y que te rinda.

 

Felipe llegó al hotel cerca del medio día; y cuando llegó, parecía estar muy molesto y ofendido.  Nick parecía angustiado esperándolo. 

 

—Amor, perdóname.  Ya no peleemos, no me siento bien.  No vuelvo a ser así de intenso. 

—Ojalá nuestra confianza y respeto no se pierda nunca bebe.  No me imagino esta vida sin ti. —Felipe algo dejaba ver del remordimiento de conciencia porque había pasado la noche en un trio sexual con el actor y su pareja, mientras Nick lo esperaba preocupado en el hotel.

 

Pronto estuvieron en Italia donde Felipe recordó un caso cuando aun estando en su ciudad natal, conoció un cura recién llegado de Italia por medio de un conocido suyo.  Mientras contemplaban el arte religioso.  

 

—¿Tú nunca has conocido un sacerdote homosexual? ¿O algo parecido? —Preguntó maliciosamente Felipe.

—He oído muchos casos, de personas que…

—Qué… ¿qué? –En tono inquietante

—Que conozco —Eso lo dijo Nick, expresando temor y mirando con ojos de inocencia a Felipe.

—Ah ¿Y por qué no me habías contado?

—Lo había olvidado.  Yo siempre olvido las cosas que no tienen importancia en mi vida.

—Ósea que me vas a olvidar.  —Lo refirió sarcásticamente

—¡Eso nunca!

—¿Y por qué?

—No te hagas el bobo, cambiemos de tema; —y se pusieron a reír.

—En alguna ocasión, viviendo aun en casa de mis padres; una persona con la que hablaba por internet me dijo que tenía de novio un sacerdote y según él; eso era muy común entre ellos, pero bajo la intimidad propia de un monasterio; ¡Que ni la mano derecha del papa se salvaba! Mejor dicho, que hay curas muy papacitos que solo buscan sexo.  Cogen a los monaguillos de destrabe —Se rieron ambos por la acentuación maléfica de Felipe.

—¡Quien lo creyera! y mi familia tan devota que era de esa religión; de hecho, mi padre quería que yo fuera cura y siempre me inculcó eso.  Yo creo que en el fondo tenían miedo que la sociedad en la que se movían ellos me tildaran de homosexual, porque a mi hermana siempre preparó en el tema de los negocios, conmigo nunca fue especial.  No sé por qué.  Lo que sé de negocios, lo aprendí cuando me hice cargo de todo; pues como te he dicho, “Mi familia entera murió en un vuelo internacional a Israel”; es que mi papá era muy ambicioso.  Yo me acuerdo que prefería no vestirse, con tal de ahorrar dinero; y eso que era uno de los hombres más adinerados de Suiza.  Eso es increíble; en cambio yo si no soy así.

 

Por un momento Felipe pensó en su nivel de avaricia considerando que eso no lo podría llevar a nada bueno en la vida. Luego se vinculó rápidamente en la conversación.

 

—Es cierto, mi familia, también siempre ha sido ignorante en ese sentido.  Para mí la religión es el reflejo de la ignorancia de los hombres.

—Buena frase. 

—¿Has tenido experiencias personales con personas de ese gremio? —Preguntó Felipe

—No, para nada y eso que estudié en colegios católicos toda mi vida.  ¿Tú sí? —Preguntó interesado.

—En una ocasión; en un viaje que hicimos como en tercer semestre por medio de la universidad me encontré con un cura que conocí por internet.

—De modo que también ¿buscabas personas por internet? Yo siempre dije que no había lugar para gente interesante en esos medios. 

—No me digas que nunca lo intentaste, aunque fuera por curiosidad.

—No te lo niego, solo que la gente que conocí nunca fue interesante para mí.  Siempre dije que no me metería con alguien de la red.

—¿Te arrepientes de mí?

—No te conocí en la red; igual la moraleja sería “Nunca digas de esta agua no beberé” —Se rió mientras Felipe no quedó conforme con el mensaje.  Termina la historia. 

—Él nos recogió en su carro con sotana y todo; nos llevó a su apartamento mostrándose muy amable y gentil todo el tiempo; al llegar al bar, me di cuenta que era muy popular; lo saludaban de besos y lo identificaban como el padre.  Te juro que sentí ganas de irme en ese momento; era la primera vez en un bar gay con gente desconocida, excepto un compañero de semestre que curioseaba como yo; no estábamos seguros de ser homosexuales —Se rió—  Él fue muy amable y respetuoso, aunque se le veía en los ojos la intención.  Nos contó que había hecho tres carreras profesionales; que hablaba tres idiomas; entre ellos “hebreo”; y que cada nada salía del país.  Y yo a la verdad estaba sorprendido; pues desde ese día me quité la telaraña de los ojos con respecto a esa religión.  Y ahora ni hablar de otras religiones; donde en más de una ocasión los pastores terminaban seduciendo a los jóvenes que llegan a esos lugares.  Todo eso casi que lo viví en mis inicios universitarios.  De eso soy testigo.  Tenaz ¿Cierto?

—Sí, pero no me sorprende.  Amor, te estoy conociendo más… eres tremendo.  —Levantó una ceja e hizo una mirada profunda.

—Bueno, yo tampoco conozco las sombras de tu pasado, imagino que deben ser muchas porque por ahí dicen que entre uno más tiene edad, más malo se vuelve.

—Suena coherente.  Igual nosotros no podemos juzgarnos por nuestro pasado; eso lo hemos hablado.

—Te noto sorprendido y en cierto modo me siento juzgado con tu actitud cuando te cuento las cosas.

—Es parecer tuyo bebe.

 

Luego del interesante recorrido por Italia, Francia, Alemania, Portugal; llegaron a Egipto; donde ambos entraron a un Spa que los trasportó a las mil maravillas de la carne humana.  Al final ambos terminaron penetrados por dos seres extraños.  Ninguno dijo nada, ninguno mencionó lo ocurrido.  Fue secreto de vida y por la vida.

 

Cuando llegaron a Grecia; Nick tuvo un decaimiento de salud muy brusco y fue internado en un hospital, donde le hicieron multitud de exámenes.  Mientras se encontraba Nick en el hospital, el médico que atendía, incitaba sexualmente a Felipe, este lo despreció en todas las ocasiones, hasta que la tarde del día siguiente, Felipe se encontraba en la oficina del médico, esperándolo; estaba inclinado firmando unos documentos, cuando sintió que le sobaron un pene en su trasero.  El miró y era el médico, quien le dijo en inglés: —Si ves cómo me pones—.  Felipe alcanzaba a ver el pene erecto del médico, que se notaba debajo de su ropa.

 

—¿A usted que le pasa? Respete, yo a usted no lo conozco.  —Felipe estaba molesto.

—No pues tan bravo. —Su tono era de burla— Mire, ese “man” se va a morir en menos de seis meses; está invadido de cáncer.  —Felipe por un momento creyó que no entendía lo que hablaba en inglés el médico; luego lo confirmó preguntándole de nuevo.   

 

No supo donde quedó.  Inmediatamente su mente convulsionó saturada de los recuerdos y de los momentos más apacibles junto a él.  Le dolió mucho esa noticia y más la manera como la había recibido.  Se quedó sentado en la silla sin coordinar sus pensamientos e ideas.

 

—Aún no le hemos dicho nada al señor Nick; pero no demora en ser dado de alta y vendrá a esta oficina para hablar de los resultados. —Habló el médico ya en tono profesional.

—¿Será que se pone muy mal si se entera?

—Él es un hombre maduro, él debe saberlo.

—Espero que no se ponga peor.

 

Luego el médico volvió a sus negras intenciones.

 

—Felipe, yo te pongo lo que quiera, te doy la vida que quieras; solo conviértete en mi amante.  Tengo tres mujeres y contigo dos pollos.  ¿Qué dices?

 

Se levantó de la silla furioso, con la intención de pegarle; pero en ese justo momento alguien tocó la puerta.  El médico algo asustado, hizo seguir inmediatamente a quien se encontraba en la puerta.  Era Nick.

—Amor, ¿Cómo te sientes?

—Mucho mejor, no sé qué me paso, estaba bien y ese mareo fue fuerte.  Pero ya estoy bien.

—Ven siéntate. —Su mirada era de amor para con Nick como nunca antes había sucedido.

—Tomen asiento, pangasen cómodos. —Dice el médico ya más tranquilo.

 

Nick se dio cuenta que algo no andaba bien y pensó que seguramente Felipe y ese médico habían sexado.  Pero tan pronto como pensó eso, reprendió los pensamientos de su mente y lo reforzó por la apariencia física del médico que disentía mucho del gusto de su Luz.

 

—Señor Nick, de acuerdo a los exámenes.  Usted tiene un SEA gástrico.

 

Nick quedó pálido e inmediatamente miró a Felipe con tristeza y le dijo: —“me voy a morir”— Felipe no pudo contener sus lágrimas.

—No diga eso, que hay muchos tratamientos; ahora la ciencia está muy desarrollada; “el colmo que no encuentren cura para eso”

—Eso es cierto.  Yo les puedo recomendar las mejores clínicas en ese asunto.  En los Estados Unidos hay más posibilidades de que encuentren remedio a ello.

—Bueno Doctor, muchas gracias. —Respondió Nick sintiéndose destrozado.

 

Felipe no se despidió, salen rumbo al hotel.  Luego, preparan todo para viajar a los Estados Unidos.  Llegan a los Estados Unidos donde Felipe descubre que Nick, es un hombre muy importante y reconocido; también se da cuenta que una cantidad de laboratorios y fábricas son de su pertenecía y entra en “shock”; pero no dice nada a Nick.  Felipe lo amó de verdad y con plena sinceridad durante su convalecencia; no pensaba en su dinero como antes lo hacía; un profundo vacío y dolor lo sobrecogió sintiéndose frustrado de ver que las personas que le interesaban dejaban de existir.  Lloraba en silencio para no mostrarle debilidad a Nick, pero en el fondo estaba destrozado porque nunca imaginó el gran amor que en realidad sentía por su pareja. 

 

En una ocasión, después de una quimioterapia, Nick, le dijo a Felipe que tenía que prepararlo muy bien en caso de que él falleciera.  Felipe por su parte lo instaba positivamente de que vivirían por muchos años compartiendo la felicidad que se producían el uno al otro.

 

—Tú tienes una vida llena de sueños que vas a vivir; muy seguramente yo no alcance, pero sé que me puedo morir feliz porque conocí lo que es el Amor; sabes, siempre tuve miedo a no poderme enamorar por mi condición social, pero tú hiciste eso posible mi amor.

 

Felipe, lo abrazó, lo besó y lloró mucho en su regazo insistiéndole en que vivirían por muchos años más.  Por esos días Nick hizo que Felipe firmara muchos documentos, exigiéndole que no preguntara nada.  Felipe por un momento pensó que de pronto no le dejaría nada y que todo lo donaría a una fundación, pero luego se tranquilizó pensando en que él no necesitaba herencia para lograr sus propósitos. 

 

Por aquellos meses; Nick, enseñó muchos secretos de finanzas, de Gobiernos y de comercio Internacional a Felipe; pues de un tiempo atrás Felipe le había resultado de gran ayuda, puesto que había firmado una cantidad de negocios que habían resultado muy sustanciosos para sus empresas.  Felipe, era un suertudo completo y era un joven muy inteligente y capaz.  Nick sabía que Felipe iba a lograr muchas de las cosas que él albergaba en su corazón y confió en él hasta el último día en que estando en una clínica, con la compañía de Felipe; la muerte materializada en sus intestinos en forma de cáncer; lo venció.

 

Felipe, no paraba de llorar.  Inmediatamente, los diarios y las revistas; dieron la noticia que uno de los empresarios más ricos del mundo había muerto de cáncer.  Felipe averiguó y definitivamente Nick; era todo un personaje empresarial.  Lo curioso era la manera como había escondido eso de Felipe durante esos meses.  Se llegaron sus sepelios y lo que escandalizó aún más a la sociedad fue la magna fortuna que Nick dejó a Felipe; junto con todo su capital.  Ese hecho conmocionó en gran manera al gobierno de Suiza que ya contaba con el dinero de Nick para fortalecer su poder.  Pero eso había cambiado, porque si se deshacían de Felipe; la familia que este tenía no era pequeña y por tanto lamentaron el asunto y difamaron a Felipe y a Nick en el mundo de los negocios, de una manera muy vulgar y lamentable.  Felipe dejó de ser un joven común y corriente para convertirse en el joven con la octava fortuna más grande del mundo. 

 

La presa lo asedió y fue víctima de muchas críticas. En un fogueo periodístico mientras salía de recibir aquella gran herencia.

 

—Felipe, ¿Qué se siente pasar del anonimato a ser el octavo hombre más millonario del mundo?

—Es una sorpresa para mí; no tenía idea que Nick era propietario de tantas cosas.

—¿Cuál era su relación con el multimillonario señor Nick Frei? —Preguntó otro periodista

—Una relación de mucho respeto y compromiso.

—¿Era Nick homosexual?, ¿Era él su pareja?

 

Felipe entornó su rostro molesto

 

—Nick ya no existe, lo quise mucho y pienso que todavía lo quiero y lo querré por siempre.  ¿Y quién ha dicho que soy homosexual? Unos dicen que soy bisexual, otros que soy gay, y en fin, todo tipo de comentarios se han levantado.  Para que no se enteren por otros labios, todo lo que quieren que yo sea, ¡eso soy! Pero por favor les pido respeto por la memoria de ese gran hombre que fue mi amigo.  Ahora sí me voy, tengo prisa, déjenme pasar por favor.  Siguieron lanzando preguntas, pero Felipe no se detuvo y se fue protegido por su equipo de seguridad.

 

Para Felipe, aquel hecho no lo sorprendió mucho y decidió tomar las riendas de sus asuntos.  Hecho esto; recordó la beca que el ministro le había conseguido para estudiar en la universidad de Harvard en USA y decidió entrar a dicha universidad a la edad de veintitrés años.  Por ese tiempo, con la intención de asegurar a su familia; los solicitó para que vivieran en una de las mansiones que compró Felipe en ese país, necesitaba tenerlos cerca; quería compartir con ellos y en especial con su madre todo lo que había conseguido.

 

Se radicó con ellos en el estado de Boston Massachusetts, donde se capacitaba en una maestría acerca de la formulación de planes Nacionales e Internacionales de desarrollo y donde simultáneamente se preparaba en el estudio de algunos idiomas, con profesores que él particularmente pagaba.  Sus hermanas ya profesionales iniciaron en aquel país el aprendizaje del idioma inglés.  Dada la cantidad de difamaciones que hicieron de Felipe; su madre y su familia jamás tocaban el tema de su homosexualidad; ni siquiera cuando quisieron caricaturizar el amor de Nick hacía Felipe en una revista muy conocida a nivel mundial.

 

Cuando Felipe fue reconocido en el mundo del poder; los más agalludos y jugados en ese ámbito, entraron a proponerle todo tipo de negocios; pero ellos jamás contaron con la astucia innata que caracterizaba a Felipe y por supuesto con los miramientos empresariales que ya tenía fijados ¡Y sí que se supieron estrellar con él!  Para aquel entonces, la alta sociedad del mundo capitalista, empezó hipócritamente a involucrar a Felipe en reuniones sociales y de alto nivel ejecutivo donde Felipe siempre se destacaba e impactaba por sus comentarios y su perspicacia.  En todos esos escenarios Felipe no entendía como una comunidad de homosexuales de la alta sociedad se habían escandalizado tanto cuando no hacían más que proponerle acciones sexuales que no iban con lo que Felipe buscaba.  Pues en más de una ocasión; estos varones ilustres y respetados le propusieron tener relaciones en compañía de sus esposas, tener relaciones amorosas en secreto; entre otras muchas cosas que en todo momento sacaron el mal genio de Felipe.  Fue tanto el acoso que vivió Felipe; que pensó que seguramente parecía muy gay y decidió contactar a uno de los mejores cirujanos plásticos de ese tiempo. —Felipe, físicamente era hermoso; muy elegante siempre, su piel, sus manos; la estructura de su cuerpo como la de un hombre que no pasa desapercibido en ningún lado—.

 

Consideró Felipe, inyectarse hormonas masculinas para cambiar en su opinión muchas facetas femeninas de su personalidad.  Y también se realizó unos muy pequeños cambios físicos que le favorecieron en gran manera y que por el contrario atrajeron aún más el morbo varonil gay de todos los que le conocían.  Felipe se convirtió en un varón muy codiciado tanto por mujeres como por hombres; y no solo eso, sino que en menos de un año había incrementado su capital, al punto de convertir la herencia que le había dejado Nick; en la quinta fortuna más grande del mundo. Felipe solo se reía y jugaba con lo que aprendía diciendo: “jamás pensé que así fueran los negocios”. —Su corazón siguió destrozado por muchos meses después de la muerte de Nick, a quién pensó, amó con sinceridad.

 

Tuvo que aprender a vivir, reconociendo que jamás podría esperar nada de nadie y que por el contrario, de los cercanos y de los “amigos” solo podrían venir las peores cosas; por esas razones, era que nunca ponía su corazón al servicio de nadie; ni siquiera del suyo propio.

En una ocasión, los gobiernos más consolidados del mundo; hicieron una reunión con los magnates más poderosos del momento para concretar un negocio que resultaría muy conveniente para toda la sociedad capitalista.   El asunto consistía en lograr unas concesiones petroleras con jeques árabes y por medio de una alianza establecer un acuerdo multilateral que beneficiara a los países del G7; Felipe participó activamente en ese negocio y en otros muchos logrando posicionar su fortuna dentro de niveles exorbitantes que lo asumían como el hombre más rico del mundo.  Ya no tenía a nadie por ese tiempo; ni le daba entrada a ninguna aventura sexual.  Desconfiaba de todo el mundo hasta que eso se le volvió un problema que no lo dejaba ni conciliar el sueño.  Se hizo muy poderoso, recibiendo títulos honoris causa de las universidades más representativas del mundo.  Participó en la creación de “Reality Shows”; apoyó causas sociales y en especial hizo mucho trabajo por la gente de su país de quién en realidad se dolía mucho. 

 

En una ocasión, fue invitado a una entrevista para hablar del éxito de sus empresas y de manera inoportuna, la periodista quiso ahondar en su vida privada; haciendo hincapié en su homosexualidad.   

 

—¿Es usted gay? —Preguntó la periodista de manera inesperada.

—¡Por supuesto!, todos los hombres del siglo XXI lo son. ¿Ya le preguntaste a tu esposo que si lo era? —Ella no respondió

—¿Por qué asegura que todos los hombres son gays?

—¿Cuál es el problema con serlo? ¿No es acaso esa la moda?

Siendo renuente la periodista le preguntó, se habla de un romance que usted tuvo con la famosa actriz y cantante tal; ¿Es eso cierto?

—Yo no sé usted porque tiene tanto rating, si no estoy al frente de una buena periodista, deberían cambiarla; una pregunta más estúpida que la anterior y se acaba esta recocha. —Estaba enojado.

—Bueno, no se moleste; pero su vida sexual desde el inició ha sido un escándalo completo.  ¿Cómo explica eso?

—Por la cantidad de cerebros chiquitos que no ven.  —Nunca he entendido por qué la humanidad entera tiene una mente tan sexual y tan hipócrita al mismo tiempo.  Nunca calificamos a alguien de primerazo por sus capacidades sino por sus condiciones entre las cuales resaltamos la sexuales como si fuera de incumbencia pública.  No nos importa que la persona sea el pintor más excelente del país, sino que anteponemos a eso el hecho de que es “homosexual” más descarado.  Se sufre mucho en este aspecto por la falta de consideración y respeto a personas que no eligieron eso.  Así como usted no eligió ser mujer.  Tener la capacidad de contemplar con gusto todos los sexos, debería considerarse una virtud, ¿No lo ve así? —Ella no respondía

—Bajo esa concepción ¿Cómo visualizas las familias del futuro?

—Todo es cuestión de los paradigmas que tenemos en la cabeza los cuales nos limitan a respirar un aire sin diferenciar los componentes del mismo.  Una familia en el futuro podría llegar a considerar anormal o poco usual una unión entre un hombre y una mujer.  Pregúntese usted ¿Qué hubiera pasado si nos hubieran formado con esa idea?

—¿Dónde deja usted a Dios?

—Sin lugar a dudas Dios es lo más grande y supremo que la vida misma nos enseña; pero siempre me preguntó lo farsantes que somos los seres humanos al hablar de Dios cuando ni siquiera le conocemos y menos le respetamos.  Acostumbramos a escandalizarnos por cosas que nadie se atreve a reconocer; yo pienso que de la misma manera como Dios aborrece un acto delictivo, aborrece un chisme, o una mentira; entonces porqué involucrar a Dios en aspectos que de rato han venido sucediendo en una sociedad fingida, llena de máscaras y conflictos.

—Entonces usted cree que Dios existe, que no se enoja con el libertinaje sexual y que admite todo camino que quiera transitar el hombre.

—Si todos procedieran de Dios las cosas serían muy diferentes; pero yo creo que tan lejos estamos de las estrellas como de Dios.  Le reitero que es muy hipócrita de su parte poner a Dios como estándar o como un equilibrio para determinar lo bueno de lo malo; si usted sabe lo que es eso no deberías ser una simple periodista chismosa y entrometida y menos en un tiempo que de rato la mandó a recoger.  Discúlpeme si la ofendí, pero en mi concepción el ser gay, bisexual, lesbiana o travesti no es para lamentarlo, menos para aferrarnos al horror absoluto; se trata de saber asumir los roles sociales, y de tomar una determinación en la vida.

—Pertenezco a este tiempo y mi perspectiva de vida es muy distinta a la suya, pero yo no admitiría un 80% de lo que usted ha dicho; sin embargo, lo respeto.

—¿Alguna vez te has imaginado lo que sucedería si te enteraras que tu padre tiene la capacidad de contemplar con deseo una belleza masculina? O ¿Qué harías tú si se despierta en ti esa capacidad?; ¿La consumarías? ¿O el temor y la vergüenza social te reprimirían?, todo es cuestión de carácter y personalidad.  Es posible que haya soluciones a todo y aún para ello, pero ¿será eso lo correcto? Averígualo y me lo cuentas —Se río con ironía.

—Para mí sería muy traumático pensar en la posibilidad de considerar a mi esposo homosexual; siendo padre de tres niñas y siendo el varón del que me enamoré.

Felipe se rió —Tal vez lo sea, solamente que eso nunca se despertó en él o esa capacidad no fue tan superior a su personalidad.  Pero más que seguro estoy que en alguna situación crítica, eso podría permear su condición de varón.  Pero no quiero que los televidentes malinterpreten esta contradicción en la que seguramente me he sumergido; ser gay no necesariamente significa estar en la obligación de tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo; ser gay va más allá; es una capacidad, es una virtud, trasciende todo aquello que el ser humano desde su cerebro puede crear, formar, hacer, realizar, evaluar; ser gay es sinónimo de Éxito, de talento, de esmero, de esfuerzo de sometimiento, de dedicación, de integridad; ¡Bajo esa apreciación considéreme a mí el hombre más gay del mundo que la tierra jamás haya parido! y para mí hay una gran diferencia en asegurar que alguien lo es, por algo tan mínimo como es el manejo sexual que en últimas es un goce pasajero y libre.

—No estoy de acuerdo con usted, porque entonces ¿Qué pasaría con aquellos seres que se satisfacen con menores de edad “pedófilos”, o con los que encuentran placer en actos poco pulcros y para nada legales?

—Hay personas enfermas, y dentro de las parafilias debe haber un sinnúmero de caracterizaciones psicóticas y/o patológicas, pero ese no es el punto; usted vino a entrevistarme, a conocer de mí; y su profesionalismo no ha hecho más que indagar aspectos de mi pensamiento, de los comentarios que giran alrededor de mi persona y no de la esencia de mi ser.  Yo creo que los televidentes quieren saber quién soy y para ello deben comprender como razono.  Soy yo, por supuesto muy diferente a usted; permita que ellos “el mundo” me conozca, solamente deje fluir ese gay que está atrapado en usted; el éxito de la entrevista superara toda regla profesional; ¡Libérate!  Si quieres hacerle un bien a la sociedad empieza por ver a los seres humanos como eso y no como máquinas sexuales que se acepten o se excluyan de las esferas sociales; en eso la sociedad es muy inmadura, atrasada e ingenua. ¿Es acaso el sexo más importante que la vida o es el parámetro a seguir para poder existir?, en ese caso, mucho gusto, mi nombre es masculino, ¿Cuál es el tuyo?; ah hembra; me agrada, ¿Y qué profesión tienes?

La periodista se rió sonrojada —Felipe, eres un ser bastante interesante y complejo.  Eso es interesante y me gusta; de verdad muchas gracias por todo, por haber venido y por tratar de romper los esquemas que gobiernan la existencia de muchos.  ¿Te das cuenta?, ya casi que hablo como tú.  —Se río nuevamente.

—¡No digas eso! Gracias a ti por invitarme.   

 

Basados en esa particular conversación del doctor Felipe, los medios y los altos mandos religiosos no hicieron más que desprestigiarlo y tratar de desequilibrar su vida social; pero Felipe solo se reía y los burlaba con comentarios interesantes que hacían notar lo absurdo del razonar humano.  Siempre decía que cada quién debería creer en algo, respetarlo, defenderlo, pero jamás imponerlo; siempre aseguraba que “las ideologías cambian y son un fenómeno al que no se le debe tener miedo, solamente hay que estar preparados para las cosas y siempre esperar lo peor del amigo, jamás lo mejor”. Para él, su peor enemigo estaba en él y siempre su lucha era consigo mismo, con nadie más; no veía como enemigo a nadie, ni consideraba malo a nadie, excepto su corazón del cual él aseguraba no conocer con plenitud; reconociendo que las vivencias de su vida le permitirían identificar lo perverso de su ser en todos los aspectos de su existencia.  Siempre polémico, siempre buscando lo diferente, tratando de no conformarse con los rudimentos que la sociedad en todo momento imponía.  Siempre manifestaba que quería liberarse de todas las ataduras y prisiones en las que se había formado; aunque no siempre logró ser el mejor ejemplo de sus dichos; ¡Le fue imposible!

 

Olvidado todo ese tema. Felipe siguió su vida de una manera normal y sin discriminación de ninguna índole. Y quiso buscar un nuevo éxito para tratar de medir la mal llamada “pulcritud social” donde se le ocurrió hacer un concurso mundial para seleccionar la belleza masculina más destacada.

 

El proyecto consistía en “seleccionar al hombre más bello e inteligente del mundo”;  para ello, solicitó a cada país del mundo el seleccionar hombres entre los 25 y 35 años para participar en la elección que él denominó “bellos y sabios”;  este concurso consistía en identificar un hombre muy elegante, atractivo, varonil, y lo más importante con una capacidad intelectual admirable y con mucho dominio propio para resolver problemas e identificar prioridades.   Además, el concursante de cada país debía presentarse al concurso internacional de “bellos y sabios” con un trabajo macro que aplicara cualquier tipo de idea que beneficiara al mundo en general y particularmente, el país que representaba el candidato, tendría un contrato millonario para la ejecución de ese proyecto. Y para completar el galardón por ser seleccionado el hombre más bello y sabio del mundo, tendría un puesto de trabajo en la Organización de Naciones Unidas (ONU), con un sueldo muy alto durante el año de su gestión.  Al final del periodo, debía entregar su informe de gestión, y demostrarle al mundo entero que su trabajo fue realmente significativo para el mundo; de lo contrario, la elección habría sido equivocada y el jurado elector considerado incompetente.  Tuvo buena acogida en su momento.

 

Se esforzó mucho en trabajar por la educación del mundo, proponiendo, una educación que sobresaltaba la dignidad de sus habitantes, haciéndolos muy admirados por sus talentos y pensamientos sociales; Felipe sentó las bases en el mundo para construir una ¡real sociedad! Donde el dinero se remplazó por los talentos y habilidades de las personas y el nivel de vida fue valorado por las capacidades del ser donde el dinero como tal, paso a un segundo plano, casi olvidado.  Aunque fue mucho lo que le chiflaron los otros países por esa idea; dejó claro que eso era posible y lo demostró; pero lamentablemente, conocía que ninguno de sus multimillonarios amigos iba a perder la honra, al ceder el poder a seres con todo tipo de diferencias. 

 

Siempre pensaba en la cantidad de personas talentosas que nacían en el mundo y que en muchos casos no podían entrar a una escuela de música, de teatro; de danza y cosas por el estilo.  Se indignaba de palpar como la vida era tan injusta para algunos grupos sociales y como las clases sociales privilegiadas hacían alarde de dignidad.  Por todos esos hechos; Felipe empezó a sentirse impotente y se dio a la tarea de esquematizar todo tipo de soluciones que permitieran una sociedad de clases y de privilegios de libre acceso, sin que el dinero estuviera supeditado al poder.  Planteaba la posibilidad de iniciar un proceso educativo en el mundo; donde todos los gobiernos centraran su poder y sus fuerzas en sus habitantes; preparándolos desde pequeños en el dominio de las lenguas; viajando sin problemas desde las instituciones educativas y enriqueciendo culturalmente a los seres humanos en el mundo y por el mundo. Siempre decía “hay que hacer que las nuevas generaciones dominen el mundo y no que el mundo los domine y los intimide”; quiso probar sus teorías con una fundación que llevaba su nombre; donde se dio a la tarea de encontrar los talentos más significativos en su país; e invertir mucho de su propio dinero.  Su meta era ver que tan productivo podía ser un ser humano preparado y capacitado para su país y los resultados que encontraba en el corto tiempo y con no mucha inversión eran sorprendentes.  Estandarizó todas las facetas del ser humano y pensaba en el deporte, en la ciencia, en la tecnología, en cada una de las disciplinas.  “Siempre insinuaba que cada persona que nacía era una propuesta de vida y un reto social”.  Decía también: —un país puede ser tan rico y tan pobre; pero eso solo depende de su población, de las posibilidades que se les den para crecer” y en eso se basaban sus pensamientos. 

 

En  una ocasión se imaginó un mundo lleno de personas preparadas en todos los ámbitos de la vida humana; desde la que barre porque no le gustó hacer otra cosa en la vida hasta el que dirige una organización multimillonaria; y concluyó que si los seres humanos entraban desde la primera infancia en un procesos de descubrimiento a sus potencialidades las cosas serían máximas para todos; incluso aquel que barre una empresa se vería obligado a aceptar esa realidad no porque no hubiera nacido con algún talento sino porque la pereza y los vicios no lo dejaron crecer.  Todos debían tener más que la motivación, las herramientas para descubrir sus verdaderos sueños y talentos. 

 

Felipe se sentía ya un hombre maduro; estaba completamente dedicado a su trabajo de empresario; por ese tiempo, su fortuna era demasiado grande; tanto así que no se sabía con certeza si él era el hombre más rico del mundo.  Sus propiedades parecían ser innumerables; era dueño de islas y de mansiones, fincas, haciendas y no había sociedad en la que no tuviera acciones que llevaran su firma, ni banco en el que no fuera demasiado influyente.  Durante su doctorado, su madre entró en decaimiento y murió; eso fue muy duro para Felipe, puesto que su propósito siempre fue su madre y por ello se sintió muy mal; sintió que ese mundo saturador y lleno de vanidad lo había cautivado, obligándolo a dejar en segundo plano su familia; pues todo lo que pensaba hacer con ella no lo cumplió en su totalidad.  Ella nunca vio nietos, no viajó en compañía de su hijo por el mundo entero como ella quería, sino por algunas partes, cuando su hijo estaba un tanto desocupado.  Ese fue un golpe demasiado duro para Felipe y su vida entró en decaimientos, sin importarle muchas cosas de sí mismo.  Afortunadamente terminó su doctorado y seguía convencido en buscar la manera de abolir el dinero de las relaciones humanas.  Su padre murió cuando terminó su doctorado y fue una situación bastante lamentable para él.  Aunque le reprochó sobre su féretro el no haber contado con un padre ideal; le manifestó que siempre lo amo en su corazón y que lamentaba la no muy buena relación que siempre tuvo con él.  Le pidió perdón y lo enterró con sus ojos humedecidos.  A partir de ese momento, Felipe se pegó mucho a sus hermanas y a sus sobrinos; eran su familia; la única familia cercana que le quedaba.  De sus tíos y tías y primos y primas, se había encargado de darle una posición económica buena y trabajo.  Ellos Vivian bien, como dignos familiares de tal vez el hombre más rico del mundo.

 

Por ese tiempo; Felipe, asistió a una reunión de negocios donde conoció a una mujer, veinte años mayor que él y desde el comienzo esta mujer provocó en él muchas sensaciones que le despertaban su masculinidad.  Felipe había estado solo durante muchos años, sin ninguna relación seria desde la muerte de Nick y para él era novedoso empezar a salir con una mujer mayor.  Paso el tiempo y a Felipe le informaron, que aquella hermosa mujer inglesa, había quedado viuda tres veces y que sus maridos habían muerto en situaciones muy extrañas, además que siempre se trataba de hombres muy adinerados y con clase social; ella también era una mujer perteneciente a una familia muy adinerada; pero su capital era demasiado grande para ese entonces por lo que había heredado de sus muertos maridos.  A Felipe eso le dio miedo y quiso evitarla por muchos días, pero su curiosidad fue más grande y le importó nada todo y se casó con aquella mujer, pasados unos meses de haberla conocido. 

 

Felipe estaba convencido de que la amaba y su propósito era respetarla y cuidarla.  Pero lamentablemente; el mundo en el que vivía, en todo momento perturbó la relación; empezaron a difamar a Felipe y a su esposa.  Ella era una mujer muy inteligente y con una mentalidad muy abierta; le reconoció a Felipe que también le gustaban las mujeres y que por ende ella aceptaba eso de él.  Y así se lo expresaron al mundo entero.  Todo no paso del asombro y de un escándalo silencioso que le cayó la boca a todos los medios de comunicación.  Luego Felipe quiso irse a vivir a su país donde mandó hacer una mansión en la ciudad donde había nacido; una mansión muy imponente donde vivió con toda su familia.  Felipe quería ser padre, pero la mujer con la que se había casado era estéril y no estaba de acuerdo con tener un hijo.  Por razones de la vida; juntos construyeron muchos negocios y Felipe pensó en participar en la política de su país.  Pero por múltiples razones no pudo en ese momento.  Pasado un año de matrimonio, la mujer tuvo un ataque en su corazón durante una cirugía estética y murió.  Felipe sufrió su muerte por cuanto ella había sido la única mujer que le había hecho olvidar las pasiones encontradas en un hombre.  De lo que no hubo duda luego de su muerte fue que Felipe quedó constituido como el hombre más rico del mundo entero.  Su fortuna fue la más grande de todos y eso para él a su edad de casi treinta y tres años, ya no tenía importancia.  Por ese tiempo deseaba no tener tanto compromiso y tener una familia con la que pudiera vivir feliz y trabajar, —ya su corazón se había inclinado por valorar las cosas más simples de la vida—.  Idealizaba muchas cosas en su mente; puesto que no era feliz.

 

Desde su mansión en su ciudad natal, la cual llevaba el nombre de su madre, buscó la manera de supeditar todos los negocios a él o a su organización y sucedía que mientras el dinero en cualquier país del mundo crecía, el suyo también crecía y bajo esa simetricidad jamás entraría en quiebra.   Era un hombre con mucho dinero y poder hasta que se convirtió en un problema para el mundo entero; al punto que todo el mundo culpaba a Felipe por el mal nivel de vida y por la pobreza extrema que atacaba muchas regiones del mundo globalizado.

 

Quiso entonces formar “ciudadanos del mundo” cuya cédula de ciudadanía fuera un shift de identificación donde se conociera todo acerca de la vida de ese ser humano.  Ofreció un modelo de educación en la cual los niños se recrearán en su nivel de prescolar; aprendieran las razones del aprendizaje en primaria y finalmente se profesionalizarán en bachillerato.  Jóvenes que perfectamente podrían ser profesionales a muy temprana edad y productivos para el país.  En definitiva, cada habitante de cada país estaba en la obligación de enriquecer a su Nación con su trabajo y a cambio de ello tendría acceso a bienes y comodidades.  La ONU, era la encargada de diseñar estrategias para que los países con buen potencial de productividad y eficiencia humana ayudaran a plantear soluciones para que los países más atrasados salieran adelante.  Pues la educación siendo gratis en todos sus niveles, no aceptaba justificación de que una persona no hiciera nada en la vida y no planteara nada novedoso.  “era la época de la innovación” y de los grandes inventos de la inteligencia del hombre; además del valor de los valores y del respeto de la ética humana.  Estando ese mundo en marcha; todos los países cooperaban y trabajaban sin inconveniente, y cada ser humano de acuerdo a su talento, conocimiento, gusto, deseo, virtud, trabajo, vivía con la calidad de vida que su talento le permitía gozar y ayudar a su Nación y por ende al mundo.

 

Una vez que Felipe hubo logrado eso, se sintió satisfecho y muy feliz en su corazón.  Ya a sus cuarenta y dos años, quería dedicarse a él y sentía la necesidad de formar una familia.  Estaba cansado de estar solo y de sentirse vacío en un mundo lleno de corrupciones y mentiras.  No hubo cosa que no hubiera alcanzado de todo aquello que su mente imaginó.   

Lamentablemente con todo ello; Felipe descubrió en su corazón que aún no era un hombre plenamente feliz.

 

 

EL AMOR

 

Para ese momento muchos eran los cambios que había presenciado Felipe; se encontraba, por tanto, dentro de un espacio de reflexión continua, caracterizando cada uno de los espacios bellos y no bellos de su comportamiento como ser humano en su paso por la tierra.  Se sentía satisfecho con sus logros, pero no feliz.

 

Radicado completamente en su país de origen; en aquella mansión que construyó a su madre.  Un día salió a caminar y miró a lo lejos un muchacho como de diecinueve años de edad, de pasos largos y bien definidos y con una estructura ósea alargada y algo robusta.  Llamó mucho la atención el andar de ese Joven a Felipe.  Siguió su camino como en busca de algún consuelo y no halló más que personas alegres, sonrientes y una ciudad casi perfecta, donde se viabilizaban los sueños de todos los seres humanos que la habitaban.

 

En otra ocasión, fue invitado a participar en un evento organizado por una universidad; el evento consistía en la demostración semestral, de cada facultad de entrenamiento a los talentos que crecían en su ciudad.  Sentado bajo la observación de muchos estudiantes; pasados diez minutos de comenzado el evento.  Vio entrar al recinto, el mismo joven que había llamado su atención mientras caminaba por las calles de su ciudad.  Esta vez, tuvo la oportunidad de observar detenidamente el rostro de al parecer este estudiante y de sonreírle durante todo el evento.  Felipe se conmocionó al ver esos ojos redondos y cafés; le agradaba ver su corto y abundante cabello negro que hacía resaltar su piel blanca, su barbilla bien definida sobre los extremos de su redonda cara y su talle corporal que lo destacaban del resto de los cuerpos al son de su presencia; le agradaba mucho mirarlo; había algo en él que lo hacía diferente a los muchos muchachos que presenciaban el evento.  Lamentablemente al terminarse la reunión, muchas personas saturaron a Felipe y fue imposible para él entrar en contacto con aquel joven tan agradable para sus ojos.

 

Pasaron los días y Felipe se acostumbraba a la idea de que vivir solo era lo mejor; entró en un momento de depresión sobre su alcoba, lloró amargamente su pasado y su presente, sentía que la vida en sí era un argumento que no alejaba los fantasmas que hacían miserable los días de la tierra.  Lloraba tratando de encontrar una respuesta a lo que estaba sintiendo, se sentía tan poco, tan sucio, tan vacío y tan superficial.   Se levantó de su cama y se paró frente al grande espejo de su baño personal.  Empezó a distinguir las máscaras del éxito de su vida y con rabia las desgarraba de su rostro de la misma manera como las águilas se renuevan para no morir en las alturas cuando su plumaje se hace ancho y pesado con el paso del tiempo.  Encontró sobre aquel espejo, una mirada aislada, cubierta de mucha lucidez y generosidad;  encontró a su vez, una máscara gris con unos ojos codiciosos y para nada satisfechos;  siguió escarbando por entre la luz del espejo que proyectaba su rostro sobre su verdadera cara y encontró otra máscara, pero esta vez era sumamente pálida, y sus ojos estaban cerrados;  para ese momento sintió miedo, mucho miedo;  pero de la misma manera encontró un rostro alegre, feliz,  con éxitos y capacidades que parecían nombrar su historia;  luego se encontró con un rostro asfixiado, algo morado y lleno de lágrimas.  Era él y de la manera como había hecho con las otras máscaras, la desgarró sin piedad de su anatomía humana y sangró mucho por ello, pero se sintió mejor y pudo respirar.  Finalmente; al elevar su mirada nuevamente sobre el espejo; encontró un niño, lleno de ilusiones y desesperanzas; un niño que le abrió los brazos y le dijo “te amo”.   Luego, inició un derramamiento de lágrimas muy grande sobre los ojos de aquel infante; muchas eran las lágrimas y de un tamaño considerable para aquellos pequeños ojos, luego ese niño le dijo “me mataron” y en ese momento vio al hombre de cuarenta y cinco años que miraba detenidamente, sus ojos rojos y humedecidos de tanto llorar.  Sintiéndose un poco más desahogado, Felipe quiso hablar con alguien; contar con alguien; pero no hubo quién.  Tampoco usaba diario personal porque lo consideraba algo demasiado riesgoso.

 

Ocho días después, Felipe leyó en el periódico; que en la ciudad donde habitaba, unas personas habían sido asesinadas de una manera muy extraña, se trataba de una pareja de homosexuales que vivían del arte de la belleza y la moda.   No se tenía conocimiento ni rastro del causante de aquel asesinato, menos las razones por las cuales habían dado muerte a aquellos personajes tratándose de un asunto para aquel entonces ya superado socialmente por la humanidad.  “respeto a la diferencia”.

 

Pasaron dos meses cuando Felipe fue invitado a un congreso mundial de “soluciones y cambios”; este tipo de congresos se hacían periódicamente cuando el tiempo así lo requiriera.  Felipe, no tuvo problema en prestar su mansión para dicho evento y planteó su no deseo de viajar pero que si requerían tanto de su presencia, el evento podría llevarse a cabo en su mansión.  La idea pareció bien a los delegados internacionales de las Naciones y el evento tuvo lugar en la mansión de Felipe.

 

Ese día se había preparado un consejo de seguridad muy grande para todos los personajes que asistían.  Pero Felipe por su cuenta sugirió a la universidad seleccionar diez estudiantes interesados en el asunto y destacados en cuanto a su rendimiento académico.  De esa manera la universidad dispuso de estos estudiantes.  Llegado el día, Felipe se reencontró con sus viejos amigos de la política y con grandes colegas y admiradores de su destino.  Al ojear la sección donde estaban los estudiantes; allí se encontraba como sobresaliendo por encima de todos, como destacado por entre los destacados, el mismo joven que había visto a lo lejos en ocasiones anteriores.  Felipe, abandonó su lugar antes de que comenzara el congreso y saludó a los estudiantes y llamó a este joven tan particular y sonriéndole bajo el fulgor de una mirada explosiva y penetrante, le dijo: —con voz algo nerviosa, mandaba saliva y compungía sus cuerdas vocales,

 

—¿Cómo te llamas? —Su tono era nervioso

—Daniel, señor.  Me alegra conocerlo personalmente.

—¡El gusto es mío!  Me interesa hablar con usted.  Ya va a empezar la reunión; apenas acabe, quiero que te quedes y hablemos.  ¿Te parece? —Felipe se veía feliz.

—Bueno señor.  Claro que me quedo.  Muchas gracias.

 

Nuevamente Felipe estrechó su mano y salió de su presencia.  Durante el evento Felipe parecía estar perturbado por la presencia de Daniel en aquel lugar y no hallaba la hora de entrar en “break” para hablar con él.  Estaba muy distraído Felipe del tema de conversación que se discutía.  Pero como siempre, adelantaba sus conocimientos bajo la formulación de preguntas muy concretas y opinaba.  Ese día no hubo receso y los personajes se quedaron en la mansión de Felipe por espacio de una semana.  Afortunadamente, cuando acabó la reunión de ese día, Felipe dejó su teléfono personal a Daniel y le pidió el suyo.  Eso tranquilizó sobremanera a Felipe quien se sentía fastidiado de tener a esos personajes ocupándolo en su mansión. 

 

Acabada aquella semana; Felipe nuevamente llamó a Daniel; pero esta vez no fue para saludarlo y saber cómo le estaba yendo en el estudio y con el alcance de sus metas y de otras cositas.  Felipe, esta vez lo invito a Cenar a su mansión.  Una comida preparada por él.

Felipe estaba muy nervioso; pues desde unos días atrás estaba pensando en esa noche que debía ser muy especial; y sentía miedo el solo pensar que a Daniel no le gustara la comida; era la primera vez que Felipe cocinaba para alguien y no era experto en el ámbito; de hecho, no le gustaba la cocina.

 

Llegó el día y Felipe dejó todo preparado para la noche.  Acomodó su mesa más elegante y dispuso de todo para quedar solo con él en su mansión.  Sus hermanas estaban de viaje junto con sus sobrinos y pues no había nada que interrumpiera.  Muy elegantes, estaban ambos, como reconociendo la importancia del encuentro.

 

—Hola, Daniel, me alegra que estés aquí.  ¿Cómo estás?

—Muy bien señor.  Gracias. —Se notaba sorprendido

—Ven siéntate.  ¿Te gusta la comida de mar?

—Me gusta. —Daniel se encontraba algo nervioso e impresionado

—Y qué me cuentas de tu familia, ¿Siempre has vivido aquí?

—Sí señor. 

 

Se sentaron a la mesa y Felipe sirvió la cena.

 

—¿Quieres hacer un brindis? —Ofreció Felipe con mirada coqueta

—¡Ok!, brindo por estar aquí en la mansión de una persona muy interesante y especial.  Brindo porque no me lo creo.  Y sonrió, como llevándole la idea a la cara de alegría que tenía Felipe.

—Yo brindo porque aceptaste venir aquí y porque estoy al frente de una personita que me impresionó mucho desde el primer momento que la vi.

 

Se sentaron a comer.

 

—¿Y por qué me invitaste a esta cena?

—Porque…, me llamaste la atención desde el primer momento que te vi.

—¿Y cuándo fue eso?

—Un día salí a caminar; y vi el definido caminar de un joven, con pasos largos y con un cuerpo muy distinguido.  Me gustó verlo.  Ese, eras tú.

—Ah sí, ¿y por qué tan seguro? —Se rió y sonrojó.

—Porque luego te vi entrar en el auditorio de la universidad; llegaste tarde, pero al entrar te robaste mi atención.  No sé si lo notaste.

—Solo recuerdo que me mirabas mucho y te reías.  Llegué a pensar que te burlabas de mí.

—¡Cómo piensas eso!  Para nada.  Solo me llamaste la atención y por eso estas aquí.

—¡Tú siempre me has llamado la atención! —Felipe sintió quedar sin aliento.

—Muchas gracias.  Aprecio lo que dices.  Háblame de ti.

—¿Qué quieres saber?

—Lo que me quieras contar.

—Como ya sabes, mi nombre es Daniel Moros, mi familia toda es de este maravilloso país.  Tengo muchos sueños; me encanta la música; sueño con ser cantante y por ahora, soy director de cine, pero me gustaría ser también estrella de cine.  Soy bueno para eso y pues la universidad me ha descubierto aún más esos talentos.  Me apasiona mucho.  Tengo una hermana y “una muy buena relación con mi papá”.  Mi mamá es algo cansona y dice que debo ser como usted; seguir su ejemplo y dedicarme a otras cosas.  Mi papá le argumenta que yo debo ser un varón y que como tal debo portarme y no le gusta para nada mi carrera; dice que eso es para afeminados.  Y mi hermana es una súper actriz; es muy buena.  Creo que la película que sale este año de la universidad, ella la va a protagonizar.

—Bien por ella; estoy seguro que tus sueños se van a hacer realidad y en lo que yo te pueda ayudar, es, sino que me digas.  Oye, ¿y por qué tu papá, te insiste en que debes ser un varón y no un afeminado?

—Mi papá es demasiado homofóbico y siempre me ha inculcado que tenga cuidado con ese tipo de gente.  Mi mamá, por el contrario, dice que yo estoy en la libertad de que me guste cualquier persona, desde que me cuide y sea responsable de mis actos. 

—¿Y tú qué piensas?

—Yo no quiero ser gay.  No debo aceptar eso en mí; además me siento bien con las mujeres; ellas me gustan y me siento bien.  Aunque si he tenido gran curiosidad por explorar un hombre; por tocarlo, sentirlo; pero no más.  Es que mi papá siempre se la pasa casi que desnudo por la casa; entonces eso para mí no es tan representativo ver un hombre y excitarme, porque pienso en mi papá.

—¿Por qué crees que te invité a mi mansión?

 

Se queda callado Daniel como pensando en una respuesta; de repente dice:

 

—Porque siempre te he admirado y he tenido gran respeto por tu opinión; aunque hay muchas cosas que no comparto.

 

Felipe le toca su mano sobre la mesa y comienza a masajearla suavemente.  Daniel se queda callado y hace una mirada de aceptación.

 

—Eres un chico muy lindo.  Tú me gustas.

—Gracias.  Tú también me gustas y te considero un ser único. —Y sonrió nerviosamente.

—¿Tienes miedo?

—Para nada. Solo que esto es nuevo para mí.  Tú no me das miedo.  Tú me gustas y te admiro mucho.

—Me siento complacido por lo que dices.  ¿Te gustaría tener algo serio conmigo?

 

Daniel lo mira fijamente a los ojos; da la impresión de que ha entrado en un estado de pensamientos y contradicciones esperadas; le dice: —¡me da miedo! — Porque nadie sabe que soy gay.  Ni siquiera sospechan, además mi papá me mataría.  Tú eres un personaje público y eso hará que yo salga a la luz de las Naciones en menos de nada. Y se rió con algo de temor.

—Entonces no te interesa nada conmigo.  Entiendo.  Entonces seamos amigos.

 

Daniel se queda pensativo y lo mira fijamente a los ojos; luego se levanta de la silla y le da un abrazo muy tierno, luego lo besa con mucha suavidad y ternura.  

 

—Tú eres una tentación muy grande, me arrepentiré toda la vida sino cumplo el deseo de mi corazón.  Pero seamos muy discretos.

 

Felipe responde con otro beso; un beso muy pasional de su parte, que inmediatamente puso erecto su pene.

 

—A partir de ahora, vamos a respetarnos, a estar los dos; no terceros ni terceras.  Quiero que manejemos esto con mucha discreción y seriedad.

—A mí me da miedo tener sexo con un hombre, y me da pánico pensar en adquirir un VIH o esa enfermedad que está de moda por estos días, la que, en cuestión de ocho días, diseca la persona y le brotan del cuerpo pepas grandes de pus y lo destruyen; eso es muy triste y lamentable, pero contigo quiero vivirlo todo.  Sólo conozcámonos mejor, aún no me siento preparado para algo así.

—Yo no quiero sexo contigo.  Quiero nos apoyemos, viajemos juntos, conozcamos lugares y la pasemos bien.  Tenemos que seguir viéndonos de cualquier manera y con eso haremos todo lo que nos haga sentir mejor.  Contigo siento algo que no había sentido nunca; estoy descubriendo algo en mí que no conocía; tú me agradaste desde que te vi caminado por las calles de esta ciudad y te veía en mi pensamiento, ahora te veo frente a mí y me dan ganas de hacer muchas cosas, me siento feliz.

—¡No te alcanzas a imaginar lo feliz que soy hoy!

Siguieron besándose por el largo de dos horas y hablaron de muchos asuntos personales y aquellos relacionados con el manejo de la discreción.

 

Para Felipe, no era problema reconocerse como una persona que contemplaba con agrado los dos sexos y por ende para él no habían restricciones; pero entendía claramente que Daniel necesitaba tiempo para asimilar algo así, y justificaba su comportamiento por las condiciones de su familia y por lo que él le contaba; pese a que en ese tiempo ya las sociedades habían superado ese flagelo y tener una relación homosexual era tan normal como cualquier relación heterosexual; todo era visto por cuestión de agrado, complacencia, placer y por ende Felicidad.  La educación permitía ver a cada persona como una estructura mental interesante y la ignorancia había desaparecido al tildar un ser humano de algo por su condición sexual.  Sin embargo, Felipe se ilusionó mucho con Daniel y encegueció sus pensamientos y miradas de cara a la realidad y lo aceptó sin ningún problema ni reproche.

 

En una ocasión, Felipe tuvo que viajar a un país de Latinoamérica; este viaje lo hiso en compañía de su Amigo Daniel quien le reprochó ser eso una ocasión muy grande para comentarios y habladurías.  Felipe no diciéndole nada, le presentó un grupo musical del cual Daniel era fan número uno y Felipe movió todas sus influencias para que grabarán un disco en compañía de Daniel.  Lo cual se hiso. 

 

Daniel era de un temperamento muy fuerte con Felipe, y casi siempre trataba de sacarlo de sus conversaciones de amigos y de evadirlo de sus asuntos.  Felipe aceptaba que los tiempos eran diferentes y que él ya no era el joven que tantas diversiones vivió y por ende permitía que su Amor, se sintiera feliz sin su presencia para algunas cosas.

En otra ocasión, Felipe llegó al apartamento que había comprado para encontrar siempre a Daniel y para su sorpresa y dolor lo encontró en compañía de otro hombre y una mujer teniendo sexo de manera muy pasional.  Felipe, se retiró del lugar haciendo notar su presencia y no quiso saber de Daniel nunca más para sí.  Lo borró de sus pensamientos y trabajó mucho para sacarlo de su corazón; pero en ese lapso de tiempo, la intensidad de Daniel creció sobremanera y de manera absurda, empezó a decir en los medios Nacionales que se había enamorado del hombre más maravilloso de la tierra y que una vez se enamoró, fue desechado. 

 

Felipe, recibió muchas críticas de parte de páginas amarillistas que desataron polémicas en las principales revistas y noticieros mundiales, los medios hicieron gran escarnio de su situación sentimental.  A lo que él siempre contestaba: —“no sé de lo que me están hablando y si siguen con ese tema, mejor terminemos esta charla aquí”.

 

En sus ojos, se notaba mucho dolor por lo que había sucedido, puesto que su corazón realmente se había enamorado de Daniel.  Fue tanto el dolor de Felipe para entonces que decidió no volverse a enamorar, ni a fijarse en cualquier andar.  Pasaron tres años, donde el equipo de seguridad de Felipe, no permitió el acercamiento de Daniel a nada que tuviera que ver con Felipe; puesto que secretamente Felipe había recibido amenazas anónimas y dañinas.  En ese tiempo estuvo completamente sólo, conoció muchas personas y trabajó en muchos asuntos internacionales.

 

 

 EL CRIMEN

 

 

Ante la decisiva de Felipe de no volver a ver a Daniel, este atentó contra su vida en muchas ocasiones, se agredía físicamente hasta que lo internaron en un lugar especial para personas desequilibradas; sus padres se conmovieron mucho por la situación de su hijo y aunque al principio quisieron prestarle toda su ayuda; al final, lo dejaron solo. 

 

Luego de un tiempo, ingresó a un centro de estudios socioculturales donde tuvo que viajar por muchos países según lo exigía el currículo; en uno de sus viajes conoció a un compañero inscrito al mismo centro de estudios; su nombre era Jerónimo, se dedicaba a la producción de música y además se destacaba por ser muy apuesto y varonil con una fama de “don Juan” indiscutible, puesto que tenía la capacidad de “conocer” a la mujer que quisiera sin hacer el mayor esfuerzo.

 

—Daniel, estoy haciendo un proyecto musical para un colegio infantil que me contrató.  He escuchado que usted es bueno en el asunto, ¿me puede dar una mano? Porfa. —Le pidió Jerónimo

—¡Claro! Y ¿Cómo cuando necesita mi ayuda? —Respondió Daniel

—Mañana mismo.

—Ok.  ¿A qué horas y dónde nos vemos?

—En mi apartamento tengo todo el equipo, ¿Le molesta si va a mi apartamento?

—No, para nada.  ¿Debo pensar en algo para ir construyendo una idea?

—No, mañana te explico, tengo un poco de afán.  Gracias Daniel, ¡Usted es un vacan!

 

Al día siguiente, empezaron a trabajar en el proyecto; Daniel estaba muy concentrado hasta que se perturbó por una mirada muy insinuadora de su compañero de trabajo. 

 

—¿Y eso? ¿No me diga que usted también es del cuento?

—No me molesta la idea; pero si empiezo a sentirme curioso por descubrir otro tipo de sensaciones.  Cuénteme como fue su experiencia con el admirado doctor Felipe.

Daniel lo miró con rabia y le dijo: —¿Tenías que recordármelo?, no me gusta hablar de eso.  Yo mejor me voy ya.

 

Jerónimo se paró en la puerta de su taller de música evitando la compulsiva salida de Daniel; ambos quedaron de frente mirándose detenidamente a los ojos.

 

—¡No te pongas así!, tú eres muy bello, la vida te dará cientos de oportunidades y muchas nuevas enseñanzas. —Hablaba Jerónimo con propósito.

 

Daniel le lanzó una mirada severa en señal de su aturdidora rabia, pero pensó ligeramente en la posibilidad de cobrárselas y le siguió el juego.  Jerónimo se impulsó y besó a Daniel como nunca antes había besado una mujer.  Ambos se fueron quitando lentamente la ropa; ambos sentían la potencia de la fluidez de su sangre por sus venas, ambos se sintieron muy atraídos, rozaban sus cuerpos bajo millones de efectos electroquímicos que los hacían estremecer y gemir al contacto de sus cuerpos.  Cuando Daniel se encontró en un nivel de excitación placido, se acordó de Felipe, abrió sus ojos y miró a Jerónimo ciegamente besando su cuerpo; analizó el lugar y vio un bisturí muy cerca de donde estaban; rápidamente lo tuvo en sus manos mientras el “machote” le hacía sexo oral.  Empezó a acariciar su cuello, sintió el pulso que emitía la vena yugular de Jerónimo y sigilosamente movió su mano derecha hasta que cortó el perímetro donde la yugular bombeaba con mayor precipitación; luego de la primera vez siguió hincándolo con gran euforia mientras gritaba con airada voz: —“YO NO SOY HOMOSEXUAL”; al reaccionar se encontró con un cadáver; se asustó y se marchó rápidamente del lugar de los hechos.  Afortunadamente la acústica del lugar, no advirtió de ruidos extraños a los vecinos, pero, aunque Daniel se llevó consigo la prueba del delito, sabía que en cuestión de horas lo identificarían como el asesino porque había registro en las cámaras de seguridad que él había estado a esa hora en su apartamento.  Llegó a su casa y avisó a su familia que viajaría esa misma noche. 

 

Tomó vuelo y se fue para Israel.  Pasados tres días, toda la ciudad donde ellos vivían estaba impresionada por la muerte del joven; de inmediato comenzaron las investigaciones.  Las cámaras de seguridad del edificio donde se encontraba el apartamento de Jerónimo se habían congelado y debían repararlas ese mismo día, pero todavía no lo habían hecho.  Ese día habían llegado unos amigos extranjeros de Jerónimo quién había sugerido antes al vigilante que no los anunciara y que simplemente los hiciera pasar.  Ellos iban con el propósito de hospedarse en su apartamento.  Después de timbrar insistentemente y de llamar al celular de Jerónimo; se sentaron en las escaleras del corredor a esperar; pasó una hora y decidieron irse sin avisar al nuevo vigilante puesto que habían cambiado de turno.  Se hospedaron en un hotel de la ciudad muy molestos con su amigo Jerónimo.  Finalmente, fueron los primeros sospechosos de aquel crimen y a nadie se le ocurrió culpar al bello Daniel. 

 

Estando en Israel; un hombre árabe de considerable estatura; reconoció a Daniel como el sujeto que había involucrado en unos escándalos al doctor Felipe y lo insultó en la calle generando que las personas lo vieran con malos ojos.  Daniel se indignó mucho; siguió al sujeto por algunos días hasta que llevó a cabo su psicodélico plan.  Lo emburundagó sin que él lo reconociera; lo aisló llevándolo en su vehículo a un lugar donde confluían camiones de carga pesada; lo tiró a las llantas traseras de una ¨tracto mula¨ que iba a gran velocidad.  El hombre quedó desmenuzado después de que las llantas lo arrastraron por la carretera.  Efectivamente, murió; Así lo despidió Daniel de este mundo.  

 

Se fue Daniel rápidamente y tomó un vuelo directo para Alemania.  Se dirigió a un hotel donde se hospedó por unos días.  Él llamó a su familia quienes le informaron del asesinato de Jerónimo y de la retención de tres presuntos culpables.  Al oír eso, Daniel se sintió privilegiado.   Desde que se hospedó en el hotel, trató de buscar la manera de ocultar su verdadera apariencia física y así lo hizo.  Lucía como todo un señor de edad madura.  Había puesto canas ficticias sobre su cabello y puso unas mascarillas en su rostro que lo hacían lucir mayor. 

 

En una ocasión, vio en la calle como un papá le pegaba a su hijo, el cual le gritó a viva voz: —“no me importa si me pega hasta matarme, no con eso me va a arreglar”; ¡yo nací así, no es mi culpa!  Se sintió identificado con ese jovencito y tuvo pesar por él.  Los siguió hasta que identificó su casa.  Horas más tarde, siendo ya de noche, acudió a esa familia.  El señor que había maltratado a su hijo, abrió la puerta y salió a su encuentro con un gesto de hombre disgustado; en idioma alemán le dijo: —¿Qué quiere? —, Daniel le respondió: —Estoy aplicando una encuesta en este sector; esta ya es la última, le pido el favor que me colabore; ya estoy un poco cansado.  El señor le dijo: —No tengo tiempo—, y le dio la espalda.  Luego le gritó Daniel: —¡Se trata de su hijo! —.  El señor se dirigió a él y con un gesto intimidante daba la impresión de que lo fuera a morder.  Cuando ese señor tomó aire para hablar, Daniel dejó de respirar y lanzó un polvo diferente que lo descontroló todo y lo sujetó a su voluntad. 

 

Daniel ordenó: —“saca tu carro, no habla con nadie y recógeme en la esquina”—; así fue.  Lo hiso conducir por una vía malgastada, en estado de reparación; y llegando a ciertos abismos, se bajó del vehículo y ordenó al sujeto a que acelerara.  De esa manera se deshizo de él.  Caminó mucho sobre la helada carretera; casi que amanecía cuando pidió ayuda a un vehículo que pasaba cerca.  Silbó fuertemente, el carro paró.  Les pidió que lo acercaran a la ciudad pretextando que su carro se había varado.  Se trataba de un grupo de música y teatro; eran nueve jóvenes drogadictos en estado de euforia; eran seis hombres y tres mujeres.  Las mujeres empezaron a tocarlo y manosearlo, pero él las rechazó; al mirar eso uno de los hombres se levantó con alevosía y cogió la cabeza de Daniel agarrándolo del pelo y restregó la cara de Daniel sobre su pene por encima de su pantalón, le gritó “mientras lo hacía:  —“acaso es esto lo que te gusta, maldito bastardo”—.  Daniel se asustó mucho al ver el maquillaje de su rostro sobre el pantalón del hombre que parecía tener unos veinticinco años; cuando ellos vieron su rostro, todos se impresionaron y le preguntaron si hacía teatro; Daniel se calmó un poco; estaba completamente indignado, luego se limpió el maquillaje en el carro.  Ellos lo reconocieron como el amante escandaloso y odiado que había molestado al honorable doctor Felipe.  Ellos no lo fastidiaron y siguieron en su fantasía hasta que lo dejaron donde Daniel quería.  Al día siguiente viajó a Australia.

 

En Australia, trató de ser lo más femenino que pudo y se dirigió a bares heterosexuales.  La primera vez que entró nadie dijo nada; todos lo ignoraron.  Pidió algo de tomar y miraba persuasivamente a todos los hombres como provocándolos.  Ellos temían mirarle el rostro y apartaban sus ojos al verlo; algunas lo miraban de reojo.  Luego pidió la cuenta y entró a otro bar donde lo chiflaron apenas entró.  Se acercó el tendero y le dijo —“aquí no se aceptan medio mujercitas” es mejor que te vayas, te pueden fastidiar—; le dijo con mucha feminidad y glamur: —¿acaso me importa lo que digan esos estúpidos?  Tráigame un vodka bien caliente.  Empezó a mirar persuasivamente a los hombres de una mesa que se burlaban de su presencia.  Daniel los miraba y sonreía como incitándolos a tener sexo.  Ellos se estremecieron tanto que todos callaron y se miraron entre ellos.  Daniel fue al baño y los cinco hombres lo siguieron dándole órdenes al tendero de que el baño quedaría fuera de servicio.  Así fue.  Entraron todos los cinco corpulentos hombres, y empezaron a tratar a Daniel como una perra o prostituta; lo empujaban lanzándolo entre ellos como si él fuera una pelota de basquetbol; halaron su ropa, se la rompieron; uno de ellos puso sus pesadas manos en sus hombros y lo arrodilló; todos sacaron su pene y por turnos lo introducían en la boca de Daniel.  Él estaba emocionado; le gustaba lo que pasaba y trato de seguirles el juego.  Cuando la situación estaba llegando a otro nivel, una imagen de Felipe cubrió su mente y pareció como si hubiera despertado.  Se dio cuenta lo que estaba haciendo; se paró y sacó su pene, pero estos hombres le dieron palmadas y puños fuertes en su rostro y le dijeron “ni lo sueñes, usted es la puta, no nosotros”.  Daniel se angustió, pero no lo demostró.  Del bolsillo de su pantalón sacó un arma con la que sujetó a una víctima y ordenó a los otros el hacerse el sexo oral entre ellos o del contrario el mataría a su amigo.  Ellos se asustaron al ver el decidido rostro de Daniel y lo hicieron.  Daniel les daba órdenes de lo que debían hacer; hasta que los hizo penetrar a todos entre ellos y luego se arrimó a la puerta y les dijo “hagan con este lo que se han hecho entre ustedes” así lo hicieron.  Daniel salió de prisa de aquel lugar, se montó en un carro público y se fue.

 

Estuvo en Australia muy pocos días y luego se marchó.  Tomó vuelo para España.   Conoció muchas cosas en ese lugar; no ocultó su rostro, muy pocas personas lo reconocían como el amante que había tenido Felipe.  Pero la mayoría lo había olvidado y lo veían y trataban como una persona normal; se sintió bien en España por la liberalidad de la gente, se sentía tranquilo.  Un día, como desesperado se fue para un bar gay, pero se dio cuenta que no era lo suyo; no duró en ese lugar cinco minutos cuando decidió devolverse.  Salió y tomó un taxi.  El taxista lo miraba por el retrovisor como insinuándole algo.  Le dijo: —Yo nunca he tenido sexo con otro hombre, pero me gustaría intentarlo; no lo veo mal.  ¿A ti te gustaría? —  Daniel lo miró y se rió.  Le dijo: —es mejor que no haga nada, eso cansa.  ¿Es usted casado? —, — sí y tengo tres hijos varones—.  Respondió el señor taxista.

 

—¿Y por qué quieres hacerlo?

—Por curiosidad, solo por eso.  ¿Te le mides?  vámonos para un motel, agregó. 

 

A Daniel le sonó la idea y aceptó.  Se descargó mucha pasión entre los dos, Daniel se sintió teniendo sexo con un hombre de verdad, le gustó mucho; el otro hombre parecía un poco más limitado pues se notaba que era inexperto.  Daniel de tanto encanto se dejó penetrar por primera vez del susodicho taxista y se sintió muy bien.  Luego le dijo el taxista. 

 

—¡Yo no pensé que esto fuera tan rico!,

—¿Te gustaría repetirlo?

—Sí, me gustaría, pero en otra ocasión porque ya es tarde y tengo que trabajar.  Déjeme su número de teléfono. 

—¡No tengo!  —él le dejó el suyo con el propósito de volverlo a ver. 

 

Daniel pensó en sus hijos, olvidó el asunto y le dijo al taxista que lo dejara en el hotel.  Él le pagó el servicio de taxi como si nada hubiera pasado.  Botó a la basura la tarjeta que tenía el número del taxista.

 

En otra ocasión, Daniel se fue para un club donde las mujeres atendían a los hombres completamente desnudas; unas bailaban exageradamente, otras danzaban muy eróticamente y cantidades de machos iban a gastar su dinero.  Daniel fue en su forma original, muy chusca de por cierto.  Se sorprendió al ver a las personas teniendo sexo como si se tratara de un juego interesante.  Se embriagó disfrutando de la orgía masiva que se había formado en aquel lugar; No podía evitar su excitación y se acercó a un hombre que en cierto modo le recordaba a Felipe en su aspecto físico. 

— ¿Qué tal las hembritas? —Preguntó Daniel animado.

—Todas están buenas.

—¿Y a cuál te vas a echar?

—A ninguna, estoy con mi novia, vinimos a tener sexo y luego nos vamos. 

Se sorprendió y dijo: —bien por ustedes—.  No dijo nada más y el sujeto se fue, diciéndole —¡Que disfrute!

Cuando Felipe se sentó en su mesa, vio como el sujeto y su novia tenían sexo; luego se acercó otro hombre y nada paso, luego otra mujer y nada paso y finalmente otro hombre.  Era sorprendente ver eso.  Daniel pensó para sí y dijo: —“aunque sea una pierna le toco”.  Se acercó a ellos y el sujeto lo reconoció, le dijo ve hombre, esta es mi novia, ¡pruébala! Daniel le chupó los senos a la mujer y la pegó al cuerpo de su novio para que él le besara la espalda.  Daniel se hizo el “muy borracho” y empezó a sobar las musculosas y velludas piernas del sujeto.  Él y ella lo notaron y no intervinieron.  Antes acomodaron todo el escenario y Daniel terminó con el pene del sujeto en su boca.  Luego se fue Daniel porque el pene le supo a semen de vagina extremadamente excitada.  Cuando iba saliendo del lugar; dos manes le taparon la boca y lo metieron a un carro; se lo llevaron, lo violaron de una manera muy animal; Daniel terminó muy adolorido luego de ello y juró vengarse; pero jamás conoció a esos sujetos.  A los pocos días partió para Francia. 

 

Una mujer de rostro muy bonito, de cabello negro y sonrisa agradable; lo atendió en el lobby del hotel; ella tomó su pasaporte y le dijo con sorpresa: —¡Ah, te llamas Daniel y eres del país de Felipe!, él pensó que esta mujer lo fastidiaría por su pasado y pensó por un segundo en devolverse.  Ella inmediatamente le dijo: —¡Me gusta mucho la gente de ese país; es gente de verdad!  Yo tengo una amiga que es de allá; es de las familias más influyentes del mundo.

 

Daniel la consideró fastidiosa y pidió las llaves de su habitación.  Luego de un rato, ordenó unas cervezas y maní para ver televisión mientras se animaba en salir a recorrer la ciudad.  La joven subió su encargo personalmente a la habitación.  Daniel acababa de salir de la ducha, la recibió cubierto en una pequeña toalla, dejando ver su sensual cuerpo.  Apenas la vio, volteó los ojos.  Ella ignoró eso. 

 

—Hola, mucho gusto, soy Jessica.  Acá está lo que ordenó.

 –Ah veo que hablas mi idioma natal ¿Dónde lo aprendiste?

—En la universidad, estudié psicología y aprendí a conocer mucho de la cultura de los países del sur.  ¡Es fascinante! 

—¿Te parece?

—Claro.  De hecho, tengo una gran amiga que es de allá.

 

Daniel levantó una ceja y se mostró sonriente.

 

—¿Y cómo se llama tu amiga?

—Daniela; es muy querida conmigo; siempre que viene a Francia escoge este hotel a pesar de no ser el más lujoso de la ciudad.

 

Daniel recordó que los puntos en su identificación internacional estaban agotándose; en ese tiempo no circulaba dinero corriente sino puntos que representaban la capacidad que las personas tenían para acceder a las cosas materiales; Felipe le había trasferido muchos millones de puntos a Daniel para que se distrajera y lo olvidara; luego de mucho tiempo, Daniel los utilizó, pero ya empezaba a notar que los había despilfarrado mucho.  Ya toda la humanidad se consideraba ciudadana del mundo.

 

—¿Cuál es el apellido de ella?

—Nunca tengo certeza porque no deja que nadie acceda a sus documentos privados.  Ella no me lo dice; tiende a ser un poco misteriosa. 

—¿Tienes fotos de ella?

—Sí una, la última vez que vino le robe una foto, pero me hizo prometer que no la compartiera con nadie, por seguridad. 

 

Daniel se le acercó y le dijo como coqueteándole: —¡No me la vas a mostrar a mí! Ella le respondió: —¿Debería? ¡No te conozco! —  Él le dijo: —¡pero podemos conocernos! ¿te gustaría? Ella no dijo nada y lo besó.   Ambos hicieron el amor.  Luego ella le mostró la foto en la cual él la reconoció como su excuñada.  Él pensó en la manera de hacer útil ese enlace, pero no fue posible.  Porque se empezó a enamorar de esta mujer de una manera muy particular.  Aceptó un trabajo en Francia y vivió un tiempo considerable, hasta que Jessica recibió nuevamente a Daniela y se fue con ella para el país de Felipe.

 

Daniel se sintió muy contrariado porque no quería seguirla y menos si iba a trabajar para la familia “real”.  ¡Ella nunca le gustó a él, Daniela le parecía muy engreída e hipócrita! 

 

Armó viaje para Hong Kong donde supo lo que era tener sexo oriental.  Quedó fascinado con todo lo que aprendió de esa cultura.  Allí aceptó un trabajo donde compartía con personas de diferentes nacionalidades, entre ellos un americano que en todo momento le hacía sentir su homofobia y repulsión hacía él; haciendo chistes y avergonzándolo delante de todos los que estuvieran cerca.  Daniel aún estaba en un proceso de meditación interna por lo que había hecho y por lo que planeaba hacer más adelante.  Ignoró al máximo al verdugo que se había ganado sin proponérselo.  Un día se hartó y pagó a un grupo racial para que lo violaran y agredieran cruelmente dejando un video del hecho.  Ese video se subió a las redes y el avergonzado americano renunció.  Tiempo después se suicidó. 

 

Felipe había tenido que viajar al Oriente a hacer unas aclaraciones en unos negocios que tenía.  Un día salió a la calle con dos escoltas suyos como siempre lo hacía.  En el centro comercial dónde estaba; se estrelló de manera muy casual con la presencia de Daniel, quien al verlo se sorprendió mucho mientras Felipe sintió un escalofrío perturbador. 

 

—¿Felipe? ¿Hola, cómo estás?, ¡no te imaginas la alegría que siento al verte! Por favor hablemos; en estas tierras he pensado olvidarte y ¿crees que he podido?  Tú eres muy importante para mí, así no volvamos nunca más, quiero aclararte todo. Porfa dime que sí. —Sus guardaespaldas estaban atentos dispuestos a alejar a Daniel, pero Felipe los detuvo— A pesar de la vergüenza que sintió por el espectáculo, accedió a tomarse un café con él.

 

—¿Qué llevas en esa bolsa negra? —Preguntó Felipe intrigado

—Cosas que debo poner en el olvido —sarcásticamente puso su voz gruesa en forma misteriosa y dijo “bajo la consumación del fuego para que nadie lo descubra”—, inmediatamente se puso a reír, Felipe sonrió y dijo: —¡veo que no has perdido tu sentido del humor!, “Como actor te habrías destacado muchísimo” Daniel pensó que Felipe no era cualquier persona; él era un hombre muy astuto; entonces se puso serio.  Luego lo miró y le dijo: —“renuncié al trabajo y lo que hay en esta bolsa negra son cosas del oficio.  ¡Tú sabes!

—bueno, seamos concretos, porque no tengo mucho tiempo. —Felipe no se sentía cómodo.  Con Daniel.

—Ya, deja la agresividad.  Yo te amo.  Me enamoré de ese ser atento, inteligente, que me cuidaba, me protegía, me ayudaba, me orientaba; ese hermoso ser que con su mirada hace sonreír mi corazón.  De ese ser tan especial y único me enamoré yo.  Mira Felipe, yo sé que no tengo excusa contigo, pero he pensado mucho mi comportamiento a tu lado y sé que no merezco una persona como tú.  Hace tres años yo era una persona inmadura, sin deseos claros de lo que quería ser y vivir.  No hubo nada que me permitiera despertar y darme cuenta de lo que tenía frente a mí.  El tesoro tan valioso que no reconocieron mis ojos.  Siento vergüenza hablando frente a ti; también tengo miedo.  Fui un inmaduro y me detesto tanto que tengo asco de mi existencia por ser tan falso y tan vil.  Perdóname por favor y seamos amigos.  Sé que estoy diciendo incoherencias para ti, pero así es como he permanecido todo este tiempo.  Ayúdame a olvidar y a deshacerme de este sentimiento de culpa.  —Daniel lloraba con sentimiento mientras hablaba.

 

Felipe se conmovió, tocó su mano y empezó a frotarla con cariño.

 

—No te preocupes, yo te entiendo, no sufras por eso.  Tú tienes razón, eras muy joven, yo muy viejo y hay características y situaciones en la vida que se tienen que vivir como parte de la obediencia que le debemos a la naturaleza por nuestra condición de ser.  No tengo nada que perdonarte, estoy seguro que el error fue mío, por exigirte tanto.  Estás hermoso.  Ya olvidemos ese tema, dime que ha sido de tu vida.

—¿Recuerdas que te comenté de mis temores con mi familia?  ¿Recuerdas aquellas cosas que te dije de mi padre y mi madre?  —Felipe afirmaba con su cabeza—  Te cuento que una vez ellos me vieron en esa situación tan patética cuando tú no quisiste saber nada de mí.  Se enojaron mucho conmigo porque yo les conté la verdad.  Me dijeron que yo era una persona con muy pocos valores humanos y me recalcaron la educación que había recibido en nuestro país.  Por aquella causa me echaron de la casa, yo seguí trabajando y estudiando.  Mis sueños de cantante los dejé atrás por múltiples razones de conciencia; pero me dediqué a aprender mucho de música y de temas socioculturales y en eso me ha ido muy bien.  He viajado por muchos lugares en el mundo y así no me creas, “No he sabido lo que es un hombre en mi vida”.

—¿No has tenido relaciones con ningún hombre?

—Ni con mujer. —Afirmó Daniel con mucha seguridad.

—¿Por qué?

—Aunque parezca estúpido.  Me he dado cuenta que del único que me quiero dejar tocar es de ti.  Te pido perdón porque siempre me negué a tener relaciones sexuales contigo.  Me negué a que hiciéramos el amor, me negué a enamorarme y a amarte y por eso me pasaba todo.  Porque he sido un idiota.  Pero ahora que he abierto mis ojos, quiero que sepas que no hay nada que desee más en esta vida que tener la posibilidad de tocarte, besarte, acariciarte, consentirte; amarte por siempre.  Solo permíteme hacerte el amor.  Una sola vez y me dirás si lo que te digo no es sincero. —Lo agarró fuertemente de la mano y lloró nuevamente con gran sentimiento

 

Felipe en ese momento estaba algo excitado, pues las palabras de Daniel así lo habían logrado; algo conmocionado e incrédulo por aquella escena, le dijo: —¡me encantaría!

Pasaron los días, ambos ya estaban radicados en su país de origen iniciando una vida juntos de manera abierta y sin prejuicios.  ¡Esa relación fue noticia en todo el mundo y por ese motivo las autoridades internacionales dejaron de seguir investigando secretamente a Daniel por los homicidios ocurridos!

 

—Amor ¿Qué vamos a hacer hoy? ¿A dónde vamos? —Preguntó Daniel en un fin de semana.

—No sé.  A donde quieras ir.  Solo dime precioso.

—Ese es el problema, que ya creo que hemos visitado tantos lugares que se nos han acabado las opciones.  Sabes que soy muy feliz a tu lado. Te amooooooo demasiadoooo.  Eres mi vida.

—¡Ya deja el “show”! —se rió e inmediatamente lo abrazó y lo besó.  Daniel correspondió con un abrazo muy fuerte y como era costumbre empezó a acariciar su cabeza y como era de esperarse, nuevamente hicieron el amor. 

 

Pasaron algunos días donde quemaron todas sus fantasías sexuales y sentían como si vivieran el último instante de sus vidas cada vez que la pasaban juntos.  La felicidad para Felipe, era total, aunque se esforzaba por no demostrar sus sentimientos como tal.  Un día, Felipe llegó al apartamento de Daniel sin previo aviso; Daniel no estaba por alguna razón.  Felipe se dispuso a bañarse y a esperarlo hasta que llegara Daniel.  Entró al baño y ya para salir escuchó sonar el timbre del celular de Daniel y a este contestar la llamada. 

 

—“Si marica, ya tengo todo cuadrado.  No se imagina por las que me ha tocado pasar.  Después le cuento con detalle.  Hay muchas cosas que debemos planear.  No se preocupe, yo le consigo lo que le haga falta para organizar eso.  Pero ojo, esto no puedo salir de los dos”.

 

Felipe, cuando escuchó esa última parte de la conversación; abrió nuevamente la llave de la ducha e inmediatamente Daniel, se sorprendió sobremanera.  Abrió la puerta del baño.

 

—¡Amor, pensé que estaba sólo!  ¿A qué horas llegaste? 

—Aproximadamente media hora.  Llegué cansado y necesitaba un baño.

—¡Milagro! Tú nunca tomas un baño a esta hora y menos cuando llegas de una conferencia.

—Hoy sentí la necesidad.

—Bueno amor, ¿Qué quieres que te prepare? ¿Tienes hambre?

—No precioso; hambre no tengo.

—Voy a salir a encontrarme con un amigo de trabajo.  Nos vemos en dos horas. 

—Bueno, yo te espero.  Quiero que hablemos.

—¿De qué?  —Esa expresión sonó a problemas para Daniel.

—Cuando regreses hablamos. —Felipe seguía en su tono serio.

—Ok baby.  Tú como siempre con tus misterios. —Su tono era como de disgusto y sorpresa— Adiós.

 

Felipe no contestó, y se quedó pensando por largo rato acerca de con quién podía estar hablando Daniel de esa manera tan codificada; concluyó que debía dejar ese tema en el olvido.   Cuando llegó Daniel al apartamento, encontró a Felipe profundamente dormido y sin posponérselo, vio que su teléfono alumbrada por alguna razón.  Sin malicia lo levantó para pausarlo y para que nadie interrumpiera a su amor, pero desafortunadamente leyó el mensaje de texto:

“no te imaginas lo delicioso que la pasé.  Eres magnifico, para haber sido mi primera vez experimenté cosas muy diferentes; no hubo dolor, ni hay lugar para remordimientos.  Gracias, espero nos volvamos a encontrar.  Un abrazo.  Mariano.”

 

Quedó muy sorprendido por este mensaje leído y de inmediato imaginó lo peor de su amado.  Y por esa misma razón, se desnudó enteramente y se acostó junto a él.  Le besó los ojos y lo abrazó fuertemente con mucho amor.  Luego Felipe despertó.

 

—Hola amor. —Le da un pico en sus labios— ¿Cómo te fue?

—Muy bien Amor.  Y tú ¿Qué hiciste? —Respondió Daniel

—No sé a qué horas me quedé dormido. 

—Parecías un bebe durmiendo.  —Se río y siguió acariciándolo como buscando sexo; pero Felipe le dijo: —amor tengo pereza; apapáchame y consiénteme.  Daniel lo hizo, mientras tanto pensaba.

—¿Qué hora es? —Preguntó súbitamente.

 

Daniel conociendo la hora, le dijo: —no sé.  Felipe tomó su celular, y vio el mensaje de texto.  De inmediato, se puso algo pensativo y triste.

 

—¿Qué paso amor? ¿Por qué cambiaste de semblante? —Preguntó Daniel con su mejor actuación de sorpresa.

—No sé.  Me dio un mareo terrible. 

—Ya amor, descansa.

—¿Y con quién hablabas hace un rato? —Preguntó Felipe con rostro serio

—Con el amigo que me encontré. —Daniel no pudo ocultar su asombro.

—¿Y quién es él?

—Un amigo de trabajo; es muy buena persona y de hecho quiere conocerte.

—No me interesa conocer a nadie ahora.

—¿Quieres comer algo? —Preguntó Daniel

—¡Uy no!  Quiero seguir durmiendo.

 

Ambos se dispusieron a dormir; pero tenían puestas sus mentes en los hechos de su relación.  Nada les permitió dormir por el lapso de más de una hora.  Siguieron los días como de costumbre.  Hasta que un día, a la hora del almuerzo, en un restaurante muy elegante de la ciudad; Felipe recibió una llamada que lo levantó de la silla para responderla en otro lugar del restaurante.  En ese momento, la ira se apoderó de Daniel quien timbró a su amigo y le dijo: —“Las cosas se están complicando mucho, nos va tocar ejecutar el plan que no quería yo hacer.  Debemos averiguar quién se está metiendo en mi relación con Felipe; esto no es fácil, sabes que lo estoy haciendo por los dos ¿Verdad?

 

Llegó Felipe nuevamente y encontró a Daniel terminando su conversación por teléfono; luego de ello; el silencio y las miradas penetrantes imperaron en la mesa.

 

—¿Y a quién llamaste?

­Me llamaron. —Su tono era precipitado— ¿Tú si me amas?

—Te quiero mucho.

—Yo si te amo y con todo mi corazón.

—¿Qué se siente amar?

—No sé.

—Entonces, ¿Cómo sabes que me amas?

—Porque eso siento.  Además, las palabras fortalecen los sentimientos y aunque no te amara, estoy seguro que te amaría porque mis palabras influyen en mis sentimientos.  De lo que estoy seguro es que no me amaras nunca.

—¡Nunca digas eso!  Tú me enseñaste hace unos meses algo muy importante.  ¡Descúbrelo!

—Dime por favor. —Daniel se notaba ansioso

—¡Descúbrelo! —Felipe seguía sumido en su seriedad

 

Pasaron algunos días en los cuales Daniel descubrió que su novio tenía muchos amiguitos de catorce a dieciocho años y ello le produjo mucha curiosidad.  Se dio cuenta por las llamadas que entraban y por los correos electrónicos que recibía donde lo insultaban fuertemente y lo hacían sentir muy mal; Pero de estas cosas él jamás le comentó a Felipe.  Sabía que cualquier asunto que comentará podía poner en riesgo su relación y para ese momento no tenía nada concreto y lo que menos le importaba era perder la oportunidad de su vida.

 

Una tarde cualquiera; mientras ambos se encontraban en sus supuestas ocupaciones laborales; Felipe salió a recoger uno de sus amiguitos en su carro. Mientras pasaba por una vía que jamás había transitado, por cosas de la vida, vio a Daniel besando a una joven muy chusca; ambos estaban en son de despedida y en apuros.  Felipe no podía parar su carro en esa vía.  Sintió rabia en su corazón y decidió no recoger al amiguito con el que tenía una cita pendiente.  Llegada la noche; ambos se encontraron en el apartamento.  Felipe, había llegado primero; pues se había encerrado en el apartamento desde temprano.  Estaba leyendo una revista en la fina sala del lugar.  Llegó Daniel.

 

—Hola amor. ¿Cómo te fue hoy?

—Muy bien; hoy aprendí muchas cosas —Daniel sabía que cuando Felipe decía eso era porque algo andaba mal; ¿Y a ti?

—Muy bien; estuve encerrado en la oficina; al parecer hay un problema en tramites con el gobierno sueco para sacar adelante la producción discográfica de este año.  Pero bien; también he aprendido muchas cosas.

—¿Y con quién estuviste hoy? ¿Con el amigo de siempre?

—Sí.  Por la tarde me pasó una documentación y unas pruebas de un asunto que estoy investigando.

—¿Cómo a qué horas? —Pensó que Felipe lo estaba siguiendo, si era así estaba en líos serios.

—¿Y por qué tanta preguntadera?  No me acuerdo.  —Se enojó Daniel.

—No sé por qué te enojas.

—Es obvio que desconfías de mí.  Lo dijo en tono de indignación.  Yo sé que nuestro pasado es algo complicado, pero supéralo; sin en realidad quieres estar conmigo supéralo.  Lloró.

—Yo no desconfío de ti.  “Yo sé quién eres”.

—Yo sin ti no sé qué haría.  Prométeme que nunca me vas a dejar.  Me muero.

—¡No seas bobo! Y le alzó las manos como solicitándole un abrazo.

 

Fue el abrazo más helado que jamás hubiera nacido en esa relación de “amor”. Nuevamente las cosas cambiaron; tanto Felipe como Daniel, dieron lo mejor de sí por estar pendientes el uno del otro.  Las llamadas eran constantes; los malos recuerdos se intentaron olvidar y las atenciones mutuas crecieron a manera de compromiso ineludible.  Ya había pasado algo más de un año; Felipe era un señor de cuarenta y nueve años; en tanto que Daniel estaba próximo a cumplir veintitrés.

 

Para el día del cumpleaños de Daniel; Felipe organizó una reunión con las personas más allegadas a la familia y algunos amigos de Daniel en su gran mansión.  Ese día Felipe, ordenó a sus abogados destinar una cantidad de puntos suficientes que garantizaran que Daniel tuviera una vida cómoda y para ello solicitó al gobierno transferirlos de su hoja de vida Nacional y pasarlos a la identidad de Daniel.  En el evento Felipe pudo ver la joven con la que Daniel había estado besándose en aquella calle poco transitada.  Estaban las dos hermanas de Felipe con sus sobrinos y cuñados, todos muy atentos con su “tío, cuñado y hermano adorado”. 

 

La amiga de Daniel le murmuró al oído cuando vio entrar a la señora Mariana con sus hijos y esposo.  Ella tenía una sonrisa marcada en el rostro como si se la hubieran tatuado con precisión.

 

—Lo peor que hice en mi vida, fue trabajar para esa señora. Todo el tiempo me humilló y me hacía trabajar hasta altas horas de la noche cuidándole esos mocosos. ¡Fue trágico! —Exclamó.

 

Luego vieron llegar a la señora Daniela con su familia; de la cual no dijo nada luego de lanzarle una mirada profunda y cómplice.  Ella la ignoró completamente.     

 

La celebración inició con una cena muy especial; había violinistas acompañando la reunión y en general todo se dio dentro de los ámbitos de la normalidad; Luego, Felipe hizo un brindis por Daniel, destacando sus virtudes y resaltando lo Feliz que eran como pareja.  Llegó el momento de departir entre todos mientras se abrían los regalos.  Departían alegremente hasta que se abrió el regalo de Felipe.  Era un sobre como de notaria donde Felipe transfería una cantidad muy considerable de puntos de bienestar a la identidad de Daniel para que él viviera muy bien por el resto de su vida; de igual manera, Daniel tomó la palabra para leer su testamento delante de todos los allí presentes, considerándolos como las personas más estimadas en su familia.  En su testamento, especificó los porcentajes que le correspondían a cada una de sus hermanas y sobrinos.  Al parecer todos estuvieron satisfechos por la inesperada revelación de Felipe; aunque otros consideraron premeditada su acción puesto que Felipe no estaba en edad de pensar en la muerte o tal vez estaba asegurándose de algo que solamente él conocía.  Todo quedó al arbitrio de cada imaginación en los allí presentes.

 

En su fuero interno, Daniel sintió mucha ira, disimulándola con una abrazo tierno y lágrimas de aparente felicidad.  Felipe le preguntó alegremente.

 

—¿Si te gustó el regalo precioso?

—Muy especial de tu parte.  Me encantó mucho.  Pero me da pena amor.  Eso es mucho para mí.

 

Luego se distrajeron hablando con los demás invitados mientras la música alegraba la celebración.  Felipe pudo observar desde la distancia una leve discusión entre Daniel y aquella Joven de quién no sabía el nombre.

 

Luego, hablando con sus hermanas, les advirtió:

 

—Lean bien el documento en casa para que conozcan las condiciones de las garantías de vida que tiene nuestra descendencia.  —Y se río con algo de dolor en su corazón y quedó pensativo por espacio de segundos. 

—Bueno hermanito —Respondió Mariana con cariño.  ¿Oye y qué es lo que tano habla Daniel con Jessica?

—¿Jessica? ¿La conoces?

—Sí, fue una ineficiente empleada mía.  —lo dijo voleando los ojos.

—No sabía —Respondió Felipe con ojos inocentes.

 

Daniela miraba seriamente y calló.  No se inmutó por nada.  Acompañaron la velada un rato más y como a eso de las dos de la mañana, ya todos estaban despedidos.  Felipe había bebido lo suficiente para estar alegre y dormir plácidamente en su habitación.  Daniel se levantó apenas escuchó roncar a Felipe y se dirigió a la cocina donde estaba Jessica esperándolo.

 

—¿Trajo el documento? —Preguntó Daniel

—No encontré ese maldito documento. —Respondió Jessica algo desesperada

—¡Mierda! No podemos hacer nada.  Pero yo no aguantó más esto.  Tú ponte en mi lugar y date cuenta que no es nada rico tener sexo con un anciano que la mayor parte del tiempo está humillando y controlando todo.  Además, es un completo asco para mí; por mi condición.

—Ya, tranquilo.  Si haces algo ahora.  Vas a perder todo indicio de bienestar.  Nuestros planes no serán iguales. 

—Me importan un pito todas esas garantías de vida.  Ya no aguanto más esto.  —Felipe estaba aturdido y nervioso

—¡Tengo una idea!  Échale esto al agua del anciano para que sea lo primero que tome.  Esto nos dará tiempo. —Se le veía la maldad a Jessica mientras le pasaba un polvo blanco a Daniel, algo muy parecido al bicarbonato

 

Ella se fue sin que los empleados de la mansión la notaran y Daniel disolvió esa sustancia en el cristal de agua que Felipe tenía al lado de su cama.  En efecto, Felipe sufría de resequedad en la garganta y la única vez que fue al baño como a las cuatro de la mañana; bebió sin que Daniel se diera cuenta porque estaba profundamente dormido.  Al día siguiente, Daniel se alegró de que el cristal de agua estuviera con menor cantidad; Felipe seguía dormido, cosa inusual en él porque siempre estaba activo desde las siete de la mañana.  Comprobó que estuviera vivo y luego se tranquilizó.  Se bañó, arregló y ordenó el desayuno a la habitación para ambos.  Felipe despertó, pero fue Daniel quién ayudó a levantarlo; le dio a beber más agua del cristal; con mucho esfuerzo le dio el desayuno y su medicación para la hipertensión.  Felipe parecía un ser sin voluntad o una persona muy dócil sin capacidad de decidir por sí mismo.  Los empleados pensaron que, por la fiesta, Felipe estaba enguayabado y por eso no advirtieron nada malo en el actuar de Daniel. 

 

Antes del medio día de ese domingo, llegó Jessica y entró a la habitación donde estaba Felipe bajo la sustancia que le habían disuelto en su agua.  Él solamente lograba percibir visiones borrosas de Daniel con aquella mujer pidiéndole cariñosamente que firmara unos documentos; él firmó.

 

Se escuchaba la felicidad de triunfo de los dos, llevándolos a expresar su afecto delante de los ojos empañados de Felipe quien percibía a una pareja haciendo el “amor” frente a sus ojos.  Luego Daniel, le hablaba con rabia y en una voz moderada a Felipe.

 

—Mi querido Felo —Así lo llamaba ocasionalmente— te quiero presentar a alguien; a alguien muy especial en mi vida; a la persona que amo.   Ella es Jessica, es la mujer más talentosa e inteligente que he conocido jamás; tiene muchos talentos y sí, sí, estoy muy enamorado de ella y lo que nos va a hacer inseparables de por vida, es tu muerte.  ¿Crees que olvidé todo el espectáculo al que me sometiste cuando nos conocimos? ¿De verdad pensaste que todo lo había perdonado? Yo era un joven con propósitos y metas claras, tú te tiraste mi vida, viejo desgraciado.  No te imaginas la indignación y el asco que me produces.  Pero hoy se acaba todo; esta noche, en una cena, los tres.  ¿Recuerdas la cena a la que me invitaste, hace casi cinco años? ¿La recuerdas?  Pues el día que yo nací, fue hoy; hoy es mi cumpleaños y para conmemoración del mundo, el día que yo nazco, tú mueres. —Se rió victorioso— ¿Qué pensabas?

 

—Ya no te desgastes más, necesito disolver esta sustancia en agua tibia para inyectarla; ve despidiéndolo.  Debo ir a la cocina.

—En el baño la consigues tibia; no es necesario que salgas de la habitación.  —Ella insistió en salir y fue.

—Ve despidiendo a tu dulce anciano —Le dijo con maldad en su mirada mientras salía de la habitación.

 

Daniel les dio la tarde libre a todos los empleados de la mansión ese día; así que muy contrario a lo que había dicho con respecto a la cena; lo que Jessica estaba próxima a hacer era un almuerzo de despedida definitiva porque necesitaba el tiempo para otros asuntos.  Jessica llegó nuevamente a la habitación dónde sacó la inyección azulosa y la puso en la mesa de noche.  Luego llegó y sacó la inyección de líquido azul. 

 

—Yo quiero inyectarlo —Dijo Daniel con rostro perverso

—No hay problema.  —Respondió su fría voz

—Voy a cerciorarme de que todos los empleados ya se hayan ido. 

—Sí hazlo.  Yo estoy haciendo mi especialidad para el almuerzo.

—¿Almuerzo? —Se sorprendió Daniel porque siempre habían hablado de cena— Pensé que sería cena.

—Es mejor estar lejos de este país lo más pronto posible. 

—Despertaríamos sospecha ¿Acaso esa inyección no produce paro respiratorio?

—Sí.  Pero ya verás que todo saldrá bien.

—Jessica, eso no es lo planeado.

—Lo sé cariño, pero no te preocupes que todo estará bien.  ¿No confías en mí?

—Tu sabes que con mi vida —En realidad Daniel la amaba y desde que la conoció ella se ofreció para ayudarlo a destruir a Felipe. 

 

Después del mediodía, volvieron a la habitación; ya no habían empleados en la mansión y el almuerzo que preparaba Jessica estaba casi listo.  Daniel se disponía a inyectarlo en su antebrazo izquierdo, pero Felipe algo había recuperado su voz y entre balbuces le dijo:

 

—¿Qué haces Daniel? Ella es la mujer con que te vi besando muy cerca a la circunvalar.

Daniel se extrañó mucho —¿Lo sabías? ¿Por qué no me reclamaste?

—Todos cometemos errores —Hablaba Felipe con gran esfuerzo— Recuerda que te dije que contigo había aprendido algo importante.  Tú me enseñaste a perdonar —Felipe se cansó; sus pocos esfuerzos los destinó a decir esas palabras.

 

En ese momento, sonó el teléfono de Felipe; Daniel lo miró y era su hermana mayor Daniela.  —Todos se asustaron—.

 

—¡Mierda! Si no contesto ella vendrá en quince minutos.  Siempre pasa eso cuando Felipe no le contesta.  Esa vieja no me pasa ni un poquito. —Daniel tenía mucho miedo e ira— Tápale la boca y llévalo al comedor mientras salgo de este problema.

 

—¡Hola cuñada! ¿Cómo va todo? Ese milagro.

—Pásame a mi hermano; quedamos de vernos para ir a ver el entrenamiento de preadolescentes con capacidades diversas a medio día y no me ha llamado. ¿Está bien? Dígale que soy yo.  Pásemelo.

—Sigue durmiendo.  Apenas despierte le digo que te devuelva la llamada.

—En quince minutos estoy allá.  Colgó.

 

Daniel se asustó mucho y corrió al comedor donde ya estaba sentado Felipe mientras Jessica servía los platos. 

 

—Amor no hay tiempo, tenemos que irnos; en quince minutos llega la maldita de mi excuñada. —Estaba acelerado y muy nervioso

—Quince minutos es tiempo suficiente.  No te preocupes bebe.  Almorcemos y nos vamos. —Su tono era tranquilo.

—¿En qué momento inyectamos al vegete?

—Hazlo ya. En el antebrazo izquierdo.

 

Daniel lo inyectó.  Luego de un corto espacio Felipe empezó a convulsionar incontrolablemente lastimándose contra el suelo mientras ambos lo golpeaban y lo escupían sin piedad.  Luego dejó de convulsionar y lo sentaron en la enorme mesa del comedor.  Daniela sirvió; hizo el brindis por su “hermosa relación con Daniel”.  Bebieron y se sentaron a comer.  Daniel se notaba apresurado.  Felipe estaba completamente ido, sin voluntad, pero ya no botaba babaza por la boca, solamente se le vio una lágrima muy espesa que se deslizó por el lado derecho de su rostro.  Daniel siguió sentado mientras Jessica se levantó a engullirle comida y bebida a Felipe.  Se escuchó el sonido seco cuando Felipe descargó su cabeza sobre el plato; Daniel hizo un gesto de dolor, no se pudo levantar ni hablar.  Intentó tartamudear unas palabras, pero nada se le entendió.  La altiva mirada de Jessica; una que jamás imaginó Daniel ver lo dejó sin esperanza.  Su cabeza cayó sobre aquel frío almuerzo de celebración.

 

Sonó el teléfono de Jessica, recogió algunas cosas y borró toda evidencia que la inculpara.  Salió de la mansión como prometiendo un pronto regreso.  La esperaba la señora Daniela en su elegante convertible azul; Jessica se subió al carro, la besó con gran pasión y siguieron su rumbo sintiéndose victoriosas y felices…  

 

Cuatro meses después del hecho.  Dos de las ya sobrevivientes ancianas chismosas del barrio donde se crio Felipe, trajeron a su memoria, los recuerdos del hijo de la señora Luisa.

 

—¡Cómo pasa el tiempo y la vida da muchas vueltas!  ¡Quién iba a imaginar que la hija mayor de la señora Luisa sería la que más vida tendría de todos sus hijos!

—Sí, pero, recuerde que casi se mata, en el carro.  —Respondió la señora Beatriz

—Oye sí, eso fue muy raro; recuerde también que su carro explotó mientras ella lo dejó taqueando en una gasolinera.  Lo impresionante es como ella justo en ese momento, estaba comprando unos comestibles, mientras su empleada se encontraba dentro y quedó fulminada por esa extraña explosión. —Recordó la señora Mónica

—¡Pobre mujer! ¡Tuvo suerte!  ¡Quién iba a imaginar ese destino para esa familia! Eso debió ser alguien con mucha envidia y que quería destruir esa hermosa familia.  Primero como envenenaron al doctor Felipe y a su amigo, luego como se desaparece Marianita y sus hijos y por último la explosión del carro de Daniela.  Menos mal que no murió.  Afortunadamente, está radicada en otro país y protegida por otros gobiernos.  Al menos ella queda, de aquel hombre que tanto nos ayudó.  Tan bueno que era, y ni hablar de la señora Luisa. 

—A mí siempre me ha sorprendido el parecido de ella con el de su padre.  ¡Muy bonita! —Concluyó Beatriz.

 

 

 MÁS ALLÁ

 

Siempre fui considerado como una persona buena y piadosa; en cuanto de mi dependía auxiliaba a las personas que lo necesitaban, nunca faltó de mi boca una expresión de aliento para mi prójimo. Cada día que pasaba lo consideraba un reto espiritual en el que procuraba ser más benévolo y sensato. Me dolía del dolor ajeno; alenté a muchos por el camino que yo pensaba era el bien y del cual me apoyaba para alcanzar la vida eterna y no el castigo eterno. Siempre enseñé a los feligreses el practicar las obras de misericordia.

 

Hice campañas por todo el mundo para beneficiar a los necesitados. Amé a mis padres, disfruté compartiendo mi fortuna con todos. Todo salía de mi corazón, todo nacía en mí ser. Fui un ser muy amado por todos, llegaba a las personas como cuando llueve después de una larga y fatigosa sequía. Consideré perfectos mis caminos y siempre pensé que después de la muerte descasaría para siempre. Que viviría la plena felicidad sin ser perturbado por más tristezas.

 

Yo fui religioso, buscaba a Dios y me interesaba por sus enseñanzas, meditaba en él, así como le reprochaba el sufrimiento de mucho pueblo. Fui una persona buena a la que no le nacía hacer daño; nunca me consideré materialista ni vanidoso. Por mi mente jamás pasó el ser castigado por no haber caminado el sendero del bien porque estaba seguro que lo caminaba. Por todo lo anterior, nunca le tuve miedo a la muerte; por el contrario, consideraba aquel episodio de mi vida como una bendición que debía llegar en cualquier momento. Ese día llegó, la muerte me abrazó y yo morí. ¡Y morí de verdad!

 

Pensé ser tratado conforme a mis caminos, y efectivamente así fue. Un tribunal esperaba mi presencia en un recinto iluminado y sólo. Veía un tribunal, pero nadie en él. Una voz sin dueño me dijo: —hoy has llegado a un juicio, el juicio de tu vida; cuéntame de tu Fe y yo validaré tus obras—. Con gran orgullo empecé a recalcar cada una de mis misericordias en la tierra y de todas las bondades de mi vida. No encontré defecto en mí. Cuando terminé. Llegaron dos abogados al recinto; uno vestía un traje negro muy elegante, el otro vestía un traje blanco muy elegante. Ambos eran varones contemporáneos, ambos estaban por la misma causa, pero con propósitos diferentes.

 

El varón de traje negro empezó a acusarme delante del tribunal; comenzó diciendo: —Este sujeto enseñó a muchos, caminos que tú no mandaste; ¿o donde dice oh juez que se ha de buscar a Dios en un ídolo? ¿Acaso tú no prohibiste esos hechos desde el principio de los tiempos? ¿se interesó este hombre por buscarte con sinceridad y amor? ¿no lo hacía más bien para que no faltaran en vida las abundancias materiales? ¿Podía el conocerse a sí mismo sin tener conocimiento? Cuando te oraba, no hacía otra cosa que reprochar los hechos en la tierra, pero jamás conoció las verdaderas intenciones de su corazón, porque murió ciego. Tú bien sabes Dios creador de todas las cosas que si un hombre de la tierra, no te busca con sinceridad, jamás puede alcanzar tu misericordia y jamás podrá conocer el camino del bien. La contraparte exige máxima condena; exige sea mandado al infierno de fuego bajo prisiones tortuosas que lo atormenten por la eternidad—.

 

La voz del juez se pronunció diciendo: —¿Tiene algo que decir la defensa? El caballero de trajes blancos respondió: —sí señor juez; siendo consecuentes con las acusaciones del acusador; la defensa considera que no se puede escatimar el hecho de que este hombre sí practicó las obras de misericordia. Si bien es cierto que, en la tierra, éste hombre nunca te conoció porque no te buscó con sinceridad y que por tanto amo más las riquezas pasajeras de la tierra que tu eterno nombre. La defensa considera que debe ser castigado, pero no con la severidad que la contraparte exige. La defensa pide a su señoría que el alma de este hombre repose en el segundo cielo de la eternidad. En ese cielo tendrá descanso, pero deberá luchar contra todos sus temores; el dinero que tanto amaba y la falta de conocimiento de Dios serán las torturas eternas de su ser.

 

El juez considerando ambas posiciones dijo: —¿Qué dice la contraparte al respecto? El hombre de trajes negros respondió: —Señor juez, con el respeto que su majestad merece; la contraparte tiene por verdad que tu ley es clara, que el libro que habla de ti es para todos en la tierra; tú dijiste que nadie podría alcanzar el primer cielo si no es por medio de un corazón sincero y justo. Si este hombre no vio el primer cielo en la tierra, eso explica que su corazón jamás lo fue; entonces, ¿cómo es posible otorgarle el segundo? Si la sentencia es dictada a su favor, la humanidad entera podrá excusarse delante de tu justicia y tu ley pactada con juramento eterno vendrá a ser en vano. La contraparte exige máxima condena y pide ahora que le sean añadidos a sus tormentos, los azotes de la muerte con su látigo de lava tortuoso. También la contraparte exige sellar su caso para que de ahora en adelante todos aquellos seres humanos que no vean el primer cielo en la tierra, sean inmediatamente lanzados al lago de fuego eterno donde una sola gota de sudor es más deseada que cualquier maravilla terrenal que un hombre pueda poseer.

 

El juez no me dejó hablar, ni preguntó más a mi defensa. Fui condenado a la máxima condena por ignorante; por no tener un corazón sincero que buscara a Dios de verdad. Yo fui Papa, un Papa amado y recordado entre los humanos. Todos me imaginan en la gloria de la que les hablaba; todos piensan que siguiendo mi camino podrán ser salvos, pero no es así. Se necesitan más que buenas obras; para salvar el alma, se necesita conocer a Dios y hacer su voluntad. Desde mis eternos tormentos, solicité al juez el escribir esta carta para todos aquellos que quieran despertar. Amén…   J.P.S

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