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HISTORIAS
TRISTES
¡De un adolescente ya fallecido!
Se los
dedico a mis catorce años de edad, momento en el cuál, abandonaba las
obligaciones escolares para exorcizar las ambiciones de mi ser…
Índice
1.
Guerra de
valores
2.
El príncipe
deseado
3.
La brujita
tira huesos
4.
La gallina
ojos de Tote
5.
El gato del
Celibato
6.
El rey
viudo
7.
El traje de
sangre
8.
El payaso
Tin Tin
9.
El crimen
10. Más allá
I
GUERRA DE
VALORES
PERSONAJES:
Bondad: es una
gelatina verde, de ojos transparentes, sin nariz y con unos labios muy gruesos
y más verdes que el resto de su cuerpo gelatinoso.
Paciencia: es una
masa transparente, con un ojo en su ombligo, de cabellos grises y sus labios
están pintados de un color rojo intenso.
Felicidad: es una
vara plana y ancha color madera mojada, en su inicio es completamente pegada,
pero de la mitad para arriba de su cuerpo, se desunen dos extremidades con la
misma contextura de su talle inicial, en cada una tiene un ojo, ambos ojos son
muy diferentes, el uno es de muchos colores en su iris, el otro es
completamente café claro. ¡La felicidad
parece una decoración muy lujosa!
Extraño: muchos
ruidos, murmullos y sonidos fastidiosos.
Templanza: es un
ovalo con una sonrisa agradable, pero con unos ojos muy serios, su cabello es
corto color rosado. Tiene piel humana.
Fe: es una
masa color carmesí, de ojos redondos muy simpáticos, su cabello es castaño,
tiene brazos más gruesos que la contextura de su cuerpo, su boca es pequeña y
sus uñas son largas, de muchas figuras y muy hermosas.
Tolerancia: es una
cabeza grande, sobre un cuerpo delgado, sus orejas son más grandes que su
cabeza y su cuerpo; sus ojos son muy rasgados, casi cerrados, no tiene boca ni
nariz. Su cabello de color oscuro es
escaso en su cabeza.
Esperanza: sus ojos
son dos huecos vacíos, su cabellera es abundante, con bucles dorados en sus
terminaciones, tiene pestañas muy bien arqueadas y algo gruesas, su nariz es
perfecta, su cuerpo un rombo de pies cortos, casi que pegados a la estructura
de su cuerpo, sus manos son delgadas y muy largas, sus manos pueden enredar su
cuerpo.
Responsabilidad: es la más
femenina de todas, es la más bonita de todas, tiene un cuerpo delgado, un
trasero grande, ojos rasgados y una boca muy sensual, su cabello es lacio color
agua marina, sus ojos grises; las palmas de sus manos son gruesas, como
forradas de una capa de carne y cayos humanos.
Paz: es una
masa transparente como el color del cristal, su forma es redonda y ella flota
por el aire, no tiene cabello, en su cerebro se ve una paloma blanca, que saca
su pico dándole la forma de nariz a la paz y la punta de sus alas se asoman en
los extremos de su cabeza, dándole la forma de orejas. Cuando ella está en el aire, la paloma que se
ve en su cerebro, da la impresión de que estuviera volando. Sus ojos son los dos ojos azules de la paloma
que se encuentran debajo de su masa transparente, sus ojos alumbran como
linternas.
Respeto: viste como
un caballero, su traje es muy elegante, lleva sobre su cabeza un sombrero muy
finísimo, consigo tiene un bastón, corporalmente es muy masculino y atractivo,
siempre oculta su rostro con la sombra de su sombrero. En un momento deja ver su rostro de mujer
hermosa, demasiado hermosa.
Alegría: es un
pompón, sus mechas son de muchos colores y en todo momento se están moviendo,
de acuerdo a sus impresiones las mueve hacia arriba, las baja, esas mechas
reflejan los estados de la alegría; sus paticas son delgadas y cazcorvas, sus
brazos son flaquitos y sus manos diminutas y tiernas.
Mansedumbre: es una
sábana muy blanca que se acopla a todas las figuras que aparecen en su
encuentro, cuando quiere ver, la sabana toma la forma de un ojo, cuando quiere
hablar toma la forma de una boca, cuando quiere oler, toma la forma de una
nariz y así con el resto de sus sentidos.
Cordura: es una
dama de edad avanzada, sus parpados son caídos, sus ojos son redondos y algo
rasgaditos de color amarillo, su rostro es angelical, pero su frente da la
impresión como si se tratara de otra cabeza, es muy frentona. Corporalmente, es
una figura gruesa, todo lo tiene grueso, su conjunto parece un cuadrado.
Magnificencia: es un
traje real, de muchos colores, es solamente un traje con sentidos invisibles;
solo se ve un traje muy magno.
Razón: es una
mujer muy gorda, de piel roja, de cabello rojo, con un traje rojo pegado a su
cuerpo, los bordes de su traje son dorados como el oro. Sus ojos dan muchas vueltas, dando la
impresión de permanecer en una constante confusión.
Caridad: es un
esqueleto de cabello abundante y oscuro, llora mucho, y en sus manos lleva un
pañuelo gris con el cual limpia sus flujos que se generan de tanto llorar.
Honestidad: es un Ada
madrina, de trajes impecables, con colores blancos y rosados y mucha
florescencia a su alrededor, su cabello está recogido con un peinado muy real,
su cuerpo es como el de una señora preñada.
Su cara es redonda y es de agradable aspecto. Se ve algo vulnerable, por
aquello de su embarazo. Ella sabe que
debe encontrar al AMOR para que adopte su hija, de lo contrario ésta será
llamada “violencia”.
AMOR: es un ser
redondo de ojos grandes y atractivos, posee consigo un rostro muy varonil, con
bigote y una barba muy sexy y sensual, no tiene brazos, solo manos gigantes y
de dedos gruesos, sus piernas son musculosas y algo alargadas. Su estructura es
algo velluda, de vellos rojos y toda su piel es blanca. Su cabello es rojo pero
el señor AMOR es dueño de una calvicie bastante considerable.
(La ambientación de este escenario
este sujeto a la imaginación del lector)
ESCENA
PRIMERA
Se sube el telón. Están los valores jugando al amor (un paisaje
perfecto, no hay defectos ni errores).
De repente todos sienten la presencia del extraño (mucho ruido,
murmullos y sonidos fastidiosos), Todos callan.
Hay completo silencio. Nadie dice
nada.
Sale la PACIENCIA gritando y halándose los cabellos, desesperada por la
larga espera que le han sentenciado para alcanzar el AMOR.
A su encuentro sale la ESPERANZA, con un gesto de desesperanza
le insinúa a la PACIENCIA que se
rinda. Luego viene la ALEGRÍA, y con voz seria les dice: “no
las soporto, no quiero volverlas a ver; ustedes son incompetentes, sólo yo me
casaré con el AMOR”. Había mucho aire de resignación y amargura en
su conjunto.
Se levanta el GOZO y le dice a la ALEGRÍA:
ramera, pensé que me eras fiel, hasta hoy conozco que eres una puta
cabaretera. Te recuerdo que tu parienta
más cercana es la VERGÜENZA.
Se levanta la VERGÜENZA y dice: “eso no es lo que dices cada vez que te empavonas
en mis deleites y sientes que nada te supera en MAGNIFICENCIA”
Se levanta la MAGNIFICENCIA y le dice a la VERGÜENZA:
“no seas igualada, asco das, mujer sin CORDURA”;
Se levanta la CORDURA y abofetea a la MAGNIFICENCIA,
le dice: “antes de ti, estaba yo y he sido una de las amantes predilectas del AMOR”.
–le responde la MAGNIFICENCIA
con una risa llena de dolor y le dice: “no hay RAZÓN, motivo, ni INTELIGENCIA”;
se levantan la RAZÓN y la INTELIGENCIA ardiendo en ira y les
dicen a todos los presentes: ¡cállense idiotas! Todos dicen: “no es posible,
nos han ofendido”
Se baja el telón. Pasa un minuto de completo silencio, luego
aparecen muchas luces de diferentes colores que se proyectan desde el otro lado
del telón. Se sube nuevamente el telón.
ESCENA SEGUNDA
La FELICIDAD está llorando, muy amargamente por aquella situación que
sus amigos valores están respirando. La FE se encuentra comiéndose la uñas y
llena de espanto. La TEMPLANZA se encuentra indecisa y
golpeada por el miedo y la cobardía (vientos impetuosos en forma de remolinos
débiles).
La RESPONSABILIDAD está tomando licor, está perdida, no sabe, ni
distingue su alrededor, todos ellos le son indiferentes y desconoce a su prima
compromisos (idéntica a la responsabilidad, pero diminuta). La BONDAD
le da golpes a los muros y la PAZ
está desolada. No se siente, se quiere
escabullir por entre las respiraciones de aquellos seres de chistosa
apariencia. El estrés (balón con cara de
payaso burlón) está jugando con la TOLERANCIA
y el RESPETO se está burlando de la
apariencia chistosa de todos los presentes.
¡Peligro! La MANSEDUMBRE está
alterada y ha ocasionado que todos los valores se alteren.
Suenan las trompetas y todos los
valores presentes, se ponen en formación, luego hay silencio, todos esperan al AMOR, pero el amor no llega según lo
previsto, todos los valores se han puesto sus mejores trajes, todos han
colorido su cara y todos están llenos de la cosa extraña llamada
“vanidad”. Mientras el tiempo pasa,
todas empiezan a desesperarse porque ven que el amor no llega a escoger su
media naranja; todas parecen estar en un concurso de belleza y atracción, en su
sentir su apariencia física está en el punto más sensual que pueden mostrarle
al amor.
Pasa un minuto más y ya nadie lo
soporta, entonces todas se miran y en sus ojos aparece la “malicia”, sus
aspectos se van trasformando muy lentamente mientras se miran las unas con las
otras, en sus ojos reflejan mucha “picardía y malicia”. Ninguna de ellas se ha dado cuenta de lo que
ha pasado con su apariencia física; ahora son desagradables a los ojos de la
audiencia, pues, ¡ya no son valores, son antivalores, pero ellas no lo saben!
Se baja el telón, pero la CARIDAD
queda sentada en una piedra llorando, pasa un minuto donde solo se escucha el
llanto de la CARIDAD, se sube nuevamente el Telón y entra la FELICIDAD de prisa
y toma la CARIDAD por su abundante y oscura cabellera, la arrastra, la entra,
luego se baja nuevamente el telón y muchas flautas son tocadas generando una
armonía que tranquiliza a toda la audiencia.
Acabada la armonía que emiten las
flautas, se sube nuevamente el telón.
ESCENA TERCERA
Sale el AMOR montando un caballo
blanco, el amor es un ser redondo, de ojos enigmáticos y de voz graciosa, algo
delgada. Su caballo también tiene apariencia
chistosa. No ve a nadie, se preocupa el
amor y dice: ¡oh dónde están mis amadas!, ¡dónde están los motivos de mi
presencia! He llegado en el momento preciso, ¡he venido con muchas cargas y
sorpresas para escogeros a todas, amadas mías!
Salen todos los antivalores (los
valores no se han dado cuenta que se han convertido en antivalores), la
audiencia ve, como todos los antivalores salen al encuentro del AMOR, en la carrera para llegar a él
(aparece nuevamente el extraño), se pelean los unos a otros, se hacen toda
clase de picardías, se halan hacia atrás, y ninguna deja que la otra avance,
así que, en su afán por llegar, ninguna avanza, porque todas están poseídas de
la envidia y el celo. Mientras ellas
creen estar avanzando, el AMOR
voltea su caballo y se dirige en dirección hacia donde están ellas, pero no las
ve, sus ojos son demasiado nobles para ver tanta bajeza.
Se va muy triste el amor, cansado
de estar solito, ¡quiere conformarse con cualquier mujer!, mujer que sus ojos
puedan ver y que por tanto él pueda amar.
No sale nadie a su encuentro, y el amor se va muy triste.
Se sube el telón, todos aplauden y
colorín colorado este episodio se ha acabado.
Cuando eso sucede, llega la HONESTIDAD en forma de Ada madrina, de un viaje muy lejano, esta
retardada, ¡ella lo sabe!, cuando ve, sobrevuela todo el lugar como buscando
rastros, pero no encuentra a nadie; ¡ya todo ha pasado! Entonces se deprime un poco y se sienta sobre
una piedra, descarga su cabeza en sus manos, dando la impresión de estar muy
pensativa y olvidada.
Ahora sí todo se acaba y empieza
otro episodio y otro conflicto de valores…
EL DESEADO PRINCIPE
En un hermoso reino, vivía una bella reina con su amoroso
rey quienes habían dado a luz un hijo de hermoso parecer. Pronto el niño creció y se convirtió en el
príncipe más deseado de toda la sociedad de los reinos cercanos.
Las princesas enfermaron por lograr la atención del bello
príncipe quién pronto heredaría el reino más rico de todos los reinos de
alrededor; pronto desfilaron todas las princesas de los reinos cercanos en los
abiertos aposentos del deseado heredero.
Cansado de no encontrar nada interesante ni que valiera la pena; el
príncipe anunció que se quedaría soltero hasta que se cansara de la soledad.
Todas las princesas que habían desfilado por sus aposentos,
pronto se disgustaron y lo difamaron con la ayuda de las hechiceras de sus palacios,
pero todo fue en vano porque no pudieron siquiera tener la amistad del
príncipe. Pasaron los años y los padres
del príncipe preocupados por la decisión de su hijo, se vieron en la penosa
obligación de exigirle al príncipe un nieto como única condición para heredar
aquel magno reino.
El deseado príncipe, se dio a la tarea de buscar una
princesa rica y hermosa que por sobre todas las cosas estuviera dispuesta a
respetar su libertad. Viajó a muchos
reinos de tierras cercanas y lejanas donde todas mostraban su obsesión por
casarse con él y eso lo desencantaba de inmediato.
Muy triste, regresó el deseado príncipe a su reino
preocupado por la angustiosa noticia que tenía que dar a sus padres de que
seguramente no podría darles un nieto.
Para su sorpresa, encontró el palacio real bastante concurrido con
varios reyes que sostenían malhumorados a sus barrigonas princesas mientras
exigían la mano del rey. Cuando todos
vieron al joven príncipe que entraba a palacio, soltaron a sus hijas quienes
desesperadamente corrieron a su encuentro con espléndidos anillos de
compromiso.
Fue tanto el susto del deseado príncipe que ordenó a sus
soldados custodiarlo hasta que todas ellas se cansaron de insistir devolviéndose
resignadas hacia donde las esperaban sus enfurecidos padres. Pasado mucho tiempo, el rey y la reina de
aquel hermoso reino, no pudieron negarle la herencia a su hijo puesto que a
cambio de un nieto les había dado muchos para que se entretuvieran por siempre.
Aún hoy, el triste rey continúa buscando desesperadamente
en todos los reinos de la tierra, una hermosa y rica princesa que de la noche a
la mañana se quiera convertir en una magna reina.
¡Y colorín colorado este realista cuento se ha acabado!
LA BRUJITA TIRA HUESOS
Había una vez una anciana brujita que vivía en el centro de
un bosque encantado, disfrutaba de su soledad haciendo pócimas y encantamientos
que le proporcionaban todo para subsistir.
Un día, la brujita se sintió muy triste porque a pesar de que no le
faltaba nada de todo lo que pudiera desear, se dio cuenta que no tenía amigos
con quienes hablar y reír. En medio de
su tristeza, quiso salir al pueblo más cercano, pero antes de hacerlo vio su
reflejo en el agua y exclamó: ¡Qué horrible soy! ¡Vaya que estoy muy
envejecida; se olió por un momento y dijo: ¡Pero que hedor más horrible es este
que no se quita con agua y jabón! Estaba muy sorprendida porque en medio de su
soledad había olvidado por completo la importancia de lucir y oler bien, —¡Así
no voy a hacer ni un solo amigo! —Exclamó preocupada la anciana brujita. —Ya sé lo que voy a hacer, iré a lavarme en
la fuente de la montaña de agua helada para que mis arrugas se tiemplen, me
sobaré con estropajos para que el mal olor se caiga de mi piel y me expondré al
sol para lucir bronceada y verme mejor.
Así fue como la anciana brujita hizo todo lo que estuvo a su alcance
para poder ir al pueblo y hacer una amistad que la acompañara de vez en cuando
en su encantado bosque.
Cuando salió al pueblo, las personas la miraban con asombro
y temor porque habían escuchado de sus malvados hechizos; a nadie le interesó tener
su amistad y, por el contrario, a cambio de su gentileza, la sacaron con
piedras y palos de aquel pequeño lugar.
La brujita no tuvo otra opción que regresar a su encantado bosque
sintiéndose muy mal herida por todas las cosas que la gente del pequeño pueblo
había lanzado en su contra, entonces decidió vivir nuevamente acompañada de la
soledad para no tener que relacionarse con los demás.
Mucho tiempo después, las personas del pueblo construyeron
una cancha de futbol muy cerca de la frontera del bosque encantado pensando que
la anciana brujita había muerto en su vejez.
Sin saber cuan equivocados estaban, los jóvenes jugaban sin ningún tipo
de temor, hasta que un día, el balón cayó dentro del bosque y un apuesto joven fue
corriendo a recogerlo sin pensar en el peligro que le esperaba. Ante la demora del joven que traería el balón
de regreso a la cancha; dos jóvenes se ofrecieron voluntariamente a ir en su
búsqueda, pero estos tampoco regresaron.
Molestos los demás jóvenes del equipo que habían estado jugando futbol
mucho rato, enviaron un grupo de tres jugadores que tampoco regresó; extrañados
e indignados decidieron ir todos los miembros de ese equipo de futbol, pero
tampoco regresaron.
El equipo contrario, sintió temor de entrar a aquel bosque
encantado del que se rumoraba había vivido una bruja decrepita y mal oliente;
luego de unas horas dieron aviso a la policía quienes vieron a plena luz del
día como cientos de huesos eran lanzados por encima de los arboles seguidos de
una maligna y sensual carcajada. Ya
nadie se atrevía siquiera a jugar en la cancha de futbol que el pueblo había
construido especialmente para los jovencitos que amaban el deporte, hasta que
un soleado día llegaron muchos jóvenes de un pueblo vecino.
Mientras jugaban con sus camisetas amarillas pollito, un
jovencito pateó tan fuerte el balón que cayó muy adentro de aquel hermoso bosque. Todos se entristecieron porque habían
escuchado la historia de la anciana brujita que tiraba los huesos por encima de
los árboles de aquellos jóvenes que entraban a su encantado bosque. Sin tener otro balón de reemplazo, empezaron
a recoger sus tulas deportivas hasta que un valiente jovencito, de no más de
veinte años de edad, dijo que traería el balón para seguir jugando; sus
compañeros se burlaban de él pensando que no lo decía enserio. Efectivamente, el joven se fue corriendo como
una flecha veloz dentro del encantado bosque; pasadas unas horas, las personas
del pueblo esperaban ver los huesos volar por el aire de aquella mañana como
había sucedido las veces anteriores; se quedaron esperando por días y meses
para que la anciana brujita devolviera los huesos del valiente muchacho; pero
eso nunca ocurrió.
Mucho tiempo después, volvieron a ver al joven paseando en
el pueblo tomado de la mano de una hermosa y elegante mujer que lo doblaba en
edad. La gente del pequeño pueblo se
sorprendió tanto que pronto creyeron que se trataba de un espejismo fantasmal
hasta que no pudieron soportar su curiosidad y se acercaron a la feliz
pareja. Tan pronto como estuvieron cerca
reconocieron los rasgos de la malvada bruja tira huesos en el rostro de la elegante
y rejuvenecida mujer, pero entonces nadie fue capaz de lanzar ni una sola
piedra y ni un solo palo contra ella.
¡Y colorín colorado, este embrujado cuento se ha acabado!
Érase una vez una gallina muy bonita a la que las demás gallinas le
tenían mucha envidia porque era amigable y le gustaba compartir con todos los
gallos del galpón. Ellos eran felices al
verla con sus ojos picarones y su plumaje brillante y hermoso. Un día, las gallinas dijeron entre sí —Esta
gallina nos ha quitado todos nuestros gallos, debemos darle un escarmiento.
Al poco tiempo, mientras la bonita gallina calentaba sus huevos en el
galpón; las malvadas compañeras se le tiraron encima y la atacaron aplastándola
entre todas y rompiendo cada uno de sus hermosos huevos. La gallina quedó con pocas plumas que le
colgaban de su herida piel y sus ojos se brotaron mucho por el peso de las
demás gallinas que se le tiraron encima.
Cuando la vieron todos los animales de la granja, se le burlaban diciéndole:
—La gallina ojos de tote, la más fea de todas las gallinas—. Ella muy triste, un día se escapó de su
granja y sin darse cuenta llegó a una selva muy peligrosa. Pronto se vio en peligro porque se encontró
con un tigre que presuroso se la iba a comer de un solo bocado, pero ella le
dijo: —¡Hermoso león de la gran jungla!
El tigre se sorprendió de que lo hubiera llamado león y antes de comérsela
le dijo: ¿Por qué me llamas león? ¿No ves que soy un gran tigre? La gallina pronto le respondió mientras acariciaba
al tigre con su escaso plumaje: —Porque no he visto un León más hermoso y
fuerte que tú— La gallina lo tocaba cariñosamente produciendo cosquillitas en
el feroz tigre hasta que pronto se le olvidó que tenía hambre y cayó en un
placentero sueño.
La gallina tan pronto lo vio durmiendo, siguió su camino pensando la
manera de sobrevivir cuando de repente, se encontró con un león de verdad quién
al verla salió corriendo detrás de ella para comérsela de un solo bocado; ella
al verlo, le sonrió con sus brotados ojos picarones. El león al verla dijo: —¡Uy pero que gallina
más fea! Nunca he visto algo así, pero igual tengo mucha hambre y me la voy a
comer—. La gallina al ver que el león se
le abalanzaba, rápidamente le dijo: —Si me comes, pronto volverás a sentir
hambre, pero si me dejas vivir yo podría hacerte muchas cosquillitas; mientras
la gallina hablaba, empezó a acariciarlo de modo que el león no pudo resistirse
y se sintió muy complacido con las cosquillitas de la gallina y también cayó en
un profundo sueño. Ella huyó diciendo:
—¡De la que me salvé!
Siguió huyendo “la gallina ojos de tote”, desesperada por encontrar un
lugar donde se sintiera protegida en aquella peligrosa selva, hasta que se dio
cuenta que un enorme leopardo se lamía los bigotes acercándose lentamente
camuflado entre las plantas; al verlo exclamó —¡Pero que felino más bello es
ese que veo acercarse por entre las plantas! El leopardo se sorprendió y salió
a mirarla con ojos golositos mientras batía su larga cola. Ella siguió hablando: —¿No te habían dicho que
eres el felino más bello de todos? Mientras le decía cosas bonitas lo
acariciaba con sus suaves y pocas plumas; el leopardo se sintió muy satisfecho
porque nunca había sentido esas ricas cosquillas en su cuerpo y también olvidó
su fuerte hambre y cayó en un profundo sueño.
La gallina al verlo dormido, siguió buscando desesperadamente un lugar
donde pasar su primera noche en la selva hasta que llegó al cruce de un rio
donde había muchos patos que la miraron con ojos amigables mientras que las
patas se enojaron y la corretearon hasta donde más pudieron. La gallina cansada de correr, sintió que unas
enormes manos la cogieron y estaban próximas a despedazarla cuando miró, se dio
cuenta que era un gorila altivo y vanidoso; ella lo miró con picardía y le
dijo: —¡Sin duda eres el gorila más hermoso de la selva! ¡Deberías estar
siempre feliz, yo podría ayudarte! La
gallina saltó de su mano y lo abrazó mientras que su pico punteaba por sobre el
grueso pelaje del gorila. —Ya jajaja, ya jajaja, se reía el gorila por las
cosquillitas que le hacía en todo su cuerpo la gallina. Finalmente, el gorila le dijo: —no te voy a
comer porque quiero que me sigas consintiendo y haciendo cosquillitas por
siempre y se la llevó para lo más alto de un frondoso árbol.
La gallina pasó esa noche en vela porque el gorila no la dejó dormir
tranquila pidiéndole que le hiciera esas ricas cosquillitas. Al otro día, cuando se disponía a bajar el
gorila de aquel gran frondoso árbol, teniendo la gallinita en sus hombros; vio
sorprendido que aquel árbol donde vivía estaba rodeado por un león, un tigre y
un leopardo completamente enfurecidos.
Cuando ellos vieron al gorila sosteniendo la gallinita, le dijeron:
—Devuélvenos la gallinita porque nosotros la vimos primero y queremos que nos
haga cosquillitas— El gorila tuvo miedo y sabía que tenía que bajar del árbol
para beber agua porque tenía mucha sed.
Les propuso entonces: —Para que no peleemos entre nosotros, que tal si
nos turnamos la gallinita para que nos haga cosquillitas y así, si otros
animales de la selva quieren venir por cosquillitas, nosotros les cobramos
dinero y a cambio la protegemos para que ningún animal se la vaya a comer—.
Todos parecieron aceptar y la gallina sintió un gran alivio que pronto la
embelleció, haciéndole salir un hermoso plumaje, pero sus ojitos si le quedaron
brotados para siempre. Con el paso del
tiempo, la “gallina ojos de tote” se hizo muy famosa en la selva, tanto que
todos los animales salvajes pedían turnos para conocerla y para que ella les
hiciera muchas pero muchas cosquillitas.
El león, el tigre, el leopardo y el gorila, pronto se hicieron muy ricos
hasta que un mal día; un lobo feroz entró a visitar la gallinita y no aguantó
la idea de dejarla ante tanta felicidad por sus cosquillitas y se la llevó en
su grande boca a un lugar donde nadie nunca los encontró jamás.
Y colorín colorado este corto cuenta se ha acabado.
En un reino muy, muy cercano vivía un gato cariñoso y amigable;
apreciado por el rey y la reina puesto que no comía carne y se había vuelto
vegetariano para no atentar contra ninguna especie animal. El admirado gato se paseaba por entre los
animales de la granja vigilándolos y mostrándose atento para avisar a su ama
cualquier situación que ellos pudieran necesitar.
Un día, llevaron muchos pollitos a la granja porque el rey y la reina habían
decidido criarlos para que cuando estuvieran grandes, la gente pobre del pueblo
los recibiera como regalos de aquel reino cercano. Cuando la ama de la granja los vio, se
preocupó por su seguridad porque pensó en que corrían peligro por la cantidad
de animales que podrían comérselos en la oscuridad. Ella, al no confiar en nadie más que en su
benigno gato, pronto le ordenó el cuidado y protección de los tiernos pollitos
y se los encargó con gran confianza porque le preocupaba mucho la fragilidad de
los pequeños pollitos.
El gato pronto obedeció la orden de su ama, mostrándose vigilante y muy atento
para que ninguna ave de rapiña se los arrebatara durante el día y para que
ninguna culebra se los comiera durante la noche. El gato pasaba así en vela, atento a
cualquier situación que pudiera poner en peligro sus queridos pollitos a los
que pronto les cogió mucho cariño y amor. La ama de la granja, pronto le dio
las nuevas al rey y la reina del excelente trabajo del gato a quién le habían
puesto por nombre “Celibato” porque se abstenía de lo que no era bueno para
él. Ellos se sintieron muy orgullosos de
aquel confiable gato y lo felicitaron por su gran trabajo con bombas y
platillos.
Lamentablemente, unos días después de aquel gran agasajo, los indefensos
pollitos empezaron a desaparecer dentro de aquella granja en aquel seguro
reino. El gato no daba explicación
alguna porque no podía hablar, pero se mostraba achantado porque ya no lo
miraban en la granja con el mismo respeto y admiración de antes, sin embargo,
nadie se atrevía a desconfiar de aquel benigno gato porque a todos les constaba
que era vegetariano.
Muy sorprendida la ama de palacio ocultó al rey y la reina la desaparición de
los pollitos porque temía que culparan a su hermoso gato de tan horrible
acontecimiento. Pronto los granjeros, viendo el galpón casi vacío
dieron aviso al rey y la reina quienes no explicaban lo sucedido y para quienes
era imposible pensar en que aquel gato vegetariano se hubiera comido tantos
pollitos. Entonces todos culparon las aves de rapiña y a las culebras,
incluso a los granjeros por no estar atentos a proteger los pollitos pero a la
ama de la granja no le dijeron nada porque pensaban que su dolor era tan fuerte
a causa de la desaparición de pollitos que no soportaría un regaño del palacio
real.
Pasó mucho tiempo y los pocos pollitos que se criaron en la granja se
convirtieron en pollos enormes que podían defenderse por sí solos, pero pronto
se los llevarían para el pueblo y según entendían llegarían nuevos pollitos a criarse
en remplazo de ellos. Decidieron
entonces los maduros pollos, poner una trampa para que el comensal de pollitos
quedará al descubierto; lamentablemente fallaron en su intento porque se
trataba de un animal muy astuto y más inteligente que los demás. Aún
hoy, en aquella granja, dentro de aquel seguro reino, el gato del celibato sigue
haciendo su mejor esfuerzo por cuidar los nuevos pollitos, aunque ya no importa
que estos sigan desapareciendo de su lugar.
Y como dice la abuela: —¡Este cuento se ha consumado en una casa ajena!
EL REY VIUDO
Érase una vez un noble rey quien había enviudado a muy
temprana edad porque sus amigas brujas habían envenenado a la hermosa reina
quién no había alcanzado a darle un heredero para el reino. Aún se sentía muy joven el querido rey quien
afectado en su dolor decidió en secreto guardarle luto por el resto de su vida a
su difunta esposa.
Sumergido en su dolor, se dio a la tarea de iniciar una
cacería de brujas por toda la región alrededor de su reino; fueron innumerables
las brujas que cayeron en su mano y con las cuales sintió había tomado venganza
de lo que le había sucedido a su reina. Pero pronto le informaron, que la bruja más
poderosa de aquella fría región se escondía en una cueva muy lejos del pueblo y
que desde allí, hacía todo tipo de males; fue entonces con todos sus ejércitos
para destruirla, pero ella antes de que la capturaran destruyó gran parte del
ejercito del rey con sus hechizos y cuando la tenían en la hoguera, lanzó una
maldición muy fuerte contra el rey.
Tiempo después, se le veía al rey muy feliz durante el día
en su palacio, pero en las noches lo atormentaban pesadillas que lo estremecían
mucho y por tanto cada noche un soldado de su ejército tenía que acompañarlo
dentro de su habitación para que el viudo rey pudiera dormir. Así paso, que pronto todos los soldados de su
ejército habían pasado por su habitación mientras él dormía y se desesperó
nuevamente el rey porque ya no habían soldados que lo acompañaran en su sueño y
entonces ordenó trajeran muchos soldados y guerreros de otros reinos a quienes
contrató por noche pagándoles con sus valiosas monedas reales. Luego de unos
años, el reino del rey quedó muy pobre porque sin darse cuenta había gastado
todos sus tesoros aliviando la maldición de la despiadada bruja.
Estando muy pobre y con la maldición atormentándolo en las
noches, no tuvo otra opción que romper el luto eterno que había jurado en
secreto a su difunta esposa y se casó con una hermosa reina que también había
enviudado y heredado un reino muy rico.
Pronto iniciaron una infeliz vida de matrimonio porque la maldición de
la bruja no dejaba dormir al rey en las noches y por tanto su esposa tenía que
dormir sola y triste en otra habitación; mientras se daba cuenta como nuevos
soldados pasaban por su lecho.
Cansada de todo eso y desesperada por ayudar a su rey, la
reina contrató a un guerrero brujo que vivía en el otro extremo de la tierra y
cuando él llegó, pasó la primera noche en la habitación del rey y al otro día
les dio a beber una pócima para liberarlo de aquella gran maldición, pero su
pócima no fue como esperaba porque pronto la mitad de la maldición del rey, se
le pasó a la reina y ella tampoco podía conciliar el sueño en las noches si no
era con la presencia de una servidora de su reino. Muchas fueron las servidoras del reino y de
sus alrededores que pasaron por su habitación hasta que ella preocupada porque
sus tesoros escaseaban; mandó a llamar al guerrero brujo quién les dio otra
pócima embrujada para liberarlos a los dos de aquella perversa maldición.
Esa última pócima los liberó, pero los dejó estériles y no
pudieron tener hijos, entonces por la costumbre y por el miedo de que se
volvieran a presentar pesadillas nocturnas; tanto el rey y la reina escogieron
cada uno un servidor y servidora para que permanecieran a sus pies mientras
ellos dormían plácidamente y así, solamente así pudieron vivir felices para
siempre.
Y colorín colorado, este terrible cuento, continuará…
Era la una de la mañana cuando algo inesperado ocurrió en la vida del muy
reconocido y respetado medico Alexander Puccini, quien inesperadamente se
encontró en medio de un sudor helado que le hacía sentir como si su corazón se
comprimiera por la presión de una fuerza extraña que le provocaba mucho dolor
en su ser; una clase de dolor desesperante que no le daba alternativa alguna de
descanso. En ese momento, Alexander o
Alex —como lo llamaban sus amigos—, ¡Sintió que era el último momento de su
vida! Como si todo lo que había hecho hasta ese segundo, hubiera llegado a su
fin. Inexplicablemente, pudo sentir con
total claridad la sensación de la esencia entre el debate de la vida y la
muerte; conoció lo que un ser humano siente cuando su alma, ligada al espíritu
se desprende de la carne en intervalos de corrientes frías y cálidas que
terminan dando origen a un estado de posesión escalofriante y de olvido
existencial. Abrió sus ojos frente a la
desesperante perturbación de su reloj despertador, alertándolo para ir a
trabajar.
El día había empezado como todos los días para él; se bañó, se vistió
rápidamente, preparó sus cereales y se marchó en su nuevo y deportivo auto de
marca Ford. En el trayecto no pudo
evadir aquella sensación sofocante que con ninguna anterioridad había aparecido
en su salud; preocupado por esa extraña sensación, al llegar al hospital donde
trabajaba, lo primero que hizo fue medicarse a sí mismo con el propósito de
estar en condiciones óptimas para trabajar.
Pasadas algunas horas del día, la extraña sensación que lo sofocaba, se
había convertido en una fuente de desesperación insufrible; no coordinaba
ideas, sentía como si todo a su alrededor fuera extraño y al mismo tiempo nuevo
para él. De repente, se escuchó el
sonido angustioso de la ambulancia que lo obligaba atender la emergencia debido
a que era su directa responsabilidad.
Como es propio de la profesión médica, todos los trabajadores allí
presentes, se alertaron en su fuero profesional; Rosita —Enfermera asistente—
informó al doctor Alexander sobre la llegada de un sujeto masculino de treinta
ocho años de edad; con quemaduras de segundo y tercer grado, debido a que había
volcado su carro por exceso de velocidad y este había encendido en llamas. Afortunadamente, se había actuado con
prontitud describiendo sus signos vitales al doctor. Mientras atendía la situación de emergencia
sintió una eufórica e inexplicable pasión que le producía una profunda
motivación hacia algo que no lograba identificar. Sugirió enviar al paciente a la Unidad de
Cuidados Intensivos (UCI), donde actuó con todo su profesionalismo; removiendo
las vendas con que lo habían llevado, raspando la piel dañada y vendándolo
nuevamente en condiciones alentadoras.
Sin embargo, su estado era crítico de lo cual podría esperarse cualquier
cosa.
Siguió la jornada laboral visitando los pacientes asignados bajo su
responsabilidad, pero más allá de hacer su trabajo; sentía la necesidad de
hacer algo no descubierto a su entendimiento que se acrecentaba cada vez que
estaba cerca de los pacientes más críticos; inicialmente probó con agua, luego
con té, luego con aromática, energizantes y hasta un trago de vodka de una
olvidada botella que residía en su locker desde hacía mucho tiempo. Todo fue infructuoso porque el incognito
deseo no desaparecía y solo se acrecentaba cuando se escuchaban latidos de
muerte en sus pacientes con menos esperanzas de sobrevivir.
Cerca al medio día, otra vez el sonido angustioso de la ambulancia,
alertó al personal médico de la sesión de urgencias donde trabajaba el
respetado doctor; en esta ocasión se trataba de una niña de ocho años de edad,
a la que un tablero de una cancha de básquetbol le había caído encima,
dejándola totalmente inconsciente; Alexander mostró gran diligencia en
atenderla, logrando así estabilizarla y ordenando de manera inmediata un TAC
para descartar cualquier tipo de hemorragia interna. Lamentablemente informó a sus padres quienes
ardían de dolor y espanto en la sala de espera que el hígado de la menor había
sufrido un trauma cerrado y que por tal razón la operación era ineludible.
Liderando la cirugía de la pequeña, el doctor hizo su mejor esfuerzo para
liberarla de las garras de la muerte, pero el daño fue todavía superior y la
niña falleció.
Como a eso de las cinco de la tarde, se presentó en urgencias, una mujer,
a la que su marido había golpeado sin piedad, dejándola sumamente inconsciente
y reventada. Debía entrar en cirugía de
manera inmediata porque la intensidad de los golpes le habían ocasionado un
traumatismo cerebral severo. En
definitiva, fue muy poco lo que pudo hacer Alexander por aquella señora, madre
de tres niñas porque hizo paro cardiaco al efecto de la anestesia y murió.
Aún estremecido por aquella sofocante sensación que lo motivaba hacia lo
desconocido; se disponía a entregar su turno que acababa exactamente a las ocho
de la noche; mientras hablaba con su colega quién cuidaría de sus pacientes por
el transcurso de la velada; una enfermera de turno alertó que el paciente con
quemaduras graves se había desestabilizado.
Alexander no vio problema en correr a atender la situación acompañado de
su colega, pero la triste noticia que remataba su día caía pesadamente sobre
sus hombros: —Murió de un paro respiratorio—.
Mientras conducía su vehículo en dirección a su casa; muchas lágrimas
rebosaron sus ojos de manera incontenible mientras sus pensamientos quedaron
quietos en el olvido. Nunca antes había
llorado tanto y de manera tan inesperada.
Llegó a su casa, aún compungido, pero sin pensamientos de ninguna índole,
solo sentía su mente extraviada entre estados de quietud y tranquilidad. Se recostó sobre su cama como sonámbulo de
su propio ser; cinco minutos después sintió, sintió su cuerpo pesado y
desobediente ante los impulsos nerviosos que desesperadamente le enviaba para
levantar siquiera una mano; no había manera de hablar ni salir de aquella
insumisión hasta que la derrota se apoderó de su propia voluntad
personificándose en un escalofrío intenso que caminaba salvajemente en el
interior de su cuerpo. Cayó nuevamente
en el mismo estado de olvido existencial que apenas empezaba a conocer.
Como a eso de las dos de la mañana, una hermosura maligna cubría su
semblante, se veía muy fuerte y cínico; se levantó, encendió su carro y salió
como al encuentro de algo o de alguien.
Entro en un bar, como movido por el instinto que lo gobernaba, como
reconociendo que lo único que podía suplir su necesidad se encontraba en ese
lugar. Llegó a su encuentro una niña,
con una minifalda y un escote muy insinuador, con tacones altos y maquillaje
exagerado; al parecer, por sus pechos apretados y por lo joven de su piel, daba
la impresión de no pasar de los 14 años de edad; ella lo atendió, le ofreció
algo de beber; él no respondía, no hablaba, solo movía sus parpados para dar
indicaciones de lo que quería.
Se sentó en un rincón del lugar desde donde tenía dominio visual sobre
todas las personas allí presentes; Al cabo de unos minutos, su interés se posó
sobre una elegante mujer que entraba en compañía de su amante. Sintió la intensificación de aquel desconocido
deseó cuando la vio; su insondable mirada se posó sobre la dama quien un tanto
conturbada, decidió ir al baño lanzando una mirada insinuadora hacia el médico
en el trayecto. La siguió sin otra
claridad en sus miramientos que la fuerza de la pasión que le provocaba; ella
entró al baño, él la siguió cerrando la puerta detrás de sí. Un tanto asustada, un tanto hechizada, un
tanto dispuesta a sucumbir a una aventura pícara, lo recibió con agrado; a lo
cual la manifestación del desconocido deseo del querido doctor; la sometió a su
voluntad sujetándola firmemente por sus bien cuidados cabellos, arrinconándola
sobre el espejo mientras sobaba lenta y armoniosamente su pene en su trasero;
la brusquedad de su instinto fue desvistiendo a la bella fundida en un evidente
deseo de ser poseída por una bestia.
La bestia apareció mostrándose perversa, tapó su boca y la embistió tanto
como fue posible a profundidad y sin ningún tipo de compasión; los sordos
gemidos de la mujer quién estrellaba sus abiertos y derrotados ojos frente al
espejo sintieron la rapidez de la mano que sostenía sus cabellos, estrellándola
contra el espejo ahora lacerado. Un
pequeño filo de vidrio se desprendió por el efecto del golpe. Siguió la bestia embistiendo a la mujer con
más fuerza y mayor agresividad quién reveló una angustia dolorosa en sus ojos
cubiertos todavía con restos de pasión hasta que el vidrio fue movido a
penetrar la dureza de su piel y entonces luchó, luchó mientras observaba
aterrorizada los sangrientos estragos de las caricias de la bestia sobre su
piel ya desgajada. En tanto laceraba sus
hermosos senos, la escarbó con tanta fascinación con su templado miembro que al
sacarlo la bella se durmió.
Contempló su magnífica obra de arte reposando en el suelo, materializada
en el cuerpo de una hermosa mujer bañada en sus sangres y con la piel lacerada;
se maravilló y entonces procedió según sus instintos. Se contemplada la imagen de una bestia docta,
haciendo una tranquila cirugía a un corazón palpitante sobre sus manos. Luego, cortó los dedos gordos en cada uno de
sus pies mientas dejó el corazón palpitando sobre su pecho. Ya para despedirse, la ingeniosa bestia laceró
la frente de la dominada mujer sobre el marco de su cuero cabelludo; luego
aplicó fuerza dejando al descubierto un hermoso cráneo destellando signos de
perfección. Los cómplices del bar no
echaron de menos a aquel fugitivo a quién a duras penas recuerdan como la
sombra de algo que salió pero que nunca antes se le vio jamás.
Un grito alarmante superó la música del recinto; nadie pudo contemplar
aquella obra de arte como su autor la había hecho; la sociedad entera se alarmó
porque no se trataba de una mujer convencional, aquella a quién la deshonra
había alcanzado, sino la respetada mujer del dignísimo alcalde local quien se
había caracterizado por la gestión de innumerables obras de caridad. De manera sorprendente, la elegante mujer aún
se encontraba con la vida palpitando en su seno mientras el doctor Alex
sorprendido por aquella maniática aberración la atendía haciendo su mejor
esfuerzo profesional en el hospital donde trabajaba. Para fortunio de todos, sus seres queridos
recibieron con agrado la noticia de que la mujer tenía muchas posibilidades de
despertar en menos de una semana de aquel coma inducido bajo métodos
escalofriantes. Las autoridades locales
no tuvieron la menor pista de su investigación mientras el doctor Alex deseaba
con toda la fuerza de su humanidad un castigo severo para el que fuere hallado
culpable de tan atroz hecho.
Por esos días, el doctor se encontraba en un estado de confort olvidado
por la sofocación con que había despertado aquella mañana en que fue a
trabajar; ya no tenía ansias ni deseos de saciarse con algo desconocido; estaba
tranquilo siendo dueño de sí mismo y de su cristalina voluntad. En la mañana del quinto día fue traído de
vuelta a la desesperación indescifrable que tanto lo atormentaba; se dirigió
como todos los días a su lugar de trabajo donde recibió la triste noticia de
que la benemérita mujer había amanecido sin vida.
Lo agobió nuevamente la desesperación que lo inducía a buscar un tipo de
saciedad que no tenía llenura; ni con alimentos, ni con bebidas, ni con nada
que reconociera para sentirme mejor. Era
tal el grado de intranquilidad que sus compañeros reconocieron en su rostro un
nivel de depresión fatal, a lo que le sugirieron permanecer en su casa hasta
que se sintiera mejor. Forzadamente,
atendió la recomendación de sus colegas y amigos. Se dirigió a su casa, ubicada en un fino
sector de la ciudad; en el trayecto tenía la impresión de que algo dentro de su
carro lo perturbaba; un olor azufrado se hizo cada vez más fuerte hasta que
sentía la presencia de un ser oscuro sentado a su derecha, en el asiento
delantero; intentó mirarlo, pero no podía; intentó frenar, pero tampoco podía;
como por inercia, siguió manejando hasta que llegó a su casa donde al fin
aquella sombra de miedo lo dejó. Por un
momento pensó que estaba enloqueciendo por la incomprensible necesidad de una
paz alterada hasta el momento no conocida.
Al entrar a su casa, sintió un miedo repentino que lo obligaron a
devolverse para salir corriendo; pero en ese momento su mente le reveló
imágenes deplorables de sus actos aquella noche sobre aquella dama en el baño
del bar. Gritaba de dolor como si cada
recuerdo le permitiera sentir la dureza del vidrio sobre la ajustada piel. Lloró, levantó a gritos su casa, se maltrató
a sí mismo quedando finalmente suspendido en un sueño profundo y tormentoso en el
que revivió y comprendió que aquella mujer había quedado suspendida en un
estado exacto donde la muerte, el dolor y la vida convivían como hermanas
siamesas en su ser.
Despertó aturdido embargado de una soledad mental sin precedentes; su
aspecto físico se veía desgastado; más viejo de lo que sus treinta y cuatro
años de edad normalmente proyectaban; Se levantó con la voluntad propia de un
sonámbulo y se detuvo en el espejo donde contempló un rostro afligido,
temeroso, bañado en lágrimas y altamente consternado por una evidente necesidad
ante la cual no había posibilidad de confrontación. Se recostó sobre su cama sin comprender lo que
hacía. Cerró sus ojos y escuchó una
estruendosa carcajada llena de cinismo en sus oídos; se estremeció, luego otra
carcajada igual de siniestra acompañada de un sonido de tamboras con sonidos
repetidos. Sus ojos quedaron abiertos
sin contemplar más que el techo de su habitación; no podía cerrarlos, aunque
quisiera. La risa maleva de un bebe
consternó aún más su ser y entonces, tuvo la sensación de ver reflejos de una
sombra con forma de hombre que poco a poco se fue aclarando a sus ojos, hasta
que contempló perfectamente, una capa con rostro de carbón encendido, de ojos
grandes y amarillentos que mostraban mucho odio hacia el doctor hasta que la
misma intensidad de la mirada, lo debilitó sumiéndolo en un episodio de olvido
existencial.
A los tres días de ausencia laboral, sus colegas y familiares entraron
forzadamente a su casa donde lo encontraron dormido con un pulso muy débil;
angustiados, lo llevaron rápidamente al hospital donde laboraba para atenderlo
como era debido; al quinto día desde que había entrado en la ensoñación de
olvido existencial, despertó en el centro médico, despertó teniendo claridad
sobre la manera de reprimir su sofocante necesidad; el miedo lo llevó a tomar
la decisión de suicidarse, cosa que planeó hacer apenas llegara a su casa. Todos sus conocidos, familiares y amigos callaron
apesadumbrados frente a la envejecida apariencia física del doctor quien
parecía un viejo enfermo, de mirada dura y consternado. Se esforzó por convencer a sus colegas de que
le permitieran salir ese mismo día; ellos, aunque renuentes aceptaron; sus
familiares lo acompañaron a casa, pero él se valió de estrategias para quedar
solo. Ya tenía en mente como efectuar el
suicidio y cuando se dispuso a hacerlo, su casa se llenó de un humo penetrante
con un hedor a calcinación de huesos rociados en sangre humana; era tal el
hedor que apresuró su método de suicidio hasta que una fuerza superior a su
voluntad lo detuvo, llevándolo a su habitación donde no encontró alcoba sino
una mesa para dos personas con una botella oscura y un caramelo gris.
Estaba tan fuera de sí que se sentó en la mesa, luego de lo cual,
aparecieron de nuevo las risas y el sonido de tamboras con un estrepito más
fuerte e intimidante que la primera vez.
Estaba frente a la presencia de algo que no veía. Sintió como alguien puso sus manos sobre las
suyas y una bufanda fue apareciendo, era una bufanda negra que una vez terminó de
completarse; se mostraba un ser con apariencia de hombre oscuro, más extraño y
aterrador que el primero quién permanecía sentado con su cabeza girada de forma
contraria a la posición de su cuerpo.
Alex ya no sentía miedo; una rabia interna contra lo que fuera que le
estuviera pasando hizo que reverdeciera su valentía.
De repente, una voz maligna, muy maligna empezó a rezar en otras lenguas,
y a mover todos los objetos del lugar con mucha violencia, pero sin atacarlo a
él. En ese momento, el ser en la bufanda
negra, se levantó de la silla y un brusco viento tomó a Alex, lo sacudió
fuertemente hasta que lo dejó suspendido en el aire de forma horizontal. Luego, el maligno ser, comenzó a golpearlo con
dos cadenas de hierro, cuyas puntas eran filudas; lo golpeaba tan fuerte que
parecía no resistiría otro golpe; lo asombroso era que Alexander no caía al
suelo, estaba extendido en el aire, con los brazos hacia los extremos y completamente
desnudo; sangraba mucho, tanto que su sangre se fue convirtiendo lentamente en
un traje de sangre. El vestido brillando
vivamente, se sostuvo sobre el pesado aire de forma vertical dando la impresión
de tener vida propia. Su color era vino
tinto, con zapatos vino tinto, correa vino tinta, gorro vino tinto y finalmente
con corbata blanca y chaleco vino tinto.
Sonó el rugido de un latigazo que incorporó perfectamente aquel traje
sobre las medidas del cuerpo desnudo de Alex; nuevamente la fuerza o el brusco
viento que se batía a su alrededor, lo sentaron en la tenebrosa silla; el ser
oscuro, caminó a su alrededor como admirando su obra con agrado; luego se
sentó. Repentinamente, giró su cabeza
ocasionando un ruido como de muchos vientos en el entorno de aquella amplia
habitación; ¡Por fin hubo contacto de ojos! Su rostro era de ceniza chispeante,
al igual que el resto de su piel; poseía una mirada de furia con un temple de
odio estremecedor. Un libro oscuro
apareció abierto sobre la mesa, y un ave temeraria que salió de la nada; se
pegó de la yugular de Alex como chupando lo que había quedado de su propia
sangre. Luego, estalló convirtiéndose en
una pluma suspendida entre los dos, sobre el libro que daba la clara idea de
firmar un pacto de sangre.
El doctor quiso resistirse, pero entonces, su necesidad se agravó torturándolo
de manera impasible, entendiendo que la única manera de superar esa sofocación
era sujetando la pluma en el aire y disponiéndose para firmar. No tuvo otra
opción y lo hizo con el pudor de su propia sangre subyugada. Hecho esto, el libro explotó y el ser que
estaba frente a si lo hizo igual, solo quedó un olor que perpetuó la casa, el
mismo que hedía a huesos calcinados bañados en sangre. No pudo quitar Alex ese hedor al punto que se
acostumbró a él, haciéndole falta para sobrevivir.
Luego de unos meses en que su vida transcurrió normal, dio por entendido
de que todo se había tratado de un juego de mente perturbador que alejaba todo
de la realidad en que vivía; Nunca encontró el vestido, ni secuelas de sangre
por ningún lugar de su casa y entonces se sintió libre y feliz hasta que una
noche mientras conducía del trabajo a su casa; volvió a sentir el pesado
ambiente y la necesidad de complacer su depravado instinto. Se aterrorizó cuando se vio vestido con aquel
vino tinto traje hecho con su sangre bajo la autoridad de un desconocido ser,
mientras el carro que conducía cambiaba la dirección de su destino. Llegó a la catedral más esplendida de la
ciudad que a esa hora se encontraba cerrada a sus feligreses, pero él
entró. Con mucha cautela, tomó un
crucifijo de un pie de altura que encontró en el pasillo que dirigía a la
habitación sacerdotal donde se encontraba un sacerdote sediento quién justo en
ese momento se disponía salir de su habitación para beber agua y quien, a su
vez, vio la imagen de un crucifijo gigante proyectada por la sombra que la luz
de las veladoras producía, acercándose hacia él. Ante esa gloriosa visión, el piadoso
sacerdote se arrodilló extendiendo sus manos al cielo y venerándola en su
corazón hasta que la muy cercana sombra se desdibujó y sintió un golpe tan
fuerte en su frente que lo trastornó de inmediato dejando un eco de alabanza
que traspasó los paredones del cauto lugar.
La herida causada en la frente del sacerdote fue tan honda que tomó forma
de cruz dejando ver el hueso hundido y pálido de su frente. Con rostro dormido yacía inconsciente en un
suelo frio cubierto por una sotana de dormir.
Ante semejante lienzo, el doctor nuevamente procedió según sus
instintos. Primero, rasgó el manto que
lo cubría, luego de lo cual empleó armas blancas que encontró en la
habitación. Su obra de arte apenas
comenzaba hasta que finalmente, presentó un sacerdote vestido con sus propias
pieles en sus lugares más secretos del cuerpo; solamente le cortó el trasero y
lo puso de una manera muy arquitectónica en cubrimiento de sus testículos. Luego lo arrastró hasta el lugar de oración y
bajó el Cristo más grande del recinto.
En ese gran trozo de madera donde colgaba el Cristo, martilló
exactamente al padre amado de aquella iglesia.
De manera asombrosa, no quedaron manchas de sangre en el lugar, puesto
que toda la sangre se adhería al traje de Alex; —Era como si ese traje
capturara cada gota de sangre que salía de su víctima—.
Al día siguiente, las naciones que lo oyeron se alarmaron; todos con gran
espanto, no podían creerlo, porque además de estar colgado en la cruz de la
indefensa imagen; el respetado padre seguía con vida, su corazón no dejaba de
latir. Nadie se atrevía a tocarlo por la
hermosa proyección del sufrimiento celestial que proyectaba; las personas se
acercaban persignándose mientras se arrodillaban y se concentraban en dulces
rezos embriagados de fe. Muchos
curiosos, iban a tomar fotos y a sacar filmaciones para colgar en sus redes
sociales; lo cual se hizo más viral, sometiendo al moribundo padre al cruel
escrutinio del mundo entero. Algunos
inconversos, hablaban mal de la bella imagen argumentando fríamente: —Algo malo
debió haber hecho para estar donde está— otros decían: —Ese padre es tan bueno,
que fue crucificado para que esta tierra estuviera bendecida—. Había todo tipo de opiniones y
comentarios. Finalmente, el padre,
estando en el madero, abrió los ojos y expresó un fuerte pero muy fuerte dolor;
pues no tenía trasero y ya ciertos animalitos empezaban a hacerle cosquilleos. Las autoridades eclesiásticas al notar
avivada la fe de los transeúntes, decidieron no bajarlo y solicitaron a los
forenses estudiarlo sobre la pared, ante lo cual se determinó que estaba vivo
descartando cualquier tipo de intervención humana al no dejar huellas en el
acto ni en las cámaras. Una vez más el
traje de sangre se comportaba como el criminal perfecto cuyo cómplice secreto
se encontraba detrás de una bata médica en un cercano hospital de la
ciudad.
Por el reporte que la ciencia médica dio a la iglesia; el Papa de la
época, determinó dejarlo colgado e incrementar el número de oraciones y rezos
en ese lugar; argumentando que era señal de Dios lo acontecido y que muchas
bendiciones serian derramadas sobre ese templo.
También argumentaba que, como seguidores de Cristo, todos debíamos morir
como lo hizo él. —Hubo entonces todo tipo de confusiones y protestas—, al
quinto día de aquel milagro, el cuerpo del padre se enfrió para siempre; murió
el padre en presencia de todos los seres que le amaban… nadie entendía por qué
el padre había durado tanto tiempo con vida; eso fue un interrogante, objeto de
confusión para la ciencia médica.
Ese día para Alexander fue terrible, puesto que, con la muerte del
padrecito, su paz y tranquilidad se habían evaporado y no tenía más remedio que
encontrar la calma a su necesidad.
Debía seguir procediendo. Su
apariencia física, había aumentado en vejez de manera impactante. Todos se aterraban, incluso Alexander quien
pensaba: —Mientras el padre estuvo en el punto exacto donde conviven la muerte,
el dolor y la vida, estuve de maravilla—.
Al llegar a su apartamento, encontró el olor extravagante de los huesos
calcinados bañados en sangre sobre toda su morada; se dirigió con prontitud a su
habitación donde pudo contemplar al lado de su cama; una figura humana hecha en
yeso negro con las manos extendidas a los lados. Sin darse cuenta, el traje se desprendió de lo
más íntimo de su ser y se colgó en lo que sería de ahí en adelante, su lugar. A la mañana siguiente, en vista de que las
naciones estaban alarmadas; salió para el trabajo con muchos nervios hasta que conoció
los resultados de la ciencia y las incógnitas alrededor del caso; se sintió el
hombre más afortunado y feliz de contar con un traje que lo vestía en el
criminal perfecto sin dejar huellas ni rastros de lo que hacía.
Luego de unos días, volvió a sentir aquella desesperante necesidad que
tanto lo sofocaba, no permitiéndole estar bien; era tal la ansiedad que intentó
ponerse el traje por sí mismo varias veces, pero era imposible; el traje se
escurría como gelatina de sangre no dejándose tocar por Alex y luego volvía a
su normalidad; desesperado intentó todo tipo de cosas con el ánimo de volver a
su estado de normalidad y quietud; pero le fue imposible. Nadando en aquel mar de angustia y
sufrimiento, se dejó envenenar de pensamientos oscuros que lo llevaron a hacer
cosas extrañas con sus pacientes en cirugía; Afortunadamente, el doctor era
demasiado cobarde para actuar por su propia voluntad, su traje era el que le
daba el valor de existir y como no lo tenía, no podía hacer nada.
Esa noche, fue muy insoportable para él, se revolcaba en la cama, intentó
nuevamente ponerse en varias ocasiones el traje con el fin de salir, pero no
podía, el traje no se dejaba abrir, ni siquiera descolgar del lugar donde
estaba. Sobre su cama intentó dormirse
con medicamentos para conciliar el sueño y aun así le fue imposible
hacerlo. Al día siguiente sus ojeras le
delataron delante de todos; puesto que su estado de vejez física, sumadas a las
muy oscuras ojeras que tenía, más el aire oscuro de su rostro, producían un
miedo que hacía que los allí presentes muy diplomáticamente lo evadieran. Afortunadamente para Alex, había despertado
con el traje que más lo desesperaba y presionaba a que hiciera lo que debía
hacer; digo afortunadamente porque era lo único que le daba el valor de propiciar
ese extraño estado en sus víctimas para su propio confort.
El día lucía inquietante y un ambiente oscuro sacudía a todo el personal
de trabajo del hospital, particularmente no habían llegado pacientes que requirieran
el servicio del cirujano Alex hasta que, al fin, como a eso de la una de la
tarde, fue llevado a Urgencias un bebé de un año de nacido ardiendo en fiebre. En ese momento, mientras Alex escuchaba los
llantos de la creatura, sintió una ligera excitación de la misma manera que
había pasado en las primeras ocasiones en que no entendía lo que le
pasaba. Inmediatamente trabajó por su
salud como todo un profesional, luego de una hora, cuando el medicamento
suministrado surgió efecto y su fiebre hubo desaparecido; entró a la habitación
dónde el bebé estaba durmiendo y lo aisló del resto de los bebes que estaban
ahí, sin que nadie lo notara; lo llevó a una habitación donde era muy difícil
que lo sorprendieran en algo. Cuando
miró fijamente al bebé, sus ojos grandes e iluminados llamaron mucho la
atención del vestido, que entre más seducido se sentía, más se apretaba al
cuerpo de Alex y más se encogía. Fijó su
mirada sobre la del bebé, el cual sonreía y se sentía muy feliz. El vestido estaba algo descolorido, por la
ansiedad que sentía y la necesidad que tenía de brillar con la lucidez de su
color natural. Alex se perdió
completamente de la escena una vez que hubo puesto una cinta de alta presión
sobre la boca del bebe y una vez que hubo tomado un bisturí de cirugía general.
Como a eso de las tres de la tarde; el bebé se encontraba en estado de
coma profundo luego de una ardua cirugía donde coparticiparon muchos médicos
liderados por el traje quienes entendieron su compromiso de salvar la vida del
niño quién tenía una hernia cancerosa.
El niño mostraba una innecesaria raja que nacía en la boca de su
estómago y terminaba muy cerca de su pelvis genital. Los allí presentes
pensaron sin poner en duda la sapiencia del doctor que seguramente era una
incisión importante hecha antes para salvar la vida del bebe, aunque sus
conocimientos no le encontrasen explicación lógica. Era mucha la sangre que él bebe había perdido
y por ende lo tenían bajo trasfusión. Los
padres del bebé no salían de su asombro y rezaban suplicando a Dios ayuda para
que la creatura no los abandonara.
Esos días fueron de mucha complacencia y felicidad para Alex quién se
sentía privilegiado y grande de ser quién era o en lo que se había convertido. Su aspecto había rejuvenecido nuevamente de
un modo casi mágico; durante esos días en que el estado del bebé fue de coma
reservado; no hubo momento de hostilidad en su ser; vivió feliz hasta que, al
quinto día, en las horas de la tarde, él bebe falleció. En ese justo momento, el doctor sintió como
si lo aterrizaran en el infierno después de volar maravillosamente sobre el
cielo; iba conduciendo su camioneta Kia desilusionado también de ver
horrorizado su aspecto físico.
Al llegar al hospital; su aspecto amargado y seco, irrumpió en la entrada
y se dirigió a su baño personal; los allí presentes no le reconocían hasta que
lo hicieron hablar; pero por su aspecto de furia lo dejaron con sus propios
demonios y cada quien siguió en sus actividades laborales.
Se miró al espejo y lloró amargamente, como cuando una persona pierde al
ser más amado que lo ha acompañado por mucho tiempo; nuevamente sintió la
intensidad creciente de aquello que le faltaba, de esa necesidad inexplicable
que le hacía sentir algo así como una mezcla de excitación, ansiedad, ira y
ganas de saciar eso, solamente eso. La
intensidad cada vez era más grande, tanto así que fue cinco veces más fuerte
que la sed de un deportista que lleva sin beber una gota de agua durante más de
una semana bajo un entrenamiento deportivo de alta exigencia.
Se devolvió para su casa sin medir consecuencias, ni avisar a su jefe
inmediato. Entró a su habitación donde
volvió a contemplar la imponencia del traje sujeto a aquel molde de yeso negro. Intentó destruirlo en un momento de lucidez,
pero fue infructuoso ya que toda vez que quiso incendiarlo, apuñalarlo,
cortarlo; sentía los daños en su propio cuerpo que lo dejaron parcialmente
herido. Creía para sí que se estaba
enloqueciendo y perdiendo el control de las cosas. Estaba muy mal; quería quitarse la vida, pero
no podía. Gritaba como un maniático al
que están atormentando. Hasta que vio de
manera vana sobrevolar su habitación por aquel manto negro con cara y manos de
carbón encendido cuya fuerza invisible no lo dejó mover, ni hablar; solamente,
le mostró el libro y se lo abrió en el lugar donde estaba su firma; luego,
desapareció nuevamente en forma de torbellino por el aire.
Durante esa noche tuvo todo tipo de visiones oscuras, con calaveras, con
animales que salpicaban su carne; con gusanos que perforaban su piel; podía
sentir los olores fétidos de las personas que ya no estaban ahí con él, sino
que habían muerto por su propia mano.
Así paso la noche; temblando y gimiendo de espanto por lo que llegaba a
su memoria. Insistió en tomar el traje
por la fuerza, pero no fue posible y así tuvo que soportar otro día completo;
otra noche entera. Se sentía vacío y
creía morir; pues prefería morir a estar sintiendo la muerte en medio de sus
entrañas sin poder siquiera olvidar.
Sucedía que en la medida en que el tiempo pasaba, el traje se
descolonizaba cuando no había una víctima en coma; pero, al mismo tiempo la
corbata blanca del conjunto, se hacía más blanca y pura. Esto fue algo que Alexander identificó en un
momento de lucidez y tuvo un mal presagio al respecto. Después de dos días de
continua agonía; exactamente a las siete de la noche, el traje sobrevoló la
habitación y se incorporó en el cuerpo de Alex como las veces anteriores. Sabía que debía estar muy puntual en el lapso
de una hora; en una reunión social de la cual Alexander no tenía idea. Se trataba de una cena de políticos y gente
muy prestigiosa del país; entre los cuales habían invitado a Alex por su
destacada labor profesional y aportes médicos a la sociedad, pero él no había
tenido espacio para notarlo.
Fue pues a dicho evento, pareciendo un ser completamente extraño a lo que
todos conocían del doctor; reconoció amigos suyos que ocupaban cargos muy
importantes en distintos oficios de la sociedad. Mientras el doctor se sentía compungido por
su sufrimiento, el traje por su parte, se sentía el rey de la noche, aunque
pasara desapercibido a las miradas de la gente. Sin lugar a dudas, se trataba
de un evento magno con personalidades muy destacadas de la alta sociedad y las
artes. No fue difícil para el traje
entrar en la dinámica social del evento llevando a Alex a relacionarse con
personas muy influyentes en la sociedad de su país.
Mientras departía con los invitados en el magno evento; un periodista muy
reconocido del país lo llamó para saludarlo y de paso obtener información
acerca de lo que murmuraba la gente en el hospital donde Alex tenía tanto
reconocimiento social; pues su apariencia envejecida, su situación tan extraña,
no le permitía pensar a la gente otra cosa, sino que él estaba en los vicios o
en andanzas poco recomendables. Ante la
manera estratégica como el periodista intentaba obtener información de Alex;
este en todo momento se comportó muy inteligentemente y respondió sin omitir
detalles de su situación; reconoció ante el periodista que él era un asesino;
que sentía muchas ansias de matar y de hacer sufrir a las personas para que sus
víctimas encontraran el punto intermedio entre dolor, muerte y vida; según él,
el punto intermedio era el de la plenitud.
En esa conversación el periodista muy osado e incrédulo, no hacía sino
reírse y decirle, —vaya, sí que me impresionas, tienes mucha imaginación
hombre— y seguía riéndose mientras hablaban.
Parecía que el traje que vestía a Alex, seducía al inocente periodista;
entre más hablaban, más palmaditas daba el periodista al hombro del vestido de
Alex hasta que una gota que chispeó del traje, salpicó sin ser notada por
ellos.
Fue claro en el rostro del periodista; su grado de excitación en aquella
candente y reveladora confesión donde el traje de sangre lo seducía sin conocerse
su propósito. La situación para el
periodista, lo llevó a tener una notable erección ante los ojos de algunos de
los presentes, tanto así, que no disimulaba su atracción por el opacado doctor a
quién no se le despegaba en ningún momento desde que lo abordó. El traje se fue para lo más reservado del
parqueadero donde sabía que su víctima le seguiría; en efecto, el desinhibido
periodista empezó a acariciar el traje en todos sus contornos. Los ojos de Alex repentinamente se tornaron
rojizos y pequeños; ordenó al periodista entrar a su propio carro, no sin antes
ir al baúl por la caja de herramientas.
Estaba tan excitado que no previó lo inusual de tener la caja de
herramientas del carro en el puesto delantero, a los pies del doctor.
Ante la seguridad del evento, el traje se había propuesto darle de que
hablar a los allí presentes; de esa manera tomó el compresor que usó para
apretar con mucha fuerza el miembro erecto del periodista hasta dejarlo como
una goma sangrienta; los gritos trascendieron la fuerza de la música y en menos
de lo requerido, el parqueadero estuvo alerta a lo que sucedía; todos los
presentes en la reunión, con los hombres de seguridad, bajaron del recinto a
ver lo que estaba pasando; todos vieron al periodista bajándose de su carro con
su miembro completamente destruido quejándose a gritos tan elevados que
estremecieron a los allí presentes. De
repente, una fuerza invisible desvistió al periodista mientras recibía golpes
tan fuertes que le destrozaron el rostro y sus extremidades; pero de manera
sorprendente, esa misma fuerza lo sostenía sin dejarlo caer al mar de sangre
que desaparecía hacia la nada.
Un conmovido dirigente político viendo semejante atrocidad, no aguantó e
intervino en la masacre. ¡Pobrecito! El
traje con el mismo compresor le voló la nariz en mil pedazos y absorbió toda la
sangre sobre el aire no dejando caer ni una sola gota al suelo. Todo mundo tuvo miedo y los hombres de
seguridad empezaron a disparar; pero el traje inmune a los disparos; protegía
al ya inexistente doctor y al periodista de las balas. Entre el temor y el morbo, los espectadores
se rehusaron a irse, contemplando a la mima fuerza invisible destrozando con
ímpetu los pies de la víctima quién a pesar de la violencia, no moría
escuchándose ya un leve sonido de martirio que escupían sus pulmones. Luego de
un inesperado golpe, el cuerpo cayó al suelo sin una gota de sangre a su
alrededor. Todos temieron hasta que una
ambulancia oficial recogió los restos con vida que quedaban del apuesto
periodista.
El hospital donde fue atendido, aseguró que el agredido profesional se
encontraba en un estable proceso de recuperación. Las investigaciones judiciales no entendieron
la situación y por ningún lado se pudo vincular con el respetado doctor
Alexander Puccini, puesto que ni siquiera había registros de su llegada al
evento. Al quinto día de haber dormido;
murió sin haber tenido la oportunidad de contemplar el color. Al instante; la rabia y desesperación
sucumbieron en Alex quien sentía cada vez más mortificación por la creciente
necesidad que en todo momento se intensificaba haciéndole perder la cordura de
sí mismo. Se envejeció tanto esta vez
que parecía un viejo decrepito con exhalación de mal olor.
Abandonó el hospital pareciendo un extraño a los ojos de todos los que le
conocían; nadie se atrevió a detenerlo ni a importunarle en su violenta manera
de salir. Llegó a su casa donde fue
recibido por agresivos vientos que tenían el lugar completamente destrozado y
fundido en un hedor cautivador. En su
habitación, lo esperaba sentado y con aire victorioso el maligno ser que lo
había hecho firmar el libro que estalló ante sus ojos. El maligno ser detonó en una fuerte carcajada
que retumbó todos los rincones del lugar; inmediatamente, el libro que había
firmado Alex se quemó y se esparció en forma de cenizas candentes por el fétido
aire que adueñaba la casa dejando todo en la normalidad de siempre. Alex fue normal también; ya no sentía esa
sensación; su piel se había rejuvenecido y todo en sí era completamente normal;
como la vida que había empezado a olvidar desde que todo había iniciado. Su casa ya no hedía, todo estaba muy bien; de
hecho, se estaba terminando de asar la comida que más le gustaba a su querida
madre. Alex apareció luego de ese
suceso, muy bien vestido con la ropa que su madre le había regalado para su
cumpleaños y para su sorpresa por ningún lado encontró el vestido de su
angustia, aquel que le había dejado la bufanda oscura y flotante. Se sintió tranquilo; muy normal, pensó que
todo había pasado.
En ese lapso de tiempo, de la nada apareció ante las respectivas
autoridades judiciales una particular bolsa de tela roja con una cinta blanca
finamente enrollada, donde se encontraron las pruebas que incriminaban al
doctor Alexander Puccini en todos los crímenes sin resolver que tanto habían
estremecido la sociedad. Encontraron el
registro exacto de los videos donde Alex en su vestido vino tinto con corbata
blanca actuaba sin piedad, acompañados de un diario donde fríamente se narraban
los hechos de su autor con el puño y letra del queridísimo doctor. Anexo a todo, había una nota aislada que
describía el suceso de muerte de una buena madre por su amado hijo, que se
terminaría en cuestión de minutos. Los
mandos de seguridad nacional se apresuraron hacía la casa del doctor Alexander
teniendo como enemigo fundamental el intangible tiempo que marcaba la
distancia.
Alex se sorprendió al recibir la inesperada visita de su madre, y se
aterrorizó cuando se vio vestido con la ropa que ella le había regalado y con
el olor de su comida favorita asándose en el horno. —Gracias por invitarme hijo; tanto tiempo que
ni una llamada, ni nada; como dicen por ahí, ¨los hijos terminan por olvidarse
de sus padres¨— la señora hablaba con
ternura. Alex presintiendo lo peor,
actuó complacidamente mientras ella no paraba de manifestarle el asombro cuando
leyó la nota donde su hijo mayor la invitaba a una cena que él prepararía
especialmente para ella. Alex no vio
otra cosa que la muerte de su madre, pero cuando quiso tomarla de mano y
marcharse; la mesa estaba servida y el apretado traje vino tinto de corbata
blanca muy ajustado sobre él —Hijo, ¿Cómo es que te has cambiado tan rápido? —
Él no respondió. Se sentaron a la mesa,
donde ella se sentía plena y extremadamente afectiva hacia su bebe. —Amor, tu casa está muy linda, huele
delicioso, ¿Dónde la tienes? ¿Por qué no me la presentas? Estoy segura que debe ser una grandiosa
mujer— Una sonrisa pícara se desveló del rostro de Alex; tan pronto como se
escucharon las sirenas de la policía cubriendo el perímetro alrededor de su
casa; el señor del traje de sangre con total rapidez, sacó los ojos de la madre
con el tenedor que comía; la señora gritaba de dolor mientras sentía fuertes puñaladas
en su vientre, —hijo ¿qué haces? —. La
policía entró al lugar espantados de ver la matriz de la anciana en las manos
de su hijo sin una gota de sangre alrededor y sin el vestido vino tinto quién
tuvo el privilegio de escapar sin dejar rastros.
Sin explicación alguna, la casa explotó de manera fulminante llevándose
con ella gran parte de las vidas del vecindario y gran parte de las vidas de la
diligente policía local. No se
encontraron rastros del cuerpo de Alex por ningún lugar del suceso, pero lo que
si encontraron las autoridades fue a la madre del doctor Alex, con su vientre
apuñalado, su matriz por fuera; sin ojos y sin la más mínima señal de estar
quemada. Pues todavía tenía pulso de
vida. Eso aterró a los pocos
sobrevivientes que presenciaron el hecho y todo quedó en el interrogante,
porque cinco días después, la madre de Alex también murió.
Cinco años después, se cuenta que, el presidente del país más influyente
del mundo, entró a una de sus importantes reuniones protocolarias con el
vestido vino tinto, de zapatos vino tinto, correa vino tinta, chaleco vino
tinto, medias vino tinto y hasta una boina vino tinta con una corbata muy
blanca que apareció en lo más inmediato de su armario.
Nircadio Lácaga, hombre que vivía de la comedia y la diversión; era
conocido como el payaso más divertido de toda Latinoamérica; nunca fue padre,
tampoco fue hermano, y mucho menos hijo. Él nació y creció en un barrio pobre,
rodeado de gente pobre que lo protegió y lo adoptaron como el hijo del barrio.
Un día mientras divertía a los niños en una fiesta tuvo un infarto
fulminante que lo dejo sin vida al instante. Los niños al principio creyeron
que ese acto era parte del cómico ¨show¨ que presentaba, pero luego de unos
segundos sin inmutarse, los padres de los niños que estaban en la fiesta
encendieron las alarmas. Todos gritaron desesperadamente mientras trataban de
auxiliarle. Afortunadamente había un médico en la fiesta; desafortunadamente él
dijo que el amado payasito había muerto.
Nircadio siempre fue una persona humilde y obsesiva con el trabajo;
estaba próximo a cumplir sus treinta y cinco años de edad; toda la vida había
vivido de payaso, toda la vida había sido un payaso. Al abandonar su cuerpo; su
fuerte espíritu pensó acerca del deber que tenía de cumplir con su presentación
en la fiesta. Él siendo quién era, no podía descansar sabiendo que no había
cumplido con el deber adquirido.
Llegaron a la fiesta quienes debían recoger su cuerpo muerto y se lo
llevaron para la morgue. Él se quedó en la fiesta; todos los niños escuchaban
su voz en tono misterioso saliendo de las paredes. Todos se engranujaron y
quedaron completamente pálidos. Los adultos no oían lo que sus hijos decían. Él
no se rendía ante el deber de cumplirle a los niños; se fue directo al equipo
de sonido para poner a sonar el CD de su autoría. Cuando fue a cogerlo, no
pudo; intentó muchas veces hacerlo, pero fue imposible; se sintió frustrado y
con rabia en su mirada; provocó que el CD se saliera de la caratula y entrara
en la bandeja donde luego sonaría.
Las personas presentes si percibieron ruidos extraños mientras Nircadio
Lácaga hacía eso. Sonó la canción de las tres lunas que él mismo había
compuesto y con la cual siempre cerraba sus cómicos ¨shows¨. Las personas se
impresionaron tratando de conservar la calma y la fiesta lentamente fue
quedando vacía y sin diversión. Nircadio se sintió muy triste porque esa era la
primera vez que no le aplaudían su presentación y era la primera vez que los
niños no le sonreían ni se mostraban felices.
Se sentó en una silla de la agradable fiesta, su pálido rostro expresaba
mucha angustia y soledad; estaba muy triste de que su vida hubiera terminado
sin él haber concluido por lo menos esa presentación. —Esto es lo peor que me
puede pasar, esto no puede quedar así— manifestó con triste voz. Recordó las palabras de una vieja del barrio
que de vez en cuando le daba comida cuando él apenas era un niño que crecía: —¡El
mundo es para los verracos mijo, para los verracos! — Esas palabras eran las
que lo habían llevado a él a consolidar el personaje que lo había equilibrado
en su destino; eran algo así como el amuleto que lo hacía sacar fuerzas de la
nada.
Miró angustiosamente a todos lados; la silletería de la fiesta estaba
siendo recogida y todas las serpentinas y bombas que llevaban su rostro aún
pendían inútiles porque no había ningún niño allí. El dio un grito de angustia que nadie oyó
pero que si reventó todas las bombas del lugar de manera simultánea. Los que
presenciaron eso se conmovieron un poco porque una tristeza sobrecogedora
cubrió el espacio. Una mujer como de
cincuenta años dijo: —Eso debe ser el muerto que se está despidiendo de
nosotros— Los demás hicieron semblante de miedo sin pronunciar una sola
palabra. Salió del lugar donde había quedado inconclusa la elegante fiesta, era
un club muy hermoso, carros costosos estaban parqueados a pocos metros del
lugar; allí también estaba su colorido Volkswagen con aspecto de cucarrón que
tanto quería; él lo había ajustado a los términos de su personalidad; un ser
siempre sonriente y divertido que alumbraba cualquier entorno. El pecho de su
alma tenía una congoja insoportable; su alma lloraba sin lágrimas y no entendía
el por qué aún seguía en sus cabales si había entendido que la muerte era una
luz de infinita paz y continua complacencia.
Se acercó a su chistoso y llamativo carro; el carro del payaso TIN TIN;
intentó tocarlo, pero su espíritu viviente no palpaba las cosas materiales de
la vida. Entró en su carro traspasando las latas sin producir el más mínimo
movimiento o sonido; sentado dentro de su vehículo, empezó a recordar los
episodios tristes y felices de su permanencia en la tierra; recordó el día en
que animó su primera fiesta a la temprana edad de los doce años; también
recordó el día que por primera vez pudo comprarse un par de zapatos; recordó
asimismo el día que vio su personaje en los periódicos del país y terminó
recordando el día que le robaron una camioneta verde oscura muy elegante motivo
por el cual había comprado el amarillo e impactante carrito del payaso Tin Tin.
Se dio cuenta que su vida había estado rodeada de risas y aparentes
felicidades; pero fue sincero consigo mismo y con la misma voz de tristeza
manifestó: —Nunca fui feliz en la tierra—; mi vida siempre estuvo vacía y
solitaria; no conocí el amor y jamás me gustó ser el centro de las risas de
todas las personas; todo eso lo soporté por la necesidad, por sobrevivir. La
vida es miserable y no me trató bien y ¿De qué sirvió tanto esfuerzo? — Eso lo dijo con voz melancólica y opacada.
Intentó encender su vehículo para huir de todo su legado; pero las llaves
se encontraban en el cuerpo muerto que había sido llevado a la morgue. Se
resignó a no ser desde ese momento en adelante pero cuando lo hizo, un mal
pensamiento cruzó sus sentidos. Sintió deseos de hacer lo que nunca había
podido hacer; lo primero que haría sería reírse de todos como parte de su
revancha y lo segundo que procuraría sería encontrar el amor, el amor que nunca
conoció debido a su obsesión de trabajar para salir de pobre. A partir de ese
momento Nircadio Lácaga se propuso alcanzar la plenitud de la felicidad con lo
que nunca había podido hacer en vida: ¨reírse de los demás¨ y ¡porque no! Alcanzar
el amor de una mujer.
En vida, era un hombre de tez blanca, de estatura mediana, de ojos
grandes, brillantes y de color azul cielo; su cabello ondulado y disparatado lo
hacían cómico en sí, sin necesidad de vestir su colorido traje que lo
personificaba como el payaso Tin Tin.
Siempre intentó ayudar a las personas pobres y trataba de buscar
talentos en los niños de la calle para que no se perdieran en la crueldad del
mundo. Ese acto de bondad, fue el mismo que lo mantuvo consiente después de su
muerte física y por el cual su espíritu no se había esfumado de la tierra.
Cuando murió, su espíritu vestía una pijama ancha muy colorida con un
gorrito verde brillante lleno de estrellitas blancas. Se dio cuenta que el
espejo retrovisor no proyectaba su imagen, eso lo inquietó un poco y reconoció
que en su nueva existencia no existiría más y por eso no podía proyectarse en
el espejito retrovisor de su querido carro.
¡No se daría por vencido!, si algo había aprendido en vida era a no
rendirse jamás, eso era parte de su ser. Miró como retando al espejo, su
semblante serio y obstinado estaba dispuesto a lograrlo. Se encolerizó un poco
y mientras eso pasaba, alcanzaba a ver borrosamente un rostro pálido como
ojeroso que no conservaba el equilibrio, sino que parecía hacer parte del
quebradizo viento. Su misma obstinación hiso que se cerraran todos los
orificios por donde pudiera entrar viento; siguió mirando al espejo con rostro
amenazante y al fin logró ver su rostro inexpresivo y frio por el retrovisor de
su particular carrito.
Se asustó de verse a sí mismo; se asustó porque sus dos ojos estaban
rodeados por dos ojeras enormes y pálidas que le daban un vivo aspecto de un
ánima en pena. Él intentó tocarse, pero
tampoco le era posible, cada cosa que quería le costaba mucho trabajo hacerla y
entonces deseó. Con el poder de sus deseos abrió la cubeta de su carro donde
guardaba siempre algo de maquillaje, lo levantó e intentó maquillar su cara,
pero su ser no se dejaba tocar por nada. Se cansó de insistir hasta que decidió
aceptarse a sí mismo. Se aceptó frente al espejo tal cual como lo proyectaba;
entonces, estrelló detenidamente sus dos ojos sin luz frente al espejo sin
parpadear por un segundo; su rostro no expresaba ningún gesto; era un rostro
muerto sin gesto y sin vida; con sus grandes ojos le dio la vuelta a todos los
extremos del mismo y finalmente, de aquel rostro frio y sin movimientos salió
una risa maligna; una risa que le permitió entender que la picardía y las
maldades estarían debajo de su autoría por tiempos no conocidos.
Salió de su carro, andando sobre el viento con el propósito firme de
encontrar su cuerpo para darle el último adiós. El viento lo condujo al hospital general de
aquella ciudad, lo entró por los corredores vacíos y trasminados de frialdad
hasta que traspasando las cerradas puertas sin incurrir en el más mínimo
movimiento y sonido posible, se encontró en un cuarto frío rodeado de médicos
forenses quienes solo cumplían con su trabajo. Al llegar a ese recinto; miró su
cuerpo deshecho y sintió tristeza por su carne, de que ya no estuviera con él,
para compartir el nuevo proyecto que se proponía.
Miró pícaramente a todos lados y dijo muy maldadosamente: —¡Es hora de
divertirme un rato! — Efectivamente, el que en vida fue conocido como el payaso
Tin Tin, entró en su cuerpo tieso y frio. Espontáneamente abrió un ojo; eso le
costó trabajo porque su ojo estaba tieso y pegado. Los médicos al ver eso se
erizaron; la mujer que tenía el control en la autopsia, tratando de conservar
la calma, con voz nerviosa expreso: —Eso a veces pasa—, y bruscamente le cerró
el ojo al payaso. Al segundo; abrió nuevamente su ojo izquierdo y empezó a
moverlo por todos lados. Eso no cabía en
la mente de los médicos quienes ya estaban terminando de suturar su cuerpo.
Todos gritaron nerviosamente. Nircadio
se sentó con mucho esfuerzo; su cuerpo estaba tieso y frio, le costaba mucho
trabajo moverlo. Se dirigió hacia los forenses intentando asustarlos, pero no
era necesario que lo intentara; ellos ya estaban petrificados del miedo. Todos
huyeron despavoridos de aquel cuarto gris; menos una joven practicante de
hermoso rostro y un tanto gordita quien se desmayó.
Cuando Nircadio vio que propició esa escena; los músculos de su cuerpo
muerto empezaron a moverse forzosamente. Se podía ver gran maldad y picardía en
sus gestos de risa y en la mirada de sus ojos; mientras se reía dijo con voz
tenebrosa y bajita: —Yo soy maaalo, muuuy maaalo jejejejejjejejeje…— Se
devolvió hacía la camilla tratando de mover sus entumidas piernas, su alma
parecía salirse del cuerpo. Con mucho
esfuerzo llegó a la camilla de nuevo donde dejó bien acostadito a su siempre
recordado cuerpo muerto. Se paró al lado de su cuerpo; sintió tristeza y lo
abrazó, pero no pudo hacerlo. Con un gesto de indignación se marchó. Con el
poder de sus deseos, cerró fuertemente la puerta de la habitación donde se
encontraba. Todos escucharon el ruido de la puerta y temblaron. Una brisa
bruscamente sonora recorrió los pasillos del hospital; todos los allí presentes
tenían un mal presentimiento, pero no veían nada.
Tin Tin se sintió complacido viendo a todos aquellos hombres y mujeres
inquietarse por lo que habían contado los médicos; muchos hablaban de la joven
que se había quedado encerrada en la habitación junto al cuerpo frio de
Nircadio; nadie se atrevía a ir por ella; Nircadio producía un miedo inexplicable
en los ambientes en que se encontraba. Se acercó a la recepción del lugar;
estaban allí dos secretarias diciendo: —¿Usted no tiene miedo?; —No, ¿Y eso
cómo hace? Todo el personal médico está inquieto y nadie se ha atrevido a sacar
a la practicante de medicina de la morgue. Le dice la otra secretaria: —Yo no
tengo miedo porque el miedo hace que ellos se fortalezcan; las almas en pena no
encuentran descanso cuando mueren antes del tiempo en que debían morir; ellos
quedan con tareas inconclusas y eso no los dejan descansar, algunos se vuelven
perturbadores—. Nircadio escuchaba atentamente la conversación de las dos
señoritas, hizo una mirada traviesa y un enojo sombrío cubrió el rostro de su
ser.
Con el poder de sus deseos propició intermitencia en las luces de la
recepción del hospital; los televisores perdieron la señal y vientos bruscos
invadieron el entorno; todas las personas entraron en pánico y nadie se inmutó.
Nircadio se dio cuenta que aquella mujer no había sentido miedo y algo de
cólera entró en su semblante; el entorno se ofuscó un tanto más de lo que
estaba y el espectro de su espíritu se dejó ver de aquella mujer que por
completo lo ignoró. Nircadio se dio por
vencido de lograr su cometido con aquella mujer. Después de un rato, la
recepción quedó sola; solamente estaba ella y él; en vida, Nircadio nunca había
conocido el amor y algo dentro de él se sensibilizó por la belleza de aquella
valiente mujer.
Decidió no incomodar más a las personas en ese momento. Se sentó en una
silla de la recepción a esperar la hora en que aquella hermosa mujer saldría.
Miraba a todos lados como pensando las cosas que podría hacer con su nueva
identidad. Estaba feliz y se había
propuesto explorar el amor desde la personalidad de su espíritu. Miraba
impacientemente el reloj, cada segundo que pasaba él lo veía como una
angustiosa eternidad que no le daba calma. Una hora después; llegaron muchas
personas a la recepción esperando su turno para ser atendidas por un
especialista.
Entró al recinto una mujer gorda y pesada; su gordo trasero daba la
impresión de aplastar a cualquier mortal sin percatarse de ello. La única silla
disponible era aquella donde Nircadio estaba sentado. Ya las personas estaban
un poco más calmadas y tranquilas porque aquella valiente mujer había resistido
a Nircadio ganándose lo más sensible de su ser. La gorda con mucho afán entró y
sin pensarlo dos veces se sentó sobre nuestro payaso Tin Tin; él hizo un gesto
de dolor como si algo le hubiera dolido, luego con sus manos trataba de llamar
aire a su nariz como si todavía pudiera respirar; se llenó de afán, pero luego
sintió que ya no sentía y recordó que no era el mismo Nircadio Lácaga; sino el
ánima en pena del payaso Tin Tin.
Sintió rabia hacia aquella gordinflona que lo había incomodado; su ser no
podía tocar nada, porque había pensado en pincharle la cola con una inyección
para que se levantara de ahí. Él no estaba dispuesto a perder su silla puesto
que él la había tomado primero. Se acordó del poder de sus deseos, los uso para
hacer a la gorda ir al baño; luego se sintió cómodo de nuevo, pero tenía que
pensar en algo para que ella no volviera a fastidiarlo. Se levantó de la silla y se fue en busca de
algo. Encontró en una caneca de basura, en uno de los corredores del hospital, una
aguja de inyección ya usada en alguien. Con el poder de sus deseos acercaba
aquella canequita a la recepción; cuando nadie veía, la movía rápidamente;
cuando había gente lo hacía lentamente. Nadie notó cuando la canequita quedó al
lado de su silla, la misma que él había ocupado primero y que luego la gorda
había poseído.
Se sentó como celebrando con mirada pícara y semblante engreído aquella
lograda acción. La gorda salió del baño; encontró nuevamente su silla vacía,
fue a sentarse en ella; Nircadio no estaba dispuesto a soportar su incomoda
presencia de nuevo. Con el poder de su mente fue haciendo subir aquella aguja
por las patas de la silla. Cuando la gorda acomodó su gordo trasero para
sentarlo; la inyección estaba en posición vertical saliendo de entre las
piernas de Nircadio. La corpulenta gorda
se sentó; y un gemido espantoso recorrió todos los rincones del hospital; —Esa
gorda partió la aguja— dijo Nircadio. Ella se levantó afanada, se erizó y se llenó
de mal genio gritando por todos lados y amenazando al hospital con fuertes
gritos de rabia consumada. Nada le había causado tanta risa a Tin Tin después
de ver esa escena. Se reía malignamente en su silla y empezó a decir como entre
dientes: —Soy maaalo, muy maaalo... con murmullos finos y largos decorados con
una sombría risa. El hospital entró en
afanes y la gorda luego, se desmayó. Lo demás que a ella le haya acontecido a
Tin Tin no le interesó.
Llegó la hora de la salida y una chica hermosa entró, desde la mitad del
pasillo llamó en alta voz: —Salma, Salma, ya llegué, me retrasé un poco por el
tráfico; que pena contigo—. Tin Tin pensó: —Ah con que mi futura novia se llama
Salma, si eso es así, entonces yo me llamó Salmo— Y con satisfacción se río
fríamente. Salma con mucha decencia le
dijo: —Tranquila amiga, yo entiendo que eso pasa, sólo cuida de que no se
repita— La que la remplazaría en el siguiente turno dijo: —Te lo prometo—. Ambas se despidieron con un beso en la mejilla
y Salma salió sin pensar que un ánima en pena la seguía con admiración.
Ella se estacionó en una esquina como a la espera de algo o de alguien;
Salma sentía que un viento extraño fastidiaba sus piernas; pensó rápidamente en
no volver a usar minifaldas porque eran incomodas para todo. Nircadio estaba
lelo acariciando las piernas de su futura novia. Cinco minutos después, llegó
el amado novio de Salma, era un grandulón vestido de traje de paño. Salió de
una de las esquinas de aquella avenida; ambos se vieron, se abrazaron y se
besaron pasionalmente. Se notaba el gran amor que ella sentía por él, las
palabras de afecto que cruzaron hablaban bien de esa relación, pero eso no le
gustó a nuestro payasito.
Nircadio se sintió traicionado y con semblante maligno y travieso; se
ubicó detrás de la emocional pareja. Los carros pasaban ligeramente; el
semáforo acababa de pasar al color anaranjado y una fuerza ventilada nacida del
poder de los deseos de Salmo, aventó inexplicablemente al amado de la elegida
novia. El cuerpo quedó debajo de un
carro pesado de carga. Tristemente quedó hecho…….. Salma entró en ¨shock¨,
inmediatamente el lugar se llenó de gente y lo normal fue pensar que la
compungida mujer lo había aventado a la muerte sin compasión.
Nircadio nunca se apartó del lado de Salma mientras ella era objeto de
comentarios mal intencionados que la mostraban como una asesina. Fue llamada a
rendir indagatoria; la declararon pérdida en sus cabales, como traumatizada por
ese acontecimiento. Muy a pesar de todo ello, no la metieron a un reformatorio
mental sino a la terrorífica cárcel de mujeres. Afortunadamente Nircadio estaba
con ella, sin que ella lo supiera.
Tres días después; las mujeres de la rosca de la cárcel se sintieron
inquietas por la presencia de la hermosa Salma, no era nada diferente a envidia
femenina; todas acordaron darle una inolvidable bienvenida y así lo hicieron.
Llegó la hora de ver el sol para aquellas mujeres; en el patio de la cárcel, le
cayeron por sorpresa, la asediaron con empujones bruscos y con palabras dignas
de mujeres del bajo mundo. Ella completamente
angustiada le dijo: —Por favor no me hagan daño, no tengo dinero ni joyas—; su
voz se quebró y con angustia empezó a decir: —Para donde me llevan, por favor
no me hagan daño—; las mujeres de la cárcel que no estaban dentro del combo de
infames; la miraban como resignadas a dejar aceptar lo que ellas no podían
evitar. Nircadio estaba impresionado y no hallaba que hacer; sus ojerosos ojos
estaban más abiertos que nunca y pronto su rostro angustioso se encolerizó y
marchó detrás del combo mientras planeaba su acción. La forzaron a ir al lugar más solo de la
cárcel y violentamente empezaron a golpearla y a manosearla morbosamente. Tin
Tin se desesperó, se ubicó detrás de la situación y nuevamente un viento brusco
cubrió todo el lugar. Las malvadas prisioneras sintieron miedo; el viento
levantó la mugre del lugar como formando un torbellino y lo aventó a los ojos
de la rosca femenina. Ellas quedaron
ciegas y Salma huyó a un lugar seguro.
Al otro día, a la hora del almuerzo; la rosca había planeado rayar la
cara de Salma y sí se ponía a la defensiva, puñalearla hasta el cansancio. Ellas la detestaban porque Salma era una mujer
alta, elegante, bonita, de ojos verdes y expresivos, de cabello lacio, pesado y
negro; de tez blanca y en general, muy sensual en todo su porte. Al contrario
de lo que eran ellas que parecían ser mujeres de la calle y alejadas de toda
gracia. Mientras hacían la fila para
recibir el almuerzo, las miradas entre ellas se cruzaban, Salma trataba de no
mirar; se sentía la amenazante presión en el entorno y ella tuvo miedo.
Salma recibió el almuerzo y cuando dio la espalda para dirigirse a su
puesto; la capitana del grupo; una mujer que se hacía llamar Victoria porque
según ella nunca había perdido una pelea contra otra mujer; pues su atarbán ex
esposo la había adiestrado muy bien para soportar cualquier tipo de golpes;
ella un día lo asesinó y por eso estaba en el circuito de mujeres perversas
odiando a todas las mujeres bellas por la única razón de que hubieran acabado
con el ser bonito que alguna vez había sido su esposo. Ella la miró con altivez
y envidia; Salma no tenía otra opción, tomó aire y muy ligeramente pasó;
Victoria como era de esperarse, le metió zancadillas a su ligero andar y Salma
cayó muy vergonzosamente siendo la burla de todas las allí presentes. Resignada se levantó y limpió todo el
desorden causado; Nircadio nunca había sentido tanto dolor por nadie; se
encontraba impotente en sí mismo y la ira sentida tenía su alma enrojecida. Tin
Tin había tratado de sostenerla, pero no pudo y le dolió en lo más profundo de
su ser esa humillación. Su semblante oscuro apareció de nuevo.
Salma se fue a llorar después de todo ese alboroto ocasionado por
aquellas infames. Una de ellas, se paró de su silla y se fue hacía donde estaba
llorando. La rosca femenina de perversas
infames de aquella cárcel, había resuelto rayarle la cara a Salma para que siempre
tuviera un recuerdo gris en su vida; esta mujer, de brusca personalidad
lentamente fue sacando la navaja de su bolsillo y cuando se disponía a ejecutar
la acción, Nircadio se metió en su cuerpo y con violenta ira se fue cual fiera
maligna hacía donde estaban las mujeres de la rosca. Frente a sí, estaba el payasito Tin Tin, con
expresión de maligna tristeza en su rostro.
Llegó y Victoria le dijo angustiosamente: —¿Estas bien, hermana? —
Nircadio no respondió, las miró con perversidad y desató su rabia; las apuñaleó
a todas después de rayarles la cara en presencia de todas las recluidas que no
hacían otra cosa que celebrar la desaparición de la dictadora rosca.
Finalmente, la mujer se apuñaló a sí misma con furia; nadie entendió que eso no
lo hizo ella; Tin Tin la obligó. La
sangre corría lentamente por el suelo, mientras las otras mujeres celebraban
aquel incomprensible acontecimiento. La seguridad llegó demasiado tarde;
afortunadamente, porque con la rabia que sentía el payaso, ellas también
habrían recibido su pago.
Pasaron dos semanas de calma en la cárcel; Salma tuvo una audiencia de
defensa en la que la declararon inocente y sin culpabilidad. Ella fue muy feliz
y nuevamente llegó a su apartamento donde Nircadio se hospedó. Todas las noches
dormía junto a ella, la abrazaba y la acariciaba con ternura. Ella se sentía incomoda y como acalorada pero
no prestaba atención a eso y dormía tranquilamente como sintiéndose protegida. Una mañana, cuando la luz del sol permeó las
traslucidas cortinas de su habitación; empezó a despertar sus ojos con mucha
lentitud, miró por reflejo una sombra colorida frente a su cama. Ella intentó ignorarla, pero su corazón se
precipitó; con mucho esfuerzo trató de conservar la calma, abrió uno de sus
ojos y de reojo miró de nuevo aquella figura colorida estática frente a su cama
como contemplando su dormir. Se incorporó en su cuerpo rápidamente y se sentó.
Nircadio estaba frente a ella, una traviesa sonrisa acompañada de sus picaros
ojos la recibió.
Ella abrió sus ojos y sintió algo de miedo. Recordó que debía tener calma
y empezó a hablarle: —¿Usted quién es? ¿Qué quiere de mí?, le ordeno que se
vaya y me deje en paz— con voz temblorosa y agitada hablaba. Nircadio no podía creer que ella le estuviera
hablando y/o lo estuviera viendo en espíritu, pero cuando ella le ordenó con
brusca voz que se marchara, él se sintió compungido y su amable sonrisa se
convirtió en un semblante de tristeza; encogió sus hombros y se iba a marchar. Salma sintió que debía llamarlo y le dijo: —Detente,
¿Cómo te llamas? — Él se dio la vuelta, y la alegría apareció nuevamente en su
ser; se acercó a ella lentamente y con ternura le dijo: —Me llamo Nircadio, te
vi en el hospital y quiero ser tu amigo—. Ella sacudió su cabeza y llevó sus manos a sus
ojos como tratando de borrar una ilusión. Lo miró fijamente con mirada penetrante y
Nircadio se ruborizó. Ella expresó: —¡No puede ser, usted es el mismo del hospital!
—, cerró sus ojos y empezó a rezar un rezo; Nircadio la miró como entendiéndolo
todo y permaneció frente a ella. Al
abrir sus ojos de nuevo, él estaba ahí esperándola con una sonrisa
amorosa. Ella iba a hablar, pero él con
su mano le hizo señal de silencio. Él se
acercó a ella y la abrazó a su manera. Ella sintió brisas que la oxigenaban a
su alrededor. Ese abrazo le trasmitió tanta tranquilidad que ella
inmediatamente se relajó. Él le comentó
su historia y la manera como había muerto; le dijo que solamente quería ser su
amigo para cuidarla, así como lo había hecho en la cárcel; ella escuchó eso y
se le puso la piel de gallina; ató cabos y lo culpó por la muerte de su novio. Él no se lo negó. Ella se desesperó y empezó a
gritarle que se fuera, lanzó contra él todos los cojines de su casa. Él no se fue, le dijo: —Ya que me has visto y
sabes mi historia, jamás te dejaré, siempre estaré contigo porque te amo—. Tin
Tin se obsesionó.
Pasaron los días y la mujer lo veía deambular alrededor de ella; trataba
de ignorarlo, a lo cual, él también la ignoraba con gestos que hacían reír. Ambos compartían el mismo espacio, a
dondequiera que ella iba, él la seguía. No dejó de dormir a su lado; ella lo
sentía en cada amanecer; por las noches la acariciaba mientras dormía y la
cuidaba. Nircadio se volvió posesivo y obsesivo con ella. En varias ocasiones no la dejaba ir a
trabajar; pues con el poder de sus deseos trancaba la puerta y no había poder
humano que la abriera. Ella estaba harta
de él y no sabía cómo alejarlo. Acudió a espiritistas quienes resultaban
atacados por Tin Tin; él no permitía que ningún hombre se le acercara y si le
intentaban hablar, de inmediato les hacía males como lanzarle objetos y cosas
que los hirieran. Ellos de la nada veían que esos objetos golpeaban sus cuerpos
y salían corriendo con expresiones de miedo. Él se convirtió en la pesadilla de
la mujer.
Nircadio Lácaga, se encargó de que nada le faltara a ella; él mismo, le
pagaba los recibos, los impuestos; le hacía mercado y le remodelaba el apartamento
dos veces al año. Todo eso lo hacía con el poder de sus deseos. Ella con el
tiempo empezó a verlo con otros ojos porque se sentía complacida de que Tin Tin
la tratara como una reina y le concediera todos sus deseos. Intentó quererlo,
pero le fue imposible; sencillamente no lo amaba ni lo quería cerca de ella.
Pasados unos meses, la astuta Salma le mostró a Nircadio la mejor de las
amistades; ambos iban al parque a pasear, y pronto se conectaron por el
instinto maquiavélico de hacer travesuras en la calle. Salma parecía la jefa
del enamorado Nircadio, ella le decía: —Papi, hazme reír— sus deseos eran
ordenes e inmediatamente la conexión mental que había entre los dos no daba
lugar a las palabras; él hacía caer a la gente de las bicicletas; se burlaban
de los enamorados y Salma era vista como una loca que se estacionaba en los parques
a reírse de los demás, ¡Pero es que nadie se daba cuenta de lo que Nircadio
hacía, excepto los molestos afectados y ella! Un día ambos estaban en una banca
de un parque mirando traviesamente a todos lados. De repente, ellos vieron que
un hombre atlético y bien fornido iba de la mano de una jovencita bonita; justo
detrás de ellos iba un joven apuesto y bien acuerpado; ambos se miraron a los
ojos y conocieron sus mutuas intenciones; ya para ese entonces Tin Tin era
perfectamente visible a los ojos de Salma.
Pararon para cruzar la calle; Nircadio dejándose llevar rápidamente por
el viento, entró en el muchacho y le golpeó con una palmada las nalgas al
machote; lo hizo fuertemente y no despegaba su mano. El rostro colérico del hombre
hizo lo que cualquier machote en su lugar haría y antes de que recibiera el
primer golpe, Nircadio abandonó el cuerpo ubicándose al lado de su amada quien
se carcajeaba de las expresiones que producían en las personas. Nircadio era
muy feliz al lado de ella, aunque ella no estuviera plenamente convencida de
ello.
Siempre que salían cogían a las personas de destrabe y no paraban de
reír. Nircadio había aprendido a dar golpes y ya para ese momento podía hacer
muchas cosas con las manos de su ser. Mientras andaban y veían las personas en
su diario vivir; Nircadio iba y les daba palmadas en la cabeza; les amarraba
los zapatos a las mesas, puyaba a las personas que tenían rabia con alfileres,
le metía zancadillas a los gordos y gordas pues no le gustaban; ¡Los odiaba!,
les tiraba piedrecillas a los niños odiosos; asustaba en las casas y filmaba
sus hazañas para que su amada Salma se riera de todas aquellas picardías. Salma
fue aprendiendo a quererlo por la disponibilidad en sus atenciones y por su
deseo ardiente de siempre hacerla sentir mejor.
Ambos aprendieron a burlarse de las personas, ambos hacían maldades que
nadie deseaba se las hicieran. Una vecina de Salma empezó a hacerle guerra
sucia en el edificio donde vivían; ella le dejaba basura al frente de su casa y
no hablaba bien de ella. Nircadio se vengó; entró en su casa de noche y le hizo
caer la repisa encima; espantada salió de su apartamento y decidió bajar por
las escaleras; Nircadio se le adelantó y con toda su fuerza la lanzó y ella
murió. Salma se disgustó por eso porque Nircadio estaba optando por ser malo y
la picardía ya no era nada comparado con sus actos. Ella siempre tuvo miedo de
que en un ataque de celos él la descargara por el balcón del octavo piso donde
vivía. Trataba de llevarle la idea en todo; pero era ella quien ejercía un
liderazgo sobre él y lo condicionaba en todo. Ambos siguieron haciendo
picardías y maldades; Salma entró a estudiar y él la acompañaba; Cuando el
pagaba los recibos; se metía en el pagador; sacaba plata de los bolsillos de la
gente y hacía lo que quería; algunas cámaras veían que joyas andaban por el
aire saliendo a toda prisa de las joyerías y así de muchas maneras; la gente
sentía miedo y solo sacaban noticias se cosas inexplicables. En un reporte
decían que un espíritu ladrón estaba en parís. Y eso era de reír y de reír y de
no dejar de reír.
Salma empezó a reclamarle un día de mucho estrés a Tin Tin diciendo: —Papi,
yo necesito libertad, tú estás a toda hora y momento cerca de mí y eso es
fastidioso; me cansé, si no me das libertad esto tiene que acabarse—. Nircadio
la miró a los ojos y pensó mal de ella; creyó que tenía un amante y se volvió
peor que su sombra. Cuando ella iba a hacer algo a huidas, la buscaba
afanosamente y se metía en su cuerpo obligándola a devolverse; luego de que la
encerraba, mostraba mucho enojo hacia ella y no le dirigía la palabra porque
era muy orgulloso. De esa manera, continuó haciendo muchas cosas parecidas; la
época de felicidad de ambos estaba desapareciendo y estaban empezando a vivir
su primera crisis matrimonial que tenía nombre propio: ¨falta de sexo¨
Ya habían pasado cinco años en los cuales Tin Tin nunca se atrevió a
hacerle el amor, pues su alma tímida solo la cuidaba y su amor hacia ella era
casto y tierno. Una noche, desesperada por la pesadilla en que su vida se había
convertido; se vistió de manera muy sensual para seducirlo; se acostó sin arroparse
y desde la alcoba de su habitación empezó a llamar a Tin Tin, con voz muy
necesitada; Nircadio estaba en otro lugar del apartamento limpiando el baño y
al oír a su amada; se dirigió solícitamente a complacerla. Él la vio mientras
ella hacía movimientos muy sensuales que lo excitaron de verdad. Salma lo hacía
con el propósito de que Nircadio entendiera que él no podía complacerla; pero
en eso, ella también se equivocó. Cuando él la vio; como una fiera
incontrolable, la poseyó en su alcoba. Fue
la primera vez en que Nircadio hiso el amor; para ella fue el mejor sexo de su
existencia. Parecía que al fin la había logrado enamorar. De ahí en adelante
todo fue sexo, todo fue amor y todo fue satisfacción. Ella empezó a
acostumbrarse a su nuevo marido y cuando ya se había enamorado de él…
Nircadio tomó el control de la relación y se le perdía en las noches; se
metía en los apartamentos de las vecinas y les hacía el favor sin que ellas lo
notaran; ellas despertaban relajadas argumentado que habían tenido sueños
eróticos. Cuando iban por la calle; Nircadio se volvió incapaz de hacerle
picardías a las mujeres bonitas y ya no le hacía caso a Salma en lo que ella le
ordenaba; Salma pensaba dentro de sí diciendo: —Lo peor que pude haber hecho
fue haberle enseñado el placer del sexo a este idiota—, vivía enfurecida pero
no era capaz de dejarlo porque se había enamorado profundamente de él.
Cuando iban por la calle, Tin Tin no podía esquivar su mirada pícara y
traviesa, además de deseosa del trasero de cuanta mujer pasaba; también les
mandaba piropos por el viento y se hacían torbellinos suaves alrededor de
ellas; cuando las veía en faldas hacía levantar el aire para verlas y no
imaginarlas, lamentablemente Tin Tin se había convertido en un espíritu
morboso; obviamente eso irritaba hasta en lo inimaginable a Salma; Nircadio
también se le perdía y se iba a perseguir mujeres hermosas, las asediaba en sus
habitaciones y las violaba; ellas quedaban sin palabras puesto que nunca lo
veían, solo sentían. Muchas veces se amanecía y llegaba al apartamento de Salma
con mirada distraída y humillada; encogía sus hombros, bajaba su cabeza y muy
ligeramente se metía debajo de las sábanas. Contaba: —uno, dos, tres, aasshh,
empezó la cantaleta—. Efectivamente
Salma se levantaba con la piedra en la cabeza y lo sacaba a gritos de la
habitación. Poco a poco se acostumbró a la pantera de su mujer. El payaso Tin Tin no se embriagaba porque no
podía, su espíritu no comía ni bebía, solo se fortalecía en sus hechos.
Hay que reconocer que Nircadio nunca le quitó el lugar de esposa a Salma,
porque ella fue su primer y único amor y hasta entonces había sido feliz; pero
conocidos los alcances de su identidad, se sentía aburrido por la continua
cantaleta de Salma, y soñaba con dejarla, pero su bondadosa alma no lo dejaba;
además la astuta mujer siempre que lo veía decidido, bajaba la guardia y
apartaba los celos puesto que no concebía su vida sin él. En muchas ocasiones,
Nircadio había puesto de su parte para salvar la relación, pues después de haber
sexado con otras mujeres, se esforzaba en hacerle el favor a Salma quien
quedaba relajada y tranquilizada al instante después del muy merecido orgasmo.
Esa era la única forma de que lo dejara en paz y lo tratara como un dios.
Pasaron tres años en esa rutina de vivencias acostumbradas y admitidas
por ambos. A pesar de todo, no podían vivir el uno sin el otro. El amor
sentido, pese a todo, no se enfrió y siempre estuvieron igual de locamente
enamorados.
Un día llegó Daniela; una mujer de raza negra, hermosa, de ojos grandes y
cafés, voluptuosa en todo su cuerpo y muy sexy; fue a hacerle reclamos a Salma
acerca de Nircadio. Salma le dijo: —Ah con qué es usted la que tiene a mi
marido un tanto desubicado; pues sepa ¨negra¨ que él es mi marido y me ama—.
Ella soltó una risa sobrada y le dijo: —si es su marido, muéstreme su acta de
defunción para saber si en realidad lo fue; él ahora es libre y me ama; si
vieras como me consiente y como me hace vibrar; me dice que usted es una frígida
que no le da satisfacción—. Salma se llenó de ira y de inmediato la tomó de la
garganta y empezó la pelea. Nircadio estaba atendiendo a una de sus novias;
cuando llegó al apartamento; lo encontró patas arriba y ambas mujeres estaban
con aruñetazos en sus rostros y sus cabellos en desorden, tomando tinto en la
cocina. Nircadio las vio y sintió miedo; intentó irse, pero ellas al mismo
tiempo lo llamaron: —Tin Tin— el quedó helado y pálido cuando se vio
descubierto. Con una sonrisa ingenua les
respondió: —¿Decían? — Salma con seca voz dijo: —siéntate acá; él se sentó y lo
pusieron a elegir; él se desapareció del entorno. Llegó por la noche al apartamento de su mujer,
es decir, de Salma.
Ella lo recibió diciendo: —Amor yo sabía que me escogerías a mí, te amo y
quiero que sepas que yo sin ti me muero— Él no dijo nada, pero sabía que no
podía vivir sin ninguna de sus amantes; su corazón alcanzaba para todas ellas.
Dentro de sí dijo: —Tanto que he intentado ser feliz pero no lo he logrado;
definitivamente soy infeliz, aún después de muerto—.
Esa noche hicieron el amor hasta el amanecer, pero cuando Nircadio se
disponía a descansar; fue interrumpido por la luz del sol que penetraba las
cortinas de la habitación; se quedó mirando fijamente a las traslucidas
cortinas de colores como si esperara que de ellas saliera una respuesta a su
necesidad; sorpresivamente, entraron muchas sombras negras que violentamente
cargaron al payaso Tin Tin y se lo llevaron para nunca más volver… Salma
presenció el hecho sintiendo como si le desgarraran una hilacha de carne en su
ser; lloró amargamente la ausencia de la diversión y el placer. Todas las
amantes que reunidas superaban el número cien, se juntaron para hacer duelo por
el inolvidable Nircadio Lácaga. Ahora cada año se reúnen en honor a él; ahora,
son las mejores amigas a quienes la viudez les hizo formar una inseparable
amistad. Fin…
EL NIÑO
Se encuentran las vecinas más chismosas del barrio tomando café, como a
eso de las cuatro de la tarde sentadas en el sardinel de la casa de la vecina
Cecilia, ven pasar al hijo de la señora Luisa, quien se dirigía para la tienda
a hacer un mandado que su madre le había pedido. Cuando lo ven, todas dirigen la mirada hacía
él, y con arrogancia de ojos lo miran de pies a cabeza. —Como era costumbre para el niño, por lo
general andaba descalzo, con su ropita algo vieja y remedada—
—Pero ¡cómo está de grande el hijo de la señora Luisa! —, Exclamó
una de las vecinas chismosas que respondía al nombre de Lucía.
—Sí, muy grande, el tiempo pasa muy rápido. ¡Que
hace que lo trajeron recién nacido al barrio! Replicó Mónica, otra de las
chismosas del barrio.
—Es verdad.
Recuerdo mucho el día, que llegó la Señora Luisa con ese bebe tan
hermoso, gordo, pesado. Hablaba Beatriz,
no menos chismosa que las otras.
—¡Si, un bebe, muy bien alimentado!; oiga, y
¿ustedes que saben del papá?, tengo entendido que dejó a la señora con las dos
hijas mayores y el niño. Completó Ana, no más chismosa que todas.
—¡Pobre la señora Luisa! Le ha tocado muy duro en
la vida, ha sacado esos tres muchachos adelante, sola y con mucho esfuerzo.
Hablaba Mónica
—No me gusta que ella, no sea sociable, así como
nosotras. —Sugirió Beatriz
—Todas
se ríen con hipocresía—
En
ese momento de la suave risa, pasa nuevamente el hijo de la Señora Luisa de
vuelta a casa mientras siguen ellas hablando de cuanta persona pasa. El niño Felipe entra a la humilde casa de su madre.
—Mira
Mami—, El niño descargó el encargo sobre el desgastado mesón de la casa.
—¿Y
si te alcanzó hijo?
—Sí
Mami—.
—¿Te
dijo algo la señora de la tienda? —
—No,
hoy no me dijo nada. Yo creo que le da
miedo, porque yo no me dejo de ella, como los otros niños.
—Pero
la señora Fernanda es buena. Ella nos ha
ayudado mucho. Tienes que
respetarla. ¡Ella es mayor y a las personas
mayores no se les responde!
El
niño Felipe no respondió nada y se fue para el espacio que habían acomodado
como habitación donde dormían todos; es decir, la madre y sus hijos.
—MAMIIII,
—Gritó Mariana— Este chino me está molestando.
Se
dirige a su hermano con una amenazadora mirada y le expresa,
—Mire,
chino marica, no me joda más la vida— Su
voz chillona en forma de grito le restan autoridad a sus palabras.
Ella
le tira una chancleta mientras Felipe sigue molestando a su hermana Mariana por
aquello de sus grandes orejas.
—Dumbo,
dumbo, orejona. Usted es dumbo, el
muñequito que sale en el rey León. —El niño repetía burlándose de su hermana.
Ella
se levanta y le da un puño muy fuerte en la espalda que hacen que el llore
escandalosamente. Entra en tono autoritario
la señora Luisa y les expresa,
—¿Qué
paso aquí?, no ven que estoy ocupada, haciendo las empanadas para que las
vendan. Ahora se van los dos a
venderlas, sino aténganse a las consecuencias.
—AYY
no Mami, yo no voy. Que vaya la orejona
esa.
—Si
ve Mami. Yo no salgo con ese chino. Es que me da vergüenza.
—¡Señor
dame paciencia mejor! Van los dos y se
acaba esta discusión; y ayy donde no me obedezcan. Ya saben, ya saben. —Señalaba con su dedo
índice en forma amenazante.
Doña
Luisa termina de hacer las empanadas y manda a su hija Mariana y a Felipe a
vender la primera tanda del día; ya los ánimos de ambos están apaciguados. Al salir a recorrer el barrio y sus
alrededores, Felipe siente gusto de que los muchachos y lo señores le admiren a
su hermana; pues Mariana era muy bonita y ello favorecía que vendiera muy
rápidamente las empanadas, ahorrando tiempo que aprovechaba para hablar con los
adolescentes que la pispeaban con el ánimo de hacerla su novia. Luego de una hora, regresan a su casa
nuevamente.
—¿Cómo
les fue? ¿Las vendieron todas?
—Si
Mami. —Respondió a secas Mariana
—Si
Mami, hace rato las vendimos; pero Mariana se quedó hablando con unos muchachos
y por eso nos demoramos.
—SAPO.
—Luego de una agresiva y temperamental mirada.
—Si
ve Mami.
—Mariana,
hija, tenemos que vender esto hoy; para mandarlos mañana a la escuela y para
cenar esta noche. Además, recuerden que
tienen que hacer las tareas. No me ha
quedado tiempo de revisar los cuadernos del niño. Tienes que ayudarle.
Como
a eso de las siete de la noche, regresa Mariana y Felipe de vender la última
tanda del día. Doña Luisa se encontraba preparando la cena; entran los niños.
—¿Cómo
les fue mijitos?
—Bien
Mami. Respondió Mariana
—Mami,
ella se comió dos empanadas y no me dio ni una.
—Mariana,
está bien que te comas una empanada, pero comparte con tu hermano. Dele también a él, no seas egoísta.
Mariana
detestando tanto a su hermano en ese momento, se demoró en responder.
—Ay
ya Mami, tengo hambre. Y ¿cómo le fue con la venta de los productos?
—No
muy bien; por eso me demoré con la comida, pues los mostré, pero me dijeron que
iban a seguir mirando. Ojalá compren
algo, sino me va tocar renunciar a eso.
Mariana, ahora que termines de cenar, vas a la tienda y vendes a
Fernanda ese poco de botellas que tenemos ahí.
Yo se las ofrecí esta mañana y me dijo que ella me las compraba.
—Bueno
Mami. Mami ¿Y a qué horas llega mi
hermana?
—Como
a las ocho de la noche. ¡Pobre
muchacha! Debería estar en la
universidad estudiando, lo que tanto quería.
—¿Qué
quería estudiar?
—Algo
de ejercicios, creo que fis... Físico;
no sé, no recuerdo, pregúntele cuando venga.
—Mami,
fisioterapia. Eso es lo que ella quiere estudiar; pero no le alcanza el puntaje
del examen que presentó. Y por eso le toca ser secretaria. Además, ella dice que no tenemos para pagar
una universidad Pública, mucho menos una privada. Yo la he escuchado mami…
—Ojalá
Mami, yo si pueda estudiar modelaje.
Quiero ser modelo.
—Y
yo médico. ¡Quiero ser médico!
Mientras
la señora Luisa les servía la cena a sus hijos; inesperadamente Felipe le
preguntó como de costumbre.
—Mami
¿y mi papi?
Doña
Luisa en ese momento recordó, el día que vio a su esposo revolcándose con la
vecina Rosa, la de la casa de la esquina, en su cama de matrimonio que hacía
dieciocho años su suegra les había regalado como regalo de matrimonio.
—Trabajando
mijo, trabajando… —pero en su interior sentía una desesperanza y una tristeza
que la hicieron humedecer un poco sus ojos.
—Mami
¿Y dónde es que esta mi Papá?
—Según
él, un poco lejos de aquí;
—¿Dónde
es eso, Mami?
—No
sé; —y se río de ellos al ver la inocencia de sus ojos… ellos también se rieron, aunque no
entendieron los motivos de su madre.
Como
a eso de las ocho de la noche, mientras Mariana y Felipe se encontraban
vendiendo los envases de vidrio en la tienda; llegó a la casa Daniela, la hija
mayor de la señora Luisa.
—Hola
mami.
—Hola
Mijita, ¿Cómo le fue?
—¡Ay
mami!, estoy cansada; todo el día haciendo diligencias y sin un peso para siquiera
una bolsa de agua. Pero bien mami; no
hay problema.
Se
notó un profundo dolor en la mirada de la señora Luisa y de repente quisieron
invadirla pensamientos oscuros con respecto al jefe de su hija. Le sirvió la comida y mientras cenaba.
—¿Mami
y ese señor si le ha mandado plata? Porque desde hace tres años no lo vemos y
tampoco nos ayuda; mami demándelo; a la oficina llegan muchas mujeres que
demandan a sus maridos por abandono o maltrato y otras cosas. Y todo eso usted
lo ha vivido. Mami hagamos eso.
Antes
de que doña Luisa respondiera algo, entraron Mariana y Felipe quienes pusieron
unas pocas monedas sobre la mesa donde estaban servidos los alimentos.
Los
hermanos saludan al unísono a su hermana mayor.
—Hola
hermanita.
—Hola.
¿Si se han portado bien?
Ellos
responden afirmativamente y miran con picardía a su madre. —Sabían que si no se portaban bien y les iba
mal en la escuela; su hermana no les compraría ropa nueva a fin de año. Daniela se dirige a su madre delante de sus
otros hermanos y le pregunta:
—¿Mamá
cuántos años tiene Felipe?
—El
mes entrante cumple diez y este año se gradúa de quinto de primaria.
—Hm,
¿y Mariana?;
—A
fin de año cumple los quince. Pero ella si no va muy bien en el estudio.
—¿Cómo
así?, —Se dirige con autoridad hacia su hermana menor—. Mire Mariana, si pierde otro año, se queda
sin estudio, no vamos a gastar más plata, ¿Es que cree que nos sobra?;
—Yo
no quiero estudiar, no me gusta el estudio.
Huich apenas pueda me voy de esta casa… —Y se fue llorando para la
compartida y única habitación.
Como
a las diez de la noche, todos se disponían a dormir; en ese momento Felipe, en
su repentina curiosidad le preguntó a su mamá por los parecidos de la casa.
—Mami,
¿a quién se parece Daniela?
—Los
ojos verdes, son los de su papá; y el cabello es el mismo ondulado de tu papá y
pues a los dos se parece en las cejas arqueadas, la cara pequeña; el cuerpo menudito
con una cola bien puesta. Es mezclada.
—¿Verdad
Mami? —Se río tranquilamente
—¿Y
Mariana?
—Ella
si sacó el cuerpo de mi mamá, de su abuelita; el temperamento de su papá. Mi mamá era así; delgada, alta, elegante, de
cuello largo. Pero la piel dorada es como
por parte de su Papá; ah los ojos miel son parecidos a los de mi hermano
Manuel. Él tenía unos ojos muy hermosos.
—¿Y
yo mami?
—Usted
si es puro, su abuelito; es idéntico a mi papá; así blanco; de ojos claros;
mono; gordito; inteligente. Así como tus
eres. Hasta en la manera de ser; muy
noble.
—¡ja!
¿Noble? —Exclamó Mariana
Se
rieron todos mientras siguieron hablando de sus sueños, de lo que querían
hacer, de cómo querían arreglar la casa; de cómo querían vivir; hasta que todos
se durmieron y se llegó el otro día dónde la rutina de los quehaceres se podía
predecir sin necesidad de ostentar el título de mago.
Pasaron
los días y Felipe fue reconociendo la influencia que tenía su hermana Mariana
sobre él; pues, aunque ella no lo notara, Felipe se admiraba de ver la
facilidad con que ella conseguía novios, haciendo sufrir a muchos y sacando la
mejor ganancia en cada una de sus relaciones amorosas. También le daba mal ejemplo llegando borracha
y odiándola cada vez que su mamá sufría su ausencia.
Era
entonces normal para el niño Felipe que sus hermanas se desvistieran en su
presencia pretextando que el niño no entendía esas cosas; lo consentían con
mucho cariño y lo exponían a escuchar las superficiales conversaciones con sus
amigas. De esa manera, Felipe comenzó a
identificar el comportamiento de ellas y a tomarlo de manera normal; sin
proponérselo, caminaba como ellas, se expresaba como ellas y en ocasiones su
madre lo descubrió maquillándose, tal cual ellas lo hacían. Su madre sintió tanto miedo; que le daba muy duro
y lo castigaba sobremanera.
Cuando
Felipe cumplió sus doce años; los compañeros en el colegio, lo ofendían con
comentarios despectivos acerca de sí. Le
decían: —Ahí va la Felipa, la marica, ¡ay la loca! el gay—, se mofaban de
él. Eso producía mucha ira en Felipe; tanto así
que sentía ganas de matar y de hacer sentir mal a aquellas personas que lo
fastidiaban. Las viejas chismosas del
barrio empezaron a hacer comentarios del niño que estaba próximo a
desarrollarse ¡para convertirse en varón! Otras preferían callar considerando
que también tenían sus propios hijos.
Pero
todo no pasaba de ser un dialogo ruidoso sin autores definidos, muy parecido a un
secreto que producía temor en las chismosas, ¡Toda vez que querían reproducirlo!
EL VECINO
En
uno de esos días calurosos; Felipe salió a atender un mandando de su madre,
para lo cual debía pasar por la casa de un vecino recién llegado al barrio que
siempre lo miraba con ojos extraños. Al
pasar Felipe por el frente de su casa; el señor estaba sentado en una mecedora
como intentando superar el caliente clima.
Lo ve pasar, reposando su inquieta mirada sobre él.
—¡Hey,
pelao! ¿será que usted me puede ayudar a mover unas cosas de aquí de la casa
que tengo que acomodar? Yo le pago. Necesito su ayuda. —Hablaba con mucha
amabilidad el nuevo vecino del barrio.
—Es
que voy un poco de afán porque tengo que hacerle un mandado a mi mamá.
—Respondió Felipe con tono ingenuo.
—Pero
esto no se demora mucho; por ahí una media hora. Hágale, mire, le pago por adelantado y le dio
un billete de veinte mil pesos a Felipe.
Se
emocionó; pues nunca había tenido un billete de esa cuantía en sus manos. Le dijo bueno, espere que haga el mandado.
—¡Aquí
lo espero!
—Bueno.
Felipe
salió corriendo, para hacer el mandado de su madre. Luego llega a la casa.
—¿Cómo
te fue? ¿Si te pagaron las rellenas que
fie a la señora Ligia la semana pasada?
—No,
no mamá. Pero me encontré estos veinte
mil pesos. ¡Cójalos mamá!
La
señora Luisa se puso muy contenta; pues le iban a cortar el recibo del agua y
ella necesitaba mucho de ese servicio.
—Mami
ya vengo. Voy a jugar allí con unos
amigos.
—No
se vaya muy lejos. Acuérdese que están
robando niños.
El
niño Felipe se río y se fue para la casa del vecino sin que nadie más lo
supiera.
—¡Pensé
que no volvería! —Hablaba sarcásticamente y mirándolo con pretensión
Felipe
sonrió con timidez e ingenuidad
—Bueno,
¡Entremos a la casa!
Ambos
entraron a la casa, estando Felipe intrigado por lo que tenía que hacer.
—Y
¿Qué tengo que hacer?
—Levantar
estas tablas y ponerlas en el cuarto.
—Bueno.
Empieza
el niño a trabajar con gran diligencia en su remunerada labor que termina
pasados diez minutos.
—¡Pelao!
Mi nombre es Edison, ¿Cuál es el suyo?
—Felipe
—Respondió con aire sereno
—Bien
Felipe, ahora descansemos un rato. ¿Le
gustan las películas?
—Creo
que sí.
El
señor Edison, saca una colección de películas que guardaba en una bolsa
negra. Se acuesta sobre su cama; con las
piernas desplayadas la una de la otra.
Se baja sus pantalones y queda solamente en bóxer pretextando que no
soportaba el calor. Felipe, al ver esa
imagen de un hombre desnudo, sintió algo que no identificaba en su estómago, ni
siquiera con las amigas de sus hermanas que no veían problema en desnudarse en
su presencia.
—¿Qué
haces? —Preguntó algo inquieto Felipe
—Relajándome;
estoy un poco cansado, —Lo dijo mientras bebía de su vaso de agua— Ya seguimos trabajando; venga acuéstese
aquí al lado mío.
Inició
la primera película, mientras esta rodaba, Felipe veía como el señor Edison
frotaba su pene con su mano; eso causó emoción en Felipe, quien jamás había
visto un hombre desnudo. Felipe sintió
ganas de tocarlo, pero no lo hizo; estaba casi que en estado de ¨shock¨, pues
las críticas que recibía en el colegio; la manera como se referían de él,
diciendo “Felipe es rosca”; comentarios que lo hacían arder en ira— y
finalmente estaba allí, ante un hombre muy masculino que le había propiciado
una discreta y pequeña erección.
—¿Te
gusta?
—Me
gusta, ¿Qué? —Su voz era nerviosa y sentía su corazón palpitar como nunca.
—¡Pues
qué va ser pelao! ¿Quieres ver mi verga?
El
niño se asustó y quiso salir; pero no pudo porque su curiosidad fue superior. Edison sacó su pene de entre el bóxer y
comenzó a masturbarse, hasta que tuvo su eyaculación. Luego se levantó de la cama, se limpió y le
dijo a Felipe, ¿Usted qué edad tiene?
—Doce,
bueno, voy a cumplirlos este año.
—Venga
chino, no le diga a nadie lo que vio.
—No,
tranquilo; yo no soy chismoso.
—Bien
pelao. Cuando quiera, vienes y vemos
más.
—Bueno. ¡Eso me gustó!
—Te
gustó ¿Qué?
—Estar
aquí, viendo la película.
—Vacano,
¿Cierto?
—Sí
—y lo miró a los ojos como un niño que busca encontrar su padre. Fue una mirada perdida que conmocionó en
cierto sentido a Edison.
—¿Qué
más debo hacer? —Preguntó Felipe mostrándose en confianza
—Ayúdeme
a correr estos tapetes y listo; si quiere venga mañana.
—Bueno.
Al
terminar lo que debía hacer, se fue a su casa algo contrariado, pero con una
felicidad aún no definida por él. Cuando
llegó, su madre le preguntó.
—¿Dónde
estaba?
—Por
ahí Mami.
Su
madre tuvo que atender otras cosas y no siguió cuestionándolo. Felipe se dirigió al baño a orinar y vio que
de su pene salió un líquido gelatinoso, transparente y de un olor
particular. Felipe, había oído hablar
del semen y eso, pero lo aprendido era que estaba muy joven; pues iba a cumplir
doce años en dos meses.
Pasaron
algunos días y nuevamente en el colegio unos compañeros empezaron a sabotearlo,
él sentía tanta rabia, que deseaba matarlos y planeaba venganza contra ellos. Esa noche llegó su padre que hacía muchos
años no veía, este llegó con presentes y/o regalos para toda su familia. Incluso su madre lo recibió en casa feliz de
tenerlo en su hogar. Pasaron los días
viviendo como una familia completa puesto que ya se incluía a su padre. Pronto el niño se dio cuenta que por más que
intentara tener una buena relación con su papá; no podía, pues siempre Ricardo
le decía:
—Párese
bien, ¡Camine como varón! —Su voz retumbaba en sus oídos produciendo un
escalofrío de absoluto terror.
Eso
le dolía en el alma a Felipe quien no hacía más que llorar en sus escondites
hablándole a Dios: —Yo no quiero ser homosexual, no quiero, no debo aceptarlo,
no puedo; y sentía mucha rabia. No le
gustaba que lo juzgaran y por todo lo que le pasaba; trataba de esconder ese
niño feliz y emotivo que tenía dentro.
Decidió por tanto aferrarse al estudio y proyectar un futuro desde
entonces, el mejor para su amada madre.
Pasó
el tiempo, donde Felipe no volvió a ver a su Vecino, desde la primera vez en
que estuvo cerca de él. la vida en su
hogar, era muy parecida a la de un caos; su papá le pegaba a su mamá cada vez
que entraba borracho; le decía cosas feas y Felipe no hacía más que ver esa
situación que le causaba tanto dolor e impotencia. En ocasiones quería matar a su padre con la
intensidad de sus remordimientos, pero era un niño incapaz de llevar a cabo
algo semejante.
Un
día, el novio de su hermana Mariana; un hombre chusco, mayor que ella; siempre
que lo veía solo, lo molestaba, su nombre era Eduardo.
—AY
AY AY —Lo decía con tono destemplado y de burla— Ahí va la loca, la mariquita;
tan delicada; como camina. Ay ay-ay-ay.
—Felipe hervía de rabia
No
podía hacer nada porque temía contar o hablar de esas cosas con su familia;
aunque siempre ocurría lo mismo, incluso, algunas veces en presencia de
Mariana. ¨Un día Felipe dopó a ese
sujeto y pago para que lo violaran y lo volvieran nada¨, pero volviendo en sus
cabales, y ya apaciguada su ira, se dio cuenta que era imposible hacerlo porque
no tenía coraje suficiente para devolver el dolor a aquellas personas que lo
zaherían con sus comentarios. Felipe se
esforzaba siempre por eliminar los ademanes femeninos que había casi que
heredado de sus hermanas; pues siempre trataba de caminar como hombre y de
portarse como tal; —Nunca entendía su vulnerada situación—; Se notaba nervioso
en su caminar, miedo en su hablar y que su suave timbre de voz descubriera su
identidad; en ocasiones se olvidaba de que tan solo era un niño de doce años
debatiéndose en un dilema fatídico al que lo había sumergido la sociedad. En esa lucha constante como buscando una
aprobación de lo que él no era; se fijó metas para la vida que lo sumergieron
en un espacio en el que encontró algo de liberación: ¡El estudio!
Cuando
cumplió los quince años; conoció un señor casado que tenía hijas casi que de la
edad de Felipe; el señor trabajaba en la empresa donde el joven prestaba el
servicio social como requisito para graduarse de bachiller. Era un viernes acompañado de una recurrente
táctica por parte del señor Augusto hacia aquel jovencito tierno y
agraciado.
—Felipe
¿Y qué vas a hace hoy?
—Nada
señor, me voy para la casa. Debo hacer
tareas y trabajos del colegio.
—También
debes descansar, no te estreses tanto con el estudio.
Felipe
respondió con una sonrisa tímida.
—¡Haber
PIPE! te invito a tomar algo y luego voy y te dejo a tu casa.
El
joven razonó sin ningún tipo de malicia puesto que su imaginación no alcanzaba
a descubrir un propósito irregular en un señor amable, varonil y que además
tenía hijas estando casado con su mujer.
—Bueno,
vamos.
El
señor Augusto lo invitó a comer hamburguesas y le dio a tomar una cerveza fría,
que Felipe bebió sin dificultad. Aunque
no le gustaba. Pero eso era lo que le
ofrecía. Mientras comían y conversaban,
pasaron las tres cervezas en cada uno, entonces Augusto le propuso.
—¿Por
qué no nos vamos para mi casa? Aprovechemos que mi esposa no está y ponemos
música y seguimos tomando cerveza.
—¿Y
sus hijas?
—Están
con la mamá.
—Me
da pena; además ya esta tarde y debo irme o llamar a mi mamá que debe estar
preocupada. Yo siempre llegó
puntual.
—No
importa, llámala. —Extendió el teléfono para que lo cogiera.
Felipe
llamó a su madre a quien le pidió permiso, diciéndole que estaba en casa de
unos compañeros y que llegaría más tarde; su madre no le vio problema porque se
sentía afortunada de tener un hijo responsable y serio, tal cual él era.
—Listo
don Augusto, no hay problema. Vamos.
—No
me diga don, llámeme Augusto no más.
—Bueno.
—¡Qué
bien que te dieran permiso! —Proyectaba una felicidad reluciente.
Lo
subió en su camioneta y lo llevó a su casa. Durante el camino, no hablaron una
sola palabra, solo escuchaban música mientras Felipe tomaba una cerveza en lata
que llevaban junto con maní y comestibles.
Llegaron, entraron a la casa, inmediatamente Augusto acomodó la sala,
sacó otra clase de bebidas y siguieron tomando.
Como a eso de las nueve y media; Augusto invitó a Felipe a su habitación
a ver películas y seguir bebiendo. A las
diez de la noche Felipe estaba totalmente borracho y su señor Augusto, ya lo
estaba manoseando y por cuestión de la borrachera, terminó muy dentro del ex
virginal bebe. Felipe amaneció
avergonzado en aquel lugar; sintiendo punzadas por los recuerdos que golpeaban
su conciencia; se sentía mal y miserable, pensaba en su familia y deseaba
¨morir¨ por aquello que había hecho.
Eran las diez de la mañana.
¿A
qué horas te vas para tu casa?
—Ya
mismo. ¡Qué pena Señor!
—Acá
no ha pasado nada, tranquilízate. Llama
a tu mamá y si quieres dile que yo soy el papá de uno de tus amigos de estudio.
Y yo hablo con ella. —Así sucedió.
Felipe
se fue para su casa hasta que superó el asunto.
De ahí en adelante, todos los viernes sucedía lo mismo, pues la química
sexual despertada por el hombre casado, padre de dos hijas y Felipe era
impresionante; aunque, era más por parte de él que de Felipe; Cada fin de
semana, Felipe le decía a su madre que se iba a quedar en casa de su compañero
y que hablara con el desconocido papá.
La señora Luisa, inocente en su cavilar; hablaba con Augusto, convencida
de que era el papá de un compañero de estudio de su amado hijo y confiable hijo.
Pasado
un año de amoríos en tinieblas, Augusto se sintió tan enamorado de Felipe que no
sabía cómo decirle su intención de divorciarse; hasta que fue muy sincero y lo
manifestó. Felipe no consintió en esa
idea y le advirtió que si él llegaba a divorciarse; el amorío de ellos se
acababa. Augusto no tuvo otra opción
que seguir comportándose como el gran esposo, padre de dos hijas. Al joven no le faltó nada, vestía bien y
desde entonces no se preocupó más por el dinero para estudiar. Incluso, su ¨querido¨ le daba plata para que
ayudara en su familia pretextando que la obtenía de trabajos que hacía para sus
compañeros de estudio. Siempre hubo una
total discreción en aquella clandestina relación donde nadie sospechaba las
andanzas del juicioso joven; su madre por instinto de madre, conocía que la
realidad de su hijo, era algo confusa.
Ella oraba a Dios.
Felipe
terminó su bachillerato con honores y créditos académicos; aplicó para estudiar
en la universidad más importante de su país, y para ello, debía presentarse al
examen de admisión en la ciudad capital que él no conocía. Por esos días, su amigo íntimo le había
regalado un portátil desde el cual se conectaba por redes sociales buscando
amistades de su misma condición sexual; con ellos, entraba en todo tipo de
aventuras sexuales en los que disfrutaba a plenitud de su sexo con hombres
mayores en su totalidad.
En
una ocasión; conoció en una red social para personas homosexuales a un joven de
treinta y tres años de edad, quién, se mostró como una persona decente, de
destacado estatus socioeconómico.
Decidieron encontrarse en un centro comercial para entablar un inicio de
amistad sexual si se daban las cosas. Al
encontrarse, detonaron en el saludo más masculino posible que hubieran podido
mostrar; en realidad el sujeto no mostraba por ningún lado amaneramientos; se
veía muy varonil y serio cosa que agradó más, al protagonista de esta
historia. Se sentaron en un café donde
ordenaron capuchinos.
—¿Todo
bien? ¿Qué tanto de lo que hablamos por Messenger es cierto? —Preguntó Felipe
derrotado en su inmadurez de dieciséis años.
—Bueno;
—Lo miró con detenimiento— En un ochenta por ciento, lo que te dije por
Messenger lo es.
—Es
interesante saberlo. Entonces, eres
Carlos, ingeniero de petróleos; trabajas en una empresa importante del país;
reservado y quieres experimentar, ¿Verdad?
—Así
es. Nadie conoce esta faceta de mi vida, siempre he tenido novias y mis amigos
todos son heterosexuales; soy muy discreto; nadie conoce esta faceta de mi
vida. Y pues solo quiero explorar,
conocer, a ver qué pasa.
—¿Y
el veinte por ciento de mentira? —Se río Felipe quién parecía un periodista
haciendo preguntas en todo momento.
—Sigamos
hablando a ver si se descubren. —Se río
también.
—¿Y
cómo te diste cuenta que eras gay?
—¡No
sé! Desde que me conozco tal vez. No
tengo referencia. Eso pasó. No sé.
—Sí
eso pasa. ¿Y te has enamorado?
—Sí,
de un malparido, que yo he ayudado mucho y me pagó muy mal.
—¿Por
qué? ¿Qué pasó?
—En
una ocasión me llamó un amigo que también es del cuento y que nos conoce a
ambos; a decirme que tuviera cuidado porque en la página de —Manhunt— lo había
contactado para tener sexo.
—Man
¿Qué?
—Manhunt
—¡Ah!
Caza hombres.
—Sí.
—Me
dijo que mi pareja le estaba cayendo, lo estaba invitando a tener sexo. Él me advirtió que tuviera cuidado. Le hice reclamo a mi pareja y no dijo nada. Se hizo el bobo. Se la pasé por alto. Pero un día; como él se
sabe la clave de mi correo y yo la de él.
Un día se me dio por meterme y un man empezó a hablarme y me
escribió. ¿Entonces qué? ¿Cuándo vamos a
volver a encontrarnos? Vamos a motel; la pasé muy rico contigo, quiero repetir
eso. Entonces yo empecé a decirle ¿Y
cuándo fue eso? ¿De qué habla? Y el man me escribía: —¡Ah ya se le olvidó! ¿No
se acuerda como lo hacía bramar en la cama? Usted me dijo que también quería
repetirlo. ¿Entonces que dice? —. En ese
momento yo quise acabarlo; discutimos feo y me abrió, me dijo que no quería
seguir más conmigo. Mire Felipe, yo
generalmente soy activo, pero por él fue que empezó a gustarme un poco lo de
ser pasivo; lo que pasa es que yo tengo un pene muy grande y no me parece justo
con él y por eso lo dejé. Mire es que, a
mi edad, yo ya no busco aventuras, ni nada de eso. A mí se me han alejado los amigos y las
amigas que tenía. Es que mi familia ha
tenido plata y eso hace que la gente a uno lo mire con otros ojos. Ayer, un amigo me llamó y me dijo, venga a mi
apartamento que aquí tengo un pollo; mire Felipe, yo fui y no se imagina lo que
le hicimos a ese chino; le hicimos de todo.
Pero eso no es lo que yo quiero, yo quiero algo estable, ya no estoy
para andar en esas cosas.
—¿Qué
es eso de activo y pasivo? —Se hacía el inocente ante el despecho de Carlos.
—¿No
sabe? —Exclamó sin mostrar signos de duda.
—No
—Respondió fríamente no dando lugar a otra interpretación.
—Activo
es la persona que penetra y pasivo es el que se deja penetrar.
—Hm,
entiendo. —Guardó silencio— Usted se ve
una persona bien, ¿Por qué no lo deja? Ese man no lo merece ¿Consígase alguien
que le de la talla?
—Yo
sé; mire yo aquí tengo una foto de él.
¿Quiere verla?
—Sí.
Al
ver Felipe la foto, reconoció a uno de sus amigos con quien usualmente tenía
sexo y quién le estaba pidiendo tener una relación sería con él; ante el gesto
de sorpresa.
—¿Lo
conoce?
—No,
jamás lo he visto.
Siguieron
hablando de pormenores y aunque a Felipe le gustaba, decidió aislarlo por la
depresión en que se encontraba; no queriendo sentirse usado para superar el
dolor; además Augusto seguía tan o igual de confiado en él como Carlos de su
Ex. Prefirió cortar.
—Ya
es tarde; tengo que irme.
—¡Lástima!
Pero, ¿Nos vemos luego?
—Sí,
ahí cuadramos, yo le hablo por Messenger.
Carlos
parecía creerlo todo y asimiló la respuesta de Felipe con agrado sin percatarse
de que el muchacho no había querido darle su número de celular. Esa misma noche, vio conectado en el
Messenger a Jonathan de quién había estado hablando en secreto.
—¿Qué
más? ¿Qué me cuenta?
—¿Y
ese milagro que me escribe? ¿Por qué me dejaba en visto las otras veces?
—Mucho
estudio. Pero usted sabe qué bien. ¿Cómo has estado? —Persuasivamente, le sacó
información acerca de Carlos.
—Yo
creía que estaba enamorado, pero no, eso no era amor; me equivoqué; yo no lo
amo. Ya estaba aburrido. Además, pasaron muchas cosas.
Al
rato se conectó Carlos, mientras Felipe continuaba hablando con Jonathan.
—Hola,
¿Cómo llegaste? —Preguntó Carlos a Felipe por el Messenger.
—Bien,
¿Y vos?
—Bien,
Oye, ¡Me encantó conocerte!
Felipe
no le habló por un largo rato mientras seguía sacándole información a
Jonathan. Luego le escribió a Carlos.
—Creo
que tengo a tu amigo en mi Messenger; no me había fijado, pero es la misma
foto; ¿El correo es amador@hotmail.com?
—Sí,
ese es, porfa cuénteme lo que le diga.
Felipe
le envió un emoticón picándole el ojo. Luego, le copió la conversación donde se leía
que no lo amaba que se había equivocado, que habían pasado muchas cosas donde
él siempre lo estaba humillando, en fin…
—¿Que
no me amaba? Mucho hijueputa ese man; después que le pagué un tratamiento para
el acné que me costó como dos millones de pesos; porque él es un pobre; mucho
malparido y siguió insultándolo.
—Tranquilo,
dele gracias a la vida que se está dando cuenta de que clase de persona es; usted
merece alguien que lo valore. —Felipe
simulaba comprensión.
—Gracias
Felipe; estamos hablándonos; tenemos que salir a tomarnos algo y pasarla
rico. Luego lo llamo.
Nunca
más lo llamó; en alguna ocasión se lo encontró por Messenger donde Carlos le
manifestó que había vuelto con Jonathan porque definitivamente lo quería
mucho. Felipe lo borró de su Messenger. Llegó el fin de semana donde como todas las
veces, lo pasaba con Augusto en el apartamento que él había comprado exclusivamente
para estar con su amor; el encuentro siempre terminaba en una explosión sexual
que daba a luz muchas manifestaciones de placer. Las excusas tanto en el hogar de Felipe y en
la familia de Augusto ya dejaban entrever espacios grises alrededor del
colorido arcoíris. Ese viernes, el
celular de Felipe sonó muy a las cinco de la tarde ya que usualmente Augusto lo
llamaba a las seis; hora en que salía de trabajar.
—Hola
precioso; ¿Dónde estás?
—Hola
doctor… Estoy en el centro haciendo una
vuelta. ¿Se adelantó la reunión?
—Sí
bebe, salí antes de trabajar. ¡Quiero
verte!
—Listo,
recógeme dónde siempre.
—¡Ok!
En diez minutos estoy ahí.
Lo
recogió en la camioneta que estaba estrenando ese año; la cara de Augusto,
irradiaba mucha alegría con el particular brillo de los ojos que Felipe
ocasionaba cada vez que se veían. Se
subió Felipe al carro; Augusto subió los muy polarizados vidrios y lo completó
con un beso muy apasionado. Cómo
costumbre típica del señor, mientras conducía acariciaba la pierna de su
pareja.
—No
te imaginas cuánto te pensé hoy. Te he
pensado mucho bebe.
—¡Yo
también amor!
—¿Y
a dónde quieres ir? ¿A dónde vamos a comer? Tengo mucha hambre, ¿Qué quieres
bebe?
—No
tengo hambre. Pero si quieres te acompaño para que comas.
—No
señorito, conmigo tienes que comer —se reía.
Felipe
sonrió mientras se dirigieron a un restaurante muy elegante que estaba recién
inaugurado en la ciudad. Cada uno pidió
el plato que más le llamó la atención pedir.
—Ya
pedí permiso en la empresa para acompañarte a presentar el examen de admisión.
—No
es necesario. Mi hermana Mariana me va a
acompañar y es mejor no despertar más sospechas.
—Ya
me había entusiasmado con ir, —Se le notó la tristeza en los ojos
—Es
mejor que vaya con alguien de mi familia.
—Acepto. Yo te doy el dinero la próxima semana para
que viajen cómodos.
—Me
da pena amor. Yo veré como me las
arreglo; mi hermana Daniela me va a dar dinero.
—¿Pena?
Yo no voy a dejar que mi novio pase trabajos por allá. Además, en tu casa necesitan ese dinero. Recíbelo, pero lo devuelves cuando llegues.
—Bueno,
yo te hago caso. —Se miraron con afecto sin poder mostrar ningún otro tipo de
cariño
—Si
no pasas a la universidad Nacional ¿Dónde más has pensado estudiar?
—No
sé.
—¿Ya
sabes que vas a estudiar?
—Sí,
claro; Derecho, ya te lo he dicho.
—Deberías
estudiar algo mejor; no sé, una ingeniería o algo que de verdad deje más
dinero.
—Me
gusta derecho.
—Amor,
no te lo había querido decir, pero desde hace seis meses, estoy ahorrando un
dinero para que estudies en una muy buena universidad. Quiero que seas una persona importante. Quiero lo mejor para ti.
Esa
información tomó por sorpresa a Felipe y le respondió.
—Las
mejores universidades, están en la capital y tú ya conoces la universidad a la
que anhelo ir a estudiar Derecho si no paso a la oficial y es bastante costosa.
—Lo
sé. Y no importa lo que tenga que hacer;
vas y estudias allá.
—¿Y
lo nuestro? —Preguntó Felipe fingiendo preocupación.
—Ya
estoy tramitando el traslado en la empresa, para esa ciudad. Espero no me lo nieguen.
—¿Y
si te lo niegan?
—No
creo. De lo contrario me veré en la
obligación de renunciar; a ti no te pienso dejar. ¡Tú eres mi vida! ¡Sin ti me muero!
—No
vuelvas a lo mismo. Tú estás casado y tienes
tus hijas; ¡Ellas deben estudiar! Una de ellas está en universidad pública y yo
no me voy a sentir bien con eso. Yo
prefiero que las cosas queden aquí para que esto no llegue más lejos. Nos estamos haciendo daño y se lo estamos
causando a personas inocentes.
Una
mirada de ira relampagueó en los ojos del señor. Trató de ubicarse en espacio y tiempo. Se calmó a sí mismo un tanto esforzado.
—Yo
no decidí sentir esto por ti.
—¿Acaso
te has preguntado lo que yo siento? —Manifestó Felipe
Augusto
no pudo reprimir el enojo, se puso histérico, le habló fuertemente.
—Ya
no vuelvas a lo mismo tú; tú sabes cómo manejo la situación con mi familia; si
estoy con ellos es porque tú me lo pides; pero ya no hay nada. Con mi esposa hace mucho que no tengo sexo;
por el contrario, sé de un joven que se la está comiendo y me importa un
carajo. Tú eres quien me importa; solo
tú.
Felipe
se quedó callado mostrando disgusto con lo sucedido puesto que su ¨querido¨
nunca le había hablado en ese tono. Él
canceló la cuenta y subieron a la camioneta.
—Perdóneme
mi amor; me exalté, no quería gritarte —Puso su mano sobre la pierna de Felipe
quien le quita la mano en señal de descontento y no responde palabra
alguna—. No me dejes así; mira que no
voy a poder dormir, yo siempre te he sido fiel a ti, nunca he buscado otro
hombre, no otro joven y eso que se me han ofrecido muchos y no sé por qué. No puedo.
Perdóname amor. No lo vuelvo a
hacer. Vámonos de esta ciudad;
olvidémonos de todo; de todo.
—Llévame
a la casa; mi mamá debe estar preocupada.
—¿Cómo
así? ¿No vamos para el apartamento? Quiero estar contigo.
—Yo
no —su tono era seco— déjeme en casa o aquí y yo cojo transporte.
—Te
dejo en tu casa, pero no sin antes que me digas que me perdonas. —Lo miró
reflejando miedo de perderlo y volvió a poner su mano sobre la pierna de
Felipe.
El
joven, Lo miró fijamente y le dijo con voz seca y desesperada:
—Está
bien, está bien, te perdono. ¿Ya? ¿Eso
quieres escuchar?; aunque no tengo nada que perdonar; yo te quiero mucho y lo
sabes.
Augusto
sintió descansar, aunque todavía estaba pretensioso de que fueran al
apartamento a pasar la noche, pero Felipe fue tajante al respecto. El señor decidió adelantarle una sorpresa a
su novio.
—Bebe,
se me olvidaba; ya compré los tiquetes para las vacaciones de este fin de año;
nos vamos para una isla muy hermosa a la que solamente puede ir muy poca
gente. Mañana te hablo de eso.
—Enserio
—Respondió emocionado, luego de lo cual se escondieron en el carro por entre
las sombras de la noche y se besaron.
Luego lo dejó en su casa.
Felipe
llegó a su casa; su mamá convencida de que su hijo estaba trabajando; le pregunta:
—¿Qué
quiere de comer mijito?
—Nada
mami.
El
joven había adoptado una postura bastante fuerte para ocultar su condición y
por ello, había logrado despistar a muchas personas; pero en su familia siempre
identificaron un misterio o un vacío en las actuaciones de Felipe y de ello
preferían nunca hablar. Cuando se tocaba
el tema del homosexualismo; Felipe respondía: —Sí mamá, ¡terrible! Eso es
porque como dice usted; la gente no tiene a Dios y por eso pasan esas cosas—. En la mayoría de las conversaciones, la
señora Luisa trataba misteriosamente de indagar más al respecto, mostrando un
miedo ingenuo de que Felipe en cualquier momento le revelara la temida verdad.
Felipe
va a su habitación un tanto pensativo por los comentarios de su madre; enciende
el portátil que le había regalado su “tinieblo” y pues quién además le daba el
dinero para pagar el internet de la casa. Empezó a navegar en las páginas que tanto le
gustaban para encontrar nuevos “amigos” que vivieran en la capital para donde
se disponía a vivir por un largo tiempo.
Alternaba las conversaciones de su Messenger con las de las páginas para
encuentros sexuales sin faltarle la dosis de pornografía con la que tenía un
encuentro casi que cada noche. Después
de su explosiva masturbación, se dormía tranquilo como un jovencito sin
malicia.
Su
familia en general gozaba de un poco más de estabilidad puesto que su padre y
hermana mayor trabajan establemente y así habían logrado arreglar un poco mejor
la casa; construyendo dos habitaciones más.
La señora Luisa, también se rebuscaba desde su casa buscando cualquier
manera de contribuir al bienestar económico de todos. Muchas veces, el mal acostumbrado padre de
Felipe, llegaba borracho a insultar a su madre y hasta agredirla físicamente;
Daniela cuando presenciaba esos hechos, intervenía recibiendo los golpes en
lugar de su madre; Felipe también defendía enfrentándosele como pudiera,
incluso, en una ocasión lo desmayó al descargar una butaca en su cabeza; a lo
cual ninguno de los hijos quiso compadecerse, excepto la gran señora a quién
pareciera que cada golpe de su marido la solidificara en amor. Mariana tenía una aparente relación estable
con un hombre mayor y casado quién le pagaba sus estudios y le daba al parecer
lo que le pidiera.
El
día en que Felipe desmayó a su papá con el golpe en la cabeza que le dio para
que no le pegara más a su mamá; ella muy triste les contó a sus hijos historias
su vida junto a su varón que a ninguno sorprendía porque en el fondo parecía
que ella no entendiera la vida tan lamentable que había aceptado vivir. Dentro de lo que comentó, reveló que siempre
que estaba encinta, la golpeaba constantemente atribuyendo a ella el motivo de
su pobreza material; también que antes de que naciera Mariana le dio tan fuerte
en la espalda con una guadua que la tuvieron que internar y sacarle la bebe al
igual que pasó con el susto que le ocasionó cuando estaba en el sexto mes de
embarazo de Daniela; conduciendo tan violentamente que la asustó y la niña
nació mucho antes del tiempo, aún sin tener formadas sus uñas ni sus labios
vaginales; —Antes se crío la niña— Dijo con triste voz. Todos sus hijos escuchaban tristes como
llenándose de rabia contra su padre por aquellas cosas que la señora Luisa
había superado con amor. —Y eso que
cuando se daba cuenta que eran niñas, decía: —Otra alcancía— y ni las miraba;
por el contrario, apenas podía me pegaba.
¡Es un cerdo! Yo he vivido cosas muy duras. —Su voz era aguda y triste, pero sin el menor
asomo de rencor.
—¿Y
qué paso cuando nací yo? —Preguntó Felipe.
—Usted
nació como un toro, grande, hermoso; casi me muero en el parto porque su papá
me dio una Poni Malta y eso me dieron borracheras y me desmayé. Perdí mucha sangre en su embarazo, tuvieron
que cogerme puntos, me desgarré mucho.
Su papá lo alzó con mucho orgullo y los médicos le decían que usted iba
a ser un hombrazaso ¿Y no ve lo grande que usted es? Por un año estuvo muy
juicioso; pero seguía con esas mozas, mientras a mí me tocaba mirar cómo me las
arreglaba para enviarlos a la escuela.
Si se acuerdan cuando vendían las botellas en la tienda y se iban
ustedes a vender empanadas y rellenas.
Eso no fue fácil y sigo sufriendo.
—Mami,
pero usted ha sido la tonta, ¡Eche ese viejo!; ¡Jueputa vida! ¡Es que lo odio!
¡No lo soporto!, Yo si jodo ese viejo mamá —Hablaba Mariana hirviendo de furia—. Que conmigo no se vaya a meter. Mami usted se acuerda cuando yo le conté que
ese señor me estaba tocando; Daniela me contó que a ella quiso violarla, ¿Cómo
fue eso Má?
—¿¡Qué!
¡Qué!? Cuénteme Má. —Felipe preguntaba con la boca abierta.
—Sí,
todo el tiempo fue con un miedo de dejarlas solas; no podía hacerlo; en
cualquier momento ese viejo llegaba borracho y uyy no, no quiero ni
pensar. Un día, la niña, Daniela, tenía
siete años; yo había salido a hacer una diligencia y cuando llegué, estaba ese
viejo con el “chimbe” afuera ya como para metérselo a la niña. Me dieron unos nervios y una rabia. Yo le dije: —Este cerdo que le pasa, y me
puse a llorar quitándosela.
—Mami
¿A usted que le paso? —Preguntó Felipe aterrado.
—¿Usted
cree que yo viviría con una persona así? Yo lo mato. Y Daniela ¿Usted se
acuerda? —Mariana estaba muy aturdida porque siempre había tenido un
temperamento ácido.
—Yo
no sabía, ¡Ay! no me gusta hablar de eso.
—Tenaz.
“Cuánto me gustaría haber nacido gay para restregarle a ese viejo que tuvo un
hijo así”.
—Ay
no mijo, no hable así.
Las
miradas fluían en el espacio como cargadas por un vacío enorme. El silencio reinó por espacio de unos
segundos.
La
normalidad de la vida en cada uno de los integrantes de la familia, siguió según
los márgenes de lo predecible; cada vez se hacía más próximo el viaje de Felipe
a la capital. Un día entre semana,
Augusto llamó a Felipe para pedirle que lo esperara en el apartamento.
—Bebe,
estoy feliz, me aprobaron el traslado a la capital; el próximo año empiezo
allá.
—¡No
lo puedo creer! —Felipe tuvo que
mostrarse feliz
Felipe
no disfrutó de su sexo esa tarde; empezó a sentir un leve aborrecimiento hacia
su ¨querido¨. Con los días ya no
aguantaba siquiera un beso, una clase de repulsión había nacido
inexplicablemente en él; su actitud fría para con Augusto habían hecho que él
se comportara de manera mucho más especial y detallista. Felipe un tanto más desinhibido, le pedía
plata en abundancia para darse lujos personales. Viajó a la ciudad de Bogotá en compañía de su
hermana Mariana; presentó el examen y quedó atento a los resultados del
mismo. Estando en esa enorme ciudad, se
contactó por teléfono con un abogado a quién había conocido por la página que
Carlos le había enseñado. Habían
acordado un encuentro sexual ya que muchas veces se limitaban a tener sexo por
cam. Ambos se gustaban mucho y pues como
era de esperarse, tronaron en un apartado hotel, luego de lo cual, decidieron
iniciar una relación.
Felipe
se entusiasmó mucho con el señor de treinta y ocho años, elegante y con una
posición económica que le permitiera a Felipe quererlo con facilidad. Cuando salieron del hotel con dirección al
lugar dónde se hospedaba Felipe con su hermana, Felipe quedó matado con el Audi
y se portó mucho más especial con Alberto, quién así se llamaba.
—Yo
soy docente universitario; estudié derecho y economía en España. Me he enamorado muchas veces, pero ya no lo
hago…
Felipe
lo miraba de pies a cabeza y era claro que no tenía nada femenino en sí; tal
cual él le había dicho por internet; era un hombre, al parecer muy hombre.
—Uno
aprende a cuidarse; ya uno aprende a proteger el corazón.
—Y
¿Quién fue tu primer Amor?
—Es
una historia muy larga.
—Entiendo,
cuéntame algo.
—Eres
bastante preguntón.
—Sí,
soy bastante curioso.
—Bueno,
él es un hombre con mucho dinero; teníamos la misma edad. Yo me enamoré muy rápido; por eso es que
ahora cuando veo que me estoy enamorando, renuncio, apago teléfonos y cierro mi
corazón porque duele mucho. Yo dejé a mi esposa, como te dije por internet; soy
casado, mi esposa sabe que soy gay; yo le conté que cuando era pequeño mi
hermano me violaba y al parecer eso siguió influyendo en mi vida.
—¿Cómo
así? ¿Tu hermano? —Felipe no podía asimilar algo de esa magnitud.
—Sí,
él es velludo, grande, hermoso y pues yo era el menor. A mí me gustaba que lo hiciera.
—¿Y
tú lo odias? ¿Tú le hablas? ¿Él sabe? ¿Es el gay, también?
—No,
él está casado; tiene sus hijos y no volvió a hacer eso; pero cuando hablamos y
se entera que yo sigo en eso, se pone muy triste y lo lamenta mucho y me da
abrazos y no más.
—¿Y
a ti te gustaría tener sexo con él nuevamente?
—No
sé.
—¿Y
él nunca más te ha insinuado algo? ¿Acariciado o mirado con morbo?
—Nunca.
—¡Interesante!
Bueno, sígueme contando lo que me estabas contando de tu primer amor. —Felipe se rió.
—¡Ah
sí!, pues yo no sé nada de él; él me puso los cachos y eso para mí fue fatal,
ya se había perdido el respeto; casi me muero.
¡Yo casi me muero! Y pues hace
poco, conocí un muchacho hermoso; como de veinte años; íbamos a rumbear, nos
emborrachábamos; él tiene un pecho divino, con un bello así todo bien
distribuido, unas piernas y un culo hermoso; una cara y una barbilla hermosa;
muy lindo, muy bello; pero empecé a enamorarme y terminé de una todo. Cero llamadas, cero salidas. Además, me di cuenta que él solo me sacaba
dinero.
—¿Entonces,
usted que busca? ¿Te gustan los menores?
—Una
persona que esté casada como yo, que sepa que solo podemos vernos y tener sexo
por raticos. Sí; yo me enamoro más fácil
de los menores porque siento mucha ternura; pues no tengo hijos y me siento
como un papá protector.
—Creo
que podemos hacer un buen “click”; a veces, siento que a mí me faltó un papá y
que esa es la causa por la que estoy en esto; —Pensó en Augusto—. Pero dijo con una risa miedosa: —“usted es un
caso completo”. —Él se río
—Déjame
te llevo a dar una vuelta por la ciudad para que la conozcas mejor, luego te
llevo al hotel donde te estás quedando.
—De
una.
Felipe
estaba desanimado porque Alberto no mostraba intenciones de brindarle a Felipe
lo que él quería. Felipe en el trayecto,
no habló mucho y pidió que lo llevara a comer algo mientras le decía a Mariana
por teléfono que se demoraba un poco en llegar. Se dirigieron a un lugar que sonaba excelente,
pero estaba cerrado, entonces llegaron a una panadería donde, el conocido
comentó.
—Me
gusta mucho esta panadería porque por las tardes, vienen y se sientan unos “bizcochotes”
y uno acá conoce gente, mucha gente; las personas que he conocido de tu región
son muy bonitas y tú lo confirmas.
—Gracias
por el elogio. Oye ¿Y tienes hijos? ¿Cómo es la relación con tu esposa? No entiendo como ella sigue contigo después
de saber lo que le cuentas.
—Hijos
no tenemos, aunque ella se muere porque los tengamos; mi matrimonio fue a lo
grande, fue de sociedad y después de un tiempo de casados yo la dejé y eso se
puso que se moría, llamaba a mi familia, manipulaba a mi mamá. Eso era un caso completo. Hasta que yo le reconocí a mi mamá y ella ya
sabía “las mamas son brujas”; me tocó frenarla y dejarle todo claro, pero ella
insiste en seguir conmigo, dice que me ama mucho y trata de no ponerme tanto
problema y de no hacerme preguntas; aunque a veces cuando vamos en la calle a
ella le duele que yo le haga una mirada a un hombre. Ya no me cuestiona ni me molesta, solo me
pide que me proteja. Cuando tengo
relaciones con ella; por lo general uno no es feliz; el sexo no es placentero;
piensa uno es que esta con un hombre para poderse venir.
—Sigo
sin entender cómo es que ella sigue con usted y cómo usted lo permite también.
—Estaba sorprendido.
—Yo
la quiero, pero jamás la amaré, así me lo proponga; es imposible. Ah acá entre nos; ella no sabe que yo me hice
la vasectomía cuando nos casamos; yo me fui para donde un amigo medico mío; que
también es del cuento y le dije que no quería tener hijos porque no quería que
mis hijos tuvieran un papá homosexual. Recuerdo
mucho que él me dijo: —¡Pero ¿cómo?! Usted con esos ojazos, con esas
características. Yo le decía: —Sí, pero
no, no quiero y le aseguro que no me voy a arrepentir y lo hice; pero ella no
tiene ni idea.
—Sí,
eso de tener hijos no aguanta.
—Sabes
que no me arrepiento.
Siguieron
hablando hasta que llegó el momento de pagar la cuenta donde Alberto muy
diplomáticamente le dijo a Felipe: —Tú me invitas, ¿cierto?; págala y voy y te
dejo al hotel.
—Si
claro, no hay problema. —Pero eso lo
dijo entre dientes y de manera muy pensativa.
Alberto
comenzó a mostrarle la ciudad a Felipe; un mundo nuevo para él; le gustó mucho
ese paseo a Felipe porque quedó encantado con esa ciudad debido a su nivel
cultural y que le brindaba el espacio adecuado para él tener más libertad. En el trayecto Felipe le preguntó a Alberto si
él tenía muchos amigos bien de este cuento, a lo que Alberto le respondió: —Yo
conozco muchos amigos, todos de familias muy adineradas en este país y son
súper buenos amigos conmigo.
—Preséntamelos;
me interesa conocerlos.
—Tiene
que ser un fin de semana. —Alberto no se mostró convencido ni agrado con la petición
de Felipe quien ya lo había puesto en posición de un posible amigo con quién
nunca más tendría sexo—. Deberías
quedarte conmigo en un hotel esta noche. ¿Qué dices?
—Me
gustaría, pero tengo otros compromisos y no tengo mucha plata —Ello lo dijo sarcásticamente
por el dinero que había cancelado—.
Porfa llévame al hotel, no quiero demorarme más de lo previsto.
El
aspecto de Alberto se endureció sintiendo la actitud de rechazo de Felipe;
igual se dirigieron para el hotel; en el camino Felipe quiso animar la
conversación que había sucumbido al silencio.
—Recuerdas
que me dijiste por internet que te estaba cayendo el jefe de tu hermana. Que en más de una ocasión te había echado
piropos y que se trata de un hombre muy bello.
—Uhm
sí.
—Recuerdo
que también me dijiste que te daba miedo porque es casado y que por respeto a
su familia no ibas a seguir con él. ¿Qué
paso? ¿Siguieron?
—Sí,
pero yo sé cómo manejo las cosas. En
vacaciones nos vamos apara Aruba con otros amigos que son pareja.
—¿Y
su esposa?
—Ella
ya sabe, y más le vale que no pregunte.
A ella también la saqué del país y estuvimos de vacaciones el año
pasado. —Con gesto de lamentación dijo.
—¡Usted
no se imagina las oportunidades que he perdido por estar casado! —Se notaba algo de resentimiento en su voz.
Al
fin llegaron al hotel. Felipe lo
despidió prometiendo llamarlo luego; cosa que nunca cumplió, ni él tampoco lo
volvió a contactar.
Pasaron
los días, y por la prensa Nacional de su país, estando en su ciudad natal;
Felipe leyó que había sido aceptado en la Universidad lo cual hizo su día muy
feliz. Su familia celebró con él dado que tal triunfo era de gran regocijo para
todos. Doña Luisa mostraba gran
incertidumbre de dejar a su hijo en una ciudad donde no tenía familia y estaría
completamente sólo.
—Mijo
mejor estudie aquí; eso por allá a aguantar hambre, no mijo no se vaya, no
tenemos plata.
—Mami,
no se preocupe que yo puedo trabajar; además soy buen estudiante.
Felipe
se aseguró antes de darle la noticia a su “querido Augusto”, de que le
consignara el dinero de los ahorros a su nombre para gestionar la matricula en
la universidad privada; lo cual él hizo sin ningún tipo de prevención. Los ahorros, superaban los ochenta millones y
cuando Felipe vio eso; fue como si sus sentimientos hacia el señor hubieran
mejorado en parte.
—¡Amor!,
ya te consigné el dinero; estoy muy entusiasmado de que nos vayamos.
—Sí
mi amor, muchas gracias; estoy muy entusiasmado de estudiar en la universidad
que siempre he querido. —Felipe mintió—; Amor yo llegó en las horas de la
noche.
—Bueno
mi amor, estaré pendiente como a eso de las siete para recogerte y para
llevarte a comer. Amor, quiero contarte
algo que hice esta mañana por ti.
Recuerda que te amo mucho.
—Bueno
precioso, un abrazo; chao.
Augusto
recogió a Felipe muy cerca del barrio donde vivía, pues no se acercaban mucho
para no despertar “comentarios mal intencionados”.
—Bebe
te extrañe muchísimo, no veo la hora de que vivamos abiertamente en la capital.
—También
yo amor.
Llegaron
al restaurante hablando de todo cuanto había pasado y de la felicidad de Felipe
porque se matricularía en una universidad costosa, aunque su verdadera
intención, era aceptar la admisión a la universidad oficial y hacer algo
productivo con el dinero que tenía en una cuenta bancaria.
—
¿Qué es aquello tan importante que tienes para contarme, lo que me dijiste por
celular que habías hecho por mí? —Felipe lo mira y sonríe.
Augusto
deja pasar una gran cantidad de saliva y tose con algo de preocupación. Lo mira fijamente a los ojos y le dice con
voz muy seria:
—Ya
terminé con mi esposa y le conté a mis hijas lo nuestro. Me deben estar odiando, pero por ti he hecho
todo y no me arrepentiré.
Felipe
se llenó de mucha ira.
—Usted
si es tonto, yo no sigo con usted; como cree que voy a seguir con una persona
que renuncia a su familia por un amante como yo. Pobre su mujer e hijas. Lo de nosotros llega hasta hoy. —No lo dejó hablar
De
inmediato, se levantó del lugar donde estaba y se marchó; Augusto quedó muy mal
y también tomó su camino. Felipe apagó
su celular y luego de tres días, lo prendió y tenía un mensaje de voz, como la
de un hombre que llora de mucho dolor, que decía: —Esto también lo hago por ti
precioso, mi amor—. Felipe se asustó e intentó llamarlo, pero su
celular daba a buzón, insistió y lo contestó una mujer, se trataba de la hija
mayor de Augusto; quien se encontraba hecha un mar de lágrimas. Le dijo ella, sin reconocer la voz de Felipe
puesto que nunca ella lo identificó a él; le dijo llorando: —Mi papá se
envenenó— y siguió llorando, luego colgó.
Cuando
Felipe oyó eso, entró en estado “shock”, y sintió lástima por unos días. Luego se tranquilizó y consoló a si mismo
dándose palmaditas en la espalda porque no había cumplido sus diecisiete años y
ya tenía asegurado parte de su futuro en el que se convertiría en aquel
profesional que ambicionaba su ser.
Iniciaba
ese año con muchas expectativas y temores por parte de Felipe y su
familia. En el fondo de su corazón, su
madre sabía que Felipe sería la persona con la que ellos tendrían un rumbo de
vida diferente al que llevaban. Ella
conocía las capacidades de su hijo, conocía su “gran corazón” y por ese motivo
Felipe se convirtió para ella en el hijo preferido; todo tenía que ver con él.
Inició
el primer año universitario en la universidad oficial donde entró a estudiar
derecho; estaba muy contento con su nueva vida, tanto que se había propuesto en
su corazón, renunciar por completo a ese mundo homosexual del cual se
encontraba cansado por las experiencias que jamás quiso compartir con
nadie. Durante los primeros tres meses
del semestre, inició todo con absoluta dedicación y compromiso; hasta que por
aquello de las necedades de la lujuria, nuevamente se ofreció en las redes
sociales donde recibió cientos de propuestas para tener sexo a la hora que
quisiera y con el tipo que quisiera; pero, Felipe tuvo miedo por aquello de la
proliferación del sida y de manera muy clandestina solía verse con tipos de su
gusto; también conoció jóvenes muy apuestos y de esa manera siguió su vida
universitaria; lo que si se destaca de Felipe, fue la capacidad que tuvo para
obtener siempre los mejores promedios académicos de su semestre; eso era algo
interesante pese a que en muchas ocasiones no hacía su mejor esfuerzo.
Solamente
en las finalizaciones de semestre viajaba a su ciudad natal para ver de su
familia y ayudarlos un poco con el dinero que conseguía; Felipe era un joven
muy apegado a su madre y su propósito fue siempre verla bien, dueña de una
sonriente felicidad.
Esa
fue la rutina de Felipe, hasta que, pasados dos años, fue elegido para
participar en un congreso que la universidad organizó; donde los mejores
estudiantes de cada semestre asistirían a un debate con políticos Nacionales
incluido el presidente del país. Ese
día Felipe, se percató de ir muy elegante puesto que la ocasión así lo
requería. Durante ese congreso, se
realizaron foros temáticos, y se organizaron por mesas de trabajo, donde cada
grupo de trabajo estaba conformado por un ministro, tres senadores, un delegado
universitario y otros personajes que rellenaban el equipo que al final de la
jornada tendría que presentar soluciones a cierto tipo de problemas que
enfrentaba el gobierno Nacional. El
nombre de Felipe se escuchó con un comité donde un ministro de Gobierno, desde
el primer momento que lo vio, siguió asediándolo con miradas y comentarios
hacía él. Durante el “break”, le puso
tema de conversación casi que no permitiéndole interactuar con nadie más. Felipe trataba de evadirlo porque su
apariencia física; pesé a que no era tan viejo, le recordaba mucho a Augusto y
por ende no le gustaba; pero llamó la atención de Felipe, un Senador que se
encontraba en otro comité y que desde que entraron, Felipe miró y estorbó todo
el tiempo con deseo.
En
un momento en que este personaje se fue para el baño; Felipe lo siguió y en el
baño mientras orinaban…
—¿Mucho
trabajo? —Preguntó Felipe en tono amigable
—Sí,
mucho; ¡bastante!
En
ese momento el senador se dirigió a lavar las manos.
—¿Le
apasiona lo que hace?
—A
veces no.
—Interesante.
—Lo dijo Felipe ladeando la cabeza con mirada intensa hacia el honorable
senador.
Luego,
se miraron los dos en el espejo; cada uno en completo silencio lavaba sus
manos. Mientras se sentía una tensión en el ambiente cargada de temores por
parte de ambos.
—¡Me
interesa seguir hablando con usted!
—¿Sí?
Y ¿Por qué?
—Usted
es un senador muy interesante y me gustaría aprender mucho de su política; yo
soy un buen líder y le puedo ayudar a obtener muchos votos.
—Eso
está bien, jóvenes pilos es lo que necesita el país. Luego hablamos, tenemos que ir a trabajar.
—Listo,
vamos.
Cuando
llegó Felipe a su comité, encontró la ausencia del ministro que parecía alegar
en su conciencia por la molestia de su huida al baño. Luego de unos minutos, llegó con una cara de
felicidad y desinterés por Felipe; él se inquietó como sintiéndose herido en su
ego por aquella indiferencia y entonces decidió mostrarse amable y asediarlo
apenas tuvo la oportunidad.
Luego
que estuvieron en otro receso, Felipe lo buscó.
—¿Señor
ministro! Me interesa seguir hablando contigo; me identifico mucho con la
propuesta de fortalecer la política pública nacional de juventud; de hecho, en
la universidad hay organizaciones juveniles que podrían ayudar tanto como lo
fue el movimiento estudiantil de la séptima papeleta. ¿Puedo tener tu número de teléfono por si se
presenta algo particular?
—No.
—Respondió el ministro de manera tajante y Felipe se sonrojó de la vergüenza— Dame el tuyo y yo te llamo por si te llego a
necesitar. —Se sintió un poco aliviado.
—Bueno,
aunque no entiendo porque no puedo tener el tuyo. Mira, el mío es…
—Por
cuestiones de seguridad; por eso no puedo.
—¡Entiendo!
—Fingió con sutil ingenuidad.
Llegado
el momento de discutir las ideas de cada equipo temático; Felipe explicó su
propuesta en materia juvenil y cuestionó con gran vehemencia el trabajo que se
estaba adelantando en ese ámbito social.
Felipe, de esa manera llamó la atención del senador; quien al final del
congreso lo llamó y le pidió su número de teléfono; Felipe mostrando algo de
indiferencia se lo dio. Siguieron
comunicándose de manera paulatina hasta el punto que el señor rentó un
apartamento, le dio carro y un depósito de dinero mensual a Felipe con el
propósito de formar una relación netamente sexual y bajo total discreción.
Por
otro lado, Felipe aceptó el aparta estudio con el automóvil Honda que le regaló
el ministro quién parecía estar realmente enamorado y con quien Felipe había
“juramentado” una relación estable pese a que el ministro era un hombre casado
con una familia de “admirar”.
Nuestro
protagonista se encontraba satisfecho con su vida, dado que, por ese tiempo,
había olvidado sus tiempos de gran pobreza; se sentía pleno y realizado con sus
logros a tan muy temprana edad. Pronto
se dio cuenta que su corazón de una u otra manera se había ligado al varonil
Senador de la República; muy a pesar de ello, Felipe seguía con sus dos
relaciones estables, sin dejar de lado experiencias sexuales con quién rozara
química sexual. Toda esa maravillosa
plenitud duró por el largo de un año y ochos meses, hasta que leyó en una
revista de farándula Nacional el compromiso nupcial de su amado senador con una
reconocida mujer de la alta sociedad del país.
Nunca antes había sentido dolor en su corazón por alguien y menos pensó
sentirlo por un hombre que lo doblara en edad; se deprimió mucho Felipe, al
punto de considerar varias maneras de tomar una particular venganza.
Lo
primero que hizo, fue llamarlo y citarlo con urgencia en el escondite de pasión
que Felipe no había mancillado con nadie como sucedía con su aparta estudio.
—Hola,
me urge que hablemos. ¿Puedes pasar a
las siete de la noche por el apartamento?
—¡Hola
Felipe! También me urge que hablemos. ¿No puedes a las cinco?
—A
las cinco es perfecto. Nos vemos allá
entonces.
—Bueno.
Se
encontraron; Felipe había llegado antes para arreglar el lugar de manera
especial para los dos; no lo dejó hablar y lo asió sexualmente con mucha
entrega como diciéndole que esa sería la última vez que vivirían su sublime
intimidad. Luego de estar extasiados, aún
debajo de las sabanas de aquel fino lugar; hablaron.
—Felipe,
yo te quiero mucho; para mí va a ser muy duro, decirte lo que te tengo que
decir; me va a doler mucho no poder seguir viéndote; pero no podemos seguir
viéndonos. Este mes entrego este apartamento
y no volveré a verte. Tú sabes que mi
mundo es muy diferente al tuyo y por ello estoy obligado a seguir las normas
que plantean esta sociedad y más yo, que soy una figura pública. —El senador mostraba tristeza en su ojos y
tono de voz.
—Bien,
bien por ti. Y no importa si no volvemos
a vernos, aprendí mucho de ti y creo que lo que despertaste en mí, va más allá
de lo que es un querer pasajero. Pero;
aunque no me hayas dicho las razones, por las cuales renuncias a esto; solamente
debes tener claro, que no permitiré que engañes una mujer, solamente porque la
burocracia de dónde vienes, te lo impone.
Quédate solo, consíguete otro; pero no causes ese mal.
—Felipe,
antes de que sigas, yo te entiendo a ti.
Tú estás empezando una vida y lo que más me impresiona de ti es tú
madurez y seriedad; además que eres muy guapo.
Pero estoy seguro que tú no me entiendes. Mi situación no la elegí yo; así sea infeliz;
hay otros propósitos que para lograrse tengo que encajar dentro de los modelos
sociales que el país y el mundo entero ha esquematizado.
—No
tenía idea que tuvieras novia. —Felipe no lloraba de orgullo, pero era evidente
su dolor.
—Nunca
lo consideré importante porque lo que inició como un entretenimiento sexual
para mí, pasó a hilar mis sentimientos y por eso, no es fácil. Creo que para ninguno de los dos lo es, y
como decidí casarme para ser lo más honesto con ella y conmigo; siento que, renunciando
a ti, renuncio a esta faceta de mi vida.
—¿En
realidad crees eso?
—Sí.
—Pues
suerte entonces. De cualquier modo,
espero que no te olvides de mí.
—Jamás.
—Se abrazaron y besaron por última vez.
Muy
conmocionado, Felipe recogió sus pocas cosas y se fue en el carro que le había
reglado el senador. Al llegar a su
aparta estudio, lo estaba esperando el Ministro; que por alguna razón disponía
de dos horas libres para relajarse con Felipe en la cama. Felipe al verlo, lo rechazó con un gesto muy
particular, propio de su actitud. En ese
momento, le refirió que quería estar sólo porque necesitaba pensar.
—¿Qué
te pasa Felipe? Hacía rato no te sentía así.
—Nada;
solo que tuve una jornada difícil en la U, y como estamos en temporada de
exámenes; ando en un estrés tenaz.
—Te
entiendo mi bebe. Discúlpame por ser tan
intenso.
—Tranquilo.
—Cancelé
unos compromisos para divertirme contigo un rato, pero mejor te dejo sólo para
que pienses; me cuentas luego; te llamó más tarde para saber cómo sigues. ¿Quieres que te ordene algo de comer?
—Uy
no; comer es lo que menos quiero ahora.
—Bueno
me voy. Se fue sin despedirse como
siempre lo hacía.
Felipe
quedó pensativo por un rato por la actitud de su novio quién se marchó sin
mostrarle alguna señal de afecto como siempre lo hacía. Luego cayó en un sueño
muy profundo.
“Felipe,
soñaba que había llegado una persona que quería asesinarlo y él corría
desesperadamente; sentía mucha angustia en el sueño; pero no identificaba a la
persona; solo veía un cuchillo enorme en su mano y parecía que ya casi lo cortaba. Felipe despertó sobresaltado. Se levantó, tomó agua y volvió a dormir. Esta vez, se encontraba montado en un avión,
rumbo a un lugar muy lejano, pero en el sueño sentía mucha emoción y
tranquilidad”.
Al
día siguiente; un amigo de diversión de Felipe; estudiante de Ingeniería; lo
invitó a un bar gay de la ciudad, argumentando que había algo especial; Felipe
aceptó y fue, pretextándole a su amado Ministro que iba para una reunión de
compañeros de la U a celebrar el “Baby Shower” de una compañera de
estudio. Felipe recogió a su amigo quién
había convidado tres amigos suyos sin avisarle; esto lo enojó bastante y se lo
manifestó apenas subieron al carro. Su
desilusión era tan fuerte que decidió olvidarse de pelear con su amigo y
llegaron al bar gay. El lugar estaba
lleno de hombres y mujeres de todas las edades; cada uno en su ambiente y con
sus grupos riendo y disfrutando en las mesas.
Ellos, por supuesto, se sentaron a disfrutar de la mesa mientras bebían
aquel ron que poco a poco fue animando la diversión.
La
noche transcurría en medio de risas y chistes; cuando a la mesa de Felipe llegó
una botella del mejor whisky del momento que había sido enviada para él; Felipe
quiso indagar de parte de quien era y en los reflejos de las luces de la
disco-bar, vio un hombre como a eso de cinco metros de distancia; éste le
levantó su mano en señal de brindis y le pico el ojo. A Felipe le gustó el personaje y se levantó
para ir al baño invitando también al sujeto con una mirada insinuadora y de
“acompáñame que no te arrepentirás”.
En
el baño se encontraron y unos nervios muy grandes los cobijó a ambos. Felipe rompió el hielo mostrándose muy alegre.
—Hola,
¿Cómo estás?
—Muy
bien, ¿y usted? —Su acento era inglés
—Bien,
¿De dónde eres?
—De
otro país.
—¿De
cuál?
—De
Suiza.
—Genial,
yo entiendo un poco de inglés e italiano.
¿Y con quién viniste a este lugar? Qué pena, mucho gusto, mi nombre es
Felipe ¿Y el tuyo es?
—Nick. Ese es mi nombre.
—Bien,
vamos te invito a mi mesa.
—No,
mejor ven tú a la nuestra.
—Bueno.
Pero espera le aviso a mis amigos que estaré un rato en vuestra mesa.
—Okay.
En
la mesa, había cinco personas; dos de ellos eran nacionales y los tres
restantes eran extranjeros; uno de Inglaterra y los otros dos de Suiza. Felipe, ocasionalmente les hablaba en
inglés.
—¿Y
qué los trajo por aquí? —Preguntaba Felipe interesado.
—Yo
ser inversionista. —Respondió Nick, los demás solo se presentaron
—Ah,
¿Tú eres empresario?
Interrumpió
la conversación Simón, un empresario connacional de Felipe.
—Sí,
todos somos empresarios y ellos piensan invertir en este país; con unos
proyectos que les estamos presentando. —La
voz del personaje llamado Simón, fue un poco egoísta y tajante, Felipe se dio
cuenta de lo que expresó Simón y quiso divertirse.
—¿Y
es la primera vez que llegan a este país?
—Sí;
y es muy bonito; nos gusta mucho. ¿Tú cuántos
años tienes? —Preguntó Nick con interés.
—Próximo
a cumplir veintiuno.
—¿Quieres
bailar? —Preguntó atento Nick a Felipe
—¡De
una!
Bailaron,
se besaron y amanecieron juntos en un hotel prestigioso de la ciudad
capital. El suizo se encantó de Felipe;
decidieron conocerse mejor mientras Felipe se esforzaba mucho por asimilar la
agresividad sexual de Nick; ya que siempre lo dejaba muy adolorido y al parecer
esa era su mayor complacencia.
—Mira,
yo soy un hombre que viaja por muchos lugares del mundo; y he estado buscando
una persona que me resultara interesante; pero tú me haces sentir muy extraño,
digo bien; solo que no entiendo. Quiero
seguir contigo; me gustaría viajar contigo; y que trabajaras conmigo, en mis
empresas. Las personas de anoche, son
ejecutivos de mi organización; y los que son de este país, son empresarios que
quieren que invierta en un proyecto.
Pero no estoy muy convencido.
—¿Y
eso?
—No
sé, no me dan mucha confianza. Además,
Simón, desde el principio me ha insinuado sexo y él no me gusta; es muy viejo
para mi gusto —y se río nuevamente—.
Felipe, quiero seguir viéndote; quiero estar contigo. Tú me dices que no tienes pareja y que casi
no vienes a estos lugares. ¡Eso me gusta
más de ti!
—¿Qué
tal si iniciamos una relación?
—¡Intentémoslo!
¿Quién iba a pensar que con un colombiano tendría el mejor sexo del mundo? —Se
rieron
Entraron
nuevamente en calor entre besos y abrazos que fluyeron en una fuerte
penetración. Felipe terminó más
adolorido de lo que estaba. Bajaron a
desayunar en aquel elegante hotel luego de lo cual.
—¡Honey!,
tengo que irme a una reunión de trabajo, si quieres espérame aquí o dime a
dónde quieres que te lleve.
—Ah
mi carro. —Lo dijo con preocupación— Debe estar donde lo dejé. Si me voy a recogerlo. Llámame apenas te desocupes.
—¿No
quieres que te lleve?
—No
es necesario, con eso te rinde más el día. —Se dieron la mano en señal de varonil
despedida—.
—Te
llamo apenas me desocupe.
—Perfecto.
—Respondió Felipe.
Felipe
coge taxi desde donde llama a su amigo ingeniero.
—Hola
Fer, ¿Qué tal la rumba?
—Que,
usted es la cagada, nos dejó solos y fue un complique conseguir taxi de la
calera para acá. —Estaba un tanto molesto.
—Me
fue super bien; parece que las cosas pueden funcionar con Nick.
—¿En
serio? Se ve buena persona. Yo lo recomendé
mucho y activé el GPS de su celular.
—¿Y
qué te dijo?
—Que
no me preocupara que estarían bien en el hotel.
No me dio desconfianza. Además, usted estaba que echaba chispas... ¿Se
lo comieron mucho o qué? —Se rio con perversidad.
—Uyy
sí, estoy que no me puedo ni sentar. —Se
rio pícaramente.
—¿Es
gringo?
—Suizo,
con ascendencia británica.
—Hágale
con toda que igual usted no tiene a nadie.
—Felipe era muy discreto en sus relaciones; nunca a ningún conocido le
hablaba de su relación con el ministro, ni de la que había terminado con el
senador.
Despidió
la llamada y se acordó un poco nostálgico de su senador por quién sintió un
afecto muy fuerte; según él, Amor. Durante
ese tiempo, Felipe enviaba gran cantidad de dinero a su madre y hermanas; les
ayudó mucho a todos; incluso a su padre a quién le enviaba ropa y cosas que él
necesitaba para su bienestar. Al medio
día, recibió la llamada del ministro, por quien ya empezaba a sentirse
fastidiado. Llegó al apartamento, Felipe
lo hizo sentir muy cómodo; le preparó algo de tomar y tuvieron sexo. Ya satisfecho el ministro, le dice a Felipe.
—Hijo,
quiero que nos vayamos de este país; vámonos a otro país apenas obtengas tu
grado; yo te consigo una beca para que estudies en la universidad que quieras;
pero vámonos de este país. —Se notaba
intranquilo
—¿Y
tú familia? ¿Por qué ese cambio tan repentino?
—Ellos,
ya salieron del país por cuestiones de seguridad; ha habido muchos
inconvenientes en este gobierno y podría salir muy perjudicado.
—Entiendo,
pero la universidad la termino en año y medio; tal vez, dos. —Felipe ya ideaba
la manera de sacarle el cuerpo.
—No
hay problema, es tiempo suficiente para terminar la gestión de gobierno y dejar
los negocios organizados.
El
ministro salió muy enamorado del edificio donde vivía Felipe; sus escoltas
estaban seguros de que tenía amante, pero jamás pensaron que se tratara de un
joven; igual nunca lo supieron.
Lamentablemente, dos días después, el ministro fue acribillado por
bandas delictivas mientras salía de su apartamento para ir a trabajar. La noticia se conoció y al igual que lo que
paso con Augusto; pronto lo superó bajo el consuelo penetrante de su nuevo
novio Nick.
—Honey,
debo viajar. No me puedo quedar más
tiempo en Colombia.
—¡No
entiendo! Me habías dicho que por lo menos necesitabas quedarte un año largo en
este país.
—Las
cosas han cambiado un poco.
—Porfa
no te vayas; me vas a dejar mal si lo haces.
Vente a vivir a mi aparta estudio; desde aquí yo te puedo aportar
ideas. Los empresarios ahora no
necesitan estar viajando.
—No
es fácil baby. La responsabilidad es grande
y la próxima semana debo viajar.
—¿Pero
vuelves?
—Tampoco
sé. Todo depende de cómo se den las
cosas.
—¿Entonces
terminamos? Me había entusiasmado con la idea de que esperarías que me graduara
para viajar como me lo habías prometido.
—Yo
sé.
Felipe
se sintió desilusionado de Nick y cortó todo tipo de comunicación con él. Cuando se llegó el día de la boda de su
senador amado con la visible mujer de sociedad; Felipe había planeado con
Fernando, salir a perder los estribos donde fuera posible pero ese día muy
temprano en la mañana llegó Nick a su aparta estudio.
—Decidí
jugármela toda por ti. —Lo dijo en inglés.
Felipe
lo abrazó y lo besó. Y solamente le
envió un mensaje de texto a su senador advirtiéndole que se arrepentiría de
jugar con la candela. Con el paso del
tiempo, se dio cuenta que con Nick había descubierto una tranquilidad emocional
grande, puesto que ya no veía la necesidad de estar buscando aventuras
sexuales. Se dedicó por completo a su
estudio, a perfeccionar su inglés y a aprender de negocios puesto que su
maestro Nick lo motivaba. Felipe
ocasionalmente lo acompañaba a sus reuniones de negocios; viviendo una relación
abierta al público, pero oculta a su familia.
Era
el día de grado de Felipe; su familia toda, incluso su padre; viajaron hacía la
capital y celebraron en familia su grado.
Felipe presentó a Nick como jefe de la empresa donde él trabajaba y no
hubo discusiones al respecto; aunque, la Señora Luisa con su mirada todo lo
decía y Felipe sabía que no escapaba su situación de la sabiduría de su
madre. Recibió el título de abogado de
una excelente universidad oficial del país.
Como regalo de grado, Nick lo sorprendió con las llaves de un
apartamento muy costoso en la ciudad, las cuales estaban dentro de una
camioneta Audi que Felipe le había pedido como regalo de grado.
Luego
de un tiempo de compartir con su familia y de dejarlos muy bien económicamente;
Nick nuevamente sorprende a Felipe con un tour por el cual conocerían muchos
países. Unas horas antes de viajar;
Felipe, en una carrera contra el tiempo se fue para un canal de televisión
donde con una nota escrita, dejó un paquete para un programa de chismes de la
farándula Nacional. El escándalo fue de
opinión pública puesto que en el video se mostraba claramente al honorable Senador
teniendo relaciones sexuales con un varón sin rostro. Su reconocida mujer tenía cinco meses de
embarazo por aquel entonces; el senador reconoció en el video la última vez que
íntimo con su Felipe. Juro a si mismo
que se vengaría, pero Felipe ya estaba fuera del país y muy lejos de ser
contactado por alguien. Finalmente, su
esposa le creyó que se trataba de un complot para desprestigiar su nombre y siguieron
juntos por un tiempo no muy largo.
Recorrió muchos países sorprendiéndose de
todo lo que el mundo y la vida ofrecían; sentía muy dentro de sí que estaba
hecho para cosas grandes y que por ninguna manera podía esquivar su
destino. Se maravilló de todo y disfrutó
al máximo todos esos momentos en que Nick le hacía sentir como el ser más
importante de su universo.
Radicados por un tiempo en Europa mientras
su novio atendía negocios, Felipe no perdía ocasión para relacionarse con
personas del mismo ámbito en que Nick se desenvolvía; siempre le pedía que lo
relacionara con personas de alto nivel socioeconómico debido a que su interés
era llegar a las más altas esferas de la vida sintiéndose cada día más
inconforme con lo que había alcanzado hasta ese momento.
Estando en España, Felipe presionó a Nick
para que fueran a un bar gay donde su único interés era cazar un mejor partido
que Nick o hacer una amistad sexual que según él, oxigenará su relación. Complacido por su amor, se dirigieron al
mejor bar de la ciudad dónde Felipe pudo reconocer un actor de cine que había
admirado toda su vida; le comentó al respecto a Nick quién no vio problema en
que fuera a saludarlo. Espontáneamente
Felipe se acercó.
—¡Hola! Sos Antonio Barrientos ¿Verdad?
—Hola, sí yo soy —Mostró simpatía
—¡No lo puedo creer! Me alegra mucho
conocerte, siempre he admirado tu trabajo profesional; ¿Podríamos tomarnos una
foto?
—No hay problema.
Mientras se tomaban la foto, llegó la
pareja del actor; hizo un gesto despectivo a Felipe.
—Hola amor, te demoraste mucho en el baño.
¿Todo bien?
—Sí amor, más me demoro en dejarte solo
que las locas en caerte. —Hizo risa
burlona
Era evidente la feminidad que regaba a
cantaros el novio del actor. Felipe, un
tanto molesto por su arribista actitud.
Se despidió con un toque inusual.
—Bueno, muchas gracias. Oye y cuidado con las locas porque van
dejando regueros de plumas por doquier y eso puede ser tan contagioso que lo
poco que despiertas a tu edad se puede opacar.
Me encantó conocerlo. “Bye”
—¡Quédate! Te invitamos un trago y con eso
le haces todas las preguntas que quieras a tu ídolo. De hecho, me llamo Manolo.
¿Tú te llamas?
—Felipe, y gracias por el ofrecimiento,
pero no puedo; mi novio está en la otra mesa y no puedo dejarlo solo; que tal
que venga una “loca” —Le abrió los ojos a Manolo— y me lo quite. La noche es larga, de pronto más tarde
charlemos.
—Claro Felipe —Respondió el actor mientras
le dio su mano.
Al parecer quedaron discutiendo; tal vez
por la demora o por lo arrogante de Manolo.
Al llegar Felipe a la mesa, se dio cuenta
que Nick estaba muy enojado porque no era la primera vez que llegaban a un
lugar y Felipe lo dejaba solo mientras él hacia amistades en los sitios a dónde
iban; también le reprochó el hecho de que él no le permitía a Nick tener amigos
ni hacer lo que él hacia porque entonces ahí si había problema.
—Ya bebe, no te enojes, te prometo que no
haré más eso, hoy. Tu eres mi todo. No tengo ojos para nadie más. Es un actor al que admiré hasta hoy. ¡No te imaginas la desilusión!
—¿Y eso?
—Simplemente me desencanté. Algo arrogante, aunque me invitaron a
quedarme, pero la falta de sencillez en primer plano me molestó.
—Y tú que eres tan delicado. —Sonrió Nick
Felipe se rió mientras seguía el ritmo de
la música. Nick en realidad estaba muy
enamorado de Felipe, le pasaba por alto muchas cosas y no se atrevía a
reclamarle porque temía que Felipe se cansara y lo dejara. Felipe lo quería mucho y lo respetaba a su
manera porque con él se tranquilizó emocionalmente y ya no buscaba hombres como
un desaforado; también temía perderlo porque sabía que encontrar a alguien como
él era toda una fortuna. Nick no quiso
salir a bailar y un señor muy guapo, se acercó para bailar; Felipe miró a Nick
y fue sin ver más problema. Cuando
volvió a sentarse; Nick estaba realmente molesto.
—Me cansé; tú siempre te vas y me dejas
solo. A este tipo de lugares no
volvemos.
—Ok, vengo sólo. ¿Te parece? —Felipe se
encolerizó
—Entonces terminamos. —Nick pasó saliva
como arrepentido de haber dicho eso.
—Es tu decisión. Yo contigo soy feliz. Si quieres pelear, mejor te dejo con la
botella. Desquítate con ella y que te
rinda.
Felipe llegó al hotel cerca del medio día;
y cuando llegó, parecía estar muy molesto y ofendido. Nick parecía angustiado esperándolo.
—Amor, perdóname. Ya no peleemos, no me siento bien. No vuelvo a ser así de intenso.
—Ojalá nuestra confianza y respeto no se
pierda nunca bebe. No me imagino esta
vida sin ti. —Felipe algo dejaba ver del remordimiento de conciencia porque
había pasado la noche en un trio sexual con el actor y su pareja, mientras Nick
lo esperaba preocupado en el hotel.
Pronto estuvieron en Italia donde Felipe
recordó un caso cuando aun estando en su ciudad natal, conoció un cura recién
llegado de Italia por medio de un conocido suyo. Mientras contemplaban el arte religioso.
—¿Tú nunca has conocido un sacerdote
homosexual? ¿O algo parecido? —Preguntó maliciosamente Felipe.
—He oído muchos casos, de personas que…
—Qué… ¿qué? –En tono inquietante
—Que conozco —Eso lo dijo Nick, expresando
temor y mirando con ojos de inocencia a Felipe.
—Ah ¿Y por qué no me habías contado?
—Lo había olvidado. Yo siempre olvido las cosas que no tienen
importancia en mi vida.
—Ósea que me vas a olvidar. —Lo refirió sarcásticamente
—¡Eso nunca!
—¿Y por qué?
—No te hagas el bobo, cambiemos de tema;
—y se pusieron a reír.
—En alguna ocasión, viviendo aun en casa
de mis padres; una persona con la que hablaba por internet me dijo que tenía de
novio un sacerdote y según él; eso era muy común entre ellos, pero bajo la
intimidad propia de un monasterio; ¡Que ni la mano derecha del papa se salvaba!
Mejor dicho, que hay curas muy papacitos que solo buscan sexo. Cogen a los monaguillos de destrabe —Se
rieron ambos por la acentuación maléfica de Felipe.
—¡Quien lo creyera! y mi familia tan
devota que era de esa religión; de hecho, mi padre quería que yo fuera cura y
siempre me inculcó eso. Yo creo que en
el fondo tenían miedo que la sociedad en la que se movían ellos me tildaran de
homosexual, porque a mi hermana siempre preparó en el tema de los negocios,
conmigo nunca fue especial. No sé por
qué. Lo que sé de negocios, lo aprendí
cuando me hice cargo de todo; pues como te he dicho, “Mi familia entera murió
en un vuelo internacional a Israel”; es que mi papá era muy ambicioso. Yo me acuerdo que prefería no vestirse, con
tal de ahorrar dinero; y eso que era uno de los hombres más adinerados de
Suiza. Eso es increíble; en cambio yo si
no soy así.
Por un momento Felipe pensó en su nivel de
avaricia considerando que eso no lo podría llevar a nada bueno en la vida.
Luego se vinculó rápidamente en la conversación.
—Es cierto, mi familia, también siempre ha
sido ignorante en ese sentido. Para mí
la religión es el reflejo de la ignorancia de los hombres.
—Buena frase.
—¿Has tenido experiencias personales con
personas de ese gremio? —Preguntó Felipe
—No, para nada y eso que estudié en
colegios católicos toda mi vida. ¿Tú sí?
—Preguntó interesado.
—En una ocasión; en un viaje que hicimos como
en tercer semestre por medio de la universidad me encontré con un cura que
conocí por internet.
—De modo que también ¿buscabas personas
por internet? Yo siempre dije que no había lugar para gente interesante en esos
medios.
—No me digas que nunca lo intentaste,
aunque fuera por curiosidad.
—No te lo niego, solo que la gente que
conocí nunca fue interesante para mí.
Siempre dije que no me metería con alguien de la red.
—¿Te arrepientes de mí?
—No te conocí en la red; igual la moraleja
sería “Nunca digas de esta agua no beberé” —Se rió mientras Felipe no quedó
conforme con el mensaje. Termina la
historia.
—Él nos recogió en su carro con sotana y
todo; nos llevó a su apartamento mostrándose muy amable y gentil todo el
tiempo; al llegar al bar, me di cuenta que era muy popular; lo saludaban de
besos y lo identificaban como el padre.
Te juro que sentí ganas de irme en ese momento; era la primera vez en un
bar gay con gente desconocida, excepto un compañero de semestre que curioseaba
como yo; no estábamos seguros de ser homosexuales —Se rió— Él fue muy amable y respetuoso, aunque se le
veía en los ojos la intención. Nos contó
que había hecho tres carreras profesionales; que hablaba tres idiomas; entre
ellos “hebreo”; y que cada nada salía del país.
Y yo a la verdad estaba sorprendido; pues desde ese día me quité la
telaraña de los ojos con respecto a esa religión. Y ahora ni hablar de otras religiones; donde
en más de una ocasión los pastores terminaban seduciendo a los jóvenes que
llegan a esos lugares. Todo eso casi que
lo viví en mis inicios universitarios.
De eso soy testigo. Tenaz ¿Cierto?
—Sí, pero no me sorprende. Amor, te estoy conociendo más… eres
tremendo. —Levantó una ceja e hizo una
mirada profunda.
—Bueno, yo tampoco conozco las sombras de
tu pasado, imagino que deben ser muchas porque por ahí dicen que entre uno más
tiene edad, más malo se vuelve.
—Suena coherente. Igual nosotros no podemos juzgarnos por
nuestro pasado; eso lo hemos hablado.
—Te noto sorprendido y en cierto modo me
siento juzgado con tu actitud cuando te cuento las cosas.
—Es parecer tuyo bebe.
Luego del interesante recorrido por
Italia, Francia, Alemania, Portugal; llegaron a Egipto; donde ambos entraron a
un Spa que los trasportó a las mil maravillas de la carne humana. Al final ambos terminaron penetrados por dos
seres extraños. Ninguno dijo nada,
ninguno mencionó lo ocurrido. Fue
secreto de vida y por la vida.
Cuando llegaron a Grecia; Nick tuvo un
decaimiento de salud muy brusco y fue internado en un hospital, donde le
hicieron multitud de exámenes. Mientras
se encontraba Nick en el hospital, el médico que atendía, incitaba sexualmente
a Felipe, este lo despreció en todas las ocasiones, hasta que la tarde del día
siguiente, Felipe se encontraba en la oficina del médico, esperándolo; estaba
inclinado firmando unos documentos, cuando sintió que le sobaron un pene en su
trasero. El miró y era el médico, quien
le dijo en inglés: —Si ves cómo me pones—.
Felipe alcanzaba a ver el pene erecto del médico, que se notaba debajo
de su ropa.
—¿A usted que le pasa? Respete, yo a usted
no lo conozco. —Felipe estaba molesto.
—No pues tan bravo. —Su tono era de burla—
Mire, ese “man” se va a morir en menos de seis meses; está invadido de cáncer. —Felipe por un momento creyó que no entendía
lo que hablaba en inglés el médico; luego lo confirmó preguntándole de
nuevo.
No supo donde quedó. Inmediatamente su mente convulsionó saturada
de los recuerdos y de los momentos más apacibles junto a él. Le dolió mucho esa noticia y más la manera
como la había recibido. Se quedó sentado
en la silla sin coordinar sus pensamientos e ideas.
—Aún no le hemos dicho nada al señor Nick;
pero no demora en ser dado de alta y vendrá a esta oficina para hablar de los
resultados. —Habló el médico ya en tono profesional.
—¿Será que se pone muy mal si se entera?
—Él es un hombre maduro, él debe saberlo.
—Espero que no se ponga peor.
Luego el médico volvió a sus negras
intenciones.
—Felipe, yo te pongo lo que quiera, te doy
la vida que quieras; solo conviértete en mi amante. Tengo tres mujeres y contigo dos pollos. ¿Qué dices?
Se levantó de la silla furioso, con la
intención de pegarle; pero en ese justo momento alguien tocó la puerta. El médico algo asustado, hizo seguir
inmediatamente a quien se encontraba en la puerta. Era Nick.
—Amor, ¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor, no sé qué me paso, estaba
bien y ese mareo fue fuerte. Pero ya
estoy bien.
—Ven siéntate. —Su mirada era de amor para
con Nick como nunca antes había sucedido.
—Tomen asiento, pangasen cómodos. —Dice el
médico ya más tranquilo.
Nick se dio cuenta que algo no andaba bien
y pensó que seguramente Felipe y ese médico habían sexado. Pero tan pronto como pensó eso, reprendió los
pensamientos de su mente y lo reforzó por la apariencia física del médico que
disentía mucho del gusto de su Luz.
—Señor Nick, de acuerdo a los
exámenes. Usted tiene un SEA gástrico.
Nick quedó pálido e inmediatamente miró a
Felipe con tristeza y le dijo: —“me voy a morir”— Felipe no pudo contener sus
lágrimas.
—No diga eso, que hay muchos tratamientos;
ahora la ciencia está muy desarrollada; “el colmo que no encuentren cura para
eso”
—Eso es cierto. Yo les puedo recomendar las mejores clínicas
en ese asunto. En los Estados Unidos hay
más posibilidades de que encuentren remedio a ello.
—Bueno Doctor, muchas gracias. —Respondió
Nick sintiéndose destrozado.
Felipe no se despidió, salen rumbo al
hotel. Luego, preparan todo para viajar
a los Estados Unidos. Llegan a los
Estados Unidos donde Felipe descubre que Nick, es un hombre muy importante y
reconocido; también se da cuenta que una cantidad de laboratorios y fábricas
son de su pertenecía y entra en “shock”; pero no dice nada a Nick. Felipe lo amó de verdad y con plena
sinceridad durante su convalecencia; no pensaba en su dinero como antes lo
hacía; un profundo vacío y dolor lo sobrecogió sintiéndose frustrado de ver que
las personas que le interesaban dejaban de existir. Lloraba en silencio para no mostrarle
debilidad a Nick, pero en el fondo estaba destrozado porque nunca imaginó el
gran amor que en realidad sentía por su pareja.
En una ocasión, después de una
quimioterapia, Nick, le dijo a Felipe que tenía que prepararlo muy bien en caso
de que él falleciera. Felipe por su
parte lo instaba positivamente de que vivirían por muchos años compartiendo la
felicidad que se producían el uno al otro.
—Tú tienes una vida llena de sueños que
vas a vivir; muy seguramente yo no alcance, pero sé que me puedo morir feliz
porque conocí lo que es el Amor; sabes, siempre tuve miedo a no poderme
enamorar por mi condición social, pero tú hiciste eso posible mi amor.
Felipe, lo abrazó, lo besó y lloró mucho
en su regazo insistiéndole en que vivirían por muchos años más. Por esos días Nick hizo que Felipe firmara
muchos documentos, exigiéndole que no preguntara nada. Felipe por un momento pensó que de pronto no
le dejaría nada y que todo lo donaría a una fundación, pero luego se
tranquilizó pensando en que él no necesitaba herencia para lograr sus
propósitos.
Por aquellos meses; Nick, enseñó muchos
secretos de finanzas, de Gobiernos y de comercio Internacional a Felipe; pues
de un tiempo atrás Felipe le había resultado de gran ayuda, puesto que había
firmado una cantidad de negocios que habían resultado muy sustanciosos para sus
empresas. Felipe, era un suertudo
completo y era un joven muy inteligente y capaz. Nick sabía que Felipe iba a lograr muchas de
las cosas que él albergaba en su corazón y confió en él hasta el último día en
que estando en una clínica, con la compañía de Felipe; la muerte materializada
en sus intestinos en forma de cáncer; lo venció.
Felipe, no paraba de llorar. Inmediatamente, los diarios y las revistas;
dieron la noticia que uno de los empresarios más ricos del mundo había muerto
de cáncer. Felipe averiguó y
definitivamente Nick; era todo un personaje empresarial. Lo curioso era la manera como había escondido
eso de Felipe durante esos meses. Se
llegaron sus sepelios y lo que escandalizó aún más a la sociedad fue la magna
fortuna que Nick dejó a Felipe; junto con todo su capital. Ese hecho conmocionó en gran manera al
gobierno de Suiza que ya contaba con el dinero de Nick para fortalecer su
poder. Pero eso había cambiado, porque
si se deshacían de Felipe; la familia que este tenía no era pequeña y por tanto
lamentaron el asunto y difamaron a Felipe y a Nick en el mundo de los negocios,
de una manera muy vulgar y lamentable.
Felipe dejó de ser un joven común y corriente para convertirse en el
joven con la octava fortuna más grande del mundo.
La presa lo asedió y fue víctima de muchas
críticas. En un fogueo periodístico mientras salía de recibir aquella gran
herencia.
—Felipe, ¿Qué se siente pasar del
anonimato a ser el octavo hombre más millonario del mundo?
—Es una sorpresa para mí; no tenía idea
que Nick era propietario de tantas cosas.
—¿Cuál era su relación con el multimillonario
señor Nick Frei? —Preguntó otro periodista
—Una relación de mucho respeto y
compromiso.
—¿Era Nick homosexual?, ¿Era él su pareja?
Felipe entornó su rostro molesto
—Nick ya no existe, lo quise mucho y
pienso que todavía lo quiero y lo querré por siempre. ¿Y quién ha dicho que soy homosexual? Unos
dicen que soy bisexual, otros que soy gay, y en fin, todo tipo de comentarios
se han levantado. Para que no se enteren
por otros labios, todo lo que quieren que yo sea, ¡eso soy! Pero por favor les pido
respeto por la memoria de ese gran hombre que fue mi amigo. Ahora sí me voy, tengo prisa, déjenme pasar
por favor. Siguieron lanzando preguntas,
pero Felipe no se detuvo y se fue protegido por su equipo de seguridad.
Para Felipe, aquel hecho no lo sorprendió
mucho y decidió tomar las riendas de sus asuntos. Hecho esto; recordó la beca que el ministro
le había conseguido para estudiar en la universidad de Harvard en USA y decidió
entrar a dicha universidad a la edad de veintitrés años. Por ese tiempo, con la intención de asegurar
a su familia; los solicitó para que vivieran en una de las mansiones que compró
Felipe en ese país, necesitaba tenerlos cerca; quería compartir con ellos y en
especial con su madre todo lo que había conseguido.
Se radicó con ellos en el estado de Boston
Massachusetts, donde se capacitaba en una maestría acerca de la formulación de
planes Nacionales e Internacionales de desarrollo y donde simultáneamente se
preparaba en el estudio de algunos idiomas, con profesores que él particularmente
pagaba. Sus hermanas ya profesionales
iniciaron en aquel país el aprendizaje del idioma inglés. Dada la cantidad de difamaciones que hicieron
de Felipe; su madre y su familia jamás tocaban el tema de su homosexualidad; ni
siquiera cuando quisieron caricaturizar el amor de Nick hacía Felipe en una
revista muy conocida a nivel mundial.
Cuando Felipe fue reconocido en el mundo
del poder; los más agalludos y jugados en ese ámbito, entraron a proponerle
todo tipo de negocios; pero ellos jamás contaron con la astucia innata que
caracterizaba a Felipe y por supuesto con los miramientos empresariales que ya
tenía fijados ¡Y sí que se supieron estrellar con él! Para aquel entonces, la alta sociedad del
mundo capitalista, empezó hipócritamente a involucrar a Felipe en reuniones
sociales y de alto nivel ejecutivo donde Felipe siempre se destacaba e
impactaba por sus comentarios y su perspicacia.
En todos esos escenarios Felipe no entendía como una comunidad de
homosexuales de la alta sociedad se habían escandalizado tanto cuando no hacían
más que proponerle acciones sexuales que no iban con lo que Felipe
buscaba. Pues en más de una ocasión;
estos varones ilustres y respetados le propusieron tener relaciones en compañía
de sus esposas, tener relaciones amorosas en secreto; entre otras muchas cosas
que en todo momento sacaron el mal genio de Felipe. Fue tanto el acoso que vivió Felipe; que
pensó que seguramente parecía muy gay y decidió contactar a uno de los mejores
cirujanos plásticos de ese tiempo. —Felipe, físicamente era hermoso; muy
elegante siempre, su piel, sus manos; la estructura de su cuerpo como la de un
hombre que no pasa desapercibido en ningún lado—.
Consideró Felipe, inyectarse hormonas
masculinas para cambiar en su opinión muchas facetas femeninas de su
personalidad. Y también se realizó unos
muy pequeños cambios físicos que le favorecieron en gran manera y que por el
contrario atrajeron aún más el morbo varonil gay de todos los que le
conocían. Felipe se convirtió en un
varón muy codiciado tanto por mujeres como por hombres; y no solo eso, sino que
en menos de un año había incrementado su capital, al punto de convertir la
herencia que le había dejado Nick; en la quinta fortuna más grande del mundo.
Felipe solo se reía y jugaba con lo que aprendía diciendo: “jamás pensé que así
fueran los negocios”. —Su corazón siguió destrozado por muchos meses después de
la muerte de Nick, a quién pensó, amó con sinceridad.
Tuvo que aprender a vivir, reconociendo que
jamás podría esperar nada de nadie y que por el contrario, de los cercanos y de
los “amigos” solo podrían venir las peores cosas; por esas razones, era que
nunca ponía su corazón al servicio de nadie; ni siquiera del suyo propio.
En una ocasión, los gobiernos más
consolidados del mundo; hicieron una reunión con los magnates más poderosos del
momento para concretar un negocio que resultaría muy conveniente para toda la
sociedad capitalista. El asunto consistía en lograr unas concesiones
petroleras con jeques árabes y por medio de una alianza establecer un acuerdo
multilateral que beneficiara a los países del G7; Felipe participó activamente
en ese negocio y en otros muchos logrando posicionar su fortuna dentro de
niveles exorbitantes que lo asumían como el hombre más rico del mundo. Ya no tenía a nadie por ese tiempo; ni le
daba entrada a ninguna aventura sexual.
Desconfiaba de todo el mundo hasta que eso se le volvió un problema que
no lo dejaba ni conciliar el sueño. Se
hizo muy poderoso, recibiendo títulos honoris causa de las universidades más
representativas del mundo. Participó en
la creación de “Reality Shows”; apoyó causas sociales y en especial hizo mucho
trabajo por la gente de su país de quién en realidad se dolía mucho.
En una ocasión, fue invitado a una
entrevista para hablar del éxito de sus empresas y de manera inoportuna, la
periodista quiso ahondar en su vida privada; haciendo hincapié en su homosexualidad.
—¿Es usted gay? —Preguntó la periodista de
manera inesperada.
—¡Por supuesto!, todos los hombres del
siglo XXI lo son. ¿Ya le preguntaste a tu esposo que si lo era? —Ella no
respondió
—¿Por qué asegura que todos los hombres
son gays?
—¿Cuál es el problema con serlo? ¿No es
acaso esa la moda?
Siendo renuente la periodista le preguntó,
se habla de un romance que usted tuvo con la famosa actriz y cantante tal; ¿Es
eso cierto?
—Yo no sé usted porque tiene tanto rating,
si no estoy al frente de una buena periodista, deberían cambiarla; una pregunta
más estúpida que la anterior y se acaba esta recocha. —Estaba enojado.
—Bueno, no se moleste; pero su vida sexual
desde el inició ha sido un escándalo completo.
¿Cómo explica eso?
—Por la cantidad de cerebros chiquitos que
no ven. —Nunca he entendido por qué la
humanidad entera tiene una mente tan sexual y tan hipócrita al mismo
tiempo. Nunca calificamos a alguien de
primerazo por sus capacidades sino por sus condiciones entre las cuales
resaltamos la sexuales como si fuera de incumbencia pública. No nos importa que la persona sea el pintor
más excelente del país, sino que anteponemos a eso el hecho de que es
“homosexual” más descarado. Se sufre
mucho en este aspecto por la falta de consideración y respeto a personas que no
eligieron eso. Así como usted no eligió
ser mujer. Tener la capacidad de contemplar
con gusto todos los sexos, debería considerarse una virtud, ¿No lo ve así? —Ella
no respondía
—Bajo esa concepción ¿Cómo visualizas las
familias del futuro?
—Todo es cuestión de los paradigmas que
tenemos en la cabeza los cuales nos limitan a respirar un aire sin diferenciar
los componentes del mismo. Una familia
en el futuro podría llegar a considerar anormal o poco usual una unión entre un
hombre y una mujer. Pregúntese usted
¿Qué hubiera pasado si nos hubieran formado con esa idea?
—¿Dónde deja usted a Dios?
—Sin lugar a dudas Dios es lo más grande y
supremo que la vida misma nos enseña; pero siempre me preguntó lo farsantes que
somos los seres humanos al hablar de Dios cuando ni siquiera le conocemos y
menos le respetamos. Acostumbramos a
escandalizarnos por cosas que nadie se atreve a reconocer; yo pienso que de la
misma manera como Dios aborrece un acto delictivo, aborrece un chisme, o una mentira;
entonces porqué involucrar a Dios en aspectos que de rato han venido sucediendo
en una sociedad fingida, llena de máscaras y conflictos.
—Entonces usted cree que Dios existe, que
no se enoja con el libertinaje sexual y que admite todo camino que quiera
transitar el hombre.
—Si todos procedieran de Dios las cosas
serían muy diferentes; pero yo creo que tan lejos estamos de las estrellas como
de Dios. Le reitero que es muy hipócrita
de su parte poner a Dios como estándar o como un equilibrio para determinar lo
bueno de lo malo; si usted sabe lo que es eso no deberías ser una simple
periodista chismosa y entrometida y menos en un tiempo que de rato la mandó a
recoger. Discúlpeme si la ofendí, pero
en mi concepción el ser gay, bisexual, lesbiana o travesti no es para
lamentarlo, menos para aferrarnos al horror absoluto; se trata de saber asumir
los roles sociales, y de tomar una determinación en la vida.
—Pertenezco a este tiempo y mi perspectiva
de vida es muy distinta a la suya, pero yo no admitiría un 80% de lo que usted
ha dicho; sin embargo, lo respeto.
—¿Alguna vez te has imaginado lo que
sucedería si te enteraras que tu padre tiene la capacidad de contemplar con
deseo una belleza masculina? O ¿Qué harías tú si se despierta en ti esa
capacidad?; ¿La consumarías? ¿O el temor y la vergüenza social te reprimirían?,
todo es cuestión de carácter y personalidad.
Es posible que haya soluciones a todo y aún para ello, pero ¿será eso lo
correcto? Averígualo y me lo cuentas —Se río con ironía.
—Para mí sería muy traumático pensar en la
posibilidad de considerar a mi esposo homosexual; siendo padre de tres niñas y
siendo el varón del que me enamoré.
Felipe se rió —Tal vez lo sea, solamente
que eso nunca se despertó en él o esa capacidad no fue tan superior a su
personalidad. Pero más que seguro estoy
que en alguna situación crítica, eso podría permear su condición de varón. Pero no quiero que los televidentes
malinterpreten esta contradicción en la que seguramente me he sumergido; ser
gay no necesariamente significa estar en la obligación de tener relaciones
sexuales con personas del mismo sexo; ser gay va más allá; es una capacidad, es
una virtud, trasciende todo aquello que el ser humano desde su cerebro puede
crear, formar, hacer, realizar, evaluar; ser gay es sinónimo de Éxito, de
talento, de esmero, de esfuerzo de sometimiento, de dedicación, de integridad;
¡Bajo esa apreciación considéreme a mí el hombre más gay del mundo que la
tierra jamás haya parido! y para mí hay una gran diferencia en asegurar que alguien
lo es, por algo tan mínimo como es el manejo sexual que en últimas es un goce
pasajero y libre.
—No estoy de acuerdo con usted, porque
entonces ¿Qué pasaría con aquellos seres que se satisfacen con menores de edad
“pedófilos”, o con los que encuentran placer en actos poco pulcros y para nada
legales?
—Hay personas enfermas, y dentro de las
parafilias debe haber un sinnúmero de caracterizaciones psicóticas y/o
patológicas, pero ese no es el punto; usted vino a entrevistarme, a conocer de
mí; y su profesionalismo no ha hecho más que indagar aspectos de mi
pensamiento, de los comentarios que giran alrededor de mi persona y no de la
esencia de mi ser. Yo creo que los
televidentes quieren saber quién soy y para ello deben comprender como
razono. Soy yo, por supuesto muy
diferente a usted; permita que ellos “el mundo” me conozca, solamente deje
fluir ese gay que está atrapado en usted; el éxito de la entrevista superara
toda regla profesional; ¡Libérate! Si
quieres hacerle un bien a la sociedad empieza por ver a los seres humanos como
eso y no como máquinas sexuales que se acepten o se excluyan de las esferas
sociales; en eso la sociedad es muy inmadura, atrasada e ingenua. ¿Es acaso el sexo
más importante que la vida o es el parámetro a seguir para poder existir?, en
ese caso, mucho gusto, mi nombre es masculino, ¿Cuál es el tuyo?; ah hembra; me
agrada, ¿Y qué profesión tienes?
La periodista se rió sonrojada —Felipe,
eres un ser bastante interesante y complejo.
Eso es interesante y me gusta; de verdad muchas gracias por todo, por
haber venido y por tratar de romper los esquemas que gobiernan la existencia de
muchos. ¿Te das cuenta?, ya casi que
hablo como tú. —Se río nuevamente.
—¡No digas eso! Gracias a ti por
invitarme.
Basados en esa particular conversación del
doctor Felipe, los medios y los altos mandos religiosos no hicieron más que
desprestigiarlo y tratar de desequilibrar su vida social; pero Felipe solo se
reía y los burlaba con comentarios interesantes que hacían notar lo absurdo del
razonar humano. Siempre decía que cada
quién debería creer en algo, respetarlo, defenderlo, pero jamás imponerlo;
siempre aseguraba que “las ideologías cambian y son un fenómeno al que no se le
debe tener miedo, solamente hay que estar preparados para las cosas y siempre
esperar lo peor del amigo, jamás lo mejor”. Para él, su peor enemigo estaba en
él y siempre su lucha era consigo mismo, con nadie más; no veía como enemigo a
nadie, ni consideraba malo a nadie, excepto su corazón del cual él aseguraba no
conocer con plenitud; reconociendo que las vivencias de su vida le permitirían
identificar lo perverso de su ser en todos los aspectos de su existencia. Siempre polémico, siempre buscando lo
diferente, tratando de no conformarse con los rudimentos que la sociedad en
todo momento imponía. Siempre
manifestaba que quería liberarse de todas las ataduras y prisiones en las que
se había formado; aunque no siempre logró ser el mejor ejemplo de sus dichos;
¡Le fue imposible!
Olvidado todo ese tema. Felipe siguió su
vida de una manera normal y sin discriminación de ninguna índole. Y quiso
buscar un nuevo éxito para tratar de medir la mal llamada “pulcritud social”
donde se le ocurrió hacer un concurso mundial para seleccionar la belleza
masculina más destacada.
El proyecto consistía en “seleccionar al
hombre más bello e inteligente del mundo”;
para ello, solicitó a cada país del mundo el seleccionar hombres entre
los 25 y 35 años para participar en la elección que él denominó “bellos y
sabios”; este concurso consistía en
identificar un hombre muy elegante, atractivo, varonil, y lo más importante con
una capacidad intelectual admirable y con mucho dominio propio para resolver
problemas e identificar prioridades.
Además, el concursante de cada país debía presentarse al concurso
internacional de “bellos y sabios” con un trabajo macro que aplicara cualquier
tipo de idea que beneficiara al mundo en general y particularmente, el país que
representaba el candidato, tendría un contrato millonario para la ejecución de
ese proyecto. Y para completar el galardón por ser seleccionado el hombre más
bello y sabio del mundo, tendría un puesto de trabajo en la Organización de
Naciones Unidas (ONU), con un sueldo muy alto durante el año de su gestión. Al final del periodo, debía entregar su
informe de gestión, y demostrarle al mundo entero que su trabajo fue realmente
significativo para el mundo; de lo contrario, la elección habría sido
equivocada y el jurado elector considerado incompetente. Tuvo buena acogida en su momento.
Se esforzó mucho en trabajar por la
educación del mundo, proponiendo, una educación que sobresaltaba la dignidad de
sus habitantes, haciéndolos muy admirados por sus talentos y pensamientos sociales;
Felipe sentó las bases en el mundo para construir una ¡real sociedad! Donde el
dinero se remplazó por los talentos y habilidades de las personas y el nivel de
vida fue valorado por las capacidades del ser donde el dinero como tal, paso a
un segundo plano, casi olvidado. Aunque
fue mucho lo que le chiflaron los otros países por esa idea; dejó claro que eso
era posible y lo demostró; pero lamentablemente, conocía que ninguno de sus
multimillonarios amigos iba a perder la honra, al ceder el poder a seres con
todo tipo de diferencias.
Siempre pensaba en la cantidad de personas
talentosas que nacían en el mundo y que en muchos casos no podían entrar a una
escuela de música, de teatro; de danza y cosas por el estilo. Se indignaba de palpar como la vida era tan
injusta para algunos grupos sociales y como las clases sociales privilegiadas
hacían alarde de dignidad. Por todos
esos hechos; Felipe empezó a sentirse impotente y se dio a la tarea de
esquematizar todo tipo de soluciones que permitieran una sociedad de clases y
de privilegios de libre acceso, sin que el dinero estuviera supeditado al
poder. Planteaba la posibilidad de
iniciar un proceso educativo en el mundo; donde todos los gobiernos centraran
su poder y sus fuerzas en sus habitantes; preparándolos desde pequeños en el
dominio de las lenguas; viajando sin problemas desde las instituciones
educativas y enriqueciendo culturalmente a los seres humanos en el mundo y por
el mundo. Siempre decía “hay que hacer que las nuevas generaciones dominen el
mundo y no que el mundo los domine y los intimide”; quiso probar sus teorías
con una fundación que llevaba su nombre; donde se dio a la tarea de encontrar
los talentos más significativos en su país; e invertir mucho de su propio
dinero. Su meta era ver que tan
productivo podía ser un ser humano preparado y capacitado para su país y los
resultados que encontraba en el corto tiempo y con no mucha inversión eran
sorprendentes. Estandarizó todas las
facetas del ser humano y pensaba en el deporte, en la ciencia, en la
tecnología, en cada una de las disciplinas.
“Siempre insinuaba que cada persona que nacía era una propuesta de vida
y un reto social”. Decía también: —un
país puede ser tan rico y tan pobre; pero eso solo depende de su población, de
las posibilidades que se les den para crecer” y en eso se basaban sus
pensamientos.
En
una ocasión se imaginó un mundo lleno de personas preparadas en todos
los ámbitos de la vida humana; desde la que barre porque no le gustó hacer otra
cosa en la vida hasta el que dirige una organización multimillonaria; y
concluyó que si los seres humanos entraban desde la primera infancia en un
procesos de descubrimiento a sus potencialidades las cosas serían máximas para
todos; incluso aquel que barre una empresa se vería obligado a aceptar esa
realidad no porque no hubiera nacido con algún talento sino porque la pereza y
los vicios no lo dejaron crecer. Todos
debían tener más que la motivación, las herramientas para descubrir sus
verdaderos sueños y talentos.
Felipe se sentía ya un hombre maduro;
estaba completamente dedicado a su trabajo de empresario; por ese tiempo, su
fortuna era demasiado grande; tanto así que no se sabía con certeza si él era
el hombre más rico del mundo. Sus
propiedades parecían ser innumerables; era dueño de islas y de mansiones,
fincas, haciendas y no había sociedad en la que no tuviera acciones que
llevaran su firma, ni banco en el que no fuera demasiado influyente. Durante su doctorado, su madre entró en
decaimiento y murió; eso fue muy duro para Felipe, puesto que su propósito
siempre fue su madre y por ello se sintió muy mal; sintió que ese mundo
saturador y lleno de vanidad lo había cautivado, obligándolo a dejar en segundo
plano su familia; pues todo lo que pensaba hacer con ella no lo cumplió en su
totalidad. Ella nunca vio nietos, no
viajó en compañía de su hijo por el mundo entero como ella quería, sino por
algunas partes, cuando su hijo estaba un tanto desocupado. Ese fue un golpe demasiado duro para Felipe y
su vida entró en decaimientos, sin importarle muchas cosas de sí mismo. Afortunadamente terminó su doctorado y seguía
convencido en buscar la manera de abolir el dinero de las relaciones
humanas. Su padre murió cuando terminó
su doctorado y fue una situación bastante lamentable para él. Aunque le reprochó sobre su féretro el no
haber contado con un padre ideal; le manifestó que siempre lo amo en su corazón
y que lamentaba la no muy buena relación que siempre tuvo con él. Le pidió perdón y lo enterró con sus ojos
humedecidos. A partir de ese momento,
Felipe se pegó mucho a sus hermanas y a sus sobrinos; eran su familia; la única
familia cercana que le quedaba. De sus
tíos y tías y primos y primas, se había encargado de darle una posición
económica buena y trabajo. Ellos Vivian
bien, como dignos familiares de tal vez el hombre más rico del mundo.
Por ese tiempo; Felipe, asistió a una
reunión de negocios donde conoció a una mujer, veinte años mayor que él y desde
el comienzo esta mujer provocó en él muchas sensaciones que le despertaban su
masculinidad. Felipe había estado solo
durante muchos años, sin ninguna relación seria desde la muerte de Nick y para
él era novedoso empezar a salir con una mujer mayor. Paso el tiempo y a Felipe le informaron, que
aquella hermosa mujer inglesa, había quedado viuda tres veces y que sus maridos
habían muerto en situaciones muy extrañas, además que siempre se trataba de
hombres muy adinerados y con clase social; ella también era una mujer
perteneciente a una familia muy adinerada; pero su capital era demasiado grande
para ese entonces por lo que había heredado de sus muertos maridos. A Felipe eso le dio miedo y quiso evitarla
por muchos días, pero su curiosidad fue más grande y le importó nada todo y se
casó con aquella mujer, pasados unos meses de haberla conocido.
Felipe estaba convencido de que la amaba y
su propósito era respetarla y cuidarla.
Pero lamentablemente; el mundo en el que vivía, en todo momento perturbó
la relación; empezaron a difamar a Felipe y a su esposa. Ella era una mujer muy inteligente y con una
mentalidad muy abierta; le reconoció a Felipe que también le gustaban las
mujeres y que por ende ella aceptaba eso de él.
Y así se lo expresaron al mundo entero.
Todo no paso del asombro y de un escándalo silencioso que le cayó la
boca a todos los medios de comunicación.
Luego Felipe quiso irse a vivir a su país donde mandó hacer una mansión
en la ciudad donde había nacido; una mansión muy imponente donde vivió con toda
su familia. Felipe quería ser padre,
pero la mujer con la que se había casado era estéril y no estaba de acuerdo con
tener un hijo. Por razones de la vida;
juntos construyeron muchos negocios y Felipe pensó en participar en la política
de su país. Pero por múltiples razones
no pudo en ese momento. Pasado un año de
matrimonio, la mujer tuvo un ataque en su corazón durante una cirugía estética
y murió. Felipe sufrió su muerte por
cuanto ella había sido la única mujer que le había hecho olvidar las pasiones
encontradas en un hombre. De lo que no
hubo duda luego de su muerte fue que Felipe quedó constituido como el hombre
más rico del mundo entero. Su fortuna
fue la más grande de todos y eso para él a su edad de casi treinta y tres años,
ya no tenía importancia. Por ese tiempo
deseaba no tener tanto compromiso y tener una familia con la que pudiera vivir
feliz y trabajar, —ya su corazón se había inclinado por valorar las cosas más
simples de la vida—. Idealizaba muchas
cosas en su mente; puesto que no era feliz.
Desde su mansión en su ciudad natal, la
cual llevaba el nombre de su madre, buscó la manera de supeditar todos los negocios
a él o a su organización y sucedía que mientras el dinero en cualquier país del
mundo crecía, el suyo también crecía y bajo esa simetricidad jamás entraría en
quiebra. Era un hombre con mucho dinero
y poder hasta que se convirtió en un problema para el mundo entero; al punto
que todo el mundo culpaba a Felipe por el mal nivel de vida y por la pobreza
extrema que atacaba muchas regiones del mundo globalizado.
Quiso entonces formar “ciudadanos del
mundo” cuya cédula de ciudadanía fuera un shift de identificación donde se
conociera todo acerca de la vida de ese ser humano. Ofreció un modelo de educación en la cual los
niños se recrearán en su nivel de prescolar; aprendieran las razones del
aprendizaje en primaria y finalmente se profesionalizarán en bachillerato. Jóvenes que perfectamente podrían ser
profesionales a muy temprana edad y productivos para el país. En definitiva, cada habitante de cada país
estaba en la obligación de enriquecer a su Nación con su trabajo y a cambio de
ello tendría acceso a bienes y comodidades.
La ONU, era la encargada de diseñar estrategias para que los países con
buen potencial de productividad y eficiencia humana ayudaran a plantear
soluciones para que los países más atrasados salieran adelante. Pues la educación siendo gratis en todos sus
niveles, no aceptaba justificación de que una persona no hiciera nada en la
vida y no planteara nada novedoso. “era
la época de la innovación” y de los grandes inventos de la inteligencia del
hombre; además del valor de los valores y del respeto de la ética humana. Estando ese mundo en marcha; todos los países
cooperaban y trabajaban sin inconveniente, y cada ser humano de acuerdo a su
talento, conocimiento, gusto, deseo, virtud, trabajo, vivía con la calidad de
vida que su talento le permitía gozar y ayudar a su Nación y por ende al mundo.
Una vez que Felipe hubo logrado eso, se
sintió satisfecho y muy feliz en su corazón.
Ya a sus cuarenta y dos años, quería dedicarse a él y sentía la
necesidad de formar una familia. Estaba
cansado de estar solo y de sentirse vacío en un mundo lleno de corrupciones y
mentiras. No hubo cosa que no hubiera
alcanzado de todo aquello que su mente imaginó.
Lamentablemente con todo ello; Felipe
descubrió en su corazón que aún no era un hombre plenamente feliz.
EL AMOR
Para ese momento muchos eran los cambios que había presenciado Felipe; se encontraba, por tanto, dentro de un espacio de reflexión continua, caracterizando cada uno de los espacios bellos y no bellos de su comportamiento como ser humano en su paso por la tierra. Se sentía satisfecho con sus logros, pero no feliz.
Radicado completamente en su país de
origen; en aquella mansión que construyó a su madre. Un día salió a caminar y miró a lo lejos un
muchacho como de diecinueve años de edad, de pasos largos y bien definidos y
con una estructura ósea alargada y algo robusta. Llamó mucho la atención el andar de ese Joven
a Felipe. Siguió su camino como en busca
de algún consuelo y no halló más que personas alegres, sonrientes y una ciudad
casi perfecta, donde se viabilizaban los sueños de todos los seres humanos que
la habitaban.
En otra ocasión, fue invitado a participar
en un evento organizado por una universidad; el evento consistía en la
demostración semestral, de cada facultad de entrenamiento a los talentos que
crecían en su ciudad. Sentado bajo la
observación de muchos estudiantes; pasados diez minutos de comenzado el
evento. Vio entrar al recinto, el mismo
joven que había llamado su atención mientras caminaba por las calles de su
ciudad. Esta vez, tuvo la oportunidad de
observar detenidamente el rostro de al parecer este estudiante y de sonreírle
durante todo el evento. Felipe se
conmocionó al ver esos ojos redondos y cafés; le agradaba ver su corto y
abundante cabello negro que hacía resaltar su piel blanca, su barbilla bien
definida sobre los extremos de su redonda cara y su talle corporal que lo
destacaban del resto de los cuerpos al son de su presencia; le agradaba mucho
mirarlo; había algo en él que lo hacía diferente a los muchos muchachos que
presenciaban el evento. Lamentablemente
al terminarse la reunión, muchas personas saturaron a Felipe y fue imposible
para él entrar en contacto con aquel joven tan agradable para sus ojos.
Pasaron los días y Felipe se acostumbraba
a la idea de que vivir solo era lo mejor; entró en un momento de depresión
sobre su alcoba, lloró amargamente su pasado y su presente, sentía que la vida
en sí era un argumento que no alejaba los fantasmas que hacían miserable los
días de la tierra. Lloraba tratando de
encontrar una respuesta a lo que estaba sintiendo, se sentía tan poco, tan
sucio, tan vacío y tan superficial. Se
levantó de su cama y se paró frente al grande espejo de su baño personal. Empezó a distinguir las máscaras del éxito de
su vida y con rabia las desgarraba de su rostro de la misma manera como las
águilas se renuevan para no morir en las alturas cuando su plumaje se hace
ancho y pesado con el paso del tiempo.
Encontró sobre aquel espejo, una mirada aislada, cubierta de mucha
lucidez y generosidad; encontró a su
vez, una máscara gris con unos ojos codiciosos y para nada satisfechos; siguió escarbando por entre la luz del espejo
que proyectaba su rostro sobre su verdadera cara y encontró otra máscara, pero
esta vez era sumamente pálida, y sus ojos estaban cerrados; para ese momento sintió miedo, mucho
miedo; pero de la misma manera encontró
un rostro alegre, feliz, con éxitos y
capacidades que parecían nombrar su historia;
luego se encontró con un rostro asfixiado, algo morado y lleno de
lágrimas. Era él y de la manera como
había hecho con las otras máscaras, la desgarró sin piedad de su anatomía
humana y sangró mucho por ello, pero se sintió mejor y pudo respirar. Finalmente; al elevar su mirada nuevamente
sobre el espejo; encontró un niño, lleno de ilusiones y desesperanzas; un niño
que le abrió los brazos y le dijo “te amo”.
Luego, inició un derramamiento de lágrimas muy grande sobre los ojos de
aquel infante; muchas eran las lágrimas y de un tamaño considerable para
aquellos pequeños ojos, luego ese niño le dijo “me mataron” y en ese momento
vio al hombre de cuarenta y cinco años que miraba detenidamente, sus ojos rojos
y humedecidos de tanto llorar.
Sintiéndose un poco más desahogado, Felipe quiso hablar con alguien;
contar con alguien; pero no hubo quién.
Tampoco usaba diario personal porque lo consideraba algo demasiado
riesgoso.
Ocho días después, Felipe leyó en el
periódico; que en la ciudad donde habitaba, unas personas habían sido
asesinadas de una manera muy extraña, se trataba de una pareja de homosexuales
que vivían del arte de la belleza y la moda.
No se tenía conocimiento ni rastro del causante de aquel asesinato,
menos las razones por las cuales habían dado muerte a aquellos personajes
tratándose de un asunto para aquel entonces ya superado socialmente por la
humanidad. “respeto a la diferencia”.
Pasaron dos meses cuando Felipe fue
invitado a un congreso mundial de “soluciones y cambios”; este tipo de
congresos se hacían periódicamente cuando el tiempo así lo requiriera. Felipe, no tuvo problema en prestar su
mansión para dicho evento y planteó su no deseo de viajar pero que si requerían
tanto de su presencia, el evento podría llevarse a cabo en su mansión. La idea pareció bien a los delegados
internacionales de las Naciones y el evento tuvo lugar en la mansión de Felipe.
Ese día se había preparado un consejo de
seguridad muy grande para todos los personajes que asistían. Pero Felipe por su cuenta sugirió a la
universidad seleccionar diez estudiantes interesados en el asunto y destacados
en cuanto a su rendimiento académico. De
esa manera la universidad dispuso de estos estudiantes. Llegado el día, Felipe se reencontró con sus
viejos amigos de la política y con grandes colegas y admiradores de su
destino. Al ojear la sección donde
estaban los estudiantes; allí se encontraba como sobresaliendo por encima de
todos, como destacado por entre los destacados, el mismo joven que había visto
a lo lejos en ocasiones anteriores.
Felipe, abandonó su lugar antes de que comenzara el congreso y saludó a
los estudiantes y llamó a este joven tan particular y sonriéndole bajo el
fulgor de una mirada explosiva y penetrante, le dijo: —con voz algo nerviosa,
mandaba saliva y compungía sus cuerdas vocales,
—¿Cómo te llamas? —Su tono era nervioso
—Daniel, señor. Me alegra conocerlo personalmente.
—¡El gusto es mío! Me interesa hablar con usted. Ya va a empezar la reunión; apenas acabe,
quiero que te quedes y hablemos. ¿Te
parece? —Felipe se veía feliz.
—Bueno señor. Claro que me quedo. Muchas gracias.
Nuevamente Felipe estrechó su mano y salió
de su presencia. Durante el evento
Felipe parecía estar perturbado por la presencia de Daniel en aquel lugar y no
hallaba la hora de entrar en “break” para hablar con él. Estaba muy distraído Felipe del tema de
conversación que se discutía. Pero como
siempre, adelantaba sus conocimientos bajo la formulación de preguntas muy concretas
y opinaba. Ese día no hubo receso y los
personajes se quedaron en la mansión de Felipe por espacio de una semana. Afortunadamente, cuando acabó la reunión de
ese día, Felipe dejó su teléfono personal a Daniel y le pidió el suyo. Eso tranquilizó sobremanera a Felipe quien se
sentía fastidiado de tener a esos personajes ocupándolo en su mansión.
Acabada aquella semana; Felipe nuevamente
llamó a Daniel; pero esta vez no fue para saludarlo y saber cómo le estaba
yendo en el estudio y con el alcance de sus metas y de otras cositas. Felipe, esta vez lo invito a Cenar a su
mansión. Una comida preparada por él.
Felipe estaba muy nervioso; pues desde
unos días atrás estaba pensando en esa noche que debía ser muy especial; y
sentía miedo el solo pensar que a Daniel no le gustara la comida; era la
primera vez que Felipe cocinaba para alguien y no era experto en el ámbito; de
hecho, no le gustaba la cocina.
Llegó el día y Felipe dejó todo preparado
para la noche. Acomodó su mesa más
elegante y dispuso de todo para quedar solo con él en su mansión. Sus hermanas estaban de viaje junto con sus
sobrinos y pues no había nada que interrumpiera. Muy elegantes, estaban ambos, como reconociendo
la importancia del encuentro.
—Hola, Daniel, me alegra que estés
aquí. ¿Cómo estás?
—Muy bien señor. Gracias. —Se notaba sorprendido
—Ven siéntate. ¿Te gusta la comida de mar?
—Me gusta. —Daniel se encontraba algo
nervioso e impresionado
—Y qué me cuentas de tu familia, ¿Siempre
has vivido aquí?
—Sí señor.
Se sentaron a la mesa y Felipe sirvió la
cena.
—¿Quieres hacer un brindis? —Ofreció
Felipe con mirada coqueta
—¡Ok!, brindo por estar aquí en la mansión
de una persona muy interesante y especial.
Brindo porque no me lo creo. Y
sonrió, como llevándole la idea a la cara de alegría que tenía Felipe.
—Yo brindo porque aceptaste venir aquí y
porque estoy al frente de una personita que me impresionó mucho desde el primer
momento que la vi.
Se sentaron a comer.
—¿Y por qué me invitaste a esta cena?
—Porque…, me llamaste la atención desde el
primer momento que te vi.
—¿Y cuándo fue eso?
—Un día salí a caminar; y vi el definido
caminar de un joven, con pasos largos y con un cuerpo muy distinguido. Me gustó verlo. Ese, eras tú.
—Ah sí, ¿y por qué tan seguro? —Se rió y
sonrojó.
—Porque luego te vi entrar en el auditorio
de la universidad; llegaste tarde, pero al entrar te robaste mi atención. No sé si lo notaste.
—Solo recuerdo que me mirabas mucho y te
reías. Llegué a pensar que te burlabas
de mí.
—¡Cómo piensas eso! Para nada.
Solo me llamaste la atención y por eso estas aquí.
—¡Tú siempre me has llamado la atención!
—Felipe sintió quedar sin aliento.
—Muchas gracias. Aprecio lo que dices. Háblame de ti.
—¿Qué quieres saber?
—Lo que me quieras contar.
—Como ya sabes, mi nombre es Daniel Moros,
mi familia toda es de este maravilloso país.
Tengo muchos sueños; me encanta la música; sueño con ser cantante y por
ahora, soy director de cine, pero me gustaría ser también estrella de
cine. Soy bueno para eso y pues la
universidad me ha descubierto aún más esos talentos. Me apasiona mucho. Tengo una hermana y “una muy buena relación
con mi papá”. Mi mamá es algo cansona y
dice que debo ser como usted; seguir su ejemplo y dedicarme a otras cosas. Mi papá le argumenta que yo debo ser un varón
y que como tal debo portarme y no le gusta para nada mi carrera; dice que eso
es para afeminados. Y mi hermana es una
súper actriz; es muy buena. Creo que la
película que sale este año de la universidad, ella la va a protagonizar.
—Bien por ella; estoy seguro que tus
sueños se van a hacer realidad y en lo que yo te pueda ayudar, es, sino que me
digas. Oye, ¿y por qué tu papá, te
insiste en que debes ser un varón y no un afeminado?
—Mi papá es demasiado homofóbico y siempre
me ha inculcado que tenga cuidado con ese tipo de gente. Mi mamá, por el contrario, dice que yo estoy
en la libertad de que me guste cualquier persona, desde que me cuide y sea
responsable de mis actos.
—¿Y tú qué piensas?
—Yo no quiero ser gay. No debo aceptar eso en mí; además me siento
bien con las mujeres; ellas me gustan y me siento bien. Aunque si he tenido gran curiosidad por
explorar un hombre; por tocarlo, sentirlo; pero no más. Es que mi papá siempre se la pasa casi que
desnudo por la casa; entonces eso para mí no es tan representativo ver un
hombre y excitarme, porque pienso en mi papá.
—¿Por qué crees que te invité a mi
mansión?
Se queda callado Daniel como pensando en
una respuesta; de repente dice:
—Porque siempre te he admirado y he tenido
gran respeto por tu opinión; aunque hay muchas cosas que no comparto.
Felipe le toca su mano sobre la mesa y
comienza a masajearla suavemente. Daniel
se queda callado y hace una mirada de aceptación.
—Eres un chico muy lindo. Tú me gustas.
—Gracias.
Tú también me gustas y te considero un ser único. —Y sonrió
nerviosamente.
—¿Tienes miedo?
—Para nada. Solo que esto es nuevo para
mí. Tú no me das miedo. Tú me gustas y te admiro mucho.
—Me siento complacido por lo que
dices. ¿Te gustaría tener algo serio
conmigo?
Daniel lo mira fijamente a los ojos; da la
impresión de que ha entrado en un estado de pensamientos y contradicciones esperadas;
le dice: —¡me da miedo! — Porque nadie sabe que soy gay. Ni siquiera sospechan, además mi papá me
mataría. Tú eres un personaje público y
eso hará que yo salga a la luz de las Naciones en menos de nada. Y se rió con
algo de temor.
—Entonces no te interesa nada
conmigo. Entiendo. Entonces seamos amigos.
Daniel se queda pensativo y lo mira
fijamente a los ojos; luego se levanta de la silla y le da un abrazo muy
tierno, luego lo besa con mucha suavidad y ternura.
—Tú eres una tentación muy grande, me
arrepentiré toda la vida sino cumplo el deseo de mi corazón. Pero seamos muy discretos.
Felipe responde con otro beso; un beso muy
pasional de su parte, que inmediatamente puso erecto su pene.
—A partir de ahora, vamos a respetarnos, a
estar los dos; no terceros ni terceras.
Quiero que manejemos esto con mucha discreción y seriedad.
—A mí me da miedo tener sexo con un
hombre, y me da pánico pensar en adquirir un VIH o esa enfermedad que está de moda
por estos días, la que, en cuestión de ocho días, diseca la persona y le brotan
del cuerpo pepas grandes de pus y lo destruyen; eso es muy triste y lamentable,
pero contigo quiero vivirlo todo. Sólo
conozcámonos mejor, aún no me siento preparado para algo así.
—Yo no quiero sexo contigo. Quiero nos apoyemos, viajemos juntos,
conozcamos lugares y la pasemos bien.
Tenemos que seguir viéndonos de cualquier manera y con eso haremos todo
lo que nos haga sentir mejor. Contigo
siento algo que no había sentido nunca; estoy descubriendo algo en mí que no
conocía; tú me agradaste desde que te vi caminado por las calles de esta ciudad
y te veía en mi pensamiento, ahora te veo frente a mí y me dan ganas de hacer
muchas cosas, me siento feliz.
—¡No te alcanzas a imaginar lo feliz que
soy hoy!
Siguieron besándose por el largo de dos
horas y hablaron de muchos asuntos personales y aquellos relacionados con el
manejo de la discreción.
Para Felipe, no era problema reconocerse
como una persona que contemplaba con agrado los dos sexos y por ende para él no
habían restricciones; pero entendía claramente que Daniel necesitaba tiempo
para asimilar algo así, y justificaba su comportamiento por las condiciones de
su familia y por lo que él le contaba; pese a que en ese tiempo ya las
sociedades habían superado ese flagelo y tener una relación homosexual era tan
normal como cualquier relación heterosexual; todo era visto por cuestión de
agrado, complacencia, placer y por ende Felicidad. La educación permitía ver a cada persona como
una estructura mental interesante y la ignorancia había desaparecido al tildar
un ser humano de algo por su condición sexual.
Sin embargo, Felipe se ilusionó mucho con Daniel y encegueció sus
pensamientos y miradas de cara a la realidad y lo aceptó sin ningún problema ni
reproche.
En una ocasión, Felipe tuvo que viajar a
un país de Latinoamérica; este viaje lo hiso en compañía de su Amigo Daniel
quien le reprochó ser eso una ocasión muy grande para comentarios y
habladurías. Felipe no diciéndole nada,
le presentó un grupo musical del cual Daniel era fan número uno y Felipe movió
todas sus influencias para que grabarán un disco en compañía de Daniel. Lo cual se hiso.
Daniel era de un temperamento muy fuerte
con Felipe, y casi siempre trataba de sacarlo de sus conversaciones de amigos y
de evadirlo de sus asuntos. Felipe
aceptaba que los tiempos eran diferentes y que él ya no era el joven que tantas
diversiones vivió y por ende permitía que su Amor, se sintiera feliz sin su
presencia para algunas cosas.
En otra ocasión, Felipe llegó al
apartamento que había comprado para encontrar siempre a Daniel y para su
sorpresa y dolor lo encontró en compañía de otro hombre y una mujer teniendo
sexo de manera muy pasional. Felipe, se
retiró del lugar haciendo notar su presencia y no quiso saber de Daniel nunca
más para sí. Lo borró de sus
pensamientos y trabajó mucho para sacarlo de su corazón; pero en ese lapso de
tiempo, la intensidad de Daniel creció sobremanera y de manera absurda, empezó
a decir en los medios Nacionales que se había enamorado del hombre más
maravilloso de la tierra y que una vez se enamoró, fue desechado.
Felipe, recibió muchas críticas de parte
de páginas amarillistas que desataron polémicas en las principales revistas y
noticieros mundiales, los medios hicieron gran escarnio de su situación
sentimental. A lo que él siempre
contestaba: —“no sé de lo que me están hablando y si siguen con ese tema, mejor
terminemos esta charla aquí”.
En sus ojos, se notaba mucho dolor por lo
que había sucedido, puesto que su corazón realmente se había enamorado de
Daniel. Fue tanto el dolor de Felipe
para entonces que decidió no volverse a enamorar, ni a fijarse en cualquier
andar. Pasaron tres años, donde el
equipo de seguridad de Felipe, no permitió el acercamiento de Daniel a nada que
tuviera que ver con Felipe; puesto que secretamente Felipe había recibido
amenazas anónimas y dañinas. En ese
tiempo estuvo completamente sólo, conoció muchas personas y trabajó en muchos
asuntos internacionales.
Ante la decisiva de Felipe de no volver a
ver a Daniel, este atentó contra su vida en muchas ocasiones, se agredía
físicamente hasta que lo internaron en un lugar especial para personas
desequilibradas; sus padres se conmovieron mucho por la situación de su hijo y
aunque al principio quisieron prestarle toda su ayuda; al final, lo dejaron
solo.
Luego de un tiempo, ingresó a un centro de
estudios socioculturales donde tuvo que viajar por muchos países según lo
exigía el currículo; en uno de sus viajes conoció a un compañero inscrito al
mismo centro de estudios; su nombre era Jerónimo, se dedicaba a la producción
de música y además se destacaba por ser muy apuesto y varonil con una fama de
“don Juan” indiscutible, puesto que tenía la capacidad de “conocer” a la mujer
que quisiera sin hacer el mayor esfuerzo.
—Daniel, estoy haciendo un proyecto
musical para un colegio infantil que me contrató. He escuchado que usted es bueno en el asunto,
¿me puede dar una mano? Porfa. —Le pidió Jerónimo
—¡Claro! Y ¿Cómo cuando necesita mi ayuda?
—Respondió Daniel
—Mañana mismo.
—Ok.
¿A qué horas y dónde nos vemos?
—En mi apartamento tengo todo el equipo,
¿Le molesta si va a mi apartamento?
—No, para nada. ¿Debo pensar en algo para ir construyendo una
idea?
—No, mañana te explico, tengo un poco de
afán. Gracias Daniel, ¡Usted es un
vacan!
Al día siguiente, empezaron a trabajar en
el proyecto; Daniel estaba muy concentrado hasta que se perturbó por una mirada
muy insinuadora de su compañero de trabajo.
—¿Y eso? ¿No me diga que usted también es
del cuento?
—No me molesta la idea; pero si empiezo a
sentirme curioso por descubrir otro tipo de sensaciones. Cuénteme como fue su experiencia con el
admirado doctor Felipe.
Daniel lo miró con rabia y le dijo: —¿Tenías
que recordármelo?, no me gusta hablar de eso.
Yo mejor me voy ya.
Jerónimo se paró en la puerta de su taller
de música evitando la compulsiva salida de Daniel; ambos quedaron de frente
mirándose detenidamente a los ojos.
—¡No te pongas así!, tú eres muy bello, la
vida te dará cientos de oportunidades y muchas nuevas enseñanzas. —Hablaba
Jerónimo con propósito.
Daniel le lanzó una mirada severa en señal
de su aturdidora rabia, pero pensó ligeramente en la posibilidad de cobrárselas
y le siguió el juego. Jerónimo se
impulsó y besó a Daniel como nunca antes había besado una mujer. Ambos se fueron quitando lentamente la ropa;
ambos sentían la potencia de la fluidez de su sangre por sus venas, ambos se
sintieron muy atraídos, rozaban sus cuerpos bajo millones de efectos
electroquímicos que los hacían estremecer y gemir al contacto de sus cuerpos. Cuando Daniel se encontró en un nivel de
excitación placido, se acordó de Felipe, abrió sus ojos y miró a Jerónimo
ciegamente besando su cuerpo; analizó el lugar y vio un bisturí muy cerca de
donde estaban; rápidamente lo tuvo en sus manos mientras el “machote” le hacía
sexo oral. Empezó a acariciar su cuello,
sintió el pulso que emitía la vena yugular de Jerónimo y sigilosamente movió su
mano derecha hasta que cortó el perímetro donde la yugular bombeaba con mayor
precipitación; luego de la primera vez siguió hincándolo con gran euforia
mientras gritaba con airada voz: —“YO NO SOY HOMOSEXUAL”; al reaccionar se
encontró con un cadáver; se asustó y se marchó rápidamente del lugar de los
hechos. Afortunadamente la acústica del
lugar, no advirtió de ruidos extraños a los vecinos, pero, aunque Daniel se
llevó consigo la prueba del delito, sabía que en cuestión de horas lo
identificarían como el asesino porque había registro en las cámaras de
seguridad que él había estado a esa hora en su apartamento. Llegó a su casa y avisó a su familia que
viajaría esa misma noche.
Tomó vuelo y se fue para Israel. Pasados tres días, toda la ciudad donde ellos
vivían estaba impresionada por la muerte del joven; de inmediato comenzaron las
investigaciones. Las cámaras de
seguridad del edificio donde se encontraba el apartamento de Jerónimo se habían
congelado y debían repararlas ese mismo día, pero todavía no lo habían
hecho. Ese día habían llegado unos
amigos extranjeros de Jerónimo quién había sugerido antes al vigilante que no
los anunciara y que simplemente los hiciera pasar. Ellos iban con el propósito de hospedarse en
su apartamento. Después de timbrar
insistentemente y de llamar al celular de Jerónimo; se sentaron en las
escaleras del corredor a esperar; pasó una hora y decidieron irse sin avisar al
nuevo vigilante puesto que habían cambiado de turno. Se hospedaron en un hotel de la ciudad muy
molestos con su amigo Jerónimo.
Finalmente, fueron los primeros sospechosos de aquel crimen y a nadie se
le ocurrió culpar al bello Daniel.
Estando en Israel; un hombre árabe de
considerable estatura; reconoció a Daniel como el sujeto que había involucrado
en unos escándalos al doctor Felipe y lo insultó en la calle generando que las
personas lo vieran con malos ojos. Daniel se indignó mucho; siguió al sujeto por
algunos días hasta que llevó a cabo su psicodélico plan. Lo emburundagó sin que él lo reconociera; lo
aisló llevándolo en su vehículo a un lugar donde confluían camiones de carga
pesada; lo tiró a las llantas traseras de una ¨tracto mula¨ que iba a gran
velocidad. El hombre quedó desmenuzado
después de que las llantas lo arrastraron por la carretera. Efectivamente, murió; Así lo despidió Daniel
de este mundo.
Se fue Daniel rápidamente y tomó un vuelo
directo para Alemania. Se dirigió a un
hotel donde se hospedó por unos días. Él
llamó a su familia quienes le informaron del asesinato de Jerónimo y de la
retención de tres presuntos culpables.
Al oír eso, Daniel se sintió privilegiado. Desde que se hospedó en el hotel, trató de
buscar la manera de ocultar su verdadera apariencia física y así lo hizo. Lucía como todo un señor de edad madura. Había puesto canas ficticias sobre su cabello
y puso unas mascarillas en su rostro que lo hacían lucir mayor.
En una ocasión, vio en la calle como un
papá le pegaba a su hijo, el cual le gritó a viva voz: —“no me importa si me
pega hasta matarme, no con eso me va a arreglar”; ¡yo nací así, no es mi culpa! Se sintió identificado con ese jovencito y
tuvo pesar por él. Los siguió hasta que
identificó su casa. Horas más tarde,
siendo ya de noche, acudió a esa familia.
El señor que había maltratado a su hijo, abrió la puerta y salió a su
encuentro con un gesto de hombre disgustado; en idioma alemán le dijo: —¿Qué quiere?
—, Daniel le respondió: —Estoy aplicando una encuesta en este sector; esta ya
es la última, le pido el favor que me colabore; ya estoy un poco cansado. El señor le dijo: —No tengo tiempo—, y le dio
la espalda. Luego le gritó Daniel: —¡Se
trata de su hijo! —. El señor se dirigió
a él y con un gesto intimidante daba la impresión de que lo fuera a
morder. Cuando ese señor tomó aire para
hablar, Daniel dejó de respirar y lanzó un polvo diferente que lo descontroló
todo y lo sujetó a su voluntad.
Daniel ordenó: —“saca tu carro, no habla
con nadie y recógeme en la esquina”—; así fue.
Lo hiso conducir por una vía malgastada, en estado de reparación; y
llegando a ciertos abismos, se bajó del vehículo y ordenó al sujeto a que
acelerara. De esa manera se deshizo de
él. Caminó mucho sobre la helada
carretera; casi que amanecía cuando pidió ayuda a un vehículo que pasaba
cerca. Silbó fuertemente, el carro
paró. Les pidió que lo acercaran a la
ciudad pretextando que su carro se había varado. Se trataba de un grupo de música y teatro;
eran nueve jóvenes drogadictos en estado de euforia; eran seis hombres y tres
mujeres. Las mujeres empezaron a tocarlo
y manosearlo, pero él las rechazó; al mirar eso uno de los hombres se levantó
con alevosía y cogió la cabeza de Daniel agarrándolo del pelo y restregó la
cara de Daniel sobre su pene por encima de su pantalón, le gritó “mientras lo hacía:
—“acaso es esto lo que te gusta, maldito
bastardo”—. Daniel se asustó mucho al
ver el maquillaje de su rostro sobre el pantalón del hombre que parecía tener
unos veinticinco años; cuando ellos vieron su rostro, todos se impresionaron y
le preguntaron si hacía teatro; Daniel se calmó un poco; estaba completamente
indignado, luego se limpió el maquillaje en el carro. Ellos lo reconocieron como el amante
escandaloso y odiado que había molestado al honorable doctor Felipe. Ellos no lo fastidiaron y siguieron en su fantasía
hasta que lo dejaron donde Daniel quería.
Al día siguiente viajó a Australia.
En Australia, trató de ser lo más femenino
que pudo y se dirigió a bares heterosexuales.
La primera vez que entró nadie dijo nada; todos lo ignoraron. Pidió algo de tomar y miraba persuasivamente
a todos los hombres como provocándolos.
Ellos temían mirarle el rostro y apartaban sus ojos al verlo; algunas lo
miraban de reojo. Luego pidió la cuenta
y entró a otro bar donde lo chiflaron apenas entró. Se acercó el tendero y le dijo —“aquí no se
aceptan medio mujercitas” es mejor que te vayas, te pueden fastidiar—; le dijo
con mucha feminidad y glamur: —¿acaso me importa lo que digan esos estúpidos? Tráigame un vodka bien caliente. Empezó a mirar persuasivamente a los hombres
de una mesa que se burlaban de su presencia.
Daniel los miraba y sonreía como incitándolos a tener sexo. Ellos se estremecieron tanto que todos
callaron y se miraron entre ellos.
Daniel fue al baño y los cinco hombres lo siguieron dándole órdenes al
tendero de que el baño quedaría fuera de servicio. Así fue.
Entraron todos los cinco corpulentos hombres, y empezaron a tratar a
Daniel como una perra o prostituta; lo empujaban lanzándolo entre ellos como si
él fuera una pelota de basquetbol; halaron su ropa, se la rompieron; uno de
ellos puso sus pesadas manos en sus hombros y lo arrodilló; todos sacaron su
pene y por turnos lo introducían en la boca de Daniel. Él estaba emocionado; le gustaba lo que
pasaba y trato de seguirles el juego.
Cuando la situación estaba llegando a otro nivel, una imagen de Felipe
cubrió su mente y pareció como si hubiera despertado. Se dio cuenta lo que estaba haciendo; se paró
y sacó su pene, pero estos hombres le dieron palmadas y puños fuertes en su
rostro y le dijeron “ni lo sueñes, usted es la puta, no nosotros”. Daniel se angustió, pero no lo demostró. Del bolsillo de su pantalón sacó un arma con
la que sujetó a una víctima y ordenó a los otros el hacerse el sexo oral entre
ellos o del contrario el mataría a su amigo.
Ellos se asustaron al ver el decidido rostro de Daniel y lo
hicieron. Daniel les daba órdenes de lo
que debían hacer; hasta que los hizo penetrar a todos entre ellos y luego se
arrimó a la puerta y les dijo “hagan con este lo que se han hecho entre
ustedes” así lo hicieron. Daniel salió
de prisa de aquel lugar, se montó en un carro público y se fue.
Estuvo en Australia muy pocos días y luego
se marchó. Tomó vuelo para España. Conoció muchas cosas en ese lugar; no ocultó
su rostro, muy pocas personas lo reconocían como el amante que había tenido
Felipe. Pero la mayoría lo había
olvidado y lo veían y trataban como una persona normal; se sintió bien en
España por la liberalidad de la gente, se sentía tranquilo. Un día, como desesperado se fue para un bar
gay, pero se dio cuenta que no era lo suyo; no duró en ese lugar cinco minutos
cuando decidió devolverse. Salió y tomó
un taxi. El taxista lo miraba por el
retrovisor como insinuándole algo. Le
dijo: —Yo nunca he tenido sexo con otro hombre, pero me gustaría intentarlo; no
lo veo mal. ¿A ti te gustaría? — Daniel lo miró y se rió. Le dijo: —es mejor que no haga nada, eso
cansa. ¿Es usted casado? —, — sí y tengo
tres hijos varones—. Respondió el señor
taxista.
—¿Y por qué quieres hacerlo?
—Por curiosidad, solo por eso. ¿Te le mides? vámonos para un motel, agregó.
A Daniel le sonó la idea y aceptó. Se descargó mucha pasión entre los dos,
Daniel se sintió teniendo sexo con un hombre de verdad, le gustó mucho; el otro
hombre parecía un poco más limitado pues se notaba que era inexperto. Daniel de tanto encanto se dejó penetrar por
primera vez del susodicho taxista y se sintió muy bien. Luego le dijo el taxista.
—¡Yo no pensé que esto fuera tan rico!,
—¿Te gustaría repetirlo?
—Sí, me gustaría, pero en otra ocasión
porque ya es tarde y tengo que trabajar.
Déjeme su número de teléfono.
—¡No tengo! —él le dejó el suyo con el propósito de
volverlo a ver.
Daniel pensó en sus hijos, olvidó el
asunto y le dijo al taxista que lo dejara en el hotel. Él le pagó el servicio de taxi como si nada
hubiera pasado. Botó a la basura la
tarjeta que tenía el número del taxista.
En otra ocasión, Daniel se fue para un
club donde las mujeres atendían a los hombres completamente desnudas; unas
bailaban exageradamente, otras danzaban muy eróticamente y cantidades de machos
iban a gastar su dinero. Daniel fue en
su forma original, muy chusca de por cierto.
Se sorprendió al ver a las personas teniendo sexo como si se tratara de
un juego interesante. Se embriagó
disfrutando de la orgía masiva que se había formado en aquel lugar; No podía
evitar su excitación y se acercó a un hombre que en cierto modo le recordaba a
Felipe en su aspecto físico.
— ¿Qué tal las hembritas? —Preguntó Daniel
animado.
—Todas están buenas.
—¿Y a cuál te vas a echar?
—A ninguna, estoy con mi novia, vinimos a
tener sexo y luego nos vamos.
Se sorprendió y dijo: —bien por ustedes—. No dijo nada más y el sujeto se fue,
diciéndole —¡Que disfrute!
Cuando Felipe se sentó en su mesa, vio
como el sujeto y su novia tenían sexo; luego se acercó otro hombre y nada paso,
luego otra mujer y nada paso y finalmente otro hombre. Era sorprendente ver eso. Daniel pensó para sí y dijo: —“aunque sea una
pierna le toco”. Se acercó a ellos y el
sujeto lo reconoció, le dijo ve hombre, esta es mi novia, ¡pruébala! Daniel le
chupó los senos a la mujer y la pegó al cuerpo de su novio para que él le
besara la espalda. Daniel se hizo el
“muy borracho” y empezó a sobar las musculosas y velludas piernas del
sujeto. Él y ella lo notaron y no
intervinieron. Antes acomodaron todo el
escenario y Daniel terminó con el pene del sujeto en su boca. Luego se fue Daniel porque el pene le supo a
semen de vagina extremadamente excitada.
Cuando iba saliendo del lugar; dos manes le taparon la boca y lo
metieron a un carro; se lo llevaron, lo violaron de una manera muy animal;
Daniel terminó muy adolorido luego de ello y juró vengarse; pero jamás conoció
a esos sujetos. A los pocos días partió
para Francia.
Una mujer de rostro muy bonito, de cabello
negro y sonrisa agradable; lo atendió en el lobby del hotel; ella tomó su
pasaporte y le dijo con sorpresa: —¡Ah, te llamas Daniel y eres del país de
Felipe!, él pensó que esta mujer lo fastidiaría por su pasado y pensó por un
segundo en devolverse. Ella
inmediatamente le dijo: —¡Me gusta mucho la gente de ese país; es gente de
verdad! Yo tengo una amiga que es de
allá; es de las familias más influyentes del mundo.
Daniel la consideró fastidiosa y pidió las
llaves de su habitación. Luego de un
rato, ordenó unas cervezas y maní para ver televisión mientras se animaba en
salir a recorrer la ciudad. La joven
subió su encargo personalmente a la habitación.
Daniel acababa de salir de la ducha, la recibió cubierto en una pequeña
toalla, dejando ver su sensual cuerpo.
Apenas la vio, volteó los ojos.
Ella ignoró eso.
—Hola, mucho gusto, soy Jessica. Acá está lo que ordenó.
–Ah
veo que hablas mi idioma natal ¿Dónde lo aprendiste?
—En la universidad, estudié psicología y
aprendí a conocer mucho de la cultura de los países del sur. ¡Es fascinante!
—¿Te parece?
—Claro.
De hecho, tengo una gran amiga que es de allá.
Daniel levantó una ceja y se mostró
sonriente.
—¿Y cómo se llama tu amiga?
—Daniela; es muy querida conmigo; siempre
que viene a Francia escoge este hotel a pesar de no ser el más lujoso de la
ciudad.
Daniel recordó que los puntos en su
identificación internacional estaban agotándose; en ese tiempo no circulaba
dinero corriente sino puntos que representaban la capacidad que las personas
tenían para acceder a las cosas materiales; Felipe le había trasferido muchos
millones de puntos a Daniel para que se distrajera y lo olvidara; luego de
mucho tiempo, Daniel los utilizó, pero ya empezaba a notar que los había
despilfarrado mucho. Ya toda la
humanidad se consideraba ciudadana del mundo.
—¿Cuál es el apellido de ella?
—Nunca tengo certeza porque no deja que
nadie acceda a sus documentos privados.
Ella no me lo dice; tiende a ser un poco misteriosa.
—¿Tienes fotos de ella?
—Sí una, la última vez que vino le robe
una foto, pero me hizo prometer que no la compartiera con nadie, por
seguridad.
Daniel se le acercó y le dijo como
coqueteándole: —¡No me la vas a mostrar a mí! Ella le respondió: —¿Debería? ¡No
te conozco! — Él le dijo: —¡pero podemos
conocernos! ¿te gustaría? Ella no dijo nada y lo besó. Ambos hicieron el amor. Luego ella le mostró la foto en la cual él la
reconoció como su excuñada. Él pensó en
la manera de hacer útil ese enlace, pero no fue posible. Porque se empezó a enamorar de esta mujer de
una manera muy particular. Aceptó un
trabajo en Francia y vivió un tiempo considerable, hasta que Jessica recibió
nuevamente a Daniela y se fue con ella para el país de Felipe.
Daniel se sintió muy contrariado porque no
quería seguirla y menos si iba a trabajar para la familia “real”. ¡Ella nunca le gustó a él, Daniela le parecía
muy engreída e hipócrita!
Armó viaje para Hong Kong donde supo lo
que era tener sexo oriental. Quedó
fascinado con todo lo que aprendió de esa cultura. Allí aceptó un trabajo donde compartía con
personas de diferentes nacionalidades, entre ellos un americano que en todo
momento le hacía sentir su homofobia y repulsión hacía él; haciendo chistes y
avergonzándolo delante de todos los que estuvieran cerca. Daniel aún estaba en un proceso de meditación
interna por lo que había hecho y por lo que planeaba hacer más adelante. Ignoró al máximo al verdugo que se había
ganado sin proponérselo. Un día se hartó
y pagó a un grupo racial para que lo violaran y agredieran cruelmente dejando
un video del hecho. Ese video se subió a
las redes y el avergonzado americano renunció.
Tiempo después se suicidó.
Felipe había tenido que viajar al Oriente
a hacer unas aclaraciones en unos negocios que tenía. Un día salió a la calle con dos escoltas
suyos como siempre lo hacía. En el centro
comercial dónde estaba; se estrelló de manera muy casual con la presencia de
Daniel, quien al verlo se sorprendió mucho mientras Felipe sintió un escalofrío
perturbador.
—¿Felipe? ¿Hola, cómo estás?, ¡no te
imaginas la alegría que siento al verte! Por favor hablemos; en estas tierras
he pensado olvidarte y ¿crees que he podido?
Tú eres muy importante para mí, así no volvamos nunca más, quiero
aclararte todo. Porfa dime que sí. —Sus guardaespaldas estaban atentos
dispuestos a alejar a Daniel, pero Felipe los detuvo— A pesar de la vergüenza
que sintió por el espectáculo, accedió a tomarse un café con él.
—¿Qué llevas en esa bolsa negra? —Preguntó
Felipe intrigado
—Cosas que debo poner en el olvido —sarcásticamente
puso su voz gruesa en forma misteriosa y dijo “bajo la consumación del fuego
para que nadie lo descubra”—, inmediatamente se puso a reír, Felipe sonrió y
dijo: —¡veo que no has perdido tu sentido del humor!, “Como actor te habrías
destacado muchísimo” Daniel pensó que Felipe no era cualquier persona; él era
un hombre muy astuto; entonces se puso serio.
Luego lo miró y le dijo: —“renuncié al trabajo y lo que hay en esta
bolsa negra son cosas del oficio. ¡Tú
sabes!
—bueno, seamos concretos, porque no tengo
mucho tiempo. —Felipe no se sentía cómodo.
Con Daniel.
—Ya, deja la agresividad. Yo te amo.
Me enamoré de ese ser atento, inteligente, que me cuidaba, me protegía,
me ayudaba, me orientaba; ese hermoso ser que con su mirada hace sonreír mi
corazón. De ese ser tan especial y único
me enamoré yo. Mira Felipe, yo sé que no
tengo excusa contigo, pero he pensado mucho mi comportamiento a tu lado y sé
que no merezco una persona como tú. Hace
tres años yo era una persona inmadura, sin deseos claros de lo que quería ser y
vivir. No hubo nada que me permitiera
despertar y darme cuenta de lo que tenía frente a mí. El tesoro tan valioso que no reconocieron mis
ojos. Siento vergüenza hablando frente a
ti; también tengo miedo. Fui un inmaduro
y me detesto tanto que tengo asco de mi existencia por ser tan falso y tan
vil. Perdóname por favor y seamos
amigos. Sé que estoy diciendo
incoherencias para ti, pero así es como he permanecido todo este tiempo. Ayúdame a olvidar y a deshacerme de este
sentimiento de culpa. —Daniel lloraba
con sentimiento mientras hablaba.
Felipe se conmovió, tocó su mano y empezó
a frotarla con cariño.
—No te preocupes, yo te entiendo, no
sufras por eso. Tú tienes razón, eras
muy joven, yo muy viejo y hay características y situaciones en la vida que se
tienen que vivir como parte de la obediencia que le debemos a la naturaleza por
nuestra condición de ser. No tengo nada
que perdonarte, estoy seguro que el error fue mío, por exigirte tanto. Estás hermoso. Ya olvidemos ese tema, dime que ha sido de tu
vida.
—¿Recuerdas que te comenté de mis temores
con mi familia? ¿Recuerdas aquellas
cosas que te dije de mi padre y mi madre?
—Felipe afirmaba con su cabeza—
Te cuento que una vez ellos me vieron en esa situación tan patética
cuando tú no quisiste saber nada de mí.
Se enojaron mucho conmigo porque yo les conté la verdad. Me dijeron que yo era una persona con muy
pocos valores humanos y me recalcaron la educación que había recibido en nuestro
país. Por aquella causa me echaron de la
casa, yo seguí trabajando y estudiando.
Mis sueños de cantante los dejé atrás por múltiples razones de
conciencia; pero me dediqué a aprender mucho de música y de temas
socioculturales y en eso me ha ido muy bien.
He viajado por muchos lugares en el mundo y así no me creas, “No he sabido
lo que es un hombre en mi vida”.
—¿No has tenido relaciones con ningún
hombre?
—Ni con mujer. —Afirmó Daniel con mucha
seguridad.
—¿Por qué?
—Aunque parezca estúpido. Me he dado cuenta que del único que me quiero
dejar tocar es de ti. Te pido perdón
porque siempre me negué a tener relaciones sexuales contigo. Me negué a que hiciéramos el amor, me negué a
enamorarme y a amarte y por eso me pasaba todo.
Porque he sido un idiota. Pero
ahora que he abierto mis ojos, quiero que sepas que no hay nada que desee más
en esta vida que tener la posibilidad de tocarte, besarte, acariciarte,
consentirte; amarte por siempre. Solo
permíteme hacerte el amor. Una sola vez
y me dirás si lo que te digo no es sincero. —Lo agarró fuertemente de la mano y
lloró nuevamente con gran sentimiento
Felipe en ese momento estaba algo
excitado, pues las palabras de Daniel así lo habían logrado; algo conmocionado
e incrédulo por aquella escena, le dijo: —¡me encantaría!
Pasaron los días, ambos ya estaban
radicados en su país de origen iniciando una vida juntos de manera abierta y
sin prejuicios. ¡Esa relación fue
noticia en todo el mundo y por ese motivo las autoridades internacionales
dejaron de seguir investigando secretamente a Daniel por los homicidios
ocurridos!
—Amor ¿Qué vamos a hacer hoy? ¿A dónde
vamos? —Preguntó Daniel en un fin de semana.
—No sé.
A donde quieras ir. Solo dime
precioso.
—Ese es el problema, que ya creo que hemos
visitado tantos lugares que se nos han acabado las opciones. Sabes que soy muy feliz a tu lado. Te
amooooooo demasiadoooo. Eres mi vida.
—¡Ya deja el “show”! —se rió e
inmediatamente lo abrazó y lo besó.
Daniel correspondió con un abrazo muy fuerte y como era costumbre empezó
a acariciar su cabeza y como era de esperarse, nuevamente hicieron el amor.
Pasaron algunos días donde quemaron todas
sus fantasías sexuales y sentían como si vivieran el último instante de sus
vidas cada vez que la pasaban juntos. La
felicidad para Felipe, era total, aunque se esforzaba por no demostrar sus
sentimientos como tal. Un día, Felipe
llegó al apartamento de Daniel sin previo aviso; Daniel no estaba por alguna
razón. Felipe se dispuso a bañarse y a
esperarlo hasta que llegara Daniel.
Entró al baño y ya para salir escuchó sonar el timbre del celular de Daniel
y a este contestar la llamada.
—“Si marica, ya tengo todo cuadrado. No se imagina por las que me ha tocado
pasar. Después le cuento con
detalle. Hay muchas cosas que debemos
planear. No se preocupe, yo le consigo
lo que le haga falta para organizar eso.
Pero ojo, esto no puedo salir de los dos”.
Felipe, cuando escuchó esa última parte de
la conversación; abrió nuevamente la llave de la ducha e inmediatamente Daniel,
se sorprendió sobremanera. Abrió la
puerta del baño.
—¡Amor, pensé que estaba sólo! ¿A qué horas llegaste?
—Aproximadamente media hora. Llegué cansado y necesitaba un baño.
—¡Milagro! Tú nunca tomas un baño a esta
hora y menos cuando llegas de una conferencia.
—Hoy sentí la necesidad.
—Bueno amor, ¿Qué quieres que te prepare?
¿Tienes hambre?
—No precioso; hambre no tengo.
—Voy a salir a encontrarme con un amigo de
trabajo. Nos vemos en dos horas.
—Bueno, yo te espero. Quiero que hablemos.
—¿De qué?
—Esa expresión sonó a problemas para Daniel.
—Cuando regreses hablamos. —Felipe seguía
en su tono serio.
—Ok baby.
Tú como siempre con tus misterios. —Su tono era como de disgusto y
sorpresa— Adiós.
Felipe no contestó, y se quedó pensando
por largo rato acerca de con quién podía estar hablando Daniel de esa manera
tan codificada; concluyó que debía dejar ese tema en el olvido. Cuando llegó Daniel al apartamento, encontró
a Felipe profundamente dormido y sin posponérselo, vio que su teléfono alumbrada
por alguna razón. Sin malicia lo levantó
para pausarlo y para que nadie interrumpiera a su amor, pero desafortunadamente
leyó el mensaje de texto:
“no te imaginas lo delicioso que la
pasé. Eres magnifico, para haber sido mi
primera vez experimenté cosas muy diferentes; no hubo dolor, ni hay lugar para
remordimientos. Gracias, espero nos
volvamos a encontrar. Un abrazo. Mariano.”
Quedó muy sorprendido por este mensaje
leído y de inmediato imaginó lo peor de su amado. Y por esa misma razón, se desnudó enteramente
y se acostó junto a él. Le besó los ojos
y lo abrazó fuertemente con mucho amor.
Luego Felipe despertó.
—Hola amor. —Le da un pico en sus labios—
¿Cómo te fue?
—Muy bien Amor. Y tú ¿Qué hiciste? —Respondió Daniel
—No sé a qué horas me quedé dormido.
—Parecías un bebe durmiendo. —Se río y siguió acariciándolo como buscando
sexo; pero Felipe le dijo: —amor tengo pereza; apapáchame y consiénteme. Daniel lo hizo, mientras tanto pensaba.
—¿Qué hora es? —Preguntó súbitamente.
Daniel conociendo la hora, le dijo: —no
sé. Felipe tomó su celular, y vio el
mensaje de texto. De inmediato, se puso
algo pensativo y triste.
—¿Qué paso amor? ¿Por qué cambiaste de
semblante? —Preguntó Daniel con su mejor actuación de sorpresa.
—No sé.
Me dio un mareo terrible.
—Ya amor, descansa.
—¿Y con quién hablabas hace un rato?
—Preguntó Felipe con rostro serio
—Con el amigo que me encontré. —Daniel no
pudo ocultar su asombro.
—¿Y quién es él?
—Un amigo de trabajo; es muy buena persona
y de hecho quiere conocerte.
—No me interesa conocer a nadie ahora.
—¿Quieres comer algo? —Preguntó Daniel
—¡Uy no!
Quiero seguir durmiendo.
Ambos se dispusieron a dormir; pero tenían
puestas sus mentes en los hechos de su relación. Nada les permitió dormir por el lapso de más
de una hora. Siguieron los días como de
costumbre. Hasta que un día, a la hora
del almuerzo, en un restaurante muy elegante de la ciudad; Felipe recibió una
llamada que lo levantó de la silla para responderla en otro lugar del
restaurante. En ese momento, la ira se
apoderó de Daniel quien timbró a su amigo y le dijo: —“Las cosas se están
complicando mucho, nos va tocar ejecutar el plan que no quería yo hacer. Debemos averiguar quién se está metiendo en
mi relación con Felipe; esto no es fácil, sabes que lo estoy haciendo por los
dos ¿Verdad?
Llegó Felipe nuevamente y encontró a
Daniel terminando su conversación por teléfono; luego de ello; el silencio y
las miradas penetrantes imperaron en la mesa.
—¿Y a quién llamaste?
Me llamaron. —Su tono era precipitado— ¿Tú
si me amas?
—Te quiero mucho.
—Yo si te amo y con todo mi corazón.
—¿Qué se siente amar?
—No sé.
—Entonces, ¿Cómo sabes que me amas?
—Porque eso siento. Además, las palabras fortalecen los
sentimientos y aunque no te amara, estoy seguro que te amaría porque mis
palabras influyen en mis sentimientos.
De lo que estoy seguro es que no me amaras nunca.
—¡Nunca digas eso! Tú me enseñaste hace unos meses algo muy
importante. ¡Descúbrelo!
—Dime por favor. —Daniel se notaba ansioso
—¡Descúbrelo! —Felipe seguía sumido en su
seriedad
Pasaron algunos días en los cuales Daniel
descubrió que su novio tenía muchos amiguitos de catorce a dieciocho años y
ello le produjo mucha curiosidad. Se dio
cuenta por las llamadas que entraban y por los correos electrónicos que recibía
donde lo insultaban fuertemente y lo hacían sentir muy mal; Pero de estas cosas
él jamás le comentó a Felipe. Sabía que
cualquier asunto que comentará podía poner en riesgo su relación y para ese
momento no tenía nada concreto y lo que menos le importaba era perder la
oportunidad de su vida.
Una tarde cualquiera; mientras ambos se
encontraban en sus supuestas ocupaciones laborales; Felipe salió a recoger uno
de sus amiguitos en su carro. Mientras pasaba por una vía que jamás había
transitado, por cosas de la vida, vio a Daniel besando a una joven muy chusca;
ambos estaban en son de despedida y en apuros.
Felipe no podía parar su carro en esa vía. Sintió rabia en su corazón y decidió no
recoger al amiguito con el que tenía una cita pendiente. Llegada la noche; ambos se encontraron en el
apartamento. Felipe, había llegado
primero; pues se había encerrado en el apartamento desde temprano. Estaba leyendo una revista en la fina sala
del lugar. Llegó Daniel.
—Hola amor. ¿Cómo te fue hoy?
—Muy bien; hoy aprendí muchas cosas —Daniel
sabía que cuando Felipe decía eso era porque algo andaba mal; ¿Y a ti?
—Muy bien; estuve encerrado en la oficina;
al parecer hay un problema en tramites con el gobierno sueco para sacar
adelante la producción discográfica de este año. Pero bien; también he aprendido muchas cosas.
—¿Y con quién estuviste hoy? ¿Con el amigo
de siempre?
—Sí.
Por la tarde me pasó una documentación y unas pruebas de un asunto que
estoy investigando.
—¿Cómo a qué horas? —Pensó que Felipe lo
estaba siguiendo, si era así estaba en líos serios.
—¿Y por qué tanta preguntadera? No me acuerdo.
—Se enojó Daniel.
—No sé por qué te enojas.
—Es obvio que desconfías de mí. Lo dijo en tono de indignación. Yo sé que nuestro pasado es algo complicado,
pero supéralo; sin en realidad quieres estar conmigo supéralo. Lloró.
—Yo no desconfío de ti. “Yo sé quién eres”.
—Yo sin ti no sé qué haría. Prométeme que nunca me vas a dejar. Me muero.
—¡No seas bobo! Y le alzó las manos como
solicitándole un abrazo.
Fue el abrazo más helado que jamás hubiera
nacido en esa relación de “amor”. Nuevamente las cosas cambiaron; tanto Felipe
como Daniel, dieron lo mejor de sí por estar pendientes el uno del otro. Las llamadas eran constantes; los malos
recuerdos se intentaron olvidar y las atenciones mutuas crecieron a manera de
compromiso ineludible. Ya había pasado
algo más de un año; Felipe era un señor de cuarenta y nueve años; en tanto que
Daniel estaba próximo a cumplir veintitrés.
Para el día del cumpleaños de Daniel;
Felipe organizó una reunión con las personas más allegadas a la familia y
algunos amigos de Daniel en su gran mansión.
Ese día Felipe, ordenó a sus abogados destinar una cantidad de puntos
suficientes que garantizaran que Daniel tuviera una vida cómoda y para ello
solicitó al gobierno transferirlos de su hoja de vida Nacional y pasarlos a la
identidad de Daniel. En el evento Felipe
pudo ver la joven con la que Daniel había estado besándose en aquella calle
poco transitada. Estaban las dos
hermanas de Felipe con sus sobrinos y cuñados, todos muy atentos con su “tío,
cuñado y hermano adorado”.
La amiga de Daniel le murmuró al oído
cuando vio entrar a la señora Mariana con sus hijos y esposo. Ella tenía una sonrisa marcada en el rostro
como si se la hubieran tatuado con precisión.
—Lo peor que hice en mi vida, fue trabajar
para esa señora. Todo el tiempo me humilló y me hacía trabajar hasta altas
horas de la noche cuidándole esos mocosos. ¡Fue trágico! —Exclamó.
Luego vieron llegar a la señora Daniela
con su familia; de la cual no dijo nada luego de lanzarle una mirada profunda y
cómplice. Ella la ignoró completamente.
La celebración inició con una cena muy
especial; había violinistas acompañando la reunión y en general todo se dio
dentro de los ámbitos de la normalidad; Luego, Felipe hizo un brindis por
Daniel, destacando sus virtudes y resaltando lo Feliz que eran como
pareja. Llegó el momento de departir
entre todos mientras se abrían los regalos.
Departían alegremente hasta que se abrió el regalo de Felipe. Era un sobre como de notaria donde Felipe
transfería una cantidad muy considerable de puntos de bienestar a la identidad
de Daniel para que él viviera muy bien por el resto de su vida; de igual
manera, Daniel tomó la palabra para leer su testamento delante de todos los
allí presentes, considerándolos como las personas más estimadas en su
familia. En su testamento, especificó
los porcentajes que le correspondían a cada una de sus hermanas y
sobrinos. Al parecer todos estuvieron
satisfechos por la inesperada revelación de Felipe; aunque otros consideraron
premeditada su acción puesto que Felipe no estaba en edad de pensar en la
muerte o tal vez estaba asegurándose de algo que solamente él conocía. Todo quedó al arbitrio de cada imaginación en
los allí presentes.
En su fuero interno, Daniel sintió mucha
ira, disimulándola con una abrazo tierno y lágrimas de aparente felicidad. Felipe le preguntó alegremente.
—¿Si te gustó el regalo precioso?
—Muy especial de tu parte. Me encantó mucho. Pero me da pena amor. Eso es mucho para mí.
Luego se distrajeron hablando con los
demás invitados mientras la música alegraba la celebración. Felipe pudo observar desde la distancia una
leve discusión entre Daniel y aquella Joven de quién no sabía el nombre.
Luego, hablando con sus hermanas, les
advirtió:
—Lean bien el documento en casa para que
conozcan las condiciones de las garantías de vida que tiene nuestra
descendencia. —Y se río con algo de
dolor en su corazón y quedó pensativo por espacio de segundos.
—Bueno hermanito —Respondió Mariana con
cariño. ¿Oye y qué es lo que tano habla
Daniel con Jessica?
—¿Jessica? ¿La conoces?
—Sí, fue una ineficiente empleada
mía. —lo dijo voleando los ojos.
—No sabía —Respondió Felipe con ojos
inocentes.
Daniela miraba seriamente y calló. No se inmutó por nada. Acompañaron la velada un rato más y como a
eso de las dos de la mañana, ya todos estaban despedidos. Felipe había bebido lo suficiente para estar
alegre y dormir plácidamente en su habitación.
Daniel se levantó apenas escuchó roncar a Felipe y se dirigió a la
cocina donde estaba Jessica esperándolo.
—¿Trajo el documento? —Preguntó Daniel
—No encontré ese maldito documento.
—Respondió Jessica algo desesperada
—¡Mierda! No podemos hacer nada. Pero yo no aguantó más esto. Tú ponte en mi lugar y date cuenta que no es
nada rico tener sexo con un anciano que la mayor parte del tiempo está
humillando y controlando todo. Además,
es un completo asco para mí; por mi condición.
—Ya, tranquilo. Si haces algo ahora. Vas a perder todo indicio de bienestar. Nuestros planes no serán iguales.
—Me importan un pito todas esas garantías
de vida. Ya no aguanto más esto. —Felipe estaba aturdido y nervioso
—¡Tengo una idea! Échale esto al agua del anciano para que sea
lo primero que tome. Esto nos dará
tiempo. —Se le veía la maldad a Jessica mientras le pasaba un polvo blanco a
Daniel, algo muy parecido al bicarbonato
Ella se fue sin que los empleados de la
mansión la notaran y Daniel disolvió esa sustancia en el cristal de agua que
Felipe tenía al lado de su cama. En
efecto, Felipe sufría de resequedad en la garganta y la única vez que fue al
baño como a las cuatro de la mañana; bebió sin que Daniel se diera cuenta
porque estaba profundamente dormido. Al
día siguiente, Daniel se alegró de que el cristal de agua estuviera con menor
cantidad; Felipe seguía dormido, cosa inusual en él porque siempre estaba
activo desde las siete de la mañana.
Comprobó que estuviera vivo y luego se tranquilizó. Se bañó, arregló y ordenó el desayuno a la
habitación para ambos. Felipe despertó,
pero fue Daniel quién ayudó a levantarlo; le dio a beber más agua del cristal;
con mucho esfuerzo le dio el desayuno y su medicación para la
hipertensión. Felipe parecía un ser sin voluntad
o una persona muy dócil sin capacidad de decidir por sí mismo. Los empleados pensaron que, por la fiesta,
Felipe estaba enguayabado y por eso no advirtieron nada malo en el actuar de
Daniel.
Antes del medio día de ese domingo, llegó
Jessica y entró a la habitación donde estaba Felipe bajo la sustancia que le
habían disuelto en su agua. Él solamente
lograba percibir visiones borrosas de Daniel con aquella mujer pidiéndole
cariñosamente que firmara unos documentos; él firmó.
Se escuchaba la felicidad de triunfo de
los dos, llevándolos a expresar su afecto delante de los ojos empañados de
Felipe quien percibía a una pareja haciendo el “amor” frente a sus ojos. Luego Daniel, le hablaba con rabia y en una voz
moderada a Felipe.
—Mi querido Felo —Así lo llamaba
ocasionalmente— te quiero presentar a alguien; a alguien muy especial en mi
vida; a la persona que amo. Ella es
Jessica, es la mujer más talentosa e inteligente que he conocido jamás; tiene
muchos talentos y sí, sí, estoy muy enamorado de ella y lo que nos va a hacer
inseparables de por vida, es tu muerte.
¿Crees que olvidé todo el espectáculo al que me sometiste cuando nos
conocimos? ¿De verdad pensaste que todo lo había perdonado? Yo era un joven con
propósitos y metas claras, tú te tiraste mi vida, viejo desgraciado. No te imaginas la indignación y el asco que
me produces. Pero hoy se acaba todo;
esta noche, en una cena, los tres.
¿Recuerdas la cena a la que me invitaste, hace casi cinco años? ¿La
recuerdas? Pues el día que yo nací, fue
hoy; hoy es mi cumpleaños y para conmemoración del mundo, el día que yo nazco,
tú mueres. —Se rió victorioso— ¿Qué pensabas?
—Ya no te desgastes más, necesito disolver
esta sustancia en agua tibia para inyectarla; ve despidiéndolo. Debo ir a la cocina.
—En el baño la consigues tibia; no es
necesario que salgas de la habitación.
—Ella insistió en salir y fue.
—Ve despidiendo a tu dulce anciano —Le
dijo con maldad en su mirada mientras salía de la habitación.
Daniel les dio la tarde libre a todos los
empleados de la mansión ese día; así que muy contrario a lo que había dicho con
respecto a la cena; lo que Jessica estaba próxima a hacer era un almuerzo de
despedida definitiva porque necesitaba el tiempo para otros asuntos. Jessica llegó nuevamente a la habitación
dónde sacó la inyección azulosa y la puso en la mesa de noche. Luego llegó y sacó la inyección de líquido
azul.
—Yo quiero inyectarlo —Dijo Daniel con
rostro perverso
—No hay problema. —Respondió su fría voz
—Voy a cerciorarme de que todos los
empleados ya se hayan ido.
—Sí hazlo.
Yo estoy haciendo mi especialidad para el almuerzo.
—¿Almuerzo? —Se sorprendió Daniel porque
siempre habían hablado de cena— Pensé que sería cena.
—Es mejor estar lejos de este país lo más
pronto posible.
—Despertaríamos sospecha ¿Acaso esa
inyección no produce paro respiratorio?
—Sí.
Pero ya verás que todo saldrá bien.
—Jessica, eso no es lo planeado.
—Lo sé cariño, pero no te preocupes que todo
estará bien. ¿No confías en mí?
—Tu sabes que con mi vida —En realidad
Daniel la amaba y desde que la conoció ella se ofreció para ayudarlo a destruir
a Felipe.
Después del mediodía, volvieron a la
habitación; ya no habían empleados en la mansión y el almuerzo que preparaba
Jessica estaba casi listo. Daniel se
disponía a inyectarlo en su antebrazo izquierdo, pero Felipe algo había
recuperado su voz y entre balbuces le dijo:
—¿Qué haces Daniel? Ella es la mujer con
que te vi besando muy cerca a la circunvalar.
Daniel se extrañó mucho —¿Lo sabías? ¿Por
qué no me reclamaste?
—Todos cometemos errores —Hablaba Felipe
con gran esfuerzo— Recuerda que te dije que contigo había aprendido algo
importante. Tú me enseñaste a perdonar
—Felipe se cansó; sus pocos esfuerzos los destinó a decir esas palabras.
En ese momento, sonó el teléfono de
Felipe; Daniel lo miró y era su hermana mayor Daniela. —Todos se asustaron—.
—¡Mierda! Si no contesto ella vendrá en
quince minutos. Siempre pasa eso cuando
Felipe no le contesta. Esa vieja no me
pasa ni un poquito. —Daniel tenía mucho miedo e ira— Tápale la boca y llévalo
al comedor mientras salgo de este problema.
—¡Hola cuñada! ¿Cómo va todo? Ese milagro.
—Pásame a mi hermano; quedamos de vernos
para ir a ver el entrenamiento de preadolescentes con capacidades diversas a
medio día y no me ha llamado. ¿Está bien? Dígale que soy yo. Pásemelo.
—Sigue durmiendo. Apenas despierte le digo que te devuelva la
llamada.
—En quince minutos estoy allá. Colgó.
Daniel se asustó mucho y corrió al comedor
donde ya estaba sentado Felipe mientras Jessica servía los platos.
—Amor no hay tiempo, tenemos que irnos; en
quince minutos llega la maldita de mi excuñada. —Estaba acelerado y muy
nervioso
—Quince minutos es tiempo suficiente. No te preocupes bebe. Almorcemos y nos vamos. —Su tono era
tranquilo.
—¿En qué momento inyectamos al vegete?
—Hazlo ya. En el antebrazo izquierdo.
Daniel lo inyectó. Luego de un corto espacio Felipe empezó a
convulsionar incontrolablemente lastimándose contra el suelo mientras ambos lo
golpeaban y lo escupían sin piedad.
Luego dejó de convulsionar y lo sentaron en la enorme mesa del
comedor. Daniela sirvió; hizo el brindis
por su “hermosa relación con Daniel”.
Bebieron y se sentaron a comer.
Daniel se notaba apresurado.
Felipe estaba completamente ido, sin voluntad, pero ya no botaba babaza
por la boca, solamente se le vio una lágrima muy espesa que se deslizó por el
lado derecho de su rostro. Daniel siguió
sentado mientras Jessica se levantó a engullirle comida y bebida a Felipe. Se escuchó el sonido seco cuando Felipe
descargó su cabeza sobre el plato; Daniel hizo un gesto de dolor, no se pudo
levantar ni hablar. Intentó tartamudear
unas palabras, pero nada se le entendió.
La altiva mirada de Jessica; una que jamás imaginó Daniel ver lo dejó
sin esperanza. Su cabeza cayó sobre
aquel frío almuerzo de celebración.
Sonó el teléfono de Jessica, recogió
algunas cosas y borró toda evidencia que la inculpara. Salió de la mansión como prometiendo un
pronto regreso. La esperaba la señora
Daniela en su elegante convertible azul; Jessica se subió al carro, la besó con
gran pasión y siguieron su rumbo sintiéndose victoriosas y felices…
Cuatro meses después del hecho. Dos de las ya sobrevivientes ancianas chismosas
del barrio donde se crio Felipe, trajeron a su memoria, los recuerdos del hijo
de la señora Luisa.
—¡Cómo pasa el tiempo y la vida da muchas
vueltas! ¡Quién iba a imaginar que la
hija mayor de la señora Luisa sería la que más vida tendría de todos sus hijos!
—Sí, pero, recuerde que casi se mata, en
el carro. —Respondió la señora Beatriz
—Oye sí, eso fue muy raro; recuerde
también que su carro explotó mientras ella lo dejó taqueando en una
gasolinera. Lo impresionante es como
ella justo en ese momento, estaba comprando unos comestibles, mientras su
empleada se encontraba dentro y quedó fulminada por esa extraña explosión.
—Recordó la señora Mónica
—¡Pobre mujer! ¡Tuvo suerte! ¡Quién iba a imaginar ese destino para esa
familia! Eso debió ser alguien con mucha envidia y que quería destruir esa
hermosa familia. Primero como envenenaron
al doctor Felipe y a su amigo, luego como se desaparece Marianita y sus hijos y
por último la explosión del carro de Daniela.
Menos mal que no murió.
Afortunadamente, está radicada en otro país y protegida por otros
gobiernos. Al menos ella queda, de aquel
hombre que tanto nos ayudó. Tan bueno
que era, y ni hablar de la señora Luisa.
—A mí siempre me ha sorprendido el
parecido de ella con el de su padre.
¡Muy bonita! —Concluyó Beatriz.
Siempre fui considerado como una persona buena y piadosa;
en cuanto de mi dependía auxiliaba a las personas que lo necesitaban, nunca
faltó de mi boca una expresión de aliento para mi prójimo. Cada día que pasaba
lo consideraba un reto espiritual en el que procuraba ser más benévolo y
sensato. Me dolía del dolor ajeno; alenté a muchos por el camino que yo pensaba
era el bien y del cual me apoyaba para alcanzar la vida eterna y no el castigo
eterno. Siempre enseñé a los feligreses el practicar las obras de misericordia.
Hice campañas por todo el mundo para beneficiar a los
necesitados. Amé a mis padres, disfruté compartiendo mi fortuna con todos. Todo
salía de mi corazón, todo nacía en mí ser. Fui un ser muy amado por todos,
llegaba a las personas como cuando llueve después de una larga y fatigosa
sequía. Consideré perfectos mis caminos y siempre pensé que después de la muerte
descasaría para siempre. Que viviría la plena felicidad sin ser perturbado por
más tristezas.
Yo fui religioso, buscaba a Dios y me interesaba por sus
enseñanzas, meditaba en él, así como le reprochaba el sufrimiento de mucho
pueblo. Fui una persona buena a la que no le nacía hacer daño; nunca me
consideré materialista ni vanidoso. Por mi mente jamás pasó el ser castigado
por no haber caminado el sendero del bien porque estaba seguro que lo caminaba.
Por todo lo anterior, nunca le tuve miedo a la muerte; por el contrario,
consideraba aquel episodio de mi vida como una bendición que debía llegar en
cualquier momento. Ese día llegó, la muerte me abrazó y yo morí. ¡Y morí de
verdad!
Pensé ser tratado conforme a mis caminos, y efectivamente
así fue. Un tribunal esperaba mi presencia en un recinto iluminado y sólo. Veía
un tribunal, pero nadie en él. Una voz sin dueño me dijo: —hoy has llegado a un
juicio, el juicio de tu vida; cuéntame de tu Fe y yo validaré tus obras—. Con
gran orgullo empecé a recalcar cada una de mis misericordias en la tierra y de
todas las bondades de mi vida. No encontré defecto en mí. Cuando terminé.
Llegaron dos abogados al recinto; uno vestía un traje negro muy elegante, el
otro vestía un traje blanco muy elegante. Ambos eran varones contemporáneos,
ambos estaban por la misma causa, pero con propósitos diferentes.
El varón de traje negro empezó a acusarme delante del
tribunal; comenzó diciendo: —Este sujeto enseñó a muchos, caminos que tú no mandaste;
¿o donde dice oh juez que se ha de buscar a Dios en un ídolo? ¿Acaso tú no
prohibiste esos hechos desde el principio de los tiempos? ¿se interesó este
hombre por buscarte con sinceridad y amor? ¿no lo hacía más bien para que no
faltaran en vida las abundancias materiales? ¿Podía el conocerse a sí mismo sin
tener conocimiento? Cuando te oraba, no hacía otra cosa que reprochar los
hechos en la tierra, pero jamás conoció las verdaderas intenciones de su
corazón, porque murió ciego. Tú bien sabes Dios creador de todas las cosas que
si un hombre de la tierra, no te busca con sinceridad, jamás puede alcanzar tu
misericordia y jamás podrá conocer el camino del bien. La contraparte exige
máxima condena; exige sea mandado al infierno de fuego bajo prisiones tortuosas
que lo atormenten por la eternidad—.
La voz del juez se pronunció diciendo: —¿Tiene algo que
decir la defensa? El caballero de trajes blancos respondió: —sí señor juez;
siendo consecuentes con las acusaciones del acusador; la defensa considera que
no se puede escatimar el hecho de que este hombre sí practicó las obras de
misericordia. Si bien es cierto que, en la tierra, éste hombre nunca te conoció
porque no te buscó con sinceridad y que por tanto amo más las riquezas
pasajeras de la tierra que tu eterno nombre. La defensa considera que debe ser
castigado, pero no con la severidad que la contraparte exige. La defensa pide a
su señoría que el alma de este hombre repose en el segundo cielo de la
eternidad. En ese cielo tendrá descanso, pero deberá luchar contra todos sus
temores; el dinero que tanto amaba y la falta de conocimiento de Dios serán las
torturas eternas de su ser.
El juez considerando ambas posiciones dijo: —¿Qué dice la
contraparte al respecto? El hombre de trajes negros respondió: —Señor juez, con
el respeto que su majestad merece; la contraparte tiene por verdad que tu ley
es clara, que el libro que habla de ti es para todos en la tierra; tú dijiste
que nadie podría alcanzar el primer cielo si no es por medio de un corazón
sincero y justo. Si este hombre no vio el primer cielo en la tierra, eso
explica que su corazón jamás lo fue; entonces, ¿cómo es posible otorgarle el
segundo? Si la sentencia es dictada a su favor, la humanidad entera podrá
excusarse delante de tu justicia y tu ley pactada con juramento eterno vendrá a
ser en vano. La contraparte exige máxima condena y pide ahora que le sean
añadidos a sus tormentos, los azotes de la muerte con su látigo de lava
tortuoso. También la contraparte exige sellar su caso para que de ahora en
adelante todos aquellos seres humanos que no vean el primer cielo en la tierra,
sean inmediatamente lanzados al lago de fuego eterno donde una sola gota de
sudor es más deseada que cualquier maravilla terrenal que un hombre pueda
poseer.
El juez no me dejó hablar, ni preguntó más a mi defensa.
Fui condenado a la máxima condena por ignorante; por no tener un corazón
sincero que buscara a Dios de verdad. Yo fui Papa, un Papa amado y recordado
entre los humanos. Todos me imaginan en la gloria de la que les hablaba; todos
piensan que siguiendo mi camino podrán ser salvos, pero no es así. Se necesitan
más que buenas obras; para salvar el alma, se necesita conocer a Dios y hacer
su voluntad. Desde mis eternos tormentos, solicité al juez el escribir esta
carta para todos aquellos que quieran despertar. Amén… J.P.S
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